lunes, 28 de octubre de 2013

CLÁSICO DEMASIADO TÁCTICO



Barcelona tumba a un
  Real Madrid descosido

Por Miguel Miró
No es cierto que un clásico dure 90 o 93 minutos. En España se juega durante toda la semana. Es como una “atracción fatal”. El match empieza mucho antes en los Medios. Tiene sus motivos, evidentemente.
Por el prestigio y rango que conlleva y también porque ambos equipos están considerados como los “mejores del mundo”. Y supone, a la vez, una referencia para los buenos aficionados al fútbol.
Una rivalidad que prevalece desde hace muchos años y parece inagotable.
La prueba está en el abanico de figuras –nacionales y extranjeras– en cada uno de los dos planteles. Los matches Barcelona-Real Madrid se consideran como uno de los acontecimientos a nivel mundial.
Lo que algunos llaman el partido del Siglo o de la Historia, exagerando los términos. Porque tanto en la Liga como en los campeonatos internaciones, se repiten hasta la saciedad.
El abanico se abre al principio de la semana y salen a la palestra los nombres de los jugadores en cada una de sus aspas o tablillas. Las apuestas, con más virulencia, también se propagan y salen a luz historias de todos los colores.
Y después pasa, lo que pasa.
Como en las películas. El cartel de los actores y el director y la publicidad. El equipo se queda entre las tinieblas (la fotografía, la puesta en escena, los encuadres, etc). Una gran producción puede ser un éxito o un fracaso según el argumento o la historia, a pesar del magnífico reparto de grandes actores. Depende, claro está, en el gusto de cada uno.
En un partido de fútbol sucede algo parecido. No son sólo los actores y el director los que prevalecen, sino la sincronización de todo el equipo y sus planes de juego. Esta es la diferencia entre Barcelona y Real Madrid. Por eso la victoria se inclinó por el equipo azulgrana, que a la vez, jugó mejor que su oponente. Fue más equipo que su adversario.
Faltó el tomate, para algunos. Tal vez por eso no tuvo la emoción y la trascendencia y espectacularidad de otros clásicos.
Solo una anécdota, Cristiano hizo el ridículo. 

