martes, 22 de mayo de 2012

CHAMPIONS: LA FINAL DEL “MIEDO”


Globo pinchado (Bayern) ante globo super inflado (Chelsea)
“En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen;
 la gran mayoría de los sueños se roncan”.
(Enrique Jardiel Poncela)

El madrileño Jardiel Poncela nos define –con su fino humor– de una manera directa lo que es el amor. El hombre coge una goma elástica de un extremo y la mujer desde el otro extremo. La goma se estira, y se estira… hasta que uno de los dos se hastía y suelta la goma y le da al otro en las mismas narices.
¡PaM!
Con el golpe en las narices se quedaron también los españoles que soñaban con una final de Copa de Europa entre Barcelona y Real Madrid.  Un fiasco estrepitoso del fútbol español. Incapaz de rematar a su rival tanto uno como el otro en las semifinales. Una vez más, es mejor ser “víctima” que favorito y está claro que  no sirve de nada jugar primero en campo contrario.
¡PaM, PaM, PaM y PaM!
Esto demuestra que Fernando Torres tenía razón. “No siempre ganan los mejores”. Una sentencia para los dos equipos que se quedaron sin la “décima” y sin la “quinta” y  sin apenas saborear la fiesta de la final de la Champions. El riesgo de jugar con tres defensas y la lamentable escena de los penalties en el Santiago Bernabéu. Parece una broma. Una broma pesada.
¡PiM, PaM, PuM!
Sin embargo, un Barcelona-Real Madrid hubiera dado más brillo y espectáculo a la final de la Copa de Europa. Soñar, dicen, no cuesta nada.
Muy diferente a los “ronquidos” de un match que nos ofrecieron Bayern Munich y Chelsea en donde prevaleció más el “miedo” que le fútbol propiamente dicho. 


 Miguel Miró
Un Globo pinchado (Bayern Münich) y de un Globo super inflado (Chelsea). Los babaros y los pensionistas. ¡Vaya motes!... pero así les llaman sus aficionados. Aunque los especialistas suelen decir “los reds” y los “blues”, como si se enfrentaran la selección chilena ante la francesa. Sin embargo, sobre el papel, un problema menos. No tuvieron que usar los uniformes suplentes… Ni blanco, ni negro.
El globo pinchado tiene su gracia. No suele ser normal que a la “bestia negra” del Real Madrid le birlen dos títulos en la Bundesliga. Dos copas. La Liga y Copa de Alemania. Las dos bofetadas en las narices se las dio el equipo revelación de la Bundesliga: Borussia Dormunt. Sin excusas y con ocho puntos de ventaja en 34 jornadas y por goleada (5-2) en la final copera. Sin excusas, ya que el cuadro muniqués puso a su equipo de gala. Otra cuestión ha sido la Copa de Europa, en la que estuvo sobrado en la fase de grupos y eliminó al Real Madrid en las semifinales “por haber preparado de antemano los penalties antes del match del Bernabéu”. ¡Qué ironía!
El globo super inflado, sin duda, corresponde al Chelsea. Con problemas y “missing” en la Liga se planta en la final de la Champions después de derrotar al entonces vigente campeón de Europa, FC Barcelona. También tiene su gracia.
Se impone al Liverpool en la Copa de Inglaterra, con polémica por cierto, pero se proclama campeón.
Algarabía para sus hinchas. Rompe todos los pronósticos en la Champions y deja boquiabiertos a los especialistas. “No pasa de la primera fase”. “Le eliminan en octavos… “No pasa de cuartos”… “No tiene nada que hacer frente al Real Madrid…” La matraca de la prensa inglesa que se quedó helada y retratada en cada una de sus previsiones. Hoy, amnesia repentina, por las nuevas circunstancias.
Y ya lo ven: ¡un entrenador “interino” planta al Chelsea en la final de Munich y la gana! Se mantiene vivo con un fútbol basado en la especulación, rácano hasta el aburrimiento y los “retazos” de un plantel de hace más seis años.
Quien acierta los pronósticos ha sido un fan inglés en un foro. Estaba convencido: Chelsea, campeón de Europa 2012. “Me baso, simplemente, en la hora del partido 19:15 (GM)… y el año que se fundó el club londinense, 1915”.
Su profesía da en el clavo y nos parece hasta simpático.
Aunque cualquier cosa podía pasar en una final a un partido. ¿Ventaja del Bayern? También la tenía el Manchester United en Wembley y perdió ante el FC Barcelona. ¿Ventaja del Chelsea?… Un equipo de “pensionistas” que juega para atrás como los cangrejos.
¿Cómo ha sido posible la victoria del equipo londinense?
Muy simple. Esto habría que preguntárselo a Jupp Heynckes, un entrenador “histérico” que cometió un error monumental a los 86 minutos del match y a partir de ahí… hasta los penalties.



