Spieth, pura carambola
Por
Miguel Miró
Lo
más positivo
del US Open ha sido volver al golf de antaño. La calidad que atesoran los
profesionales auténticos con el vuelo de la bola desde el tee, o bien los
hierros desde la calle. A una altura considerable (debido a los obstáculos y
las alturas de las montañas) y parece que la bola baja “en paracaídas”. Un
verdadero espectáculo para la vista…
Como en los buenos tiempos.
Un grupo selecto entre los que se encontraban
Phil Mickelson, Rory McIlroy, Dustin Johnson, Adam Scott, Paul Casey, Justin
Rose, Sergio García, Lee Weswood, Ernie Els, Louis Oosthuizen y otros.
El golf clásico, para entendernos.
En este aspecto, Jordan Spieth se encuentra
a años luz del golf clásico. Lo mismo decimos con respecto al número 1 del
Mundo, el norirlandés Rory McIlroy y su compatriota Dustin Johnson. No hay
punto de comparación.
Nos entusiasmó, sin embargo, Dustin Johnson
en todos los aspectos. Durante las cuatro vueltas del campeonato. Líder y
máxima figura, según nuestra opinión.
Por supuesto que el deporte (un juego) no
es una ciencia exacta como las matemáticas, y “una carambola” de Jordan Spieth
le arrebató el título después de una actuación irregular. Muy apagada y muy lejos
de su performance y triunfo del pasado Masters de Augusta.
Lo
más negativo
fue, sin lugar a dudas… el campo: una mina de arena y grava con unos greenes, monumentales,
con demasiadas serpientes de cascabel.
BROMA DEMASIADA PESADA
No nos engañemos, el 115º US Open
Championship –pese a las pinceladas y el drama de la última jornada– ha sido
una broma de mal gusto.
Una broma demasiada pesada.
Hasta el punto que los mismos aficionados “se
angustiaban más” incluso que los pross en el campo. Una sensación extraña e
inusitada.
Se llevaban las manos a la cabeza y
gesticulaban continuamente. Alarmados al comprobar que la bola estaba
completamente “viva” o “loca”… cada vez que entraba en unos greenes monumentales,
ondulados y llenos de trampas.
¬ Le juro, no es una bola.
¬ Entonces, ¿qué es?
¬ Un ratón blanco, lo juro.
Una verdadera locura colectiva. Pero,
¿dónde estaba el fallo del course?
¿Locura de Robert Trent Jones Junior?
¿Por copiar diversos hoyos escoceses en una
mina?
La clave estaba en la velocidad
incontrolada de la bola en los greenes (pelados y duros), que según se acercaba
a la Bahía aumentaba con el viento que parecía un remolino. Sólo bastaba ver
flamear las banderas, que se movían descontroladas y algunas se enrollaban como
una persiana.
Además, por más efecto que le pusieran los
jugadores pocas veces se frenaba, ni backspin ni leches. No parecía,
igualmente, un terreno de golf, más bien de piedra o grava, más duro que una
roca.
Otra cuestión fueron los desagües, grandes
canales con casi medio metro de ancho. Las bajadas y subidas como una montaña
rusa fueron incontrolables, ya que siempre caían en la misma dirección: a los
bunkers.
Asimismo, bastó que un profesional dijera:
“yo siempre tiro al centro del green” para que colocaran la bandera, con mala
milk, pegada a la izquierda de un bunker en el medio del verde (Hoyo 5).
SE JUEGA AL FLOG, NO AL GOLF
El mundo del golf, tan rígido, tan
inmaculado por sus reglas y tradiciones ha demostrado una vez más su nivel de
incompetencia.
O lo que es lo mismo, “El principio de Peter” escrito por el doctor Laurence J. Peter y
Raymond Hull.
Incompetencia del diseñador del campo de
golf.
(Una bofetada para el bien ganado prestigio
de… su padre, parecían 18 campos en uno.)
Incompetencia de la USGA.
(Ya sabían lo que iba a pasar. Hace cinco
años se dirimió el prestigioso US Amateur Championship-2010. Esto no le exime
de su error: sus dirigentes han arruinado presumiblemente el segundo torneo más
grande de la historia del golf.
¿Con los maravillosos y espectaculares
campos de golf que tiene, a lo largo y ancho de su geografía, ese gran país
llamado Estados Unidos de América?
¡ Nos parece lamentable!
CRUZ Y RAYA… ¿?
