lunes, 9 de diciembre de 2013

FALSA Y VERDADERA “BICICLETA”



Robinho lo “demostró”
 en Copa de Europa

Por Miguel Miró
El brasileño Robinho dejó bien claro cómo se hace la verdadera “bicicleta” en el fútbol. Una “virguería” que surgió en el fútbol de salón en el Río de la Plata. Hace más de setenta años… como mínimo.
Precisamente cuando los profesionales de fútbol en Uruguay empezaron a entrenarse en Pabellones cerrados con la finalidad de adquirir una técnica más depurada. Para conseguir un control preciso del balón y poder desenvolverse en espacios cortos.
Uruguay inventó el fútbol de salón, pero totalmente distinto al que se practica hoy, ya regulado, aunque perdió sinceramente todo su encanto. No había líneas divisorias, ni tampoco detrás de las porterías. Parecido al rugby, pero todo era “campo”, para evitar interrupciones. Al mismo tiempo servía para sudar la gota gorda, además de divertirse.
En el rectángulo de basket-ball, tapiado por las paredes de las gradas. Además, con el balón de fútbol (más grande y mucho más pesado de los actuales) y las porterías pequeñas “pintadas” en la pared. Nada que ver con las actuales, que sirven más para el Baby-Fútbol.
(Fuera, en el vallado del campo de fútbol, igualmente estaban pintados los tres palos –con dimensiones reglamentarias– en la pared para practicar con cada una de las dos piernas. Se trataba de eliminar los complejos a los zurdos cerrados y a los diestros cerrados a insistir en el perfil y disparo. En una palabra, se intentaba que los jugadores fueran la mayoría ambidextros)

INGENIO DE LOS JUGADORES
De aquéllos entrenamientos nació la “pared” –suponía hacer el pase a la pared para seguir controlando el esférico– o si lo prefieren un autopase. El ingenio de los jugadores fueron los que  inventaron el resto:
La cortina, el caño, el buscapiés, la sotana, el frentazo, la picada, la cuchara, la bicicleta, la mediavuelta (tiro a espaldas a los tres palos), la chilena (apoyando los brazos en el suelo), el firulete, la rabona, el chanfle (efecto), el taquito, el tuya-mía, la dejada (vaselina), etcétera, etcétera.
Además, se valoraba mucho el pase “cortito y al pie”, el golpe seco al balón calibrando la distancia, el tiro a espaldas a los tres palos (el giro) y lo más importante: la forma de “aguantar” el balón en el área, con amagos (mostrando y escondiendo el esférico), pases cortos y balón a ras del parquet.
El ingenio de los futbolistas era mayúsculo. Lo ensayaban en el pabellón y después en el terreno de juego con los clásicos zapatos negros que pesaban un quintal.
Nos dejamos la “jopeada” para el final (el tupé de los cuarenta), algo que en muchos países llaman “el sombrero”. La razón es bien sencilla. Había un jugador bajito que hacía maravillas con la pelota.
Se llamaba Héctor Rodríguez y todos les llamaban “Ciengramos”.
En uno de los clásicos (Nacional-Peñarol, en el estadio Centenario) había mareado varias veces a su marcador brasileño (Salvador, 1m80) y le hizo una “jopeada”. La reacción fue instantánea. Una dura patada que significó la expulsión del “half” aurinegro. Algo que supuso un insulto.
Ponemos ese ejemplo, porque cada vez que vemos a Andrés Iniesta, bien en Barcelona o en la selección nacional, nos recuerda a “Ciengramos”. En una baldosa hace también maravillas, esconde el balón con maestría y sale siempre por la puerta grande cuando el marcaje es múltiple. Asimismo, tiene una visión del juego en cuatro o más dimensiones.


