martes, 19 de abril de 2011

CF Oporto: la fórmula chilena del “loco” Bielsa

Líneas juntas, eje sincronizado, presión, salida y contraataque

Si alguien piensa que el equipo actual del FC Oporto tiene alguna similitud con el que deslumbró la temporada 1986-1987 se equivoca. Además, sería una exageración compararlo con aquél ramillete de estrellas rutilantes. Tales como Jaime Magallhaes, Pablo Futre, el argelino Rabah Madjer, Joao Pinto o el guardameta polaco Jozef Mlynarczyk, por nombrar algunos de ellos. Aquello era una “máquina” de hacer fútbol.
Tampoco es comparable el director técnico Artur Jorge, licenciado en filología, goleador en su época de jugador y que se tituló en Alemania como técnico. Sin duda, uno de los mejores entrenadores lusos que hemos conocido junto al maestro José María Pedroto.
Además, los buenos aficionados de Oporto todavía se saben de carrerilla la “máquina” que dirigía Artur Jorge. Incluso, los que peinan canas recuerdan el gol de tacón de Madjer al Bayern Munich en la final de Viena. El mismo cuadro bávaro que humillara al Real Madrid en semifinales (4-0).
Lo que sí podemos asegurar es que el club sigue teniendo el mismo presidente de los años ochenta: Jorge Nuno Pinto da Costa. Un industrial que, según parece, sigue los pasos del recordado Santiago Bernabéu.


Miguel Miró
Guardando las distancias y lógicamente el tiempo, hoy nos encontramos con un Oporto ganador y de moda. Campeón imbatido de la Liga portuguesa y clasificado para las semifinales de la Copa UEFA (UEFA Europa League). Un equipo que, más bien parece una selección luso-sudamericana y que tiene un bien ganado prestigio por su gran trayectoria en la competición europea.
Además, cuenta con un joven entrenador –André Vilas Boas, 34 años- que creció y completó su título de técnico en Lilleshall (ING) a la sombra de su mentor, Sir Robert Robson. El manager británico creyó en él. Le tuvo como ayudante en prácticas en el Oporto y le ayudó para que estudiara los métodos de George Burcley, manager del Ipswich Town, en Inglaterra.
Vilas Boas se hizo cargo del equipo de los dragones, tras la marcha de Ferreira al CD Málaga de España, y como buen técnico buscó el sistema que más convenía, en consonancia a las características de los jugadores que disponía. Y las circunstancias lo requerían con muchos internacionales procedentes de Brasil, Colombia, Argentina y Uruguay.


FÓRMULA SUDAMERICANA
Tal vez, por eso no ha sorprendido que buscara fórmulas sudamericanas para dibujar su sistema de juego. Optando, además, por la conquista del centro del campo y la disposición de tres defensas en la última línea de cobertura. Antes de explicar la táctica que emplea el equipo blanquiazul tenemos que aclarar otros conceptos del equipo y las intenciones del entrenador.
Por lo general, el FC Oporto suele engañar en muchos partidos. Ante todo porque deja que el rival se confíe. Si nos basamos en la eliminatoria ante el Sevilla, se mostró más práctico que cómodo en el campo. Aunque inmediatamente supo ganarse pronto el eje del campo. Protege su campo. Presiona adelante y da la sensación de ser un cazador furtivo. Un equipo ordenado que deja jugar y no ahoga al rival, a pesar de la presión que intenta ejercer en el terreno de juego.
No muestra sus armas, pero sí se aprovecha de los errores de su adversario. Vilas Boas, además, se guarda siempre balas en la recámara –los tres cambios- y sabe ganar partidos en los que empieza perdiendo. Ese fue, además de un despiste de Sánchez y Medel en el pase a Palop, lo que permitió al Oporto ganar el partido en Sevilla. Precisamente, cuando el equipo local dominaba y su fútbol era superior y fluído, tras el gol de Kanouté.



TRES ZAGUEROS ATRÁS
Aunque la mayoría de los equipos sudamericanos tienen por costumbre la línea de cuatro zagueros, Vilas Boas, aunque defienda con nueve en los momentos de agobio, prefiere tres zagueros. Tres zagueros pero con un “jefe” (Otamendi) a la hora de dar el paso atrás o delante para encarar o hacer el cruce. Máxime cuando el guardameta –ya, hombre de campo- puede cumplir la faceta de líbero. Y vaya por delante que el brasileño Helton suele ser bueno en las salidas y una auténtica “goma” en los tres palos.
Después de la lesión del uruguayo Fucile en la clavícula, es probable que sea sustituido por el rumano Sapunaru en la banda derecha, mientras que Rolando y el argentino Otamendi le acompañarán en la retaguardia. Álvaro Pereira, internacional uruguayo, suele adelantarse más para convertirse en un refuerzo en la zona central o un extremo por la banda izquierda.
No decimos nada del otro mundo que el Oporto, en el momento de defenderse lo hace con nueve hombres. Por un lado, la situación de los zagueros que se retrasan; el brasileño Fernando, por delante, como hombre-escoba y otra línea de cuatro que se repliega para recuperar el balón. Lo más importante de este equipo está en que aprovechan mucho su técnica y las zonas cortas. Los  tres zagueros rara vez superan la última línea del área grande (12 metros) y como el juego de recuperación y distribución del centro del campo son dos línea bien juntas, pocas veces se les “pilla” desprevenidos.


CIERRE "METÁLICO"
Lo más interesante del sistema –aunque el trabajo sea constante- está en el “mecanismo” del eje, en el que los apoyos son muchos y las zonas de marcaje - recuperación, cortas. Algo que resulta beneficioso para dosificar las energías. Al estar las dos líneas aparentemente de tres hombres bien juntas, eliminan los espacios al rival pero al mismo tiempo todos sus movimientos están sincronizados en zonas imaginarias –triángulos de recepción del balón- y realizan el vaivén de subir y bajar.
Si juega Hulk todos sabemos que va a subir al ataque, pero y ¿cuáles son los otros dos jugadores que acompañarán al brasileño tras la recuperación del balón? Cualquiera de ellos puede sorprender en la subida. Como el colombiano Guarín junto a su compatriota Falcao, pero en la siguiente acción lo hace Beluschi y Fernando, que se descuelga desde atrás. O, tal vez, Pereira y Moutinho, a pesar de que este último es el “cerebro” del equipo.
El movimiento es como un cierre metálico a distancias cortas. Para delante y para atrás. Esta es una de las tácticas que utilizó Marcelo Bielza con la selección chilena en la Copa del Mundo FIFA, en Sudáfrica. La finalidad del sistema, poco utilizado en Europa, sirve para sorprender con los volantes por dentro y explotar el contraataque.