BARCELONA: TACTICAMENTE IMPECABLE  
El caparazón (sistema) no cambió (1-3-1-3-3), pero sí la intensa presión en todo el campo y los planes de juego. El equipo azulgrana instaló su laboratorio en el eje del campo. Asimismo ajustó su sistema defensivo que funcionó como un “reloj” durante el primer tiempo. La acumulación de volantes cumplió al pie de la letra el planteamiento. La eliminación de un delantero tenía fundamento. (Francisco Fábregas por Alexis Sánchez o Pedro Rodríguez).
Hubo asimismo otras dos variantes importantes en el Barcelona. Algo que no esperaba el rival y han sido un complemento valioso. El más positivo ha sido el tándem Xavi Hernández-Andrés Iniesta, una asociación con más empatía, pero invirtiendo los galones. En esta ocasión, el “arquitecto” principal no fue Xavi sino Iniesta quien llevaba la batuta, aunque ambos se juntaron en el campo, mientras que Busquets y Piqué (inmejorable en su juego aéreo) se hicieron líderes en la cobertura. Neymar, igualmente, asumió todas las responsabilidades en el ataque. De su bota llegó el primer gol y el pase a Alexis en el segundo.
El técnico Gerardo Martino también tenía otra carta bajo la manga. Una variante que frenó y maniató a su rival, en casi todas sus acciones ofensivas. El “engaño” de Lionel Messi sin balón, volcado a la banda derecha para impedir la subida de Marcelo y que desconectaba, al mismo tiempo a Modric con Cristiano. Los movimientos sin balón del astro argentino –tal vez por molestias o por precaución– han sido constantes. Una misión gris con resultados positivos, teniendo en cuenta la aportación al equipo.
Hasta nos atreveríamos a afirmar que despistó al equipo adversario. Messi no estuvo durante todo el partido pegado a la banda para abrir el campo, se retrasó a colaborar en la recuperación del balón en la zona central y también se movió al centro del ataque. Aunque su primer disparo llegó en un sprint por el pasillo derecho. No pudo enganchar bien el balón y le falló la rosca al segundo palo.
La circulación del argentino también permutó posiciones con Fábregas, que, además de hacer un trabajo fino en la zona ancha, desdoblaba en la recuperación y como falso “9” o como apoyo de Neymar.
La intención del entrenador fue tratar de frenar la contra del adversario y  “matar” el partido en el primer tiempo. Faltó, sin embargo, la última puntada en los disparos, porque las intenciones y ocasiones fueron muchas. Una idea nada descabellada, teniendo en cuenta la desorientación de Real Madrid, y la presión de anular a los lanzadores laterales.
Con los deberes bien cumplidos. Orden en el sistema de contención y  recuperación, se centró en el ataque por la banda izquierda. Por el lado de Neymar –autor del primer gol– aprovechando la explosión de sus salidas en corto o largo, y el apoyo incomparable de Iniesta, Adriano y Fábregas.  
Barcelona dominó de principio a fin la primera mitad y el comienzo de la segunda.
Tras el descanso, el plan B fue dejar la iniciativa del rival, después de comprobar la cantidad de veces que perdió el balón en la línea central. Sin embargo, la intensa presión hizo mella entre los azulgranas. La “gasolina” estaba en la reserva y dio demasiadas concesiones en la zona ancha, reculando las líneas unos metros y después demasiado cerca del área.
El agobio que supuso los arreones blancos que subió sus líneas en busca del empate. Hubo un momento, igualmente, que el match se rompió y se asumió el riesgo del ida/vuelta, con opciones para ambos equipos. Pero los riesgos y las prisas provocan un socavón en el campo madridista.
Hasta que apareció el niño maravilla para marcar el segundo gol azulgrana en el tiempo justo y momento oportuno para volver a recuperar más oxígeno. Aún así, Barcelona por juego y por el trabajo desarrollado en el campo fue un claro merecedor de la victoria en un partido más táctico que espectacular.  
  