¿POR QUÉ GANÓ EL CHELSEA?
El técnico del Bayern Munich sirvió en bandeja el triunfo al Chelsea. Tal vez por eso, los ingleses tendrían que agradecerle los “errores –que no servicios–  prestados”. Tres minutos después del gol de Müller que sorprende a Cech al botar el balón en un cabezazo inverosímil, Heynckes hace un cambio (86´: Van Buyten por Müller) y reconstruye la estructura defensiva del equipo y por ende el marcaje a Didier Drogba. Coloca en la zona ancha al ucraniano Tymoshchuk y al belga en la defensa.
¡Qué error, que inmenso error!
¿Cómo se le ocurre semejante barbaridad o “babaridad” si Tymoshchuk se había “comido con patatas” al marfileño con una presión impecable?
En ese minuto fatídico, el Bayern de Munich pierde los papeles... y pierde la Champions. Dos minutos después, en el primer corner que lanza Juan Manuel Mata a favor del Chelsea, Drogba completamente solo empata el partido (88´).
Ha sido como devolver la presión al conjunto muniqués y aumentar la autoestima a los británicos, que se triplicó después con la atajada de Cech a Robben en un penalty estúpido de Drogba a Ribèry. El guardameta que sabe muchos idiomas ha dejado el sello de su calidad en tres penalties: Robben (prórroga), Olic y Schweinteiger.

CERROJO INGLÉS
El cerrojo inglés no se asemeja al que inventó el austriaco Karl Rappan en la selección suiza durante los años treinta. (Los franceses lo bautizaron “verrou”). Un sistema en el que se asegura la defensa y se intenta sorprender en el contragolpe con jugadores veloces. Rappan tenía sus razones para el esquema, teniendo en cuenta las goleadas que recibía la selección helvética.
Los técnicos británicos al igual que los holandeses, en cambio, han sido unos expertos en el sistema defensivo. No sólo por la colocación de los zagueros sino en las fórmulas de salida, cruce, apoyo, relevo y presión, permiten que se le llame “zona de minas” a su propio territorio. Además de un marcaje mixto (al hombre y a la zona) suele ser importante la confianza del jugador, su rápida intuición y concentración a la hora de anticiparse.
El Chelsea, viene practicando el sistema defensivo desde hace más de seis años y se ha encasillado de tal manera que olvida a las demás líneas del campo. Hasta tal punto que mantiene en sus filas a un ramillete de jugadores que parece “no saben hacer otra cosa”.
Villas Boas, con ideas más avanzadas se encontró con problemas en la “cocina”donde mandaban los más veteranos. Roberto di Matteo, su asistente, no “revolucionó” para nada al equipo azul, al contrario retrocedió varios años para volver a jugar un sistema netamente defensivo. Se basó en los retazos de anteriores temporadas que le apoyaron.  ¿Triunfo de Di Matteo? Esto ha sido como las oportunidades… hay que cogerlas al vuelo.  La vieja canción del presidente de un club chico: “Todos atrás y a ver si suena la flauta”.
Y sonó esta vez la flauta de Bartolo.

EL MIEDO ES LIBRE
¿Hasta qué punto el técnico tenía pánico al rival? Lo demuestra en la alineación inicial. Los jugadores más veloces del equipo, Studrridge y Fernando Torres, se quedaron en el banquillo. Todo el juego ofensivo estaba basado en Drogba, únicamente Drogba. Un sistema del miedo o al que cualquier aficionado añadiría “más ración de antifútbol”: 1-4-4-1-1. Esperpéntico. Di Matteo hace debutar a Bertrand para tapar las subidas de Lahm y como ayuda de Cole para frenar a Robben. La otra banda, algo similar: Kalou y Bosingwa. Obi Mikel siempre atento a los movimientos de Müller y las diagonales de Ribèry. 
Y curiosamente le da la “batuta” a José Manuel Mata como segundo escalón para llegar al marfileño. Para más inri, baja a Lampard en el puesto de Terry como pantalla o punta del triángulo en el área junto a los dos fullbacks, Cahill y David Luiz. La faceta defensiva funciona por los erráticos disparos del Bayern Munich y la férrea presión, anticipación y concentración del equipo londinense. El resultado total en el primer tiempo: raquítico. Dos tímidos contraataques ofensivos (galopadas de Beltrand y Kalou) y Drogba, sin tocar bola, anulado completamente por Tymoshchuk y vigilado por Boateng.
La entrada de Fernando Torres le dio otro aire, aunque por poco tiempo. Primero, porque sus compañeros no le pasaban el balón y segundo, por los gritos del entrenador y ayudante que se escucharon en todo el estadio: “¡Atrás, atrás!” Y el español tiene que bajar para ayudar a Cole en la retaguardia. La estratagema, “comer minutos”. Se acusa el golpe del gol de Müller, pero pronto se le abre el cielo tras el primer cambio Heynckes, que permite el empate del Chelsea a través de Drogba. Completamente solo recorre las barbas del área, ante la pasividad de los defensas, para conectar el cabezazo en el único corner que tiró el equipo inglés. 



