domingo, 29 de marzo de 2015

Clásico/¿Quién perdona a quién?



Barça “resucita” a Madrid

Por Miguel Miró
Cualquiera de los dos equipos pudo ganar. Fue un match de vértigo, con dos tiempos bien diferenciados. Real Madrid aprendió la lección de Schalke 04: No dejar pensar al rival y sorprender en la contra. Máxima movilidad en el despliegue y el repliegue, con dos barreras defensivas de cuatro hombres (1-4-4-2 y plan de ataque 1-4-2-4). Presión e intensidad en todo el campo, líneas juntas y adelantadas, pensando que su rival iba a poblar la zona central. Con sorpresa y anticipación en cada una de las jugadas. Además, reacción casi inmediata ante la fatalidad del primer gol de Mathieu con un pase soberbio de Messi. 
El cuadro azulgrana, demasiado previsible por un técnico poco valiente, se descompuso en todas sus líneas con las numerosas pérdidas de balón (1-4-2-2-2). El escudo imperfecto (Rakitic-Mascherano) con el adelantamiento de los zagueros laterales, rompía todo el esquema y ofrecía toda clase de espacios al adversario. Barcelona, sin balón pareció un “pato mareado”. Salvo la última línea –alejada de los volantes– que respondió bien, con seguridad y contundencia, a las oleadas del equipo blanco.
En la segunda parte, se dio un volantazo al mando del match, con un Barcelona más intenso en la presión y con las líneas más juntas. Igualmente, los cambios significaron una dinámica diametralmente opuesta al juego del equipo local.
La presencia de más “arquitectos” –que no stoppers–  en la zona central permitieron una efectividad mayor y un final de vértigo, y un dominio absoluto del conjunto azulgrana.  


DATOS CLÁSICO
Situaciones claras de gol
BAR-10                        RMD-5
Neymar-3                    Cristiano-3
Messi-3                       Bale-1
Luis Suárez-3              Benzema-1
Jorge Alba-1
Goles (3)
BAR                              RMD
Mathieu/L Suárez        Cristiano
Gol anulado                Bale
(Off-side: Cristiano)
Remates (a los tres palos)
BAR                            RMD
17 (7)                        13 (4)
Atajadas
BAR                            RMD
Bravo 4                      Casillas 4
Dominio
(Juego real: 48´)        
BAR                            RMD
1t 5´                         15´
2t 18´                       10´                  
(23´)                         (25´)
Pérdida tiempo  42´ (mínimo)
Outball: 13´
Corners (17): 9´
Tiros libres: 3´
Protestas: 3´
Cambios: 6´
Saque de meta: 3´
Celebración gol: 5´
Charlas árbitro ¿?


ERRÓNEO SISTEMA AZULGRANA
Un erróneo sistema del técnico Luis Enrique Martínez, quizá como consecuencia a sus continuadas dudas, ha sido la causa fundamental que el equipo blanco se creciera o “resucitara”. Tal ha sido su galimatías (1-4-2-2-2), que las líneas separadas del conjunto azulgrana provocaron un desbarajuste monumental. Los apoyos y relevos –coordinados, por supuesto– en el campo no conformaron un núcleo compacto y perdiera la esencia de su filosofía: el balón.
La descolocación de cada una de las zonas provocó muchos espacios. Y todos sabemos, o por lo menos los buenos aficionados al fútbol, que si se le da espacios Real Madrid “te mata”.

REAL MADRID, DUEÑO DEL BALÓN
Nadie discute que el primer tiempo fuera del cuadro capitalino, a pesar de su cambio de sistema, más defensivo (1-4-4-2). Las precauciones en las bandas (Carvajal-Bale y Marcelo-Isco) y las dos barreras juntas que se formaban cada vez que perdía el balón.
Una jugada ensayada de Barcelona (19´) se produjo el primer gol (Mathieu) del match, con un tiro libre excepcional de Messi. Pero los locales no pudieron disfrutar la “gracia” de la ventaja. Al contrario, de no ser por los dos full-backs y el guardameta (Piqué, Mathieu y Bravo) impidieron con una seguridad y confianza extrema las “oleadas” del adversario que se hizo dueño de la pelota.
La última línea azulgrana no subía, los dos “stoppers” (Rakitic y Mascherano se abrían para cubrir la ausencia de las bandas de los zagueros laterales (Alves y Alba). Y se presentó un Barcelona previsible, al buscar a Neymar, despistado, lento y fallón –dos situaciones claras y cero gol– con un despiste increíble. La nula coordinación le dio alas a Real Madrid para que igualara el marcador (Cristiano 31´) con un puntazo, tras un taquito en bandeja de Benzema.