REAL MADRID: DESPIERTA TARDE
Sobre el papel no parecía un esquema netamente defensivo (1-4-1-2-3). Con Diego López en los tres palos, una línea de cuatro con Carvajal, Varane, Pepe y Marcelo; Ramos, como defensa escoba, pero suelto para colaborar con los volantes, junto a Khedira, por la derecha y Modrick, por la izquierda, y tres delanteros: Di María, Bale y Cristiano.
Real Madrid ofrecía en el clásico algunas variantes. El cambio de posición entre los dos zagueros (Varane, a la derecha y Pepe a la izquierda), la demarcación de Sergio Ramos por delante y la presencia de Gareth Bale en la delantera.
Aunque muchos se sorprendieran, y se hicieron “bromas” contra Ancelotti, la ubicación de Ramos no es ninguna broma ni ensayo. Por lo general, y cualquiera lo puede consultar en los partidos de Liga y la selección, el defensa suele subir. Incluso para erigirse como líder y distribuidor el juego. Lo hizo en los primeros partidos de Liga, junto a Pepe. Y en la selección, más de lo mismo.
Hasta el punto que ya lo criticamos en los partidos de la selección. Se adelanta muy a menudo y deja su zona descubierta. Un riesgo que, ya adelantado como en el clásico tenía la oportunidad de demostrar sus cualidades con más libertad en el juego, pero la desaprovechó.
A pesar de las apariencias, el equipo blanco estuvo  completamente plano durante el primer tiempo. Preocupado más de la cuestión defensiva que la ofensiva. Nada menos que siete jugadores junto al meta si agregamos a Khedira y Modrick que cubrían las bandas celosamente.
Si añadimos que Modridk y Di María son en teoría los “lanzadores”, fueron anulados por el poblado mediocampo azulgrana, tanto Cristiano como Bale estaban solos como náufragos en el ataque.
Un decepcionante comienzo para Real Madrid que por ligar, no ligaba nada por la falta de posesión del balón. Algunos disparos de larga distancia (dos y un cabezazo de Gareth Bale) y uno de Cristiano. Escaso ataque blanco, mientras que el líder azulgrana tuvo el dominio de la situación.  
No obstante, Ancelotti suele ser bastante calculador. Su pensamiento, intuimos, estaba en el empate (0-0) en la primera mitad. Pero se fue a los vestuarios con una desventaja de un gol, algo que suponía demasiado ajustado para que el rival se “relajase”.  
Por ese motivo hizo variaciones en el arranque de la segunda mitad. Puso a Bale con Carvajal en banda derecha, pasó a Di María junto a Cristiano en la izquierda, Modrick le situó en el medio y mandó que subiera más Khedira. Asimismo adelantó sus líneas a la zona central. Una fórmula que funcionó a medias, porque si bien el alemán pisó el área por sorpresa y Modrick le dio cierta consistencia en la recuperación de balones pasada la medular. Bale y Cristiano no respondieron como se esperaba.
El cambio de Illarramendi por Ramos no estaba previsto. Pero Ancelotti no tuvo más remedio que hacerlo para no quedarse con diez jugadores. Lo hizo unos minutos después de que el árbitro le perdonara al defensa merengue la tarjeta por una falta a Iniesta (por detrás y al tobillo).
Sin embargo, la reacción del Real Madrid llegó con la entrada de Benzema, más activo que Bale, Cristiano y Di María juntos. Se comprobaría minutos después con un bombazo a la cruceta del palo izquierdo de Valdés.
Este disparo y la forma de recular el Barcelona por el desgaste físico, se abrió el cielo para los merengues. Aunque  con más corazón que cabeza y arriesgando más de la cuenta con las líneas demasiado adelantadas. Con el partido roto, llegó el golazo de Alexis Sánchez, en un contraataque a pase de Neymar. Un pique con vaselina aprovechando que Diego López estaba adelantado. Poco más de 10 minutos no fueron suficientes para intentar el empate. Los vicios individuales se mantienen en el conjunto merengue, tal vez por eso se encuentre encorsetado con el nuevo sistema. Un dibujo que fue cambiando sobre la marcha con nuevos planes de juego, pero con resultado nulo al no ser correspondido por el grupo.

CRISTIANO HACE EL RIDÍCULO
Cristiano provoca el penalty en el clásico.
Y no es el primero. Ya un colegiado extranjero había declarado en sus primeras temporadas en el equipo blanco que era “piscinero”. En aquél momento, defendimos al delantero portugués.
Sin embargo, se está pasando demasiado de la línea roja el “delantero merengue” por engañar a sus rivales, árbitros, compañeros, público y a su propio caché de jugador goleador.  
Al mismo tiempo daña la imagen del fútbol. Degrada, en cierta forma, la profesión del futbolista. Ya son demasiadas sus artimañas para fabricar faltas o penalties al saberse protegido por los medios y los incrédulos aficionados.
Vamos a explicarlo con palabras.
Mascherano y Cristiano corren en paralelo en busca de un balón adelantado que, por cierto, ninguno de los dos controla. En un momento dado el portugués abre el brazo izquierdo y se cruza en velocidad en el camino del rival. El movimiento del brazo, por lo inercia, provoca que se ponga en guardia Mascherano, pero el choque se produce. Hace contacto con el delantero blanco. La caída de Cristiano es la de un auténtico especialista de cine en su aparatosa caída. No es penalty.
Todos sabemos que el cine, mal llamado séptimo arte, es ficción.
Además pierde unos minutos de oro perjudicando a su equipo protestando como un niño enrabietado. Insultando al árbitro y linier. Hace un auténtico ridículo ante el público del Camp Nou y los 400.000 espectadores que ven el espectáculo más delirante e insólito a través de la televisión.
La situación es similar al penalty que le pitaron a Welington sobre Bale, también provocado. El galés no pisa el balón, lo desplaza y gira su cuerpo por sorpresa para que el contacto se produzca y ante el choque cae en el área engañando al árbitro. No es penalty.
Para terminar, la expulsión de Chiellini en el Real Madrid-Juventus. El árbitro no contempla el supuesto codazo del italiano al portugués, sino que pita y muestra tarjeta roja por considerar una “jugada manifiesta de gol”.
El simulacro de Cristiano consiste  en que supera en velocidad al zaguero y al ver los brazos extendidos de Chiellini arquea el cuerpo para delante y choca a propósito con el brazo izquierdo de su adversario y hace teatro.
Lo más lamentable es que en el acta el colegiado alemán pondrá “jugada manifiesta de gol” y no es cierto, porque el balón está más controlado por el bianconero y su trayectoria no llevaba la dirección directa a los tres palos.