JUGAR SIN BALÓN
La otra fórmula atacante que practica más corrientemente Vilas Boas son las bandas. No sólo para abrir el campo, sino para romper el sistema defensivo del rival. Guarín por la derecha y Pereira por la izquierda, pero los movimientos de sus compañeros sin balón, en cruces en diagonal arrastran a sus marcadores.
Se le hace mucha publicidad al joven brasileño Hulk, de 23 años, pero los goles los consigue el colombiano Falcao que, con 11 goles es el máximo goleador de la Copa UEFA, uno más que Rossi (Villarreal). Otros detalles que destacan en el equipo luso son la forma de marcar los tiempos; uno o dos toques máximo al balón y la forma de protegerlo. Sin embargo, tiene eso sí jugadores de gran velocidad y se pueden plantar con tres pases en el área.
También sorprende la posición de los jugadores –escalonada- cuando atacan con cuatro hombres. Sus puntos débiles, se nos antoja, son las bandas a pesar de la nutrida defensa y también durante las pausas que hace en los partidos.
El Oporto cuenta con tres figuras que son claves: el guardameta Helton, que tiene una gran experiencia. Moutinho, que procede del Sporting de Lisboa, es el motor del equipo y Falcao, que aparece cuando menos se le espera. Y lo más importante, Vilas Boas cuenta con un plantel numeroso y los recambios necesarios para formar dos equipos bien ensamblados y compensados. Además, muchos de sus jugadores son polivalentes.
Para la semifinal europea ante el Villarreal pondrá al mejor equipo en el nuevo estadio “Dragoes” (50.000 espectadores). El Oporto tiene poder de convocatoria y una hinchada tan fiel como numerosa. Posible equipo titular: Helton; Sapunaru, Ronaldo, Otamendi, Pereira; Moutinho, Fernando, Beluschi; Guarín, Hulk y Falcao.

En el cuadro figuran Fucile, lesionado, que le reemplazará seguramente Sapunaru y Falcao ocupará el puesto de James

domingo, 17 de abril de 2011

COPA DEL REY: "BILLY EL NIÑO" EN MESTALLA

Juego subterráneo y “teatro” madridista “mata” el primer Clásico

Carlos Gurpegui se enfadó cuando le llamaron ¡“Carnicero”! en los estadios españoles. El jugador navarro en una jugada desgraciada dentro del área lesionó gravemente a Sergio Kun Agüero en el Athletic Bilbao-Atlético Madrid de San Mamés. El penalty, de libro y la tarjeta roja más que justificada.
Sin embargo, el árbitro Alberto Undiano Mallenco –el mismo que  dirigirá la final de la Copa de España, ¡qué ironía!- no mostró ni tarjeta ni tampoco señaló el penalty correspondiente.
Si de por sí la lesión fue grave –casi dos meses de baja- el Comité de Árbitros sancionó al colegiado poniéndole en la “nevera”, sin pitar durante varias semanas.
Entonces, cómo deberían llamarle los aficionados a Pepe, “¡Rompetobillos!”
, “¡Cometobillos!” o Carnicero, igual que Gurpegui.

Todavía no salimos de nuestro asombro. ¿Cómo el árbitro Muñiz no le sacó ninguna tarjeta a Pepe y a Alonso cuando le “comían” los tobillos a Xavi Hernández? ¿Cómo permitió ese juego subterráneo que no debería existir en el fútbol?
(…) Tan particular es este colegiado que, en sus constantes intenciones diplomáticas, consintió de todo a Pepe, pasado de frenada en muchas jugadas. () comenta José Sámano, El País.
¿Y el “teatro” de los jugadores madridistas? Individual y colectivamente, presionaban una y otra vez al árbitro ante el griterío de las tribunas.
¡El piscinazo de Marcelo ha sido clamoroso en el penalty del empate! Y esto, ¿qué confirma? Que la pirueta falsa del brasileño estaba ensayada para la expulsión de Peter Crouch frente al Tottenham. Puro teatro que él mismo festejó en el suelo –lo vio medio mundo- con los dos puños en alto.
Esto no fue, ni se parece en nada al fútbol genuino. Aparte de una total ausencia de fair-play. Más bien se utilizaron trucos barriobajeros para provocar al rival. Un juego sucio y manipulado que sigue manchando irremediablemente al fútbol en toda su dimensión.
Lo grave e insólito del asunto –gravísimo, según nuestra modesta opinión- es que todavía quedan tres clásicos más en el horizonte y Mr. "Big Mouth" (“bocazas”, así llaman ahora los ingleses a Mourinho) estará en el banquillo del Real Madrid.


