miércoles, 24 de febrero de 2016

Triángulo problemático de la selección española

Fútbol/The Teapot
 

Por Miguel Miró
La selección nacional española está obligada a renovarse para la Eurocopa de Naciones que se disputará en Francia este año. Vicente del Bosque tendrá que dar varios pasos determinantes, para intentar una victoria -como vigente campeón- en la tradicional  competición continental. No sólo para confirmar que España se mantiene “viva” en el fútbol mundial, sino también para hacer olvidar las decepciones pasadas.
El primer problema que tiene el seleccionador es el triángulo defensivo: Iker Casillas, Gerardo Piqué y Sergio Ramos. No es cuestión de favoritismos. Ahora toca dar una vuelta de tuerca para evitar que se produzcan nuevamente los problemas que surgieron en la línea de zagueros desde la Copa Mundo FIFA 2014 y la serie de clasificación para la Euro de Francia.
Y todos sabemos que no es lo mismo: Piqué-Puyol, que Piqué-Ramos y confía el selección confía en los posibles recambios.
Asimismo, el problema se ha convertido en un problemón enquistado. No tiene nada que ver la camiseta que visten, ni nada que se parezca. A pesar de las flores (con espinas, por supuesto) en los Medios de ambos protagonistas.
Debemos ser claros y concisos: Piqué y Ramos no se hablan desde el Mundial de Brasil, más bien se “aguantan”. Las gracietas del azulgrana a través de las redes sociales fueron cortadas de raíz por Del Bosque. Y la performance del madridista en la presente temporada tampoco convencen a nadie, y menos al seleccionador que busca un recambio de un zaguero zurdo-zurdo como Carlos Puyol.
El caso de Iker Casillas sigue siendo embarazoso. Por los ataques a discreción de la Prensa Deportiva. Y también porque hasta el mejor guardameta español (desde Ricardo Zamora a José Ángel Iribar) han tenido errores… como los máximos goleadores, de los que no se mofan.
Las chirigotas son graciosas en los carnavales, pero resulta que el tema-Casillas parece un contrasentido. Aunque la opinión es libre para todos, incluso para el aficionado-masa.
Del Bosque habló con Gerardo Piqué y Aymeric Laporte. Intentará convencer al francés para que se nacionalice y poder jugar con la selección española. También el técnico sigue en contacto con Iker Casillas. Aunque tiene recambios, puede que siga siendo el capitán en el equipo nacional.