viernes, 25 de octubre de 2013

Saca-Punta/ UNA ESTUPIDEZ!!!



Las rotaciones en el fútbol “marea” a los jugadores



Las rotaciones las inventaron los estadounidenses al final de los años sesenta. En uno de sus cuatro deportes considerados nacionales: el Basketball. Precisamente en una especialidad que son los pioneros.
(Baseball, American Footbal y Hockey Ice, son los tres restantes).
No obstante, antes de implantarlo, las ensayaron en los campeonatos amateurs que son más de miles en ese gran país americano.
Esta nueva fórmula sorprendió a los aficionados internacionales, por primera vez, durante el Campeonato del Mundo FIBA (1967) dirimido en Montevideo.  Después sería adaptado por todos los equipos.
Las rotaciones revolucionaron al deporte de la canasta, por muchas razones. Pero las más importantes han sido para la “recuperación” física y el tema de “las faltas” personales en el cuadrilátero.
Aún así, muchos técnicos se equivocan y no siempre son positivas.
Por más que se diga –a veces con razón– que los deportes tienen una cierta referencia entre unos y otros, en este caso concreto no sirve para el fútbol. Imposible de implantarlo, y tampoco tiene sentido la forma que se viene realizando en algunos equipos: “por norma” o interpretándolo de otro forma, sirven para marear a los jugadores del plantel en cada match.

Por Miguel Miró
A pesar que los especialistas deportivos hablen de “pivotes”, “bases”, “área de coach” (ya se ha copiado en el fútbol) o cualquier término sin darse cuenta que pocos tienen cierta similitud con respecto a otros deportes.
Últimamente en el fútbol se habla de los “tres cuartos de campo” o “los tres cuartos”, que procede del Rugby. Y la confusión del medio centro. Nada que ver con el “centre-half” antiguo (traducción al inglés) con el moderno “stopper” o medio defensivo.
Parece que todo vale y todo se copia. Sin embargo, en lugar de mejorar lo ya inventado, lo terminan estropeándolo más.
Las rotaciones son para el verano en el fútbol.
Durante la pre temporada, para probar a los nuevos jugadores.
Las rotaciones son necesarias por las lesiones de jugadores.
No obstante, hacer rotaciones por decreto-ley ya supera la estupidez humana.
Sólo bastaría poner algunos ejemplos en la Liga española. El equipo de Sevilla, que dirige Unay Emery. Si repasamos jugador por jugador tiene una plantilla impresionante. Podríamos decir sin equivocarnos es “la mejor” de la temporada 2013-2014. No sólo por la calidad de sus futbolistas, sino porque también están equilibradas sus líneas.
El equipo hispalense no hizo algunas rotaciones, realizó “demasiadas” en cada uno de los partidos de la presente Liga. Hasta el punto de variar con los cambios las posiciones en el campo…
Y sigue sin ganar fuera del Sánchez Pizjuán.
¿Quieren otro ejemplo?
El holandés Louis van Gaal. Pregunten, pregunten… ¿por qué ha sido cesado en Bayern Munich? Además de estar empecinado por un sistema, también por las dichosas rotaciones.