QUEIROS YA LO ADVIRTIÓ
¿Éstas son las tácticas del técnico portugués? Entonces, desaparece el fútbol. Olvídense de ver jugar bien al Real Madrid. Algo que ya ocurrió en el Chelsea –que le despidieron porque no ganó la Copa de Europa- y donde Terry daba patadas hasta en el carnet de identidad. Y en el Inter de Milán, en el que transformó a Lucio, Samuel y Matterazzi como “Carniceros del área”.
Pero lo de Képler Laveran Lima Ferreira “Pepe”, ya roza el esperpento. Todavía los españoles no conocen al “Cometobillos” brasileño nacionalizado portugués. Tiene un largo historial en Portugal. Suficiente claro ha sido Carlos Queiróz –ex entrenador del Real Madrid- que acusó al zaguero de hacerse el bobo o adulador. “Yo no le insulto cuando patea salvajemente a otros jugadores en la cabeza”.
José Mourinho también ha transformado a Marcelo y Di María en especialistas de “caídas” o simulacros. Pero no son todos los que le bailan el agua al entrenador. Khedira y Özil, sin embargo, en el clásico jugaron al fútbol. Es más, el stopper alemán no se preocupó de los tobillos de Iniesta, que sufrió menos que Xavi Hernández en los juegos de guerra.
Y todavía hay incrédulos que se siguen preguntando:
¿Cómo es que el Barcelona no machacó a su rival, después de adelantarse en el marcador y tener superioridad numérica en el campo? 
Primero, por la lesión de Puyol y segundo por la línea roja del mediocampo, en la que estaban Alonso y Pepe, unidos a un Marcelo quejica y un Ramos, que no es ninguna hermana de la caridad. Los estragos de Pepe con la “venia” del árbitro, que miraba para otro lado, fueron muchos. ¿Para qué arriesgar si faltan aún tres Clásicos?
El repliegue del Barcelona ha sido por los ajustes en el mediocampo y en la retaguardia, tras la salida de Puyol. Busquets pasó como zaguero. También influyó lo suyo la posición retrasada de Xavi Hernández, que se marchó al área más que harto. Y lo hizo para evitar las andanadas –por no decir una salvajadas- de Pepe. El mismo que llama "loco" a Messi por lanzar el balón fuera del campo.


“BILLY EL NIÑO” EN MESTALLA
Ya lo hemos advertido, y ojalá nos equivoquemos, pero Undiano Mallenco ya “la armó” en el Alemania-Serbia de Sudáfrica. Los periodistas alemanes le llamaron “Billy el Niño”, por la rapidez en sacar tarjetas. Tres amarillas y una roja en tan sólo cinco minutos. Expulsó al goleador de la selección teutona, Klose.
Y si nuestra memoria no nos falla, ha sido el árbitro que anuló el gol a Luis Fabiano en el Sevilla-Real Madrid del Sánchez Pizjuán. Precisamente, en las semifinales de la Copa. El presidente del Comité de Árbitros, Sánchez Armiño, no ha estado acertado en la elección del colegiado “estudiante” para pitar la final en Mestalla.
Lo que tampoco entendemos es por qué se le está dado tanto “bombo” a la Copa del Rey. Un torneo “secundario” por su poco interés y los privilegios que se les da a los equipos de Primera División. Si no lo creen pregúntenselo a los técnicos madridistas que la ganaron. Antes tenía su importancia por la Recopa de Europa, pero la UEFA eliminó ese torneo.
Otra cuestión: habrá que estar muy atentos en las nuevas argucias de Big Mouth. Sobre todo en el terreno de juego. No olvidamos que en el primer Clásico dirimido en el Santiago Bernabéu, se dejó el césped alto y se regó. Se llegó a decir que al dejar la gramilla alta no permitía la circulación del balón. Más bien para que no se vieran las patadas en los tobillos. Cierto o no, los sudamericanos están acostumbrados a este tipo de campo.
Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa –como decía Alfredo Zitarrosa.
¿Será igual o no diferente el campo de de Mestalla?
No nos olvidamos del último Valencia-Barcelona de Liga. No llovía y el balón no corría bien y se frenaba en el terreno de juego. Una dificultad añadida para el juego que suele practicar el conjunto azulgrana. No se trataba de que el césped estuviera mal. No. Ha sido el entrenador Unay Emery que se pasó de listo. Mandó que “llenaran de arena el campo”, como si se tratara de greenes de los campos de golf, con el fin de pincharlos y oxigenarlos.
Un truco sucio que le salió mal al técnico del Valencia, porque perdió el partido. Sería ya el colmo de los colmos que le pusieran arena a la hierba y que encima “Billy el Niño” mostrara tantas tarjetas como en la final del Mundial (15).

AL FINAL, MUCHA SOPA…
Nos imaginamos, por un momento, a la inconfundible Mafalda dibujada por Quino. Odiaba la sopa. A la sopa boba nos vamos a tragar cuatro clásicos y en lugar de fútbol será como los play-off de baloncesto. Terminaremos hasta las narices de ver siempre lo mismo. Para muchos es probable que les agrade por el morbo, pero resulta reiterativo y no deja de ser una posible “muerte de la gallina de los huevos de oro”. Lo decimos, más que nada, por los aficionados que pasan por  taquilla.
Tal vez por eso le recomendamos ver los dos partidos correspondientes a la Copa de Europa. Allí puede haber buen fútbol. Se jugará el prestigio y el honor de los dos clubes más famosos de la Liga española.

viernes, 15 de abril de 2011

Tiger Woods: El “muerto” está vivo

Se acabó la pesadilla para Endrick “Tiger” Woods.
Sucedió en el back nine del Augusta Nacional. Faltaban cuatro o cinco hoyos para acabar su tercera ronda. El norteamericano giró sobre sí mismo e hizo bailar su putter con su mano derecha.
Como una batuta de una banda de música.
Algo que no repetía desde hacía, por lo menos, tres años. Parecía distendido, alegre. Iba uno sobre par. Su resultado no era para lanzar cohetes, pero su semblante había cambiado por completo.
Al llegar al tee de salida su swing parecía que había recuperado la magia. Un golpazo estratosférico. Su drive al centro del fairway. Al final, presentó su peor tarjeta del torneo: 74, dos sobre par. Así y todo seguía disfrutando.
La pesadilla –pensamos- había terminado.
El último día lució el rojo y el azul. Como en sus grandes victorias. No ganó, pero se notaba a gusto con su juego. Habían vuelto las sensaciones en el swing. El juego largo fue impecable.
El “muerto” está vivo. O mejor, al que daban por muerto está vivo y goza de buena salud.

