miércoles, 17 de abril de 2013

Masters / “ROMPE” MITOS



Adam Scott gana por su drive y approach en Augusta National

Adam Scott lo demostró en los dos hoyos extras del play-off.
--Su drive superó aproximadamente dos-tres metros al de Ángel Cabrera.
--Su approach quedó a pocos metros de la bandera.
(También habría que reconocer: el argentino se quedó a un centímetro de la copa, en el 18, primer hoyo extra de “la muerte súbita”)
HOYO 10.- Su birdie-putt a 3,6 metros del hoyo en línea recta, mientras que su adversario tiró primero, al estar su bola a 4,5 metros cuesta arriba.
El australiano capturó su primer “salmón” (como decía Seve Ballesteros) de su exitosa carrera deportiva. Adam Scott, 32 años, lo consiguió en el hoyo 74, par-4 del hoyo 10, tras igualar con el argentino Ángel Cabrera al final del recorrido.
Sus totales y parciales son los siguientes:
279 golpes, nueve bajo par [69 /34-35/ 72 /38-34/ 69 /35-34/ 69 /36-33]. Anotó en su tarjeta: 15 birdies; 51 pares y 6 bogeys].
Scott ganó en play-off, después de un trabajo de hormiga en las cuatro rondas del campeonato. La solidez de su juego –drive y approach– y, por supuesto, con menos errores que sus adversarios, le auparon a lograr su primer torneo del Grand Slam. Y ser el primer australiano en capturar el título en el Masters Tournament del Augusta National Club. 

  
Por Miguel Miró
Independiente del play-off, Adam Scott destroza uno de los viejos “mitos” más sagrados en el golf. La llave de su victoria en el Infierno de Augusta –por los elementos y errores humanos– se centra en el juego fantástico con las maderas y los hierros. De la solidez y consistencia en los disparos desde el tee y la habilidad en los golpes de aproximación. En una palabra, por su forma de negociar el driver-1 o madera-3 y su magia con los hierros en el approach.
Rompió el famoso mito, que los campeonatos se ganan en el green. El australiano hizo una media de 30 putts/día (120 putts en los 72 hoyos). El putter-escoba le funcionó en el play-off con un golpe a 3,6 metros en el green del par-4 del hoyo 10, pero no en las cuatro vueltas del recorrido.
Esto demuestra, una vez más, que el golf es un deporte mental, sin duda, pero también “sugestivo”. Sin embargo, Adam Scott nunca se desmoronó en el green, aún teniendo motivos. Siempre se mostró entero, a sabiendas que desperdició una montaña de putts en los primeros 54 hoyos.
La excepción se produjo en los 18 hoyos finales donde pocas veces –o ninguna– intentó arriesgar en los birdie-putt que se le presentaron por su espectacular approach. Se resignó a especular en la plazoleta. Jugar con tiento e inteligencia en todo momento.
El poder mental y físico del australiano –más propio de Superman, que de un insignificante ser vivo ante una Naturaleza infinita– han sido una de las claves de su consistencia, regularidad y solidez de su golf. Toda esa gama de virtudes permitieron a Adam Scott conseguir su ansiado sueño (arañado junto a su compatriota Jason Day, ambos runner-up en el Masters 2011) de conquistar Augusta. Pero eso sí, cometiendo menos errores que los otros candidatos. Un total de 6 bogeys (1-3-1-1) en los 72 hoyos del recorrido. (Snedeker/11; Cabrera/10; Day/10 + 1 Dbogey).
Sin ser uno de los “bombers” del torneo invitational, su golpe largo fue todo un espectáculo. No sólo por su eficacia, sino por su soberbio swing, elegante y muy personal. Más potente y más largo que los otros tres candidatos al título (Ángel Cabrera, Jason Day y Brandt Snedeker), que no son mancos en el empeño. Aún así falló 24 veces en las 56 calles del recorrido. Sin meterse en problemas en los escalones del rough, más benévolo que antaño.  Su promedio ha sido de un 58% de efectividad y alcanzó 24 fairways.