DESPLIEGUE TOTAL BLANCO
Real Madrid se “gustó” y el despliegue fue total. Una movilidad notable, y la presencia de cuatro o cinco jugadores en las inmediaciones del área azulgrana.
No existía, además un mediocampo del campo local. Messi no tenía salida con un marcaje de tres (3X1). Iniesta y Rakitic se emplearon más a defender que atacar. Asimismo, Mascherano no paraba de tapar el agujero que dejaba Jorge Alba (tan negado como Neymar). Sin presencia en el eje y sin distribuidor de juego, se mostraba un Barcelona “roto” en todas sus líneas, pero con un escudo atrás de Piqué, Mathieu (jugó su mejor partido) y Bravo.


BARCELONA SE “ROMPE” EN LA ZONA CENTRAL
Muchos trataron de lanzar paños calientes. “El cansancio del encuentro contra City entre semana”. La “ausencia de Busquets en la cobertura”. La “jaula de Messi”…
¡Que patatín y patatán!… Como si quisieran “disimular” la mala actuación de Barcelona. El pésimo primer período demostró, una vez más, que se debió a un patrón de juego equivocado. La manía del técnico por abrir el campo y poner menos volantes (Xavi, Rafinha), con mayor visión de juego en el eje del campo hizo que el equipo pagara su propia torpeza. Además, no se le puede echar la culpa a Andrés Iniesta que los balones que tocó fueron para Neymar y muchos de ellos en funciones defensivas.


CAMBIO DE TALANTE
Es evidente que si funciona la línea de zagueros centrales (que se convirtieron en insuperables full-backs) y el meta (con una inspiración y elasticidad asombrosa)  Barcelona seguía “vivo” en el envite. Este factor ha sido importante, porque dio confianza a los demás compañeros. Sin embargo, el cuadro local no jugaba al fútbol ni tenía el balón. Aparentemente, destruía más que construía. Una faceta desconocida y desconcertante para los aficionados teniendo en cuenta la calidad de sus jugadores.
Tal vez, por esta cuestión, el equipo azulgrana salió con otro talante en el segundo acto del match. Se ajustaron las líneas para cerrar los espacios, no subieron tanto los laterales. Se taparon los “agujeros negros” y se hizo una presión más intensa en todo el campo.
Ese cambio de actitud dio una confianza absoluta al equipo local, después del baño del primer tiempo de Real Madrid. Al mismo tiempo, sus rivales –confiados que el partido estaba “chupao”– se encontraron con una roca o montaña tras el despliegue en los primeros minutos del segundo tiempo. 


GOL DE LUIS SUÁREZ
La intención de “matar” el match en los 45´finales… Real Madrid salió como la caballería ligera de Claude Debussy a “comerse” al adversario, con el mismo guión y a “pecho descubierto”. Sin embargo, se vio superado en el marcaje-presión y por sus líneas adelantadas. Un momento en el cual Barcelona le replicó con su misma medicina: el contraataque.
Así llegó el segundo gol local. Un centro largo magistral de Alves a las espaldas de la defensa blanca y el buen control en carrera de Luis Suárez (11´o 56´del match). Un arranque típico de un “killer” o “striker” (como le denominan los británicos) que supera en velocidad a Ramos y Pepe, con un golpe seco y potente con el interior de la bota derecha.
Se criticó en demasía a Casillas, sin tener en cuenta que Ramos se desentiende en la “pelea” por el balón (le faltó inspiración al no correr al palo contrario del meta) y Pepe intenta frenar el remate de Luis Suárez al segundo palo.
El meta madridista no puede salir en dichas circunstancias, máxima si tiene a sus dos centrales en carrera y cubre el primer palo (el izquierdo). Lo lógico. Una mala salida sería una auténtica “cantata”. Lo que nadie advierte es que el esférico roza apenas en el tobillo derecho de Pepe y se abre en su trayectoria, aunque no en su efecto. Justo al palo derecho de Casillas.
Además, es una soberana estupidez la protesta del preparador de guardametas del equipo merengue, el italiano William Vecchi. Es materialmente imposible parar el balón. No sólo por la velocidad, sino como se produjo la acción. No era cuestión de cambiar en cuestión de un segundo la situación del meta para una estirada (imposible) hacia el otro lado, sino poner el pie, más largo que las manos.
Quedó retratado Vecchi, pero no Casillas.
  