Miguel Miró
Un gesto, un simple gesto con el putter de Tiger Woods  –como un molinillo con aspas de colores que gira con el viento- puede no ser significativo o válido para presagiar de forma rotunda que el californiano ya está recuperado.
--Más bien parece una intuición personal. Hizo 74 golpes y está a siete golpes del líder, ¿Cómo puedes decir que vuelve a ser el mismo? -nos recriminó un amigo.
--Pero, ¿has visto lo que hizo con el putter?
--Sí; lo he visto, pero eso no quiere decir nada. Estaría pensando en otra cosa.
Woods se presentó al día siguiente con el polo rojo y pantalón azul. Sus colores favoritos. Los de sus grandes éxitos.
Cazó al líder al final de los primeros nueve hoyos-31 y participó en una fiesta que pocas veces se había producido en el Augusta Nacional. Nueve jugadores peleando por el trofeo y una bolsa de $1.440.000 dólares. La mayoría de ellos extranjeros. Tres australianos (Adam Scott, Jason Day y Geof Ogilvy), dos británicos (Rory McIlroy y Luke Donald), un sudamericano (Ángel Cabrera), un asiático (KJ Choi) y dos norteamericanos, Bo van Pelt y Tiger Woods.
Todos ellos “tocaron”con una mano el cielo del liderato (-10) en los últimos nueve hoyos. De ellos solo tres se mantuvieron; dos australianos lo superaron (-12) y apareció entonces, un hombre de las tinieblas para capturar el preciado trofeo con cuatro birdies seguidos en el sprint final. El sudafricano Charl Schwartzel.
Sin embargo, el único norteamericano que plantó cara a la aldea global   (extranjeros) ha sido Eldrick Tiger Woods. Bo van Pelt alcanzó la cima (-10) con dos excelentes eagles en los par-5 del back nine (13-15), pero tropezó en los dos hoyos siguientes. Lo mismo le pasaría a Cabrera, Choi y McIlroy.


MEJOR ROUND DE 2011
Eldrick “Tiger” Woods realizó su mejor vuelta de 2011, después de un año y medio perdido en el desierto. Entre las dudas, vacilaciones y un trabajo duro para conseguir su ajuste en su swing. "Lo he conseguido" y estaba convencido de ello. El control de la bola, la dirección de la bola… Y el haber machacado mil veces la bola cada día, además de su trabajo “militar” diario en el gimnasio.
Por un momento, sus preocupaciones las dejó en el vestuario. Máxima concentración, frialdad y golpes casi perfectos. “Reventó” las calles de Augusta –solo falló dos de 14- y alcanzó con gran facilidad los greenes –sólo falló dos en los 18 hoyos- y presentó una tarjeta de 67 para un total de 278 golpes, diez bajo par en la ronda final.
Creció con la presión, al ser el único candidato local (norteamericano) en un campo de minas. No se arrugó en ningún momento y pudo ganar a un haz extraordinario de extranjeros que dejaron de relieve su talento y calidad. Woods no ganó –es cierto- por su juego de green. Pudo terminar, fácil y sin exagerar tres o cuatro golpes bajo par en el back-nine, después de su espectacular remontada y el 31 de sus primeros 9.
Falló en el par-3 del 12, con tres putts. El último de 0,90 cm. Falló para eagle en el par-5 del 15 a una distacia de 3 mts. Y así tres hoyos más. En general se bloqueó –algo que era precisamente su especialidad durante su exitosa carrera- en el green. Y en especial: en los putts cortos de 3 metros o menos. ¿Desapareció su toque mágico con el putter? En esta ocasión, no lo vamos a negar, ha sido su punto crítico. Si analizamos el recorrido completo, ninguna objeción. Un eagle, 19 birdies, 14 bogeys y… 6 triple-putts.
No obstante, Woods el último día hizo 29 putts. Y un front-nine de película, cinco bajo par. El 31 arroja 1 eagle (8), 4 birdies (2-3-6-7) y un bogey (4). Superó los 33 de Sergio García, Álvaro Quirós, JK Choi.


SINFONÍA INACABADA, PERO…
La música del front nine (31, cinco bajo par) se convirtió en un aperitivo. Ni más ni menos. Una sinfonía inacabada. Le faltaron algunas notas. Unas notas en los greenes, que en Augusta se convierten en “angustia”. Cierto, completamente cierto, pero… Woods consiguió otra victoria más íntima y muy particular. Las buenas sensaciones con su nuevo y consistente swing.
Se podría hablar de milagro, pero no se trata de eso. Simplemente supone mucha paciencia y mucho trabajo. El único temor que teníamos era su rodilla izquierda y sus operaciones.
Lo importante estaba centrado en si era capaz de reforzar en el gimnasio el aspecto físico-atlético y recuperarse técnica y anímicamente de un largo camino en el desierto.
1999.- Todos los aficionados recuerdan la explosión de su golf al año siguiente, una vez que fue operado de los ojos con rayos láser, ya que era miope.
2003.- Le operaron de la rodilla izquierda, que se le había inflamado. Le quitaron líquido sinovial y “quistes” benignos.
2008.- Se fracturó el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda a mitad de temporada. Una intervención que le mantuvo apartado de los campos ocho meses.
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El nuevo swing Tiger Woods lo tiene asimilado. Le han vuelto las sensaciones en el Masters. Y sobre el papel la rodilla izquierda –punto de referencia donde pivotea el swing- responde con soltura. No debemos olvidar que el golf no es sólo un deporte mental, sino la coordinación del cuerpo y la mente. Y por lo observado en el Augusta Nacional, el swing del estadounidense encaja con su temperamento.
En los conceptos básicos –ya lo remarcó a su manera Charl Schwartzel, el flamante campeón- en la Sala de Prensa: El golf tiene cinco puntos claves (el swing). En el momento que sale mal, uno de esos puntos está fuera de control. El sudafricano, outsider en el Masters, pero vencedor de 7 Opens en Europa y otro 5 en su país, habló de grip, stance, alineación –creemos que dijo “postura”-, ritmo y equilibrio.
El swing de Woods parece más equilibrado (con el uso de la geometría, los ángulos y los planos). Un mejor plano y alineación le permiten controlar mejor el palo. Bien coordinados los brazos y las piernas más juntas. Termina el backswing como una unidad. Hombro, cadera y pie izquierdo en línea perpendicular al cuerpo. Esto permite más control a la bola y una mayor precisión.
Sean Foley pretende, al parecer, que Tiger Woods tiene que estar centrado en rotar sobre la bola a través de su swing, con la finalidad de reducir el stress y la tensión en el cuerpo.
La teoría de Sean Foley supone que el 55 por ciento del peso corporal tienda a mantenerse en el lado izquierdo durante la subida y la bajada. Desde el primer movimiento. Hasta que el palo impacta a la bola. En ese momento se traspasa el 88 por ciento.  
“Sean no me ve a mí como un jugador de golf,” dijo el británico Justin Rose. “Me ve desde un punto de vista de un atleta o biomecánico. No intenta que el swing sea bonito o elegante. Quiere que funcione de la manera más científica posible. Esto es lo que me gusta de él”.
Globalmente, también ha influido el trabajo de gimnasio. Más atlético y más en forma físicamente se le observa más elástico y más flexible en sus movimientos. Algo que se comprobó: un swing más fuerte y más rápido.
El trabajo al unísono entre Tiger Woods y Sean Foley (su coach), ya comienza a dar resultados. Un swing compensado, con más flexibilidad y potencia. La flexibilidad acompañada por el machaqueo diario que le hace ser repetitivo.