“REY” EN EL APPROACH
El approach, asimismo, fue su “arma mortífera” del campeonato. Sólo falló 17 greens de 72. Una marca que le situó como el número 1 en el ranking. Su porcentaje fue tremendo (76,34%) en sus 55 aciertos, con respecto a sus adversarios directos y Phil Mickelson, uno de los más grandes especialistas.
Adam Scott            55 greenes de 72    (76,34%)
Ángel Cabrera        52 greenes de 72    (72,22%)
Brandt Snedeker     50 greenes de 72    (69,44%)
Jason Day              47 greenes de 72    (65,28%)
Phil Mickelson        45 greenes de 72    (62,50%)
La precisión en el approach ha sido sensacional, le sirvió más para mantener su concentración y aplomo, que en el acierto en el green. Falló solamente 17 greenes en el campeonato. Seis en la primera vuelta; cinco, en la segunda… y 3-3 en las dos últimas con un porcentaje del 83,33% en cada una de ellas.
Sin embargo, la precisión en el approach le permitió evitar la trampas de arena, un verdadero engorro con la lluvia (muy difícil de controlar el golpe, por la dureza del polvo de mármol blanco). Scott sólo cayó una vez en el bunker y lo solventó con éxito.
Algo que no pueden decir lo mismo Cabrera, que cayó varias veces en las trampas de Augusta. Lo mismo podemos decir de Jason Day y Snedeker que también tuvieron problemas. 


ELEMENTOS Y ERRORES HUMANOS
No sabríamos cómo calificar el Masters 2013. Una “angustia” para los jugadores o decir, claramente, que se convirtió en “un verdadero Infierno”. Ante y sobre todo por el soberbio espectáculo que protagonizaron profesionales y amateurs.
¿Por qué lo decimos?
Los elementos causaron estragos en algunos resultados. El jueves por la mañana llovió y por la tarde el viento se presentó a más de 30/km-h (O-Noroeste). La noche de la inauguración llovió copiosamente. Y lógicamente, se alargó el campo más de lo normal y aunque los greenes aguantaban lo bola, se volvieron lentos: la bola no rodaba con la rapidez de anteriores torneos.
La segunda ronda ha sido un “infierno” de acuerdo con las condiciones del campo de Augusta. Primero, por la copiosa lluvia nocturna y segundo por un error del Comité de la prueba. Al ver que había más de 25 jugadores bajo par, optaron por poner las banderas en situaciones imposibles. Conociendo a los estadounidenses ese no era –porque estudian con tiempo suficiente la estrategia– el plan previsto. No parece normal que el SSS subiera a 74 de golpe. Además, no es habitual que las dificultades (posición de las banderas) se pusieran prácticamente en todo el recorrido.
La consecuencia se pudo apreciar por ejemplo en el par-4 del 11. Prácticamente imposible apuntar a bandera. Todas las bolas se zambullían en el agua.  Hablamos de un hoyo en concreto, pero la realidad se convirtió en un suplicio.
Nada que ver con la inauguración, en la que había complicaciones en siete hoyos, y cuatro de ellos, peligrosos (1, 10,17, 8). Más del 65% tuvo que dropar durante los segundos 18.
En la tercera ronda se suavizó la situación. Pero el daño ya estaba hecho. Y menos mal que Jason Day no hizo birdie en el 18. En caso contrario se hubieran quedado fuera los +4 y solamente 44 jugadores para el fin de fiesta.
Sopló el viento (S-SE) en rachas de 18 km/h. y los pronósticos apuntaban lluvia. La tormenta eléctrica estaba prevista para el lunes y martes, después del campeonato. El domingo descargó agua todo el día y el campo más pesado y más largo. Pero los jugadores ya se habían habituado a las dificultades.

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