DOMINIO ABSOLUTO AZULGRANA
El “matador matado” o, lo que es lo mismo: “dominador dominado”.
La ventaja de Barcelona sirvió para aumentar la confianza entre los jugadores. Cambió su actitud y también su confianza, pero no su fútbol rácano y rudimentario con la finalidad de "no dejar jugar al adversario” (propio del campeonato argentino o italiano). Algo inusual en el FC Barcelona. Sin peso específico en el eje del campo su fútbol fue tosco y sin ideas. Y sus ataques, balones bombeados.
La entrada de Rafinha, Busquets y Xavi –especialmente el último, el arquitecto– le dio más sentido y mayor profundidad al conjunto azulgrana. Sus últimos 20´ fueron fútbol de alto voltaje. La presencia de Xavi hizo que Messi abandonara la línea de cal, para acompañar a su compañero en la sinfonía más clásica de Barcelona.
Abandonaron los balones bombeados, como mandan los cánones: a ras del césped. Muchos pensaron que los cambios fueron para aguantar el resultado. No obstante, no fue así.
Al poblar con “arquitectos” la zona ancha del campo el equipo azulgrana empezó a funcionar. Al primer toque y al pie, pases entre líneas (como el de Xavi que dejó sólo a Jorge Alba delante de Casillas). Y el tándem Xavi-Messi provocó las mejores jugadas del partido. Se fabricaron como arte de magia cinco o más ocasiones de gol, y el argentino probó desde media distancia su tercero, cuarto y quinto remate.
Barcelona pudo golear a su rival, pero le faltó puntería. Terminar la jugada. Además, un tanto para igualar en el goal-average a Real Madrid. Sin embargo, se pudo ver la calidad y capacidad del equipo azulgrana en la creación (con creadores y no stoppers) ante un adversario entregado. Sin balón y sin contragolpe. Defendiéndose como gato pancha arriba.    


CONCLUSIÓN
Un buen partido de fútbol –a veces loco– por el buen despliegue vertiginoso de Real Madrid, que dominó y pudo ganar (1-2) en el primer tiempo, ante un Barcelona rocoso y sin creación en el eje. Dos actos totalmente desiguales, porque en la segunda parte el equipo azulgrana pudo golear a su adversario (4-1) en el tramo final. 
Pareció que Luis Enrique Martínez dirigía a “la Roma” o “Celta”, en lugar del FC Barcelona en el clásico. No tuvo errores de bulto ni siquiera circunstanciales, más todavía: errores garrafales en su planteamiento. Le salvaron los propios jugadores de su mar de dudas (¿miedo?, tal vez). Poner dos stoppers por dos creadores fue un paso atrás en la historia azulgrana del S. XXI. Un galimatías que deberá explicar o rectificar en el futuro, si no quiere perder en las tres competiciones que participa.
Y otra cuestión: es cierto que Real Madrid sabe más atacar que defender, pero también suele ser fundamental en Barcelona, por el “roto” en el medio campo. Por su plantilla, asimismo, demuestra que no es un conjunto defensivo.
¿Suerte?
¡Quizá! Pero ya lo decía el recordado presidente Washington Cataldi:
“Lo que queda siempre es el resultado”.
Lo mismo le sucede a Carlo Ancelotti: aunque el equipo jugó bien la primera parte, mantiene el 1-4-3-3 o 1-4-4-2. ¿No sabe otro sistema? Le recordamos los comentarios de la prensa francesa, cuando dirigía a PSG: “Gana, pero no entusiasma ni da espectáculo”.
Real Madrid, esta vez, dio espectáculo en el estadio Camp Nou, pero a medias. Estaba claro que el desgaste físico del primer periodo lo iba a pagar, tarde o temprano.
El fútbol es un juego en el que se dan muchas circunstancias. La dinámica del encuentro fue intenso, con dos partes diferenciadas para cada uno de los dos equipos. Algo así como dos partidos en uno.
El árbitro del encuentro tuvo pocos fallos, al estar bien acompañado por linieres que supieron entender cada jugada. No influyó para nada en el Clásico español. El semi-profesional valenciano tiene un defecto: pierde tiempo hablando demasiado a los jugadores en el terreno de juego y le apasiona ser protagonista.

martes, 3 de marzo de 2015

Sevilla/Nueva fórmula ofensiva



Falta la guinda del gol

Por Miguel Miró
Como es su costumbre, Unay Emery, nos ofreció un esquema distinto en su partido contra Atlético de Madrid en el estadio Sánchez Pizjuán. En todo el dibujo, rabiosamente ofensivo de cinco líneas (1-3-1-3-1-2), destacaron y sobresalieron detalles importantes.
La situación de Banega, como distribuidor de juego,  por delante y agazapado por una línea de tres zagueros (Coloziejczan, Arribas, Navarro). Arribas, más retrasado como fullback. La ya repetida variante de Iborra como media punta (enganche), de ida y vuelta. Y por último, la coordinación, intensidad y presión de todo el equipo.
Lo del argentino Ever Banega nos recordó a Pirlo en la selección italiana (Copa del Mundo de Sudáfrica). Sin embargo, la idea del entrenador de Sevilla ha sido más arriesgada que la del cuadro trasalpino.
No optó por utilizar tres zagueros con el balón en su poder, y el repliegue de una línea de cinco hombres para proteger el área, al estilo italiano en el momento de perder el esférico.
No lo necesitó. Porque tuvo unas líneas juntas y bien colocadas en el campo. Asimismo, una rápida anticipación en la recuperación del balón en la zona central, impidiendo siempre los intentos de contraataque del cuadro rojiblanco. 


