Milán,
con poco hizo mucho
y deja
“tiritando” a Barcelona
Trabajó en defensa todo el partido. Con una retaguardia
clásica-italiana de cuatro zagueros y un
“líbero”. Cinco hombres. Pocas veces adelantó sus líneas. Pero cubrió tanto los
sectores del rival. Llegó a poblar con seis jugadores la zona central. Tuvo
tres oportunidades y marcó dos goles.
Bien se puede decir que el AC Milán, con
poco hizo mucho y dejó tiritando al FC Barcelona. Porque de fútbol hizo lo mínimo.
Se preocupó más de destruir en lugar de elaborar. Hasta sus delanteros –El Shaarawi,
Boateng y Pazzini– se multiplicaron en labores defensivos.
Al estilo “rugby” fueron aniquilando hasta
la “nada” el juego del rival. Especialmente a la hora de guardar distancias
cortas en sus líneas, interrumpir constantemente el juego y cubrir la espalda
del compañero.
Ya lo decía un presidente de un equipo
sudamericano:
“Puede
haber escándalo, jugadas dudosas, errores arbitrales, bordear la violencia… Un
partido sin fútbol o con poco fútbol. Para la historia y los aficionados sólo
queda el resultado. El resultado del partido… Lo demás se olvida”.
Por Miguel Miró
El cuadro “rossonero”, por otra parte,
controló los tiempos y su laboratorio lo puso primero en su área y después, en
el mediocampo. Como la centrifugadora de una lavadora. Tanto “girare, girare”,
que supo aprovechar los espacios en defensa del Barcelona. Sabía que su
adversario iba a adelantar sus líneas en busca del empate y marcó sus goles y
volvió a la cueva.
El conjunto azulgrana “cayó en el engaño”.
Sobre todo en el primer tiempo, con el dominio del balón y el empate que
favorecía al visitante –siempre que se busca un empate, las perspectivas se
tuercen– un error demasiado grave. Barcelona no sabe especular, lo ha
demostrado desde hace muchos años.
¿Por qué decimos que cayó en el engaño?
AC Milán se atrincheró en la cueva, con
cinco jugadores. No había marcajes al hombre, sino en zona al hombre. Y
trabajaban los 11 jugadores.
AC Milán, las pocas veces que adelantó sus
líneas lo hacía con líneas muy juntas y cubriendo las espaldas de sus
atacantes.
En la segunda parte AC Milán multiplicó sus
efectivos en el eje central –nada menos que seis jugadores– esperando la salida
o algún error de su rival.
La falta de inspiración de las estrellas
azulgranas, la pérdida constante de balones, los pases erráticos, la
interrupción del juego y el castigo de tener un “marcaje” encima (con el
aliento en la nuca) todo el partido, hicieron el resto.
La equivocación de Barcelona ha sido
confiarse. Al ver que su rival se escondía en la cueva. Además, confió en la
paciencia para encontrar el hueco, la sorpresa. Ralentizó demasiado su juego y
ante la doble muralla de su rival fue incapaz de pisar el área. La posesión del
balón no le sirvió de nada.
No cambió su dibujo en el campo y sus intenciones.
Pero de nada sirvió, porque se quedó en meras y escasas intenciones. Apostó por
el fútbol y salió esquilado. Xavi se esmeró más que nunca, sin que nadie se
mostrara, se desmarcara o se moviera sin dos adversarios encima.
Mucho tendrá que jugar el Barcelona en el
Camp Nou para pasar a la siguiente ronda de la Copa de Europa. Los dos goles
escuecen. Pero tendrá que cambiar el chip, porque el Milán “va a morir en la
cueva”.
Nos huele al Chelsea, aunque no le faltan
recursos al equipo azulgrana.
MILAN GANÓ “YARDAS” Y DIO DOS ZARPAZOS
AC Milán no jugó al fútbol. Ganó “yardas”
como en el Rugby (el padre del soccer, que después se llamaría fútbol). Sólo le
faltó poner a sus jugadores –hombro a hombro– desde una banda a la otra banda. Los
10. Poco o nada realizó un juego vistoso. Rácano durante los 90 minutos. Su
tarea fue “impedir a Barcelona cualquier movimiento” y lo consiguió. Como un
equipo “chico” muy aguerrido.
Agazapado en los límites del área en el
primer tiempo, pero controlando los tiempos después. Esperando como un cazador
furtivo la presa. Cambiando su dibujo en un poblado centro del campo.
Se puede reconocer su trabajo para anular al
contrario, pero tampoco hizo mucho. Con muy poco le sobró.
No cambiará para nada su catenaccio en su
partido de vuelta. Sin embargo, buscará un contraataque en velocidad para
marcar “su golito”.
En la segunda parte adelantó sus líneas -siempre juntas y las espaldas bien cubiertas- poblando el eje del campo con cinco o seis jugadores, complicando aún más las acciones del Barcelona |
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