sábado, 29 de junio de 2013

LAS SEMIFINALES Y LA PIZARRA (1)





Agónico triunfo de Brasil ante Uruguay, mejor técnico-táctico

Cualquiera podría aludir a los influjos del solsticio del verano, las pesadillas o las brujerías. Los brujos a los que se les denominan ahora “curanderos” o erróneamente “parapsicólogos”. Los espíritus de los antepasados afro-brasileiros, traídos por los exploradores portugueses durante la época del rey Enrique El Navegante. Tres millones de esclavos africanos poblaron Brasil en el S. XVI.
El vudú, la macumba, la umbada o la quimbamba…  y el temido Exu (demonio) que bebe cachaça y come coliflor.
Cualquiera sabe –excepto Didi, milagrosamente curado por estos “santones”, y Garrincha, que adoraba su tierra “gente que trabaja en silencio y habla poco” conocieron sus ritos– los efectos del mal o del bien. Son santerías que se afincaron en las favelas y otros lugares de éste gran país como Brasil. Ritos que curan o matan.
Unos ritos que están en la “sombra” y siguen siendo un enigma.
No se explica –¿o sí?– las transformaciones de los dos guardametas, Muslera y Julio César en el match Brasil-Uruguay
M: La inseguridad… siempre demuestra ser una garantía
JC: La sorprendente seguridad… siempre es un manojo de nervios
M: Las dudas en las salidas… siempre tiene confianza
JC: Las sorprendentes salidas… siempre actúa en la línea de meta
M: El bloqueo de balón… que en este caso se mostró nervioso
JC: El sorprendente bloqueo de balón… no lo bloquea nunca
Tampoco se entiende –¿o sí?– la palomita al palo izquierdo de Julio César que despeja el penalty a Diego Forlán –ex compañero en el Inter de Milán–; otros de los detalles del encuentro que subieron la temperatura para bien y para mal entre ambos equipos.
¿Ya le había tomado la medida en los entrenamientos de la “neriazurra”? ¿De ahí viene la sonrisa del uruguayo antes de la pena máxima?
Aunque la fórmula siempre ha sido que “a guardametas altos, pegado al palo y al rincón”. Algo que se pudo comprobar en el Chelsea-Bayern Munich de hace un año, con las torres de Cech y Neuen en la tanda de penalties.




Por Miguel Miró
A cualquiera podría parecer que estamos buscando en “los espíritus” y no en los aciertos y desaciertos de los jugadores en el campo Mineirao, de Belo Horizonte. No; son algunos detalles inexplicables del encuentro. Además, el cambio de actitud de ambos guardametas influyeron a la postre en el resultado final del match. Fueron ellos, en definitiva, la llave de la victoria de Brasil ante Uruguay en una lid interesante, vibrante con la incertidumbre del resultado hasta los minutos finales.
Sin embargo hay algo de “brujería” en este juego imprevisible. Porque no siempre gana el mejor. El que mejor maneja la situación y el que mejor realiza  el fútbol colectivo. Los famosos cánones marcados por Herbert Chapman en el sistema y los planes preconcebidos en el campo.
Es verdad que se trata simplemente de un juego. Pero también es verdad que en muchos casos influye una dosis de suerte (10%) que al final rompe la dinámica del partido. Técnica y tácticamente Uruguay fue mejor, pero las circunstancias y algunos errores puntuales le dieron la victoria a Brasil.


MAS CORAZÓN QUE JUEGO
Muchos rebuscaron en el baúl de los recuerdos el “Maracanazo” de Uruguay en la Copa del Mundo del año 1950. Añadiendo más fuego al partido a sabiendas que, en una gran mayoría de los jugadores son supersticiosos. También Uruguay, que se presentó en la Copa de las Confederaciones, con una copia de la camiseta de aquellos años. Simulando las cintas que cerraban las zamarras.
Dejemos la historia, porque el dominio del fútbol en América del Sur lo discutían Uruguay (dos veces campeón olímpico) y Argentina, mientras que Brasil estaba emergiendo y explotó ocho años después en Suecia.
¿Respeto? Tampoco se puede asegurar esta afirmación, cuando muchas veces está disfrazado de “miedo”.
Olvidemos todos estos conceptos y hablemos claramente. El Brasil actual no tiene un esquema concreto, a pesar del binomio pseudo político que dirige a la selección. Dos técnicos (Parreira y Scolari) que si bien consiguieron dos mundiales, la magia del equipo de los inolvidables 58-62-70 menguó, aún teniendo estrellas, por culpa de tácticas super-conservadores. Ambos, cabe recordar al mismo tiempo se aprovecharon del trabajo de dos años de Manu Meneses.