NAVEGANDO CON UNA MODA
¡Todo está inventado en el fútbol!
Una frase recurrente y muy repetida. Habitual en el momento que se agotan los argumentos.
Está visto que la estupidez humana es infinita.
Además, como todos los partidos no son iguales, ni tampoco los rivales… Todo vale.
Las rotaciones en el fútbol tienen siempre un motivo. Pero en el fondo, los buenos técnicos buscan un equipo titular.
Es verdad que algunos de ellos intenten un revulsivo por los malos resultados. Aunque no deja de ser una bala al aire o “mentirse a sí mismo”, porque si funciona en un partido nadie tiene la certeza que se repita en el siguiente.
En este caso podríamos poner dos ejemplos. La irregularidad de Betis y Rayo Vallecano. ¡Y se han cumplido tan solo nueve jornadas! El problema no se resuelve  con las rotaciones, ni tampoco acumular más delanteros... cuando no existe una elaboración previa en el eje del campo para que llegue el balón.
Las rotaciones suelen emplearse en momentos de una plaga de lesionados, o de fuerza mayor. Pero nunca por norma.
El caso de Athletic de Bilbao, aunque consiga victorias, sigue siendo otros de los ejemplos en este sentido. Ernesto Valverde tiene una empanada en su cabeza. Máxime después de la “locura” y prisa de los fichajes del club vizcaíno. Y si añadimos la filosofía de Marcelo Bielsa, el equipo se convierte en un puzle imposible de encajar.
Nos sorprendió, sin embargo, el proceder del entrenador.
En Valencia, primero mantuvo el dibujo del equipo y después empezó poco a poco las modificaciones. En Bilbao fue al revés. Quiso imponer un sistema y los jugadores no responden.
Por una parte, entre los jugadores adaptados al esquema-Bielsa y por otra, las caras nuevas que siguen con los hábitos de los equipos de procedencia.
Como consecuencia, Valverde, al encontrarse en la encrucijada, está haciendo continuas rotaciones buscando el equipo ideal. Sin encontrar el mirlo blanco. Algo que no cuadra en plena temporada de Liga. Eso sí, el técnico, en pleno match, opta por el camino sencillo: centro a la olla para que no perder.

BARCELONA: ¡YA ES EL COLMO!
Sin salirnos del tema sobre la teoría y la práctica de las rotaciones siempre existen, para no cometer errores, las razones de Perogrullo:
-Si un jugador está en un momento dulce y juega como los ángeles, lo más normal es que siga jugando.
-Si se trata del arquitecto principal tiene que ser titular.
-Si el equipo consigue una actuación extraordinaria, lo lógico es repetir la alineación en el encuentro siguiente.
-Si lo que busca es ganar los partidos, lo más normal que puedes hacer es poner a los mejores jugadores.
-Si estás catalogado como un buen entrenador, nunca hagas algo que pueda dañar la trayectoria del equipo.
Hay más, pero son suficientes para demostrar las erráticas rotaciones que se han confirmado en el cuadro azulgrana que dirige Gerardo Martino, siempre y cuando entrenador y preparador argentino no cambien dicho procedimiento.
Unas normas impuestas que contrariamente a las tradicionales, se mira más el estado físico (preparación física) en lugar del aspecto técnico y práctico del juego del fútbol.
El disparate más grande que hemos oído y visto en el fútbol, desde los tiempos de José Villalonga, un preparador convertido en seleccionador nacional de España. Cuando la clave de este deporte se centraba en correr y correr (para los sabelotodos) y se despreciaba a los jugadores técnicamente dotados.
En una palabra, en lugar de correr el balón… lo que más corría era el jugador. Otro gran disparate.
El argentino Elbio Paulorroso, preparador físico de Barcelona lo explicó de esta manera: “Contabilizamos los minutos de juego de cada jugador y a partir de ahí evaluamos las necesidades del entrenador y las necesidades del jugador para descansar, y se generan las rotaciones”. <<Estadio 3, Argentina>>
Todo se hace con el cronómetro. Esta es la razón de las cuatro rotaciones  que hizo Martino en Pamplona.  
(Montoya, Bartra, Puyol, Fábregas por los titulares Piqué, Alves, Mascherano y Messi – estos dos últimos en el banquillo).
…Y como Perugrullo, que casi nunca se equivoca, el líder empató ante Osasuna y perdió “dos puntos vitales” con respecto a su eterno rival, Real Madrid.
Algo realmente increíble como insólito.
Lo dicho: En el fútbol de Barcelona prima lo físico.