PALABRA DE WOODS
El californiano, que lleva 18 meses sin ganar un torneo ha reconocido que la “reconstrucción” de su swing le ha devuelto “la emoción y la diversión en el campo de juego”. Tanto él como algunos especialistas que pegó “bien a la bola durante la última jornada del Masters de Augusta”.
“Ha sido una semana muy buena y me sentía francamente bien,” agregó. “El Masters ha sido muy emocionante. Por desgracia, no estuve muy fino en el juego corto en el green. Sin embargo, los 9 primeros golpes del último día ha sido muy divertido. Como si se hubiese producido una explosión en mi juego y entre el público. Fue interesante estar en la lucha por el título el domingo. Aunque tuve mis opciones, lamentablemente no gané”.
La recuperación de su autoestima hace pensar que, ahora, Eldrick Tiger Woods trabajará más para recuperar el “putt mágico” de sus años de gloria. Una cuestión que se podrá comprobar en el próximo US Open Championship, segundo torneo del Grand Slam, en el Congressional CC&G de Bethesda, Maryland, durante la segunda semana de junio.

martes, 12 de abril de 2011

MASTERS: ¡PIM-PAM-PUM… SCHWARTZEL!

4 birdies finales y su nombre: Adrian Charl James y Lindsay



“No cámaras, no cámaras” pidió Charl Schwartzel, antes de prepararse para el segundo golpe y atacar el green del 18 del Augusta Nacional Club. El sudafricano buscaba su cuarto birdie consecutivo, pero su bola aterrizó en el centro del green alejada de la bandera. Un putt largo, de 6,5 metros. JK Choi, otro de los protagonistas de la última jornada “salvaje y abierta” había caído en el bunker de la izquierda. El sudcoreano cedió su turno.
Schwartzel estudió las caídas y como buen cirujano no le tembló el pulso. Un golpe seco y la velocidad justa. ¡Y la enchufó! Catorce bajo par. Dos golpes de margen del dúo australiano, Adam Scott y Jason Day (-12).
La seguridad y el temple de Schwartzel ha sido asombroso. Tan espectacular como su último birdie. Una forma de despejar dudas. Charl lo dejó bien claro. Tan claro que sin saltar, se vio volando entre una enorme nube de aficionados en pie enloquecidos.
¡Aquí está el campeón!
Nadie en la historia del torneo había conseguido un final semejante: cuatro birdies en los cuatro últimos hoyos. Quizá, a partir de ahora tengan un nombre propio. Como los cuatro nombres de pila que el sudafricano tiene en su fecha de nacimiento: Adrian - Charl - James – Lindsay… Schwartzel.
Miguel Miró
¡Qué ironía! La vida da tantas vueltas que… los polos se encuentran, el mundo tiembla de calor, la crisis se alarga como los días y las olas se vuelven maremotos. Sólo falta que a los hombres le crezcan alas y las aves se dediquen a la agricultura.
¡Qué ironía! Ernie Els montó una escuela de golf (de cazatalentos) y dos de sus alumnos más aventajados ganaron en ocho meses The Open –como le llaman los anglosajones al British Open- y el Masters. El bueno de “Big Ease” tiene 64 victorias, de ellas 2 US Open y 1 British Open, pero nunca ganó el Masters.
¡Qué ironía! Gary Player, poseedor del Grand Slam de Golf y primer extranjero en vencer en Georgia, se entusiasmó con Rori McIlroy y le asesoró para que pudiera ganar en Augusta.
¡Qué ironía! En la edición 75º se cumplían 50 años del primer triunfo de Gary Player y otro sudafricano conseguía la chaqueta verde en el torneo que “explota” como la primavera.
El mundo está tan revuelto que nos había costado bastante cazar las letras del apellido Oosthuizen, Louis y ahora tendremos que hacerlo el doble para componer el de Schwartzel, Charl. Ambos, amigos de la infancia, juegan hasta con cinco vocales y ocho consonantes algunas de ellas seguidas.
¡Qué ironía! Charl, que jugaba su segundo Masters, confesó que había tomado nota de las claves que le había sugerido Jack Nicklaus de +cómo se puede atacar+ el course de Augusta. Y para acabar con las ironías, no podemos olvidar estas dos últimas, bastante curiosas:
1à Los dos amigos íntimos sudafricanos son miembros del European PGA Tour y por lo tanto, se le ha considerado como victoria europea. ¡Puff! Menudo alivio. Por un momento pensamos que estábamos en un planeta super globalizado y sin fronteras.
2à Louis y Charl dieron el salto del Sunshine Tour al European Tour y ahora, al US PGA Tour 2011. Los dos viven alquilados en el mismo complejo Palm Beach Garden (Florida) junto a sus familias. Muy cerca de Ernie Els. Sin embargo, lo más interesante de todo ha sido cuando intentamos estudiar el swing de ambos ganadores. Louis es más regordete y Charl, más flaco. Esto no implica para que swing sea bastante similar. El mismo movimiento de hombros, rodillas, brazos… Un swing ganador.