ATACAR CON SEIS Y DEFENDER CON CUATRO
Aunque parezca lo mismo de las grandes selecciones de Brasil, no lo es. Porque se conocen más la línea defensiva que el desorden del mediocampo y del ataque. Se demostró en todos los partidos anteriores que disputó la selección canarinha en el campeonato. Los goles disimularon el disloque.
Las “oleadas” frenéticas en los comienzos de cada período y la fortuna, como sucedió con Uruguay, lograron la pócima mágica.
La defensa del equipo local parecen un cuadrado y un triángulo. En el primero, dos zagueros (T Silva y David Luiz) y por delante dos stoppers (Paulinho y Luiz Gustavo). Y con respecto al triángulo lo forman Thiago Silva-Luiz Gustavo-David Luiz y Paulinho por delante. Silva siempre es fijo en las proximidades del área y David Luiz, con mayor talento, es el móvil que dirige y manda en la retaguardia.
Lo de Paulinho es punto y aparte. No es stopper y juega de stopper atrás, cuando en el Corinthians es volante ofensivo.
En relación a los laterales, ambos juegan adelantados apoyando al ataque.
El ataque es por ambas bandas, tres por la derecha (Alves, Oscar, Hulk) y dos por la izquierda (Marcelo y Neymar), y el pescador (Fred) en el área rival.

URUGUAY FALLA UN PENALTY
Con un sistema claro, serio, ordenado, cubriendo los distintos sectores del campo y adelantando líneas (a los 30 metros) controla los arreones del adversario, en los que apoyan sus dos delanteros. Uruguay frena todas las intenciones ofensivas del adversario. En una palabra, desnuda la “espantada de pájaros”, y en lugar de perjudicarle las “faltas técnicas” (que proceden del basket-ball y permisivas por el árbitro) en el medio campo, las aprovecha para el contragolpe.
El ataque de la selección celeste no varía. Forlán, adelantado por el centro y la banda izquierda hace de enganche (mediapunta) para los desmarques de Luis Suárez y Edison Cavani.
El equipo uruguayo domina la situación, mientras que su rival juega a ráfagas y se estrella ante la estructura defensiva, con un doble trabajo de los centrales (Lugano y Godín) apoyados por los laterales (M Pereira y Cáceres) y un “escoba” (A Ríos), por delante, como líbero corrector. También funciona bien la labor de los volantes (A González y C Rodríguez) y la ayuda de los delanteros en ambas bandas.
Sin prisas pero con pausas, la mejor ocasión se presenta en un tiro de esquina, donde se produce un penalty: de David Luiz que agarra la camiseta a Lugano. Una opción que desaprovecha Forlán en el fatídico minuto 13, pero no se descompone el equipo celeste. Pero sí reacciona en la brutal entrada de Luiz Gustavo a Cristian Rodríguez. Una patada en el estómago que merecía la expulsión del brasileño y no tarjeta amarilla. Un error gravísimo del árbitro chileno Enrique Osses. Un hecho que reprobó todo el combinado uruguayo.
Como si fuera cosa de “brujas” a falta de cuatro minutos para terminar el primer tiempo llega el gol de Brasil. Un excelente pase largo de Luiz Gustavo a Neymar en el área pequeña, que se queda mano a mano con Muslera. El guardameta despeja en corto, como mejor puede. Sin embargo, la pelota queda “boyando” en el punto de penalty, y no perdona el “pescador” Fred, a pesar del cruce de Lugano y la posición en la “goal-line” de Godín.


EMPATE Y GOL SOBRE LA HORA
En una jugada elaborada con cinco toques en corto y dos rebotes empata Uruguay. Combinación entre Máximo Pereira-González-Rodríguez-Suárez entran como Perico por su casa en la poblada defensa de Brasil. David Luiz intenta despejar, dos rebotes de Luis Suárez-Paulinho y al final Thiago Silva hace un pase corto a Marcelo. Cavani se anticipa, roba el balón y no falla con la zurda. Pegado al segundo palo. Al rincón del guardameta.
Sube la presión del combinado uruguayo, pero sus delanteros y volantes desperdician varias ocasiones de gol. Lo mismo le ocurre a la canarinha, con más corazón que otra cosa y pocas ideas para superar el andamiaje defensivo de su adversario. Se mastica la prórroga, y se produce una “niñería” de Álvaro González con Neymar, sin venir a cuento. Un pelotazo que recibe una tarjeta amarilla. A renglón seguido en un corner favorable a Brasil, se produce el cambio de Gargano por González.
Miradas, besos y mandangas que suponen una pérdida de tiempo y la pérdida de concentración en los uruguayos. Neymar centra pasado al segundo palo, falla Cáceres, falla Gargano y falla Muslera. Cabezazo de Paulinho que “mata” el partido y que significa la victoria agónica de Brasil en los minutos finales.



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