ACORRALAR Y AHOGAR
La idea del técnico fue acorralar y ahogar al rival. Situó una columna vertebral de Banega-Iborra-Bacca (imaginariamente, bien definida y en línea ascendente, cada uno en su demarcación). Además, el equipo procuró jugar con líneas bien juntas que fueron adelantándose según transcurría el partido.
La “manija” de Banega fue importante por su visión de juego, pero el argentino fue también el encargado de lanzar todas las faltas y los corners. Irreconocible, sí, por su nueva transformación –siempre irregular en Valencia o At Madrid– un auténtico motor del conjunto hispalense con muchas revoluciones.
Acorde a la intensidad del equipo. Generoso y combinando calidad-esfuerzo-don de mando-acierto.
Iborra, por su parte, fue el equilibrio del eje del campo, defendiendo y apoyando a sus compañeros en el ataque. Un jugador polifuncional con una potencia que impresiona por su altura.
El colombiano Bacca, con sus constantes movimiento habría huecos en la defensa del rival. Siempre activo, igualmente, en las ocasiones de gol, que tuvo muchas el conjunto hispalense.
La habilidad indiscutible de Vitolo, el músculo de Krychoviac, siempre atento en el quite, y apoyando también Navarro en sus subidas. La potencia de Iborra en su doble función, que significa eficacia en las acciones defensivas como ofensivas. Las reiterativas subidas de Coke por la otra banda, acompañada por la velocidad de Aleix Vidal y el desmarque de Bacca hacían el resto.

FALTA LA GUINDA DEL GOL
No es necesario decir que la fórmula era netamente ofensiva. Con una intensidad, presión, y velocidad en la que se buscaba la victoria. Sin pausas se trabajó con ese fin. Un éxito que no fue total por el resultado del partido, pero sí un éxito por el sistema y el plan de juego. Todos los ingredientes necesarios, un trabajo desarrollado y combinado, con orden y constancia.  
Sólo le faltó… la guinda del gol.
Fueron muchas las ocasiones de abrir el marcador. No obstante, la oportunidad de Iborra fue la más clara… Con Moyá batido y el remate final al palo izquierdo del guardameta.
La intensidad en el ataque, como en la recuperación del balón fueron decisivas para el conjunto hispalense. No sólo por tener en sus manos la iniciativa y el control del partido, sino por su velocidad, entrega y laborioso trabajo en el campo.
Fue tal el aluvión que al cuarto de hora ya se preveía una goleada en las gradas. Natural, la artillería y los movimientos del equipo local parecía que se iba a “comer con patatas” al adversario.
Todo era cuestión de paciencia. Aunque todos sabemos que Atlético de Madrid, aún con el agua al cuello, aguanta lo que le echen. Se defendió bien del asedio y ataque con la flema de un equipo inglés. Sobre todo porque nunca se descompuso su sistema defensivo. Al contrario, su multiplicó.




SISTEMA: 
ATLÉTICO DE MADRID
El sistema que optó Diego Simeone (1-4-5-1), en cambio, tenía su lógica ante el vértigo del juego del adversario. La presencia de Gabi, Mario Suárez, Tiago en la tarea de destrucción del juego y un solo jugador adelantado (Griezmann) dejaban entrever que sabía lo se esperaba en el estadio Sánchez Pizjuán:
Una “encerrona” en toda regla o, mejor “un diluvio universal” de acuerdo a la actuación de forma machacona de Sevilla.
La presencia de Arda Turán no surtió el efecto esperado en el conjunto rojiblanco. Se pretendía –pensamos- con su presencia que pudiera retener el juego y aguantar el balón. Y al equipo, pausa, oxígeno y contragolpe.
Sin embargo, también Emery lo tenía ya previsto taponar esa banda, un marcaje sofocante que se multiplicaba (2X1). Para Arda Turán, con toda su experiencia y calidad, suponía una cuestión imposible. Más incluso cuando parecían “aviones” además de su amplia experiencia en la anticipación y el cierre.
Diego Simeone, como cazador furtivo, esperó el desgaste del rival y utilizó el crono en el segundo tiempo. Los cambios le dieron otra fisonomía al equipo rojiblanco. La entrada de Fernando Torres fue importante. El robo de un balón del delantero en la zona central fue una situación clara de gol.
El juego del fútbol es imprevisible: justo o injusto. Sin embargo, no acertó Torres el remate cruzado y el empate se confirmó al final.
Aún así, lo que quedó en la retina fue la nueva fórmula de Sevilla, sin duda, netamente ofensiva. Bien desarrollada en el campo… pero sin la guinda del gol.