jueves, 24 de octubre de 2013

Golf (I)/ CULPAN A NIKE…



McIlroy: “Impulsos juveniles” y “de cabeza” al US PGA Tour

Se veía venir…
Después de los años magníficos en la European PGA Tour, el dulce veneno del amor juvenil y un contrato imposible de rechazar con la multinacional NIKE ($250 millones).
Fórmulas y maneras –según el color del cristal con que se mire– bastante convincentes para decir un “sí” rotundo al US PGA Tour, tras los últimos años apoteósicos.
Dos “salmones” del Grand Slam (US Open y US PGA Championship), cuatro victorias más y el indiscutible sello de su talento.
Todo fue cuestión de tiempo... record.
La fama de Rory McIlroy llegó demasiado pronto. Sin tiempo para razonar. Sin tiempo para digerirlo y mucho menos aceptarlo. Saltó al profesionalismo a los 18 años.  
No abandonó sus hábitos de joven “marchoso, alegre y bromista”.  Amigo de sus amigos. La música de su grupo favorito en el Condado de Down. Las noches de vino y de rosas. La buena vida. Igualmente le picó el veneno del amor.
Una “llamarada” similar a un amor juvenil.
Aún siendo profesional se sentía libre, tan libre como un pajarito (birdie). Similar a su época de jugador amateur. A pesar de que no fue lo suficientemente larga para captar la diferencia entre la una y la otra. Los escalones los subió demasiado de prisa, de prisa…
Ni siquiera el éxito fulgurante le permitió poner los pies en la tierra.
Vivió cinco años como un personaje de película. De una película de Hollywood (con una “ele” de más, aunque suene igual que su ciudad natal en su tierra). De la gran época de producción cinematográfica.
Tal cual.
Un camino de pétalos de rosas o de ficción.
“¡¡¡SPLOP!!!”
Y de repente se despertó.
El sueño, sin embargo, ha sido real.
Tan real como la vida misma.

Por Miguel Miró
Se puede aceptar algún caso. Un ejemplo, el de su compatriota Darren Clarke. Un jugador curtido, un auténtico profesional que, pasado los cuarenta,  ganó brillantemente el British Open en 2011. Un premio grande después de muchos años de duro trabajo.
“Yo no voy a cambiar nada de lo que hago. Ni tampoco por la opinión de la gente. Es verdad que bebo y fumo demasiado y me divierto un poco demasiado en algunas ocasiones. Para mí la forma de relajarme –el juego es muy difícil a veces– es tener una pinta y disfrutar de mí mismo”.
Darren Clarke es uno de los grandes jugadores que admira Rory (o Rors, como le llaman sus camaradas) y está en el círculo de los maestros que aconsejan y son como un espejo para las futuras jóvenes estrellas norirlandesas.
Pero hay una pequeña y gran diferencia. Clarke se lo puede permitir. Le dobla en edad a McIlroy. Nada menos que veinte años. Y aunque Rory aparenta ser un joven asentado, serio y sensato… no deja de tener impulsos juveniles. Quizá, demasiados impulsos.
Sus siete semanas y media (25 días) de vacaciones después de ganar su primer torneo del Grand Slam, el US Open Championship lo atestiguan. Tiempo suficiente para preparar el British Open, pero no lo hizo. Y otras semanas, igualmente, olvidándose de la cita del US PGA Open.
¿Un descuido?
Son los impulsos, simplemente. Impulsos de juventud. Escapadas furtivas con su chica (la tenista Carolina Wozniacki) para perderse, asistir al torneo Wimbledom, o, tal vez, para brocearse (Costa Azul) a las orillas del Mar Mediterráneo.
Algo que dejó descolocados a los especialistas y también a los “monstruos” del golf. Muchos siguen sin comprenderlo. Un despiste semejante, dijeron, podría arruinar su carrera y su fama. Su hambre de victorias en el Grand Slam. En cierta forma llevaban razón, porque el golf es un trabajo constante, en el que no se pueden dejar sin una preparación adecuada los últimos dos “grandes” del año.