¿POR QUÉ PERDIÓ EL BAYERN MUNICH?
Le falta en esta final la paciencia del campeón. Especialista en “abrir” latas y soportar la resistencia de su adversario, hay más desatino que acierto. No sabe aprovechar el control del partido y toma demasiadas precauciones defensivas. La tensión de su público, en lugar de beneficiarle… le perjudica. No logra mantener la cabeza fría en los últimos metros, y si bien genera más de 20 ocasiones de gol, los delanteros se muestran como “novatos”: precipitados e imprecisos en los remates.
Es el único equipo que elabora fútbol y por ende, el que más desgaste físico realiza durante los 120 minutos del match. No cambia su sistema (1-4-2-3-1). Y acierta en los sustitutos de los tres sancionados. La experiencia de Tymoshchuc en el puesto de central en el marcaje a Drogba; la entrada de Contento (menos ofensivo que Alaba) y la colocación de Müller en la segunda línea del ataque, retrasando a Kroos (Luiz Gustavo) para formar pareja con Schweinteiger en la zona de operaciones del equipo.
Tal vez aprietan demasiado el ritmo en los primeros 25 minutos, buscando “liquidar” pronto el partido. No hacen pausas. Igualmente se toman demasiadas precauciones en la retaguardia. ¿Temerosos de los rápidos contraataques del adversario? Mas bien un sanbenito que le “colgaron” los especialistas que pesa, todavía, como una losa entre los jugadores y técnico. Además, la “paliza” del Borussia Dortmund en la Copa de Alemania estaba todavía fresca y pesaba lo suyo… y la irregularidad en la Bundesliga.
El andamiaje en la retaguardia no tiene mayores problemas porque el Chelsea solo disponía de un delantero y carecía de volantes ofensivos que subieran al área. Hubo un detalle, sin duda, importante, la falta de movilidad de Kroos como lanzadera a los delanteros. El volante alemán está más pendiente de los movimientos de Mata en lugar de elaborar fútbol, y Müller tampoco realiza un gran partido. Ante todo por su ineficaz recorrido –horizontal y diagonal– en busca de sorprender dentro o fuera la tela de araña montada por su rival, y el trabajo del nigeriano Obi Mikel con unos reflejos impresionantes.

UN FARO INTERMITENTE Y SIN LUZ
Otro de los detalles importantes en el Bayern Munich, es la labor de Sebastián Schweinteger, intermitente y a veces ausente. El cerebro alemán le faltan las “pilas” para poner luz al juego muniqués. En ningún momento, quizá por el miedo en el cuerpo, carga en sus espaldas con la responsabilidad del equipo. No se aprecia sus verdaderas cualidades, sus genialidades como arquitecto del juego. ¿Su larga lesión, su cabeza? Más bien su juego “mecánico”, sin chispa, y también por su doble trabajo en el campo.
Las precauciones y el miedo obligaron a cerrar todos los huecos en su territorio y el equipo se “rompe” en dos al no llegar el gol. Sí, en dos, porque nada tenía que ver la línea de ataque que trabaja a 100km/hora y la pasividad del sistema defensivo “sin labor a realizar”. De ahí la falta del espectáculo, lo sombrío y mecánico del juego que no satisfizo a casi nadie.
Pese al autobús del Chelsea, sí hay elaboración y riesgo del trío atacante alemán. Encuentran espacio a la maraña de piernas. Lo intenta Ribery, Robben y Mario Gómez y algunas llegadas de Müller, desde atrás. Lo demuestra la cantidad de ocasiones “perdidas”, y la precipitación manifiesta en sus disparos. Sin embargo, de tanto perdonar y fallar es lógico que termine pasando factura y se acabe la frescura de ideas de los delanteros.
Pocos errores comete en defensa el conjunto muniqués, pero es suficiente un fallo del entrenador, a tan sólo cuatro minutos del tiempo reglamentario para “regalar” el empate y aguantar un tiempo extra y los penalties. La entrada de Olic –goleador y con su traspaso en el bolsillo–  tampoco supune la solución. Marra un gol de libro y también un penalty  (Robben se negó) en la dichosa tanda.

PENALTIES Y TORRES
Ricardo Pavoni, estrella del Independiente de Avellaneda, especialista en lanzar penalties, dijo sin rubor:
“Yo siempre apunto a la cabeza del guardameta, lo que más se mueve”.
Habría que recordar que Pavoni tenía una pierna que era un martillo (lo mismo que Puskas y Sanfilippo, entre otros).
Un problema que se suscita en la final: los penalties y las “dos torres”. La altura y los brazos largos de los dos porteros, Cech y Neuer. Los dos miden cerca de dos metros. Y como todos los aficionados saben lo que les pasaba a José Ángel Iribar o Lev Yashin, se “comían” los tiros rasos pegado al palo. Por ese motivo –salvo Lahm y David Luiz– todos los penalties se lanzaron fuertes, rasos y junto al palo. Una verdadera lotería. Olic y Mata lo hicieron a media altura y fallaron. Pero el destino estaba trazado en el último penalty que correspondió a Schweinteiger.  Se le cruzaron los cables y el Bayern Münich no pudo igualar el record del Internazionale de Milán. El único equipo que ganó su segunda Copa de Europa –ante el Benfica–  en el estadio de San Siro el año 1965.

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