miércoles, 19 de enero de 2011

Olazábal acepta el reto: capitán de la Ryder Cup

La fe mueve montañas o
las vueltas que da la vida


Sergio García, Rafael Nadal, José María Olazábal y Matteo Manassero, en el Castellón Masters
2010 disputado en el CC Mediterráneo.- / Foto Luis Corralo

José María Olazábal –el jugador de los tres acentos- es el segundo profesional español que accede al puesto de capitán de la Ryder Cup y tercer europeo. Severiano Ballesteros fue el primero (1997, Valderrama, Sotogrande, Cádiz) que volvía a romper moldes. La primera vez que la Ryder Cup salía de las Islas Británicas. Un reconocimiento doble para el cántabro: porque también fue quién permitió la entrada de los europeos en el equipo de la Ryder (1979) en pleno apogeo de su brillante carrera. El segundo, Bernhard Langer –alemán, de origen polaco- (2004, Oakland Hills CC, Bloomfield, Michigan US). 

Miguel Miró
La fe mueve montañas. Montañas tan grandes como la poderosa European PGA Tour. Las vueltas que da la vida. Los anglosajones saben rectificar. Aunque nunca sabremos si se hubiese producido con Ken Schofield como director ejecutivo. Pero lo más importante ha sido su confirmación: José María Olazábal –el jugador de los tres acentos- fue elegido capitán del team europeo de la Ryder Cup para el match Estados Unidos-Europa que se disputará en Medinah G&CC (Illinois, USA), del 25 al 30 de setiembre de 2012.
La noticia, sin embargo, no es nueva. Ya surgió el año pasado cuando el escocés Colin Montgomery sugirió su nombre el 4 de octubre de 2010.
“José María realizó un brillante trabajo como asistente en Gales y es justo que sea el futuro capitán del equipo europeo. No es la primera vez que colabora. (Lo hizo también con Nick Faldo). Ambos trabajamos juntos durante dos años y tendrá 46 años (y yo dos años más) para la cita de Illinois”. 
Una buena nueva que “frenó” en seco el propio Olazábal. Ante y sobre todo por su salud y también porque quería estar a la altura, sin dejar de competir. Además, el donostiarra alterna su actividad de profesional-activo ("mi vida es jugar al golf") con la de diseñador de campos de golf. Y es uno de los pioneros de la construcción de courses en China (3).
Por ese motivo, y no otro, se retrasó su nombramiento en la PGA británica orgnizadora del match internacional.
Las cartas estaban “marcadas” y sólo faltaba la aprobación del comité de jugadores europeos. “Si acepto el cargo es para dedicarme de cuerpo y alma por el equipo”. Con el nombramiento del bi campeón del Masters Tournament de Augusta se mantiene asimismo la tradición.
Una fórmula que lleva la etiqueta de la US PGA Tour. Los capitanes tienen un perfil: figura consagrada del golf y ser ganador de un trofeo del Grand Slam. Olazábal cumple todos los requisitos. Incluso ha ingresado en The Hall of Fame. Los británicos y también europeos han reconocido los méritos del español y borraron, por decirlo de alguna forma, el error cometido en los primeros años del nuevo millenium.


En el centro,  José María Olazábal -capitán del team europeo, junto a Miguel Ángel Jiménez y Manuel Piñero.
De pié, José Rivero, Antonio Garrido, Miguel Ángel Martín y José María Cañizares. /Mac
GOLPE FISICO Y MORAL
El español José María Olazábal sufrió dos golpes durísimos durante su carrera profesional. Uno físico y otro moral. La salud, un contratiempo inesperado y la marginación impuesta por la European PGA Tour, consentida por la PGA Británica, organizadora de la Ryder Cup. Un año y medio “en blanco”, sin competir, por culpa de unas dolencias en los pies que frenaron su brillante escalada en el mundo del golf. Fue operado del pie derecho en Estados Unidos, pero su rehabilitación fue empeorando. Hasta el punto de que no podía apoyar la planta del pie y cogió una depresión de caballo. Hubo que recurrir a la silla de ruedas. Un panorama desolador, en el que no atendía al teléfono y se encerró en su casa de San Sebastián.  

Sin embargo, su  manager Sergio Gómez le convenció para viajar a Alemania para que le examinara un médico. Olazábal ya estaba desquiciado, pero viajó a Munich. El doctor Wolhfor Müller, jefe de los servicios médicos del Bayern Munich, le hizo unas pruebas durante 48 horas. El facultativo encuentró la raíz de su problema. Una compresión de la cuarta y quinta vértebra lumbar que impide la transmisión de los nervios a la pierna y al pie derecho.
Cambió su tratamiento. Los medicamentos generativos hicieron su efecto y volvió a los campos de golf. El español, uno de los mejores especialistas en el manejo de los hierros en el campo de golf, ganó su segundo Masters de Augusta (1999), el Benson & Hedges y volvió a jugar la Ryder.


José María Olazábal, tras batir el record de 18 hoyos del CC Mediterráneo, Castellón, al presentar una tarjeta
de 63 golpes, superando la marca anterior conseguida por Sergio García. /Shoot

VETO DE LA EUROPEAN PGA
El otro gran golpe lo recibió de la European PGA Tour, cuyo director ejecutivo era Ken Schofield. La organización le “vetó” –su nombre y sus records desaparecieron del Year-Book (Anuario oficial)- tras aceptar la invitación para ser miembro de pleno derecho del US PGA Tour. El mismo año que se pospuso la tradicional Ryder Cup por el atentado contra las torres gemelas. 
Sin embargo, Olazábal demostró que estaba en gran forma –mental, física, técnica y anímica- la temporada 2002. Su mejor año en Estados Unidos. Siete Top-10 y una brillante victoria en el Buick Invitational, con dos vueltas finales de película. Se convirtió en el primer jugador en ganar un Open de la US PGA, después de pasar rozando “la línea del corte” (143 golpes). Explotó con un mágico 65 y fue el primer extranjero en ganar el torneo después de 50 años.
El escocés Sam Torrance –el del pitillo en la oreja- dudó y estuvo a punto de seleccionarle para la Ryder, pero desde las “alturas” le recordaron que estaba “vetado”. El español vio el torneo por televisión. Una victoria europea disputada en The Belfry, la sede de la PGA británica.
Ahora, con su nombramiento se curan –parece- las viejas heridas. Las morales, que, según dicen, son las que más duelen.
¡Las vueltas que da la vida!


José María Olazábal y Miguel Ángel Jiménez.  /Shoot

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