martes, 26 de junio de 2012

FRANCIA, VUELVE A CASA


España: fiel a su estilo, su identidad y control del balón

La paciencia, a veces, termina por irritar. Sobre todo para todos aquellos que son impacientes. Lo quieren todo para ayer. Y se vuelven histéricos ante los llamados “parasimpáticos”. Las prisas, a veces, no son buenas.   
La paciencia bien interpretada, dicen, es un árbol amargo que produce unos frutos muy dulces.
En los deportes pasa lo mismo. Se suele llamar “la paciencia del campeón” en todas las especialidades individuales. Y resulta imprescindible en los equipos de alta competición, incluido el fútbol. La palabra lo dice todo: foot-ball association. Un deporte asociado e unido.

Miguel Miró
Se puede especular en la fase de grupos. Más antes que ahora, en que la victoria sumaba 2 puntos y el empate 1. Hay que hacer números, de cualquier manera. Sin embargo, en las eliminatorias (a un partido, todas son finales)  se cuenta con un tiempo limitado. Dos tiempos de 45 minutos.
Hay que negociar los minutos, los segundos y el tiempo basura del descuento. Todo se debe negociar antes y durante el match.
La paciencia para atacar, para esperar un fallo del rival, para dosificar energías, para defender... Los minutos pueden ponerse a favor o en contra.
La paciencia del “jugador libre” y  sangre fría del goleador. Nos da igual el número que tenga, sea 21, 10 o 14…o 49, la cuestión es el gol.
El partido entre España y Francia ha sido muy interesante. Con fases de fútbol de alto nivel y también momentos de incertidumbre. Interesante por la intensidad e igualmente en lo que respecta a lo técnico-táctico y físico.

¿POR QUÉ GANA ESPAÑA?
España mantiene su identidad, sigue fiel a su estilo y demuestra, una vez más, su confianza absoluta a su sistema de juego. Vicente del Bosque hace pocos cambios en el equipo inicial (fiel también a montar un sistema de acuerdo a las características de sus jugadores). Ante Francia, recupera a Francisco Fábregas y sienta a Fernando Torres.
El dibujo no difiere de un 1-4-2-3-1 que se transforma en 1-4-3-3 en el ataque. Una línea de cuatro zagueros (Arbeloa, Piqué, Ramos, Alba), dos stoppers (Busquets-Alonso), tres volantes creativos (Silva, Xavi, Iniesta) y un teórico delantero, Fábregas en calidad de jugador “libre”.
Nada más salir consigue una ventaja: Laurent Blanc tiene que cambiar el dibujo de su equipo, porque a priori piensa que Fernando Torres iba a ser el titular. Y en lugar de “esperar” en la cueva se ve obligado a adelantar sus líneas al centro del campo, bien juntas para tapar los espacios.
Ante dicha disyuntiva, la selección española se hace con el control del balón, y el rival apenas lo huele. Triangulaciones al primer toque en velocidad y buscando las espaldas de los zagueros. Música celestial. España se convierte en una orquesta sinfónica. Crea ocasiones de gol y domina la situación de una manera espectacular.
Ya, en los primeros minutos deja clara sus intenciones. Alonso avisa desde larga distancia. Y precisamente, llega el primer gol del partido. Una jugada de Iniesta-Alba, por la izquierda, y la remata el stopper libre de marcaje. Un cabezazo de Alonso, con bote incluido, al segundo palo de Lloris.

BAJA EL RITMO
La música, pese al intenso calor (32 grados), suena bien. Muy bien. La intensidad del juego de España aumenta (como el volumen). La defensa, escalonada. Suben los laterales, y Xavi se encuentra cómodo. Más retrasado, con las espaldas cubiertas por Busquets. Alonso, más adelantado, cubre los huecos que dejan sus compañeros y sube contadas veces. Vuelve a probar, otra vez, pero esta vez desde la derecha. Silva se asocia con Fábregas, mientras que Iniesta, con menos activo que otras veces, acompaña sobre la izquierda. Se producen combinaciones interesantes, relevos y gran control de balón.
Sin embargo, el ritmo vertiginoso de la primera media hora se rebaja. La pausa sirve para una reagrupación de los jugadores en labores defensivas. No se trata de un descanso, sino de dosificar energías. En los últimos minutos, también se aprecia la seguridad y regularidad del sistema defensivo español, como la eficacia de Casillas en momentos puntuales.
El primer tiempo tiene un claro dominio español, con la ventaja de un gol. Si bien no acertaron en la última puntada Fábregas e Iniesta para aumentar  el tanteador, la selección ofreció todo un concierto de fútbol. Calidad, buen juego y superioridad en todas y cada una de las acciones.

SE MUEVEN FICHAS
En los primeros compases de la segunda mitad el juego, se ven las intenciones del equipo galo, aunque sin gran convicción. La defensa de cinco y la subida de los laterales por las bandas. Después, con los cambios, por el despliegue del rival y la presión, en la zona del área (salida de balón en la portería) sorprende a España, pero pronto se reagrupa el equipo.
¿Qué hace Del Bosque?
Saca a Pedro para aprovechar los boquetes que dejaban los laterales, especialmente por el lado de Clichy. A renglón seguido “rompe” la línea de cuatro zagueros con la entrada de Torres. Y ante la presión de Francia por conseguir el empate (cuatro delanteros), Xavi empieza a montar contragolpes a diestra y siniestra, al comprobar la zona poco poblada del centro del campo y darle oxígeno a la cobertura.
La salida de Cazorla tiene una doble vertiente, colocarle en la derecha para poder apoyar a Arbeloa, que tenía problema ante los regates de Ribèry y subir por banda derecha en los contraataques.
Sin embargo, Pedro es quien rompe todos los esquemas del rival por su velocidad. Y él sería quién se inventa dos ocasiones de gol. Pase al compañero y la entrada en el área, que es derribado por Revelliere. Un penalty ejecutado por Alonso –engaña a LLoris con un movimiento del cuerpo, se perfila para un lado y le pega al otro– para poner el 2-0 en el marcador, al borde de la hora reglamentaria. 

