jueves, 3 de marzo de 2011

El Valencia FC o las incongruencias del fútbol

Las “extravagancias” del técnico
minan todo proyecto futuro

Lo más importante de un equipo de fútbol está en su patrón de juego. Su sistema igualmente debe ser el idóneo según las características de los jugadores del plantel. Un patrón bien definido y un esqueleto sólido. Dicho esqueleto es lo que permite consolidar una personalidad y un estilo. Ante y sobre todo, porque esta estrategia –plan para la temporada- supone un trabajo bien hecho con vistas al futuro. Un proyecto en el que están comprometidos jugadores, cuerpo técnico y el apoyo de la Junta de Gobierno del club.


Miguel Miró
El Valencia carece de todos estos preceptos básicos. No tiene patrón de juego ni tampoco ha logrado armar su esqueleto con sus piezas básicas. Lo basa todo a la improvisación y a las “extravagancias” de su entrenador Unay Emery. Las rotaciones han provocado mucho desconcierto entre todos los jugadores y se ha demostrado que se trata de un error monumental.
No tiene, y al parecer ni se le espera, un equipo base.
Al principio, pensábamos que se trataba de pruebas. Las consecuencias lógicas de las muchas novedades del plantel, después de las sensibles bajas de Silva y Villa. Sin embargo, no es así. No ha repetido ninguna alineación y en varias ocasiones se ha encontrado con “lo justo”. En el último partido ante el Barcelona se ha demostrado. Dos jugadores de la cantera en el banquillo.
¿Sabían ustedes que trata a los jugadores como chiquillos? Les oculta la alineación titular hasta momentos antes del partido. ¿Por qué tanto secreto? Provoca un estado de tensión y ansiedad en el futbolista. Lo mismo pasa con las rotaciones. Pocos juegan tres partidos seguidos. Más bien parece un proceder diabólico, poco recomendable y poco práctico.

IMPROVISACIÓN
La improvisación suele ser mala consejera, aunque se trate de un deporte tan imprevisible como el fútbol. Pero el fútbol no deja de ser un juego y se producen situaciones inverosímiles. El Valencia figura tercero en la tabla de clasificación de la Liga. Un comienzo vertiginoso. Líder durante el primer mes y medio de competición e imbatido durante siete jornadas consecutivas.
Pero hay más, hasta el partido contra el Barcelona llevaba otra racha de 11 partidos sin conocer la derrota.
Lo más curioso del caso: el Valencia figura tercero en la tabla de clasificaciones de la Liga. Unay Emery se cuelga las medallas, pero son los jugadores los que trabajan en el campo. Y lo más sorprendente todavía: sin contar asiduamente, en buena parte de la Liga, con su mejor jugador (Mata) en los partidos y el descubrimiento de Guaita, por lesión de César. Al final, muchos creen que Unay Emery tiene una “flor” donde la espalda pierde su honesto nombre. Algo que ya ocurrió con otros técnicos.
Y todos sabemos que en el deporte son los resultados los que quedan. Los que importan y los que se reflejan en la fría estadística. Algo similar a los empresarios: se preocupan por los números en los negocios y no por su plantilla. Los resultados son, evidentemente, los que ocultan los defectos que tiene el Valencia. Ya lo decía el inolvidable Santiago Bernabéu: “me conformo con ganar 1-0, de penalty en el último minuto”.

