En Asia y África y especialmente los grandes
almacenes, por lo general, suelen cortar los pechos de las maniquíes antes de
ponerlas en el escaparate o vitrina a exposición al público.
¿Cuestión de estética?
No; de religión.
Lo vimos en un reportaje en la televisión y
nos ha recordado a una película (“Mondo Cane”). Un film que marcó una época.
¡Perro mundo!
¡Pobres maniquíes!
En el fútbol español actual habría que
cortarles los brazos a los jugadores. Puede que ésta podría ser una fórmula
para evitar la polémica de la mano que se debate hasta la saciedad a través de
los medios de comunicación. Una solución drástica, sí, pero que define (a lo
bestia) la forma grotesca y tajante el laberinto que se ha metido un deporte de
masas como el fútbol.
Por Miguel Miró
Antes, una jugada preparada original o un
gol inverosímil se repetían al día siguiente o una semana después. Las imágenes
de la televisión fueron retrasmitidas al entrenador o jugador. Siempre hemos
creído –y lo creemos– que se aprende muchísimo repasando vídeos de matches o
viéndolos en directo. Porque el futbolista tiene imaginación para inventar
jugadas, regates, goles… Algo que enriquece al deporte. Y a veces se mejora la
inspiración personal del jugador.
Ahora parece que es al revés. Se copia “la
picardía” para engañar al árbitro y para “hacer daño” al adversario.
El tema de la mano (¿recuerdan la frase
“Dame la manita, Pepe Luis”?), suele ser motivo de discusión en las tertulias o comentarios
de los especialistas. La razón es muy simple. Sólo los ex árbitros son los que,
por lo general, hablan, los colegiados que pitan no dicen ni “mú”.
Todavía retumba una frase: “Las manos hay que pitarlas todas”.
El problema no es problema si no se cruza la
tarjeta amarilla o roja. Ahí es cuando se produce la alarma “fanática” y la
pregunta más airada en cada conflicto:
LA MANO VA AL BALÓN O EL BALÓN A LA
MANO
El reglamento es claro. Y corresponde al
criterio del árbitro sancionar la “intencionalidad” o no de la infracción. Lo
más sensato es determinar si “la mano va al balón” o el “balón a la mano”, que
son dos cuestiones distintas. Puede acertar o no… pero la polémica entre los
forofos está servida.
Sin embargo, existe otra parte que se ha
extendido como la pólvora. Desde hace dos temporadas un equipo se inventó un
truquillo para engañar al juez de la contienda. Como las jugadas son rápidas,
sobre todo en el área, siempre hay un listillo que levanta la mano y gesticula.
Da igual si el balón le golpea en el pecho,
la cadera o sus partes íntimas. Tiene que levantar la mano como le manda su
entrenador.
Ahora, en la actual Liga Española, no hay
ningún equipo que no levante la mano pidiendo penalty. Lo mismo pasa con el
pisotón en el empeine (que es de tarjeta roja inmediata, no es una falta casual
sino premeditada). Esto es lo que hay que erradicar.
Recordamos un Atlético Madrid-Valencia en el
Manzanares. Primera pregunta de un periodista a Alfredo di Stéfano, entrenador
del equipo valenciano. ¿Victoria y un golazo?
--¿Golazo? Si lo metió con la mano...
Todos –al que nos incluimos– no habíamos
apreciado bien la jugada. Di Stéfano, siempre directo y sincero nos despejó la
acción del “golazo”.
Lo mismo ocurrió con el gol de Maradona en
el Argentina-Inglaterra de la Copa del Mundo FIFA-1986. Nadie lo discutió, pero
sí muchos lo destacaron con pelos y señales el engaño.
MANO DE HIGUAÍN SIN
TOCAR EL BALÓN
La mano evidente de Schellinger durante el
match semifinal Uruguay-Alemania (Mundial de Inglaterra-1966) que se “come” el
referee inglés. Inglés, sí decimos bien. Y árbitro alemán en el
Inglaterra-Argentina.
Pero volviendo a la actualidad fue clamorosa
la palomita de Gonzalo Higuaín en el Valencia-Real Madrid. Algo que no vio el
árbitro Fernando Texeira Vitienes. Algo que se volvió a repetir en los cuartos
de final de la Copa 2012-2013 en el partido Real Madrid-Valencia del Bernabéu.
Aunque esta vez el jugador argentino no toca
el balón con la mano, sino que mueve el brazo de Guardado para que desde el
suelo marque el gol. Parece lo mismo, pero no lo es.
¿Por qué la picardía se aplaude y se sigue
discutiendo hasta la aurora el reglamento y el criterio del árbitro?
Otras de las picardías que los colegiados no
suelen pitar, pero se reproducen como los conejos (lances o forcejeos del
juego, les llaman) son: “agarrar y
soltar”, “abrir los brazos para empujar”, “hacer creer que es una acción lícita
(hombro) y empujar con los codos”, “apoyarse en el contrario en los corners”,
“golpear con la mano al contrario en el salto” e ir claramente al balón
jugándolo pero al mismo tiempo “empujan con el brazo al contrario” y otras
acciones reprobables que no hacen ningún favor al juego limpio del fútbol.
ALGUNOS CONTRASTES ARBITRALES
Se trata de emular a los árbitros ingleses
en la Liga Española, para que el juego sea más fluido y aunque se hace con
buena intención termina por provocar más problemas al grupo arbitral, dependiente
de la FEF.
Primero, permite todo, absolutamente todo en
el campo de juego y tarjetas, pocas o ninguna. Segundo, por la idiosincrasia
del español. Tercero, produce confusión. Y cuarto, lo más importante, el
árbitro en Inglaterra es INTOCABLE. Está prohibido que le rodeen ni le
protesten los jugadores a sus decisiones, según FA.
Una idea de “un pésimo ex futbolista” (lo
dice él mismo) bendecido por algunos técnicos. Mateo Lahoz, aunque continúa en
el arbitraje, armó la marimorena entre sus compañeros.
Sin embargo, en las distintas reuniones de
los colegiados y la CNA, presidida por el ex árbitro cántabro, Victoriano Sánchez Arminio,
se recomendó para el presente campeonato de Liga, que fueran inflexibles en los
roces en el área durante un tiro libre o un corner.
Algunos de los árbitros cumplieron su
cometido durante la primera parte de la Liga, salvo excepciones. Amonestaciones
de palabra y amenaza de tarjeta.
Sin embargo, seguimos observando una jornada sí
y otra también, las protestas airadas de los jugadores alrededor del colegiado.
¿Ha mejorado? ¿Se han tomado más medidas,
sobre todo el “levantar o izar la mano” en el área constantemente?
La libre elección de los colegiados olvidándose del sorteo, los privilegios de algunos de ellos (un grupo de cuatro
que todos conocen) y la dependencia de la Real Federación Española de Fútbol
(RFEF), impide una mayor libertad entre los árbitros.
Además, los privilegios están a la vista los
fines de semana.
Antes, los clubes podían “vetar” a un
árbitro. Ahora, son los árbitros los que pueden “vetar” a un club.
El caso de Fernando Texeira Vitienes es uno
de ellos.
Pidió no pitar al Real Madrid desde el
campeonato pasado, y no pita al equipo merengue.
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