sábado, 23 de febrero de 2013

Champions / HUELE A CHELSEA



Milán, con poco hizo mucho
y deja “tiritando” a Barcelona

Trabajó en defensa todo el partido. Con una retaguardia clásica-italiana de cuatro zagueros  y un “líbero”. Cinco hombres. Pocas veces adelantó sus líneas. Pero cubrió tanto los sectores del rival. Llegó a poblar con seis jugadores la zona central. Tuvo tres oportunidades y marcó dos goles.
Bien se puede decir que el AC Milán, con poco hizo mucho y dejó tiritando al FC Barcelona. Porque de fútbol hizo lo mínimo. Se preocupó más de destruir en lugar de elaborar. Hasta sus delanteros –El Shaarawi, Boateng y Pazzini– se multiplicaron en labores defensivos.
Al estilo “rugby” fueron aniquilando hasta la “nada” el juego del rival. Especialmente a la hora de guardar distancias cortas en sus líneas, interrumpir constantemente el juego y cubrir la espalda del compañero.
Ya lo decía un presidente de un equipo sudamericano:
“Puede haber escándalo, jugadas dudosas, errores arbitrales, bordear la violencia… Un partido sin fútbol o con poco fútbol. Para la historia y los aficionados sólo queda el resultado. El resultado del partido… Lo demás se olvida”. 


Por Miguel Miró
El cuadro “rossonero”, por otra parte, controló los tiempos y su laboratorio lo puso primero en su área y después, en el mediocampo. Como la centrifugadora de una lavadora. Tanto “girare, girare”, que supo aprovechar los espacios en defensa del Barcelona. Sabía que su adversario iba a adelantar sus líneas en busca del empate y marcó sus goles y volvió a la cueva.
El conjunto azulgrana “cayó en el engaño”. Sobre todo en el primer tiempo, con el dominio del balón y el empate que favorecía al visitante –siempre que se busca un empate, las perspectivas se tuercen– un error demasiado grave. Barcelona no sabe especular, lo ha demostrado desde hace muchos años.
¿Por qué decimos que cayó en el engaño?
AC Milán se atrincheró en la cueva, con cinco jugadores. No había marcajes al hombre, sino en zona al hombre. Y trabajaban los 11 jugadores.
AC Milán, las pocas veces que adelantó sus líneas lo hacía con líneas muy juntas y cubriendo las espaldas de sus atacantes.
En la segunda parte AC Milán multiplicó sus efectivos en el eje central –nada menos que seis jugadores– esperando la salida o algún error de su rival.
La falta de inspiración de las estrellas azulgranas, la pérdida constante de balones, los pases erráticos, la interrupción del juego y el castigo de tener un “marcaje” encima (con el aliento en la nuca) todo el partido, hicieron el resto.


BARCELONA NO FUE BARCELONA
La equivocación de Barcelona ha sido confiarse. Al ver que su rival se escondía en la cueva. Además, confió en la paciencia para encontrar el hueco, la sorpresa. Ralentizó demasiado su juego y ante la doble muralla de su rival fue incapaz de pisar el área. La posesión del balón no le sirvió de nada.
No cambió su dibujo en el campo y sus intenciones. Pero de nada sirvió, porque se quedó en meras y escasas intenciones. Apostó por el fútbol y salió esquilado. Xavi se esmeró más que nunca, sin que nadie se mostrara, se desmarcara o se moviera sin dos adversarios encima.
Mucho tendrá que jugar el Barcelona en el Camp Nou para pasar a la siguiente ronda de la Copa de Europa. Los dos goles escuecen. Pero tendrá que cambiar el chip, porque el Milán “va a morir en la cueva”.
Nos huele al Chelsea, aunque no le faltan recursos al equipo azulgrana.
Barcelona no cambió el dibujo en el estadio Giuseppe Measa, pero cayó en la trampa de Milán.

MILAN GANÓ “YARDAS” Y DIO DOS ZARPAZOS
AC Milán no jugó al fútbol. Ganó “yardas” como en el Rugby (el padre del soccer, que después se llamaría fútbol). Sólo le faltó poner a sus jugadores –hombro a hombro– desde una banda a la otra banda. Los 10. Poco o nada realizó un juego vistoso. Rácano durante los 90 minutos. Su tarea fue “impedir a Barcelona cualquier movimiento” y lo consiguió. Como un equipo “chico” muy aguerrido.
Agazapado en los límites del área en el primer tiempo, pero controlando los tiempos después. Esperando como un cazador furtivo la presa. Cambiando su dibujo en un poblado centro del campo.
Se puede reconocer su trabajo para anular al contrario, pero tampoco hizo mucho. Con muy poco le sobró.
No cambiará para nada su catenaccio en su partido de vuelta. Sin embargo, buscará un contraataque en velocidad para marcar “su golito”.

Este es el esquema del Milán. Se puede apreciar claramente las líneas bien juntas. Aunque después, en el plan de juego, Piazzini, El Shaarawi y Boateng se preocuparon más en en el trabajo super-defensivo del equipo.Tampoco sorprendió el puesto fijo de Constant y Abate, y las salidas constantes de Mezes en el cruce por el centro.
En el primer tiempo los "rossoneri" se mostraron muy ordenados en el marcaje, para desmontar el juego del adversario. Por eso, Albrosini formaba parte de la línea de zagueros. Los delanteros, por su parte, taparon los laterales y el centro. Un trabajo a destajo con una presión intensa. El empate favorecía hipotéticamente al equipo azulgrana. Su gran error ha sido confiarse ante el 0-0 del primer período.

En la segunda parte adelantó sus líneas -siempre juntas y las espaldas bien cubiertas- poblando el eje del campo con cinco o seis jugadores, complicando aún más las acciones del Barcelona

Milán tampoco se esmeró mucho en el ataque. Lo hizo al contragolpe, después de recuperar el balón. Controlando el crono y en el momento justo. Aprovechó los espacios que dejaba  el rival en las bandas (Alves y Alba) y por el centro. Sabía que Barcelona iba a adelantar sus líneas para buscar el empate. Los goles cambiaron el dibujo del equipo local, agazapándose otra vez en la cueva y con un sólo jugador en punta: Pazzini.

0 comentarios:

Publicar un comentario