AHORA O NUNCA
Para que después digan que se acaban los diamantes en Sudáfrica. Schwartzel ha sido el tercer sudafricano en capturar el Masters de Augusta y la quinta chaqueta verde. Gary Player (1961-1974-1978) y Trevor Immelman (2008) fueron los otros ganadores.
El nombre de Charl Schwartzel se recordará por su eagle en el hoyo 3, par-4, desde un bunker y a una distancia de 132 metros. Y por sus cuatro birdies en los cuatro hoyos finales (4-2-3-3). Nadie lo había conseguido jamás.
Ganó por su sangre fría –nunca perdió su compostura-, su temple, su regularidad, su juego sólido y por saber negociar los greenes. En los 72 hoyos cogió 49 verdes e hizo 107 putts. Arrancó nueve golpes a los pares-5 y dos a los pares-3.
Las cuatro vueltas las hizo bajo par (69-71-68-66) y selló su victoria con dos eagles, 17 birdies, 46 pares y siete bogeys. Un total de 274, catorce golpes bajo par y un margen de dos del binomio aussi (-12) Adam Scott y el debutante Jason Day.
Controló los tiempos y la cabeza. De la misma forma que supo frenar sus impulsos en los cinco hoyos finales, tras un subidón del birdie-par-bogey-birdie (R2), lo repetiría al final. Un comienzo espectacular: birdie-chip, par, eagle y esa pausa larga de 10 pares, por el tropiezo en el primer par-3 (hoyo 4) del recorrido. Una vez pasar de puntillas por el Amén Corner y ver el scoreboard arriesgó en los cuatro hoyos finales.
“Yo sabía que se trataba de ahora o nunca y que debía hacer buenos golpes. Me vi co-líder y era momento de atacar en los cuatro últimos hoyos. Ha sido excitante,” diría después el campeón.
Lo fundamental suele ser la paciencia en el golf, incluso cuando no entran los putts. Pero Schwartzel estaba inspirado, confiaba en sus posibilidades y su golf. En el 15 su birdie-putt ha sido de 2,5 metros. El último par-3, desde 4,5 metros. De cuatro metros, el 17 y el último, 6,5 metros. Un final de película. Gran comienzo y brillante final.


INSPIRACIÓN
Desde atrás, como los grandes “jockeys” en las carreras de caballos. Atacan por fuera cuando pasan la última curva y a 100 metros de la meta. Schwartzel salió del tee del 1 a cuatro golpes del líder (Rory McIlroy) y firmó la mejor tarjeta del domingo-66. Sin embargo, en las tres vueltas anteriores había jugado mejor el front-nine (-7) que el back nine (-1).
¿Un presentimiento o una inspiración?
El aussi Jason Day comentó: “Si quieres salir a ganar, así es como hay que hacerlo. Yo me quito el sombrero ante Schwartzel, jugó magníficamente”.
En cambio, el campeón sudafricano, con su flamante chaqueta verde aclaró: “Mi gran inspiración ha sido ver a mi amigo Louis ganar el British Open el año pasado y de la forma que lo hizo en St Andrews. Ambos sabemos nuestro nivel en el golf. Al verlo se me quedó grabado en mi mente. Lo comentamos y me convencí que era posible. Ambos coincidimos que, de acuerdo con mi juego, el Masters de Augusta era el adecuado para ganar.”

jueves, 7 de abril de 2011

MASTERS: DE PATITO FEO A PAVO REAL

Arny lo pone en “órbita” y Seve “abre” el torneo a los europeos

Existen muchas leyendas e imprecisiones sobre el Torneo de Maestros en la encantadora localidad de Augusta, Georgia. A vuelo de pájaro y tomando como referencia a cuatro protagonistas providenciales, intentaremos descifrar ese embrujo que produce el certamen –y que, indudablemente, lo tiene- en el mundo del deporte.
Cuatro personajes que cambiaron la historia del Masters.
La política privada, rancia y rígida de una prueba exclusiva. Exclusiva, sí, para jugadores de Estados Unidos de América en un campo exclusivo y cerrado. Unas reglas estrictas y restrictivas con los golfistas extranjeros.
Un club y un campo privado de escasos socios (300). Desde su apertura también se puso coto a los espectadores. Un cupo en el que debía que ser revisado y aprobado por su Junta Directiva.
Entre los grandes campeonatos mundiales era un “bunker” privado. Y de  patito feo del Grand Slam pasó a ser, con el tiempo, un pavo real.


Miguel Miró
Aún hoy, el Masters de Augusta sigue llevando la etiqueta de “Invitational Tournament” desde 1934. Un torneo por invitación en la que tiene cuatro grandes protagonistas en su corta historia en el deporte del golf. Robert Bobby Jones, vencedor del entonces “auténtico” Grand Slam en un solo año. El US Open y el British Open, tanto profesional como amateur. Los cuatro grandes de la época (1930) y los campeonatos más antiguos del mundo.
Bobby Jones fue, en cierta manera, el impulsor del campo –junto al doctor escocés Alister McKenzie, quien inventó los “bunkers” de arena, ya que antes eran de hierba- y del torneo. Bobby ha sido y es, indiscutiblemente, una figura mítica en Estados Unidos.
El segundo protagonista ha sido el sudafricano Gary Player, primer jugador no-americano (extranjero) que ganó el Torneo de Maestros (1961) y que formó parte de un triunvirato (The Big-three) junto a Arnold Palmer y el incomparable Jack William Nicklaus. Ellos, en cierto modo, hicieron más popular el golf en el nuevo mundo, un deporte que parecía elegido para la High Society.

GRAND SLAM MODERNO
Arnold Palmer, siempre protegido y aclamado por su Arny Army, sin quererlo o queriéndolo, le dio el prestigio que le faltaba. Palmer, junto a un periodista y a 900 metros de altura (en un avión que le trasladaba a Inglaterra para jugar el British Open Championship) se “inventan” el Grand Slam moderno, que incluye como hoy al British, US Open, US PGA y Masters.
La teoría de Arnold Palmer, en aquellos años sesenta era que, después de ganar el US Open y el Masters, le tocaba conquistar el British. Y el periodista agregó el US PGA para completar el nuevo Grand Slam. Y puso The Masters Tournament Invitational en el mapa de los grandes campeonatos. De esto hace poco más de 50 años.

