Dos años en blanco y varios meses para reflexionar. Del nº 2 del mundo en 2008, tras su espectacular victoria en el TPC, al nº 82 en las Navidades pasadas. Shock sentimental o bloqueo mental. Puede ser lo uno y lo otro. Sin embargo, la vida no se para, continúa. El reloj del tiempo no se detiene nunca. No es lo mismo figurar como colaborador en la Ryder Cup, que participar en el team europeo.
Olazábal pretende contar con él en el equipo para el año próximo. Pero sabe que es estricto. Quiere a los mejores jugadores.
Comprendemos su situación y la soledad, aunque parezca mentira, lo cura todo. Porque es la única forma de encontrarse consigo mismo.
Después de los cinco primeros torneos de 2011, percibimos una cierta reacción. Más concentración, más madurez, más carácter y más humildad en el campo. Un gráfico claro de altos y bajos. Sin la regularidad de otros años. Lógico y normal. Aún así seguimos apostando por Sergio García. Creemos en su fuego, creemos en su golf; no creemos en su hielo, transformado en frustración o pesimismo. Y por más que haya pensado en retirarse, sabemos que volverá a recuperarse. Creemos que aún tiene muchos torneos por conquistar y muchos records por batir.
Miguel Miró
Sergio García necesitó tiempo para meditarlo. Para “amueblar” nuevamente su cabeza. No obstante tiene que cumplir sus compromisos. Se encerró cuatro meses consigo mismo. Sabe perfectamente que él, solo él, tiene que resolver sus problemas. Personales y deportivos. Sabe que está madurando y su carácter no es, precisamente, el mismo que hace 11 años.
…Cuando explotó en el European Tour con dos victorias (Alemania e Irlanda) que pudieron haber sido tres (Scottish Open)… Aquél mismo año que tuteó a Tiger Woods en el US PGA, terminando segundo. Y que le concedieron la tarjeta sin pasar por la Qualifying School de los dos grandes circuitos.
Sabe, también, que es más fácil “caer” que “levantarse” para poder afrontar los retos de la vida con valentía. La vida es una lucha constante. Sabe que debe trabajar duro para recuperar las sensaciones y disfrutar en el campo. En base a ese trabajo puede conseguir la ansiada consistencia en su juego.
Sabe, por último, que posee un don para el juego del golf. Un deporte que ha practicado desde los tres años y eso, por más que quisiera, no se puede borrar tan fácilmente.
En Dubai se le hizo una pregunta “inocente”. ¿Por qué perdió su sonrisa? La respuesta no fue la esperada. Dijo que sonreía cuando quería, y no cuando lo exigía el guión o el mundo se lo exigía. No obstante, con un periodista inglés se sinceró. Abrió su corazón que tenía cerrado con seis llaves. Le confesó que tenía que resolver por sí mismo los problemas. Hay cosas que tiene que mejorar y para ello debe trabajar. Para conseguir la consistencia en su juego. Cree que para volver a ser el mismo, lo necesita.
Ha sido, incluso, más duro consigo mismo al decir: “No quiero dejar que el juego me supere y me domine”. Y no aventura que puede llegar otra vez al cenit de su golf. (“No sé si puedo estar bien otra vez”). Fuerte, sincero y humilde.
No aventura nada. Cree que hay alguna manera de jugar y también adónde quiere llegar. Si él no es capaz de hacerlo resultará frustrante. Aunque para ello tendrá que trabajar duro. Igualmente, piensa que debe mejorar. Esa dosis de sensaciones que se dan en el golf. Certifica que le falta confianza y que si la recupera es posible que sea todo más fácil. Puede suponer un impulso a su carrera deportiva.
Su voz es grave en sus declaraciones.
Agrega que no es casual que se diga la forma que le está pegando a la bola. Aunque reconoce que no puede ver “el futuro”. Se hace dos auto-preguntas. "¿Puedo volver a ser como antes? ¿Puedo volver a mi mejor juego?" Piensa que si antes fue capaz, ¡por qué no! ahora. Cree y sabe que es capaz y lo va a intentar. Lo primero es recuperar la confianza.
Menos dubitativo y más directo Sergio García se mostró en un tono más humilde que de costumbre. Más frágil que en los tiempos de amateur, el mejor amateur del Mundo, y en los primeros años de profesional. El español comentó que tenía muchas cosas en que reflexionar. “Tantas cosas que están pasando en mi vida y no sólo es el golf. Si yo renuncio mañana a mi carrera, yo estaría bien. No es cuestión de vida o muerte, entre el golf y yo”.
Agrega, también, que cuando no juega bien al golf, no se siente bien.
“Es tan simple y tan claro como se lo digo”
Y Sergio remata con un “panchito” (punch) al green: “Llega un momento en que uno puede estar un poco cansado. Pasa por etapas en la que te cansas. Y esto hace, a veces, que te sientas un poco frustrado”.
El periodista inglés intuyó lo que le iba a decir a continuación. No obstante, se equivocó y sonrió. “En este momento puedo decirle que todavía me encanta jugar al golf, en caso contrario optaría por dejarlo”.
Sin decirlo… lo dice. Frustración deportiva. Sí; estuvo en un tris de conseguir dos US PGA, dos US Open y dos British, el último en 2007. Y todos ellos se escaparon como un globo de gas en un Parque de Atracciones. Volaron esos títulos y volaron esos sueños.
Sin decirle, lo dice… Frustración sentimental. Su ruptura con Morgan-Leigh Norman, hace dos años, que le hizo deambular por los campos de golf.
De pronto, se frenó en seco y se preguntó: ¿Qué estoy haciendo?
Sergio se vio patinando sobre el hielo, sin fuego para recuperar su talento en el golf. Desapareció de la escena y se refugió en sí mismo. Cualquiera que le conozca sabe que es una persona de difícil acceso. Todo lo guarda en su interior. Lo disimula muy bien, pero también tiene una gran carencia de comunicación humana que le lleva al pesimismo.
Ahora descubrimos que su futuro –y creemos que lo ha percibido- está en su disciplina, la madurez y el sentido de lo esencial. Y debe olvidarse de la ambición excesiva que puede inducirle al engaño y a una avidez de poder que no deja de ser ficticia.
Sus palabras y gestos así lo demuestran.
“Yo sé lo que está pasando dentro de mí. Y si yo no me siento bien, me molesta. Mis sentimientos son claros. Tengo que trabajar para volver con más confianza”.
Desde Dubai –que empezó como una moto y terminó como una tartana- hasta sus dos actuaciones en el US PGA Tour. Su juego mejoró notoriamente. En el Transitions Championship acabó 15º (68 66 72 71 =277, siete bajo par). Buenas sensaciones. Pero su mejor actuación en este principio de temporada ha sido en Orlando, en el terrorífico Bay Hill (Arnold Palmer Invitational). A pesar de las dificultades del course, recuperó su sonrisa y lo más importante: disfrutó en el campo. Su segundo Top 10 de 2011, 8º.
No jugó el siguiente Open y ahora llega el Masters de Augusta.
Nosotros apostamos por Sergio García ¿y usted?
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