LLUEVEN CRÍTICAS…
Y bien que lo pagó. El British, que la temporada anterior terminó 3º y el US PGA que había firmado dos terceros puestos en 2009 y 2010. Al final, llegó a comentar en el Pro-Am del Irish Open: “Tenía que haber atacado diferente el campo Sandwich”. A toro pasado se pueden analizar los errores. Pero otro norirlandés, Darren Clarke, fue quien ganó The Open y McIlroy clasificó T25º, con una sola tarjeta bajo par y +7 en el total de los cuatro días.
El descalabro más gordo lo sufrió Rory en  Atlanta, Georgia. Tarjetas altas (70 73 74 74 291+11) en las cuatro jornadas y en el fondo del “scorebord”: T64. La victoria, sorprendentemente, se la llevó el estadounidense Keegan Bradley en un duelo inolvidable ante el favorito Jason Dufner.
Ya lo decía Jack Nickaus: “En toda mi carrera nunca jugué un campeonato antes de un “major”. Necesitaba dos semanas para preparar el evento y todos, al dedillo, los detalles del campo”.
El Oso Dorado hizo esas declaraciones al comprobar que el astro norirlandés disputó el WGC Bridgestone Invitational en Akron, una semana antes del PGA.
Los impulsos juveniles –guste o no guste– son así. Totalmente imprevisibles.

EXHIBICIÓN EN EUROPA
Tan imprevisible ha sido igualmente cómo acabó la temporada 2011 en el tour europeo. Realmente impresionante. Media docena de torneos de los cuales Cuatro!!! Top-3 y cinco!!! Top-10.
Una victoria (1º UBS Hong Kong Open, 12 bajo par), (2º Alfred Dunhill Links Championship, -20; 2º Abu Dhabi HSBC Championship, -16; 3º European Masters -15; 3º KLM Duch Open, -10; 4º WGC HSBC de Shangai-China, -15)… y por último, 11º en Dubai World en diciembre.
Aunque eso no fue todo. Su triunfo en Hong Kong empezó con 64 y terminó con 65 golpes, 268 en total, 12 bajo par. Un subidón increíble en el que sumó 5!!! tarjetas –que se dice pronto– de 65, dos de 66 y una de 64, con el que abrió su segunda victoria en Asia, en el European PGA Tour.
Sin olvidar que un año antes, en ese mismo campo, había dejado huella al firmar una tarjeta de 63 golpes, aunque terminó tercero.
Un final inesperado. Rory McIlroy tiene esos impulsos y ese talento.
Decidió hacerlo “a su manera”, como los jóvenes.
Todos hemos sigo jóvenes.
¿Quién no ha cometido locuras a la misma edad?
Quién diga lo contrario… Tire la primera bola o calle para siempre.
El norirlandés disputó 86 campeonatos en Europa desde que se pasó al profesionalismo (2007 a 2012), mientras que en Estados Unidos irrumpió en 2009 y “explotó” en las últimas tres temporadas (2009-2012).
Primero en los campeonatos del Grand Slam, donde sus actuaciones dejaron de relieve su gran talento. Y después su espectacular campaña 2012, donde ha sumado un total de seis títulos en terreno estadounidense en tres años. La diferencia es notable, porque en Europa sólo tiene solamente tres victorias.
(continuará)