POKER ASES O REYES
El poker de ases o de reyes lo completa el español Severiano Ballesteros. Segundo jugador no-americano y primer europeo en conseguirlo en 1980. El jugador español, que ya se había ganado al público británico deslumbró al público norteamericano. Seve o Sevvy o Mister Contento, ha sido la llama que encendió todos los fuegos en el golf. El hombre que rompió todas las reglas y tradiciones arcaicas y obsoletas de este deporte en los Estados Unidos.
Ballesteros fue, por qué no decirlo, quien “rompió las cadenas” a favor de los europeos y extranjeros en la US PGA Tour, que hasta ese momento estaban cerradas y muy limitadas. Es verdad que la lucha fue dura y titánica.
No era fácil modificar normas y tradiciones. Como tampoco enfrentarse al testarudo Deane Beman y al grupo de jugadores que mandaban en el circuito. “La famosa regla de los 15 Opens para ser miembro” y otras muchas.
El español incluso fue “vetado” por la poderosa US PGA Tour una temporada, pero Beman tuvo que claudicar ante la presión de los patrocinadores y de los aficionados. Todos, al unísono, querían ver jugar a Severiano Ballesteros en los Estados Unidos.

EL SARAMPIÓN
Indirectamente, aunque Ballesteros se convirtió en socio honorífico de pleno derecho del Augusta Nacional Club, también repercutió con la teoría de las “puertas abiertas” a los europeos. El sarampión también contagió al Masters en la que solo participaban ¡¡¡18 extranjeros y 82 norteamericanos!!! Y no sólo rompió esa regla exclusivista, sino que eliminó la regla de los caddies, que tenían que ser negros y no se admitían otros.
En la década de los años ochenta se pudo comprobar el cambio. Las victorias de jugadores europeos superaron a los norteamericanos: 6-4 (Seve Ballesteros-2, Bernhard Langer, Sandy Lyle y Nick Faldo-2). Una supremacía (7-4) que se repetiría en la siguiente década, junto a las dos victorias extranjeras de Vijay Singh (Islas Fiji). Los años noventa son, precisamente, los de otro “monstruo” del Norte, José María Olazábal que ganó dos chaquetas verdes (1994-1999). Al español le siguieron el galés Ian Woosnam, el alemán Bernhard Langer y Nick Faldo que guarda tres “green coat” en el armario.

NO EXISTE LA PALABRA “OPEN”
El Masters de 2011 –segunda década del nuevo Millenium- demuestra que el torneo /Invitational Tournament/ sigue manteniendo sus tradiciones, pero que no puede compararse con los otros tres campeonatos /Championship/ grandes del Grand Slam que sí tienen la denominación de “grandes”. Es el benjamín del cuarteto por la invención de Arnold Palmer, que lo puso en órbita, sin merecerlo en los años sesenta.
Otro ejemplo más: su verdadero nombre lo indica; no aparece por ningún lado la palabra OPEN, algo sí destaca en el British Open Championship, el más importante de todos, US Open Championship y por último, US PGA Open Championship.
¡Cómo habrá cambiado el Masters –de Patito Feo a Pavo Real- desde los años ochenta! En la presente edición participan 96 jugadores: 52 americanos (48 del Norte) y ¡¡¡45!!! Extranjeros. Veintiséis europeos, seis de las antípodas, seis asiáticos y siete africanos.
Entre ellos, cuatro españoles. José María Olazábal, Sergio García, Miguel Ángel Jiménez y Álvaro Quirós. Los tres primeros saben lo que es estar Top-10 en el Augusta Nacional. Olazábal se enfundó dos veces la chaqueta verde (1994-1999) y es socio honorífico del torneo. No obstante, no se le puede descartar. Arañó el triunfo en dos ocasiones, la última en 2006. Las mismas opciones de Sergio que se le escaparon.
Miguel Ángel Jiménez ha destacado (dos Top 10) en los últimas ediciones del torneo. A pesar de que los periodistas británicos, que tuvieron que reconocer  sus cualidades, después de muchos años diciendo que se le acabaría la cuerda. Y por último, Álvaro Quirós que hace su tercera aparición. Se espera mucho de él tras su victoria de Dubai. Seguro que no defraudará.
Si nos piden un pronóstico a bote pronto, apostaríamos por Sergio García…
Pensamos que el Masters lo va a ganar un europeo y si es español, mejor. Hay un quinteto de candidatos, según nuestro punto de vista: Martin Laird (ESC), Louis Oosthuizen (SA), Sergio García (ESP), Lee Westwood (ING) y David Toms (US).
Sin embargo, en cuanto a los participantes españoles nos conformaríamos con repetir el "scoreboard" de 2002: José María Olazábal, cuarto; Sergio García, octavo;  Miguel Ángel Jiménez, noveno y agregar a Álvaro Quirós en el décimo lugar.

lunes, 4 de abril de 2011

APOSTAMOS POR SERGIO GARCÍA… ¿Y USTED?

Se enfrenta a su propio destino: recuperar su “fuego” y su golf


Dos años en blanco y varios meses para reflexionar. Del nº 2 del mundo en 2008, tras su espectacular victoria en el TPC, al nº 82 en las Navidades pasadas. Shock sentimental o bloqueo mental. Puede ser lo uno y lo otro. Sin embargo, la vida no se para, continúa. El reloj del tiempo no se detiene nunca. No es lo mismo figurar como colaborador en la Ryder Cup, que participar en el team europeo.
Olazábal pretende contar con él en el equipo para el año próximo. Pero sabe que es estricto. Quiere a los mejores jugadores.
Comprendemos su situación y la soledad, aunque parezca mentira, lo cura todo. Porque es la única forma de encontrarse consigo mismo.
Después de los cinco primeros torneos de 2011, percibimos una cierta reacción. Más concentración, más madurez, más carácter y más humildad en el campo. Un gráfico claro de altos y bajos. Sin la regularidad de otros años. Lógico y normal. Aún así seguimos apostando por Sergio García. Creemos en su fuego, creemos en su golf; no creemos en su hielo, transformado en frustración o pesimismo. Y por más que haya pensado en retirarse, sabemos que volverá a recuperarse. Creemos que aún tiene muchos torneos por conquistar y muchos records por batir.