Fábregas la borda "a lo Xavi" en Chelsea



Fútbol /the teapot

Por Miguel Miró
Lo que no supo hacer el acomplejado José Mourinho lo hizo, desde el primer momento, Gus Hiddink en el club londinense de Chelsea. El holandés, repescado por Abranovich -siempre se acuerda de él cuando tiene problemas- ve el fútbol como experto y tiene una perspectiva mucha más amplia. Muy diferente al luso que siempre se comporta como una persona inestable y casi siempre disfraza su complejo de inferioridad. (Ver libros de psicología).
No se necesita ser experto para darse cuenta.
Hiddink habla poco, lo justo. Tiene una experiencia intachable como profesional y sabe revertir cualquier situación confusa, producto del caos. Además, sabe bastante de psicología, cómo resolver problemas individuales, de grupo y, lo más importante sabe bastante de fútbol.
¿Los jugadores de Chelsea han resucitado?
Por supuesto que no. Prácticamente es el mismo plantel de la temporada pasada, tras ganar “ellos” la Premier League (que no Mourinho).
¿Entonces?
Guus Hiddink habla el mismo idioma de los jugadores. Así de sencillo. Analiza la situación con cada uno del plantel y después  en reuniones conjuntas. Busca los planes de juego, según las características de los jugadores, y hace varios retoques en sus respectivas posiciones.
Y en cada partido, lee con claridad el punto flaco del rival.
Todo parece sencillo para sacar al equipo azul del descalabro y la confusión.
No decimos nada que no sea cierto. Se pudo comprobar. Cualquiera habrá visto a Chelsea en el Parque de los Príncipes frente a Paris St Germain en la Copa de Europa.
Un equipo compacto y bien coordinado. Con la particularidad y  armas necesarias para contrarrestar a su encopetado rival. Le jugó de tú-a-tú y de haber acertado en sus ocasiones de gol, incluso ganar el match.
Esto que decimos no es una utopía, teniendo en cuenta el equipazo que tiene PSG que dominó las tres cuartas parte del match. Y está, en estado de gracia, bajo la batuta de Blanc, un gran estratega.
Pero el partido se jugó en base a los volantes y la inspiración de los delanteros. Tal vez por ello, Blanc (1-3-4-2-1) sacrificó a Matuidi junto a Thiago Motta y Verrati. Reforzó la zona central y arriesgó al dejar tres hombres atrás (todos centrales: Thiago Silva y Marquinhos, en la izquierda y David Luiz, a la derecha).
Hiddink no varió su apuesta (1-4-2-3-1) y puso a trabajar a todo el equipo en defensa y ataque.
Bajó a la segunda línea William y Pedro a “tapar bandas” y desdoblarse continuamente.
Sin embargo, Chelsea dispuso un laboratorio en el eje del campo a dos jugadores prodigiosos que se complementan: Fábregas y Obi Mikel, que marcó el gol del empate.
Aunque sobresalió más el español por su temple y su cabeza fría, que nos hizo recordar a Xavi. Por su inspiración y visión clara de cada jugada. Hasta llegó la sorpresa: cesiones a ras de césped y entre líneas.
Se ganó los galones y su gran personalidad de líder en un equipo británico que nunca se dio por vencido.
Hasta tal punto que prácticamente Francisco Fábregas llegó a anular la exquisita técnica del brasileño Thiago Motta, motor  importante del equipo parisino, y a sus escuderos en la zona de elaboración del juego.

domingo, 21 de febrero de 2016

Cada vez más se parece a Van Gaal

Luis Enrique: ¡pato mareado!


Por Miguel Miró
No sabemos si hablar del Principio de Peter
o sobre la teoría del disparate.
Luis Enrique cada vez más se parece a Louis Van Gaal que no sabe -nunca supo- gestionar a un equipo plagado de estrellas.
El holandés, como era previsible, se está cargando el prestigio de Manchester United, como antes lo hizo el escocés David Moyes. Una aventura muy peligrosa que ha tomado el asturiano Luis Enrique Martínez, sino se remedia antes, con el FC Barcelona.
El entrenador azulgrana fue a su bola. Subestimó a Las Palmas y dejó “malherido” a Sergio Roberto al situarlo en la posición de Sergio Busquets. A sabiendas que Mascherano y Rakitic -que ya lo había hecho en Sevilla- son los más capacitados para la doble función (defensiva/ofensiva) por delante de la defensa.
Además, hizo otros experimentos: una nueva pareja de zagueros. Mascherano (derecha) y Mathieu (izquierda) al estar sancionado Piqué. Sin contar para nada con Bartra, que era lo más lógico en la posición de zaguero derecho.


MARTINO PERDIÓ LA LIGA
Tal vez, Luis Enrigue Martínez pensara que “iba a cambiar las leyes elementales del fútbol” o parece un “pato mareado” por las dichosas rotaciones. Una idea absurda -si no se hace bien- del segundo entrenador de Gerardo Martino. ¿Se olvidó Luis Enrique cómo terminó el técnico argentino? Perdió la Liga en el último match y fue destituido.
Perdió, en fin, una temporada por las tortuosas rotaciones.
Los equipos se construyen de atrás para delante. El guardameta gana confianza cuando tiene una buena defensa, los zagueros se encuentran arropados por los volantes y los delanteros por la colaboración de los centrocampistas.
El técnico azulgrana, tal vez pensó que los delanteros iban a resolver la papeleta sin la necesidad de tener un respaldo de las demás líneas. Un error monumental.
Además dejó “tocado” a Sergio Roberto, bloqueado en su nueva posición en el campo.
Y otra ley que es irrefutable en el fútbol:
“Los partidos los ganan los jugadores”.
Algo que siempre repitió Alfredo di Stéfano y agregaba:
“El técnico sólo tiene un 10% de los éxitos”.