¿POR QUÉ PIERDE FRANCIA?
Laurent Blanc dijo, después de ver el Croacia-España: “Los croatas nos enseñaron el camino. Demostraron lo que hay que hacer contra España. Cada vez que se abría una posibilidad, atacaban e iban a por ellos”. Jugar a la defensiva y tapar todos los espacios a la selección española para mantener el 0-0 y jugar con el crono en la segunda mitad.
El técnico galo no lo dijo en broma. Lo demuestra en el campo, durante el primer período. Empieza con un clásico cerrojo de 1-4-1-4-1, que por las circunstancias se convierte en 1-4-5-1-. La pretensión: cerrar todos los caminos a España. La línea de zagueros está formada por Revelliere, Rami, Koscielny y Clichy. Un stopper por delante (M´Vila), otra barrera de cuatro en la zona central: Debouchy, Cabaye, Malouda, Ribèry y un solo delantero, Benzema.
Introduce demasiadas variantes (cinco jugadores -casi 50%) y se prodiga en ponerle “candados” a las bandas sacrificando al lateral ofensivo y al delantero estrella. La banda derecha, un tapón doble, Revelliere –jugador veterano– y Debouchy, mientras que en la izquierda ocurre algo parecido: Clichy-Ribèry.
Y para más inri, Benzema se perfila a la banda derecha. Una situación incómoda y estática que apenas le permite desarrollar su juego sin balón.
El plan aparentemente es el mismo de Croacia. Aguantar el 0-0 en el primer tiempo y buscar la victoria en la continuación. Sin embargo, el seleccionador galo se le olvida un pequeño y gran detalle: Francia no es Croacia.
Además, el equipo no está acostumbrado a una defensa a ultranza. La selección “bleu” dejó entrever en la fase de grupos que le gusta tener el balón y técnicamente cuenta con jugadores de notable calidad.

FRACASA LA REVOLUCIÓN
La revolución tenía que fracasar por sí sola. Por la lentitud de Malouda, el trabajo defensivo de Ribéry, la descolocación de Benzema, la doble tarea de Cabaye… y las ausencias más que notables de Nasri (organizador, Manchester City), Ben Arfa (volante ofensivo y goleador del Newcastle), Diarra (Olympique Marsella, titular en la fase de grupos), Evra (Manchester United), Giraud (goleador del Montpellier) en el banquillo.
Para colmo “el candado” de la derecha salta en mil pedazos. El despiste de Revelliere que le pilla adelantado, la falta de cintura de Rami ante el quiebro de Iniesta que cede en profundidad para Jorge Alba. El lateral le gana en la carrera a Debouchy, centra a media altura y se produce el primer gol de de España. Alonso, de cabeza, es el autor. Y…no se habían cumplido los 20 minutos de partido.
La lata se abre por donde más le duele a los franceses. Por la banda derecha que tanto había hecho hincapié Laurent Blanc.
En las gradas, el calor y la humedad es asfixiante, y el campo se riega antes del match, pero no está como una mesa de billar. Está duro. Además, el desgaste físico de los dos equipos había sido intenso, pero el balón en todo momento, lo tiene España. El único disparo galo a los tres palos es a balón parado. Cabaye, con rosca, prueba fortuna. El balón iba a la cruceta de la derecha de Casillas, que despeja a córner. Poco o muy poco se prodiga Francia en el ataque, pero la recuperación corresponde a su rival. 

REACCIÓN TARDÍA
Siguiendo el guión del equipo croata, el técnico galo cambia su sistema de juego tras el descanso. Opta por una defensa “de cinco” que se desdoblan en el adelantamiento. Francia la ofensiva tras situar tres delanteros en territorio del adversario. La consecuencia de este estiramiento –como una goma que se alarga y se contrae– le da una dinámica distinta al encuentro, aunque el dominio continuara siendo español.
Es engañosa la defensa en línea y muy poblada, de acuerdo con el movimiento de los laterales (Clichy y Debouchy están muy activos en las bandas), pero no empezaría a funcionar a todo rendimiento hasta que se producen los cambios.
Cuando se cumple la hora del partido (como la selección croata). La entrada de Nasri-Menez y la incorporación de Giraud.
Automáticamente aumenta la presión y aunque se “rompe” el equipo en dos, con la subida de cuatro delanteros, fueron momentos de cierto agobio en la cobertura española, que demuestra su firmeza.
Es, precisamente en esos 15 o 20 minutos, en el que Francia se hace dueño del balón y del partido. Hace mayores combinaciones. Lo recupera con facilidad, por la presión de su última línea. Y aunque deja desierta la zona central son los momentos de gloria de la selección gala. Además, tiene la ocasión más clara del partido en la combinación Ribéry-Cabaye. La llegada de Cabaye como un obús y su sorprendente cabezazo a dos metros de distancia de la portería, que se va afuera de milagro.  
¿Pudo empatar? Desde luego que sí. Pero lo que no comprendemos al seleccionador galo. ¿Por qué no hizo los cambios en el descanso? ¿Por qué no puso a los mejores jugadores en el equipo? ¿Si tenía ya preparada la solución, por qué no arriesgó antes?
Por último, dos razonamientos. Nasri, Menez y Giraud no podían rendir a pleno rendimiento en los escasos minutos que jugaron. El problema de Laurent Blanc, pensamos, está en sus decisiones. Se preocupó más de lo que podía hacer el rival (en este caso España) en lugar de pensar en su propio equipo.

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