miércoles, 8 de agosto de 2012

JJOO: LÁGRIMAS & HIMNO NACIONAL


Sirenas hispanas estremecen a “europeos y rioplatenses”


Entre el agua y el fuego.
Lágrimas de pétalos de azahar y el fuego intenso de cualquier corazón.
Toda una escena sincronizada de una pareja (Andrea Fuentes y Ona Carbonell) que hizo llorar a británicos y rioplatenses.
Ante semejante delirio se pusieron de pie con el estruendo del sonido inigualable de un bandoleón y el paso firme de un “himno nacional” –así le llaman argentinos y uruguayos a La Cumparsita del maestro Matos Rodríguez.
Si son difíciles los firuletes, los cortes en el tango, lo que estábamos viendo en un pileta olímpica era casi, casi imposible de imaginar.
Las sirenas españolas hacían llorar hasta el agua, con su ritmo militar –si nos permiten– en reverencia a un tango que tiene la fuerza de una tempestad o el impacto de un huracán.
Dicen que es materialmente imposible sorprenderse en este mundo convulso lleno de cambalaches, politiqueos, demagogias y guerras. Rotundamente, no.
Sorprenderse supone estar vivo. Tener la ingenuidad de un niño o la sensibilidad de un poeta. Y nos llenó de vida. Nos dejó helados al principio y nos llenó de fuego, después por la danza sin pausa de dos sirenas que surgían del agua en alabanza al dios Neptuno. Dominando todos los secretos de la elasticidad del cuerpo. (Una goma, como decía mi abuela). De los sugerentes latigazos y la belleza plástica del deporte.
Semejante al milagro de un nacimiento… de un niño, una flor o de un potrillo en la infinita y esplendorosa Naturaleza.



Por Miguel Miró
“It´s great” –decían sin mencionar palabra– mirándose dos ingleses a los ojos.
“Es grandioso” –decía una pareja rioplatense.
Un espectáculo que nos puso los pelos de punta y se nos formó un nudo en la garganta. Como si el tango fuera un símbolo, que lo es. Como si Andrea y Ona fueran las diosas del Olimpo, que lo parecían sin duda alguna.
Había que pellizcarse para convencerse que lo que veíamos y escuchábamos era cierto.
Las sirenas españolas se movían con un ritmo frenético fuera y dentro del agua con la velocidad de un pez que zigzaguea libremente en el mar. Con la fineza y la alegría española. La forma de mover sus brazos y la firmeza de sus piernas marcando el paso como si fueran auténticas purasangres.
Todo ello en un escenario imaginario que retrata a un Gran país como España que transmitió su idioma, sus leyes y su cultura a la joven América del Sur. Andrea y Ona parecía que abrazaban –unían– con su mágica demostración a todos los países que hablan español y otros que son una segunda lengua. Quinientos millones.
Las dos sirenas españolas, con intención sin intención, parecían no competir en la JJOO de Londres en natación sincronizada. Competían para los dioses de la antigua Grecia.
Cantaban sin voz, reían sin muecas, y se movían sin despegarse entre ellas, dándonos una lección. Una esperanza. Confraternidad, solidaridad y comunicación. Sin palabras. En una pileta de agua y fuego, en la que dieron pinceladas de arte, cultura deportiva, nos hicieron temblar con la música y llorar pétalos de azahar desparramando un olor intenso y único.

Ignacio "Nacho" Duato, coreógrafo, bailarín y ex director del Centro Nacional de Danza.
 
BALLET DE IGNACIO DUATO
A fuer de ser sinceros, el impacto de la actuación de las españolas Andrea Fuentes-Ona Carbonell,  las dos medallas de plata en los JJOO de Londres 2012, nos recuerda –guardando las distancias– al estremecimiento que sentimos hace ya, algunos años, al ver el ballet del Centro Nacional de Danza.
La imaginación “sin fondo” de Ignacio “Nacho” Duato, coreógrafo, bailarín y director.
Steeples, Petit Morte y Sinfonía de los salmos, ha sido un repertorio inolvidable.
Una compañía que alcanzó su cenit en el mundo entero. Unos bailarines con un enorme talento a finales de la primera década del Millenium. Y la “fuga” de una excelente bailarina española al Royal Ballet de Londres que sigue triunfando en el Reino Unido.
Sin embargo, lo que realmente nos impactó ha sido otra pieza inédita que siempre Ignacio Duato guardaba en su extenso y original repertorio.
La puesta en escena de la compañía en una Toccata y Fuga de Johann Sebastian Bach, padre de la música, que nos impresionó.
Una sorprendente e increíble obra de arte.
Lo nunca visto, se nos antoja, en la danza.
Hacer vibrar o llorar con otras obras de otros célebres músicos –incluso del Barroco– en el ballet tiene una cierta lógica. No, sin embargo, en una pieza única e inmortal del genio alemán.
Una pieza misteriosa y directa. Monumental y angustiosa. Unos acordes que se asemejan a los fuegos artificiales. Retumba en nuestros oídos como si surgiera de las catacumbas.
La mezcla es, totalmente explosiva. La magnífica interpretación de los bailarines y la música de órgano de Johann Sebastian Bach en siete u ocho minutos gloriosos.

 (Sugerimos a los amantes de la música la web site: www.thiene,chemistry.com.
O You Tube: J Bach. Toccata y fuga. Editor of Synthesis Organic / Chemistry Journal. Se aprecia toda la fantasía del órgano. Una fantasía en la que deben ustedes mismos utilizar en su imaginación para intercalar dicha obra maestra, tan difícil de ejecutar, en una danza increíble montada en un escenario como lo hizo Ignacio Duato.)

  
EL DEPORTE UNE, NO DIVIDE
Individual y colectivo (por equipos) el deporte une, no divide. Aunque algunos intenten hacerlo, siempre hay muchos más que rechazan esa desunión. Se demuestra en las grandes competiciones.
Un ejemplo muy clásico es la natación artística y sincronizada española que, incluso sin su máxima estrella (Gemma Amengual) siguen cosechando éxitos en los Juegos Olímpicos.
La prueba la tenemos en la pareja de sirenas Andrea Fuentes y Ona Carbonell, en el mismo centro de Londres, próximo a la bahía. Con viento en contra superaron a sus oponentes Xuechen Huang y Ou Liu (96,770) de China, por 30 centésimos y conquistaron la medalla plata. Lo más que podrían aspirar después de las puntuaciones de las deportistas rusas Ischenko y Romashina (98,900) que se despegaron pronto de sus contrincantes.
Adriana y Ona, de fuerte carácter, después de conocer ya las ganadoras del oro y el resultado de las nadadoras chinas, volvieron a ratificar con la música de un tango “rompedor” una actuación fantástica ante un público emocionado, mejorando incluso la técnica de movimientos dentro y fuera del agua como dos auténticos peces. Andrea Fuentes (29 años), tres medallas de plata en dos JJOO, insufló confianza a Ona (22 años) en su presentación en los Juegos. La  novel respondió, si cabe, a la perfección.
Una interpretación a dúo que mejoró –según los jueces y la explosión del público– en 900 milésimas (96,900) para conseguir no sin esfuerzo su objetivo. Una actuación que llevó emparejado, inspiración, una sincronización más enérgica y sin errores.
La simpatía de los espectadores ha sido, quizá, lo más sorprendente y espectacular, pero también el carácter y la elasticidad de las sirenas españolas. Y sin duda alguna, la música. El himno nacional de todos los rioplatenses: La cumparsita. Una música que brilló también con su esplendor y solemnidad la difícil prueba en la pileta olímpica.


0 comentarios:

Publicar un comentario