ESPIRITU DE LUCHA
Los jugadores tienen número en sus camisetas, es verdad; pero también son personas. Son futbolistas y no atletas que corren los 100 metros/obstáculos, aunque lo parezca. También influyen las circunstancias del juego y el azar. No obstante, sus victorias tienen su mérito evidente por su extraordinario espíritu de lucha, aunque su juego no sea tan espectacular como aparenta.
La factura por el desgaste físico se paga siempre. Y las lesiones, por lo general aumentan en lugar de remitir. Lo que confirma que las rotaciones no se pueden hacer por norma –partido a partido, en lugar de escalonadamente o en pequeñas dosis - ya que provoca incertidumbre y al no jugar asiduamente el jugador, no consigue adaptarse y pierde confianza en sí mismo.
El pundonor, la garra, amor propio es lo que distingue a este equipo que lucha hasta el final de cada partido. En el haber, también, la individualidad técnica de algunos jugadores que aparecen y desaparecen de la titularidad. Por molestias, lesiones o por las simples rotaciones.
Si muchos entrenadores tratan de evitar la tensión, Unay Emery la provoca entre el grupo. Aunque después hable de la “filosofía” del equipo…  No estamos hablando de sus tácticas, sino por su proceder con el plantel. Aparentemente no discutibles en el presente, pero sí discutibles para el futuro. Porque los proyectos se construyen para el futuro.

LA DEFENSA
Durante la presente temporada se ha hablado hasta la saciedad sobre “la frágil defensa” del Valencia. Sin embargo, poco se habla de la frágil zona del centro del campo ante la ausencia de David Albelda. La línea de cobertura sufre cuando se pierden muchos balones en el eje del campo, una vez que se desdoblan los laterales.
El eje supone el equilibrio del equipo. De ahí tiene que partir la distribución del juego ofensivo y la colaboración –no de medio-estorbo, como algunos lo definen- en la función defensiva. El entrenador lo sabe y por eso ha probado a todos o casi todos los jugadores que pueden cumplir esa función. Sin embargo, sigue insistiendo con Banega como “cerebro”.
El argentino tiene buen toque de balón, pero es muy intermitente. O algo indolente, porque frente al Barcelona demostró que puede estar presente los 90 minutos sin desaparecer y sin hacer entradas de “principiante”. En la zona central se exige un jugador de más peso, de más calidad y que tome la iniciativa. O la “manija”, como se suele decir en la jerga futbolística. Que cumplan la función que tanto éxito supuso el tandem Baraja-Albelda.
Pero lo más increíble han sido los fichajes de “invierno”. Otro defensa central, el francés Rami; un guardameta, Alves y un delantero, el brasileño Jonas. Una apuesta que nos parece incomprensible después de los seis fichajes del verano de 2010 (Aduriz, Soldado, Ricardo Costa, Antonio Costa, Feghouli, Topal). Aparentemente, Unay Emery tiene cubierto el cupo en el centro del campo o es que el club piensa ya en otro técnico.

VALENCIA-BARCELONA
Si nos basamos en el morbo y las circunstancias (líder vs. tercero), el partido tuvo su emoción por la incertidumbre del resultado. Y mucho morbo de “clásico” por su proximidad geográfica. No obstante, en el aspecto técnico ha sido bastante pobre y con un campo seco (¿provocado?) para evitar el juego a ras del césped. En la parte táctica, bastante interesante. Máxime cuando el técnico del Valencia, por primer vez, se olvidó de los delanteros y buscó el gol por medio de los volantes (Antonio Costa, Mata y Pablo Hernández).
La intención ha sido buena porque de esta forma evitó que el Barcelona no adelantara sus líneas y no pudiera hacer su juego. Sin embargo, Emery se equivocó al poner a cinco zurdos que, por la inercia –después de 20 minutos de partido- se medio estorbaban, dejando una “autopista” en la banda derecha en la que sólo estaba Stankevicius. Si Adriano, Messi y Villa hubieron acertado en los disparos por esa banda se hubiese cerrado el partido, tras el dominio del Barcelona en los últimos 25 minutos del primer tiempo.
El equipo azulgrana estuvo muy espeso en su juego y desacertado en los remates (por las bajas y el estado del campo) y el Valencia corrigió su error en la segunda mitad. No obstante, la opción de poner delanteros suponía una moneda al aire. Recuerden que sólo realizó 3 a los tres palos (por siete del rival) y le faltó puntearía para conseguir la victoria.  

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