NO ES LA PRIMERA VEZ…
El técnico de Barcelona -que parece no tener conversación con los jugadores en la “cocina”, algo fundamental en cualquier equipo- va a su bola igual que su ayudante y ¡así les va! La orquesta, aunque gane partidos… también desafina.
Abrazados a una flor y puede que mañana se marchite.
A la larga o a la corta llegarán malos tiempos, si no se remedian los dislates… que se amontonan o se tapan con los resultados.
Luis Enrique Martínez, que cuando llegó se preocupó del sistema defensivo, en la presente temporada hizo un disparate detrás de otro. Probando, probando en plena competición.
Hay muchos ejemplos y no es la primera vez.
Los errores y horrores que hizo en la Supercopa de Europa ante Sevilla (también los hizo Unai Emery, todo hay que decirlo), antes del comienzo de la temporada.
Por supuesto: los nueve goles (5-4) del partido “dejaron de lado a todos los fallos cometidos desde el banquillo”.


COLADERO IZQUIERDO
Lo más lamentable ha sido la banda izquierda del equipo, al adelantar demasiado a Rafinha y no cubrir la posición defensiva,  y ausente Alba dejaron “completamente vendido” a Mathieu. Tras el desgaste del brasileño puso a Sergio Roberto que, pese al 4-1 en el marcador, tampoco bajaba a cubrir la banda de Jorge Alba en tareas ofensivas.
Por ese pasillo llegó el descalabro y empató el Sevilla, después de que Reyes encontrara el “agujero” que abrió el melón. El equipo blaugrana acusó el golpe. No le dio tiempo a reaccionar, después de la intensidad y desgaste físico del inicio del segundo tiempo del match. 
A posteriori, en vez de defender al zaguero francés, que no tenía la culpa, Luis Enrique le dejó en evidencia al quitarle del equipo. De forma fulminante y sin dar explicaciones. Cruz y raya, como después pasaría con Vermoelen, que tampoco le gusta.
(El técnico del Sevilla, que también tiene una flor, tenía bajas en defensa. Mareó tanto la perdiz, que la retaguardia se apoyaban demasiado unos a otros y parecía el “camarote de los hermanos Marx”. Aún así, la primera opción terminó en gol. Pero seguían amontonados, sin confianza en los zagueros. Su reacción fue el pasillo de nadie que descubrió Reyes)
Con respecto a la Supercopa de España, Luis Enrique se pasó de frenada (demasiado suplentes) en San Mamés y terminó trasquilado.



EXPERIMENTOS: MATCHS OFICIALES
Las rotaciones y sanciones -y la suma de partidos en tres días- provocaron incoherencias peligrosas. Algunas le salieron bien, como el caso de Aleix Vidal o Sergio Roberto, de lateral derecho, y en las demás le ayudó la flor.
Mascherano-Vermaelen en la zaga, cuando el argentino estaba agobiado por los problemas con Hacienda. Mascherano delante de la defensa. Mascherano otra vez a la izquierda de Piqué.
Mascherano-Mathieu y Mathieu-Vermaelen (dos zurdos) en el match de Las Palmas, y otras lindeses que tienen mareado a Arda Turán -pegado a la línea de cal derecha/izquierda- y al pobre de Rakitic, que empezó de volante derecho pegado a la banda o a la izquierda, y primorosas carreras de 80 metros (ida y vuelta) como volante sorpresa que le dejaba con la lengua fuera…
Tampoco apoya a Vermaelen que está molesto por sus desaires, en lugar de justificar y apoyar algunos errores puntuales.
Podríamos seguir… pero los caprichos de Luis Enrique Martínez, le pueden dar sudores y sorpresas en lo que resta de temporada.
Especialmente las rotaciones.
Las hace al boleo y el equipo se resiente. Las rotaciones tienen que ser las justas, sin desarmar el esqueleto del conjunto. Hasta tal punto marean a los jugadores. Como a Lionel Messi, en el estadio de Las  Palmas, dudaba si jugar arriba o en el centro del campo para ayudar a los volantes.