Miguel Miró
Sergio García necesitó tiempo para meditarlo. Para “amueblar” nuevamente su cabeza. No obstante tiene que cumplir sus compromisos. Se encerró cuatro meses consigo mismo. Sabe perfectamente que él, solo él, tiene que resolver sus problemas. Personales y deportivos. Sabe que está madurando y su carácter no es, precisamente, el mismo que hace 11 años.
…Cuando explotó en el European Tour con dos victorias (Alemania e Irlanda) que pudieron haber sido tres (Scottish Open)… Aquél mismo año que tuteó a Tiger Woods en el US PGA, terminando segundo. Y que le concedieron la tarjeta sin pasar por la Qualifying School de los dos grandes circuitos.
Sabe, también, que es más fácil “caer” que “levantarse” para poder afrontar los retos de la vida con valentía. La vida es una lucha constante. Sabe que debe trabajar duro para recuperar las sensaciones y disfrutar en el campo. En base a ese trabajo puede conseguir la ansiada consistencia en su juego.
Sabe, por último, que posee un don para el juego del golf. Un deporte que ha practicado desde los tres años y eso, por más que quisiera, no se puede borrar tan fácilmente.


MAYOR CRITERIO…
En Dubai se le hizo una pregunta “inocente”. ¿Por qué perdió su sonrisa? La respuesta no fue la esperada. Dijo que sonreía cuando quería, y no cuando lo exigía el guión o el mundo se lo exigía. No obstante, con un periodista inglés se sinceró. Abrió su corazón que tenía cerrado con seis llaves. Le confesó que tenía que resolver por sí mismo los problemas. Hay cosas que tiene que mejorar y para ello debe trabajar. Para conseguir la consistencia en su juego. Cree que para volver a ser el mismo, lo necesita.
Ha sido, incluso, más duro consigo mismo al decir: “No quiero dejar que el juego me supere y me domine”. Y no aventura que puede llegar otra vez al cenit de su golf. (“No sé si puedo estar bien otra vez”). Fuerte, sincero y humilde.
No aventura nada. Cree que hay alguna manera de jugar y también adónde quiere llegar. Si él no es capaz de hacerlo resultará frustrante. Aunque para ello tendrá que trabajar duro. Igualmente, piensa que debe mejorar. Esa dosis de sensaciones que se dan en el golf. Certifica que le falta confianza y que si la recupera es posible que sea todo más fácil. Puede suponer un impulso a su carrera deportiva.
Su voz es grave en sus declaraciones.
Agrega que no es casual que se diga la forma que le está pegando a la bola. Aunque reconoce que no puede ver “el futuro”. Se hace dos auto-preguntas. "¿Puedo volver a ser como antes? ¿Puedo volver a mi mejor juego?" Piensa que si antes fue capaz, ¡por qué no! ahora. Cree y sabe que es capaz y lo va a intentar. Lo primero es recuperar la confianza.


Menos dubitativo y más directo Sergio García se mostró en un tono más humilde que de costumbre. Más frágil que en los tiempos de amateur, el mejor amateur del Mundo, y en los primeros años de profesional. El español comentó que tenía muchas cosas en que reflexionar. “Tantas cosas que están pasando en mi vida y no sólo es el golf. Si yo renuncio mañana a mi carrera, yo estaría bien. No es cuestión de vida o muerte, entre el golf y yo”.
Agrega, también, que cuando no juega bien al golf, no se siente bien.
“Es tan simple y tan claro como se lo digo”
Y Sergio remata con un “panchito” (punch) al green: “Llega un momento en que uno puede estar un poco cansado. Pasa por etapas en la que te cansas. Y esto hace, a veces, que te sientas un poco frustrado”.
El periodista inglés intuyó lo que le iba a decir a continuación. No obstante, se equivocó y sonrió. “En este momento puedo decirle que todavía me encanta jugar al golf, en caso contrario optaría por dejarlo”.
Sin decirlo… lo dice. Frustración deportiva. Sí; estuvo en un tris de conseguir dos US PGA, dos US Open y dos British, el último en 2007. Y todos ellos se escaparon como un globo de gas en un Parque de Atracciones. Volaron esos títulos y volaron esos sueños.
Sin decirle, lo dice… Frustración sentimental. Su ruptura con Morgan-Leigh Norman, hace dos años, que le hizo deambular por los campos de golf.


FUEGO O HIELO
De pronto, se frenó en seco y se preguntó: ¿Qué estoy haciendo?
Sergio se vio patinando sobre el hielo, sin fuego para recuperar su talento en  el golf. Desapareció de la escena y se refugió en sí mismo. Cualquiera que le conozca sabe que es una persona de difícil acceso. Todo lo guarda en su interior. Lo disimula muy bien, pero también tiene una gran carencia de comunicación humana que le lleva al pesimismo.
Ahora descubrimos que su futuro –y creemos que lo ha percibido- está en su disciplina, la madurez y el sentido de lo esencial. Y debe olvidarse de la ambición excesiva que puede inducirle al engaño y a una avidez de poder que no deja de ser ficticia.
Sus palabras y gestos así lo demuestran.
“Yo sé lo que está pasando dentro de mí. Y si yo no me siento bien, me molesta. Mis sentimientos son claros. Tengo que trabajar para volver con más confianza”.
Desde Dubai –que empezó como una moto y terminó como una tartana- hasta sus dos actuaciones en el US PGA Tour. Su juego mejoró notoriamente. En el Transitions Championship acabó 15º (68 66 72 71 =277, siete bajo par). Buenas sensaciones. Pero su mejor actuación en este principio de temporada ha sido en Orlando, en el terrorífico Bay Hill (Arnold Palmer Invitational). A pesar de las dificultades del course, recuperó su sonrisa y lo más importante: disfrutó en el campo. Su segundo Top 10 de 2011, 8º.
No jugó el siguiente Open y ahora llega el Masters de Augusta.
Nosotros apostamos por Sergio García ¿y usted?