A mediados de los años ochenta, para ser
exactos: 1985, los grandes ases norteamericanos “ridiculizaron” el Park Links
de St George´s, Sandwich (Condado de Kent). Todavía recordamos las “bromas” de
super-Mex Lee Trevino sobre las maderas que tenía que usar desde el tee para
coger calle.
Y… el cabreo de Sandy Lyle que se marchó
del campo pensando que había perdido. El escocés ganó el British Championship
por un golpe a los estadounidenses Payne Stewart y Mark O´Meara. La otra
sorpresa fue el español José Rivero (líder en el hoyo 11) que acabó tercero.
Los norteamericanos “vetaron” el campo de
St George´s, que había sido sede en nueve ocasiones del mejor campeonato del
mundo. Los Park Links estuvieron cerrados ocho años para el tradicional The
Open, por dicha causa. Hasta 1993… con la victoria de Greg Norman.
Aunque no había un árbol en el course y el
rough estaba bastante alto (amarillo, no verde como en Chambers Bay) las
dificultades en el British han sido y siguen siendo el tiempo. El tiempo
cambiante (se pasa del calor a la lluvia, al frío y con grandiosas las rachas
del viento… cada cinco minutos por ese orden).
Algo natural en el mes de julio en las
Islas.
Y pasa siempre todos los años.
Al Park Links Chambers Bay lo tendrían que
“vetar” todos los jugadores del mundo simplemente por sentido común. Es
evidente su mal trazado y el
rompecabezas de los enormes greenes que parecían agujeros negros para los pross
o una delicia como pista de patinetes.
HABLEMOS DEL FLOG
Sorprendentemente los organizadores (USGA)
eliminaron los famosos y tradicionales scoreboards manuales “por pantallas
grandes de televisión” y en esta ocasión, la prestigiosa cadena ABC no retransmitió
las imágenes del US Open Championship. Lo hizo otra empresa (Direct Sports TV).
Aunque lo más curioso han sido las
distancias abismales entre los aficionados y los hoyos. Lo tenían crudo todos
aquellos que pretendían seguir el juego como un paseo. Prohibieron asimismo los
cruces imaginarios que se suelen abrir en cada hoyo, una vez que pasasen los
jugadores.
Un error que se solucionó los dos últimos
días.
No obstante, lo más lamentable ha sido la
experiencia –de algún “chalado”, suponemos– al cambiar los par-5 en dos hoyos.
Lo que pretendía ser una innovación ha sido
un fracaso estrepitoso.
Una fórmula que, suponemos, trasgredía las
reglas del golf porque cambia las distancias del recorrido y quieran o no
provocan confusión, a pesar de que se había avisado dicha modificación
extraordinaria.
En la segunda ronda, alargaron el hoyo 1 a
par-5 y redujeron el recorrido del hoyo 18, a un par-4. El par del campo no
variaba (70), en efecto, pero sí las distancias del front-nine y el back-nine
(in y out). Los primeros nueve agujeros subieron a 36 y los segundos, a 34 en
lugar de 35-35.
Hoyo
1, par 4 (458 metros) y par 5 (542 metros).
Hoyo
18, par 5 (564 metros) y par 4 (470 metros).
Ya, con esta demostración, un verdadero
despropósito o disparate en toda regla resulta evidente que se jugó al flog… o
lo que es lo mismo al golf al revés.
MENOS SALVAJE Y MÁS MODERADO
Por último, la preparación del course por
parte de los expertos de la USGA en el fin de fiesta: menos salvaje y más
moderado. La intención: “borrar” los pésimos resultados de los 54 hoyos.
Una puesta en escena más convencional que
dio sus frutos beneficiando a más de una docena de jugadores.
64 -6,
Adam Scott (Australia-R4), superó las tarjetas de Dustin Johnson (USA) y Henrik
Stenton (Suecia) con 65 golpes, -5 en la vuelta inaugural.
66,
Rory McIlroy (Irlanda Norte), Charl Swartzel (Sudáfrica), Thomas Aiken
(Sudáfrica), Morgan Hoffman (USA).
67,
Louis Oosthuizen (Sudáfrica), merece un caso aparte y destacado. Por sus tres
vueltas finales: 66-66-67 que le valió para igualar la segunda posición.
67, Goff Ogilby (Sudáfrica), Bill Horschell (USA).
68,
Cameron Smith (Australia), Brant Snedeker (USA), Nick Hardy (a-USA), John
Sender (Sudáfrica), Sergio García (España).
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