LA BICICLETA NO SON DOS AMAGOS
Los dos amagos, quieto o en movimiento, son parte del regate o dribling, algo muy viejo en los extremos para salir por dentro o por fuera y explotar su velocidad. No es ninguna magia ni algo por el estilo.
El dribling, en cierta forma, es un engaño. Pero también se debe tener en cuenta la postura del rival que sufre el engaño. Y por lo general los defensas suelen ser altos y hay laterales que se ponen de frente, que facilita el desborde en lugar de perfil… para tener más opciones en el marcaje.  
Explosión en la salida tenían muchos “wings” (extremo, ala, o jugador de banda y poco campo de acción) y “insiders” en la historia del fútbol. Hasta que Hebert Chapman cambió la forma clásica de correr por la banda para tirar el centro a la olla a la cabeza del ariete (siempre alto, corpulento y duro). Optó en el Arsenal (años treinta) por la salida en diagonal del wing para que marcara goles y tuviera varias funciones en el sistema ofensivo del equipo.
Las diabluras de Raymond Kopa, por ejemplo, de estatura media, tenía un largo repertorio de regates. Todo un espectáculo para un delantero centro (Stade de Reims) convertido en extremo en Real Madrid de la “belle èpoque” de los años cincuenta. No sabemos si siguen archivadas las películas (BBC) que vimos en nuestra juventud. El polaco nacionalizado francés fue una estrella rutilante por su técnica en el dribling.
El brasileño Garrincha, el yugoslavo Sekularak (volante ofensivo) y muchos jugadores más que nos han sorprendido por sus bailes de cintura y firuletes. Pero en las décadas más recientes había dos extremos de explosión continua: Pablo Futre y Amancio Amaro. Distintos, pero sus salidas siempre fueron escandalosas. El portugués rojiblanco, a veces, se olvidaba las marchas en su sprint… pero siempre ha sido espectacular su fútbol. Un jugador más completo en la banda. También los comienzos de Amancio con su salida en velocidad. Aunque cuando se le acabó la explosión cambió de posición en el campo… pero no jugó de lateral.


LA BICICLETA VERDADERA
Nace como una filigrana en espacios cortos. Por supuesto, en un pabellón con zapatillas de goma. Lo primero que se debe tener en cuenta son dos cuestiones muy importantes. La acción se hace en el aire y por lo tanto debe ser rápida, tan rápida como la luz.  
Se da un salto con el balón en los pies, con una rodilla más doblada que la otra. Se le golpea con el tacón. El esférico hace una media circunferencia hacia delante, por encima de la cabeza.
Según el golpeo del tacón derecho o izquierdo sale una circunferencia abierta o cerrada. Probar siempre, si se quiere, la distancia del adversario, para realizar dos sombreros. Uno, a tí mismo y el otro al rival.
Se necesita mucha práctica.
No obstante, si se tiene una buena técnica, dominio absoluto con la pelota, siempre se consigue. Lo importante es la coordinación. La acción tiene la velocidad de un relámpago. Una vez dado el taconazo hay que poner la pierna de apoyo (por lo general, la derecha) para mantener el equilibrio y continuar la jugada.
La bicicleta no es magia, aunque lo parece. Se necesita técnica y habilidad con el balón. Rara vez se ejecuta en un match de fútbol, pero está claro que muchos jugadores rioplatenses la conocen. La rapidez como se juega hoy en día al fútbol la jugada en cuestión se le considera una “exquisitez” más. Un ingrediente de los buenos jugadores de fútbol.
Los entrenadores le llaman “arabescos” cualquier ingenio del futbolista, pero siempre que la jugada no termine en las botas del contrario. En caso contrario, se considera un lujo innecesario. Ahora bien, si termina en gol ya es otra cuestión. Los medios de comunicación se ocuparán de aclamarla, aumentarla y difundirla.
De todo el ingenio de los jugadores de fútbol, lo más común es el “caño”, lo que en España y otros países llaman “túnel”. (Pasar el balón entre las piernas del rival). Las demás quedan en el baúl de los recuerdos o como repertorio de los malabaristas de circo.    
La bicicleta de Robinho llamó la atención en el match de Copa de Europa disputado en el estadio Giuseppe Measa. El Milán-Barcelona que acabó en empate a un gol. Tuvo su repercusión, en efecto, porque marcó el cuadro “rosonegro” en los primeros minutos. Pero no crean que haya sido una noticia de impacto ni muy prolongada en los medios españoles. 
Tal vez porque quedaron en fuera de juego. 
O no tuvieron el valor de reconocerlo -rectificar es de sabios, dicen- y por lo tanto seguirán "engañando" a los españores con la falsa bicicleta, que no deja de ser dos movimientos que forman parte del dribling o regate.
La bicicleta verdadera sigue vigente.
Aunque hayan pasado más de 70 años.
Cualquiera que haya visto en televisión el partido Milán-Barcelona lo comprobó nítidamente a través de filigrana de Robinho que dejó pasmado a Alexis Sánchez. 


  

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