Del
“wonderbra” explosivo al cruzado mágico
de José Mel
Nuestra memoria vuela. Vuela. Leímos un
título en un periódico de Sevilla que nos trae recuerdos. Gratos recuerdos de
la Academia, como llaman al Racing Club de Avellaneda. Ahora llaman al
Betis…“el equipo de José”.
¿Les suena?
Repetimos el canto de la grada en los años
sesenta:
“Y ya lo veeee…!!!
Y ya lo veeee…!!!
Es el equipo de José”
Si nuestra memoria no nos traiciona, los
hinchas se referían a Juan José Pizutti, director técnico del Racing Club de
Avellaneda, primer equipo argentino que ganó la Copa Intercontinental al Celtic
de Glasgow (1967), tras “capturar” la Copa Libertadores al Nacional de
Montevideo.
Cuarenta y cinco años después, que se dice
pronto, otro José –en este caso José Mel Pérez– se vuelve a repetir el “equipo
de José”. Y lo cómico del caso. Todos le llaman Pepe al técnico madrileño. Un
personaje muy peculiar por su sensibilidad y también por sus nervios.
La otra curiosidad o similitud es la
“guerra” que existe entre los dos equipos sevillanos, Real Betis Balompié y
Sevilla CF. Idéntico a lo que sucede en Avellaneda, cuya rivalidad está
compartida entre Independiente y Racing.
Sin embargo, los hinchas béticos no son
fáciles de convencer. “Er Beti” sigue teniendo la espina clavada de la goleada
del Sevilla (5-1) en el Sánchez Pizjuán. No se tragan “la victoria ante el Real
Madrid”, como recompensa de la derrota ante su eterno rival sevillano. Aunque
han reconocido la intensidad y el espíritu de lucha del equipo demostrado ante el cuadro merengue
madrileño.
La “vendetta” vendrá en la segunda vuelta de
la Liga, en el Betis-Sevilla en el estadio Benito Villamarín.
Por Miguel Miró
También recordamos dos “wonderteams” en el
fútbol europeo. Así llamaron a la selección austríaca y como todo se copia en
esta vida, igualmente al “wonderteam” de la selección alemana que ganó “bajo
sospechas” la Copa del Mundo 1954 en Suiza. Un verano de “tormentos” para dos
equipos muy superiores a los germanos. Nos referimos a Uruguay y Hungría.
Ya en las semifinales, los cronistas de
aquélla época comentaron que el Uruguay-Hungría fue una final anticipada. Por
su trayectoria y por su fútbol. Los húngaros, además, habían goleado a los
alemanes en la fase previa. Y los uruguayos habían dejado goleadas por el
camino.
Esas dos selecciones –según las crónicas–
merecían por méritos propios ser llamadas “wonderteams” y no Alemania.
La traducción es equipo-maravilla. Pero
también nos suena a “Wonderbra” un sostén-maravilla cuyo modelo nació en 1935
en Canadá. Una moda que volvió a explotar en la década de los noventa en Gran
Bretaña –con un modelo nuevo adecuado a la época– que fue un verdadero éxito entre
el público femenino. Sin embargo, su traducción se cambió (por motivos de la
publicidad) en todos los países europeos. “Wonderbra” se vendió como el
“cruzado mágico” que resaltaba y resalta el pecho de las mujeres.
--Bien, ¿y qué tiene que ver con “er Beti” y
el fútbol?
--Tiene mucho que ver.
“CRUZADO MÁGICO” DE CROACIA
Al principio pensamos que José Mel pretendía
emular a la selección de Croacia (Eurocopa Naciones 2012). Aunque tenga “algo” en
su planteamiento defensivo, no son comparables. El técnico Bilic se basaba pura
y exclusivamente en una estructura sólida en la retaguardia. Un fútbol más
defensivo que ofensivo.
Utilizaba igualmente el crono para medir los
tiempos del juego. Más metódico que práctico, más inflexible que flexible. Y
los contraataques fueron en pases largos y cruzados para sorprender. Muy
ensayados. Esporádicos, es verdad, aunque efectivos ante Italia, que le estaba
dando un “baile” con un exiguo 1-0 y terminó empatando.
A la selección española también se le
atragantó la selección croata. Sufrió para ganar. Lo hizo sobre la hora y con
la lengua afuera. Su sistema defensivo parecía inexpugnable. No obstante, el
fútbol que practicaron los croatas ha sido más mecánico que creativo.
La fórmula del Betis tiene un cierto
parecido, pero es diferente. El tipo de fútbol que realiza el equipo que dirige
José Mel es más alegre e imaginativo. Sin eliminar la inspiración del jugador.
No tiene metido entre ceja y ceja la táctica de Bilic. Un bloque compacto y
físicamente más preparado para “destruir juego” que para “construirlo”.
“CRUZADO MÁGICO” DE
JOSÉ MEL
El Betis no cede el balón a su rival
(excepto al Real Madrid) y tiene en sus filas a jugadores muy técnicos en el
manejo de la pelota. El dibujo en el campo está bien concebido. La intención es
que la mayoría del equipo siempre tenga un guardián en su espalda y que cada
uno “guarde muy concentrado” su zona. Bien para defender, bien para atacar. No
obstante, siempre sale con el balón controlado a uno o dos toques.
El esquema es un 1-4-1-4-1, con la
diferencia que los laterales se adelantan y los volantes en banda se retrasan
unos metros. Incluso practica a veces la basculación a la zona donde se
encuentra el esférico. Pero supone un movimiento muy ordenado, igualmente
cuando recula. Además, en el eje del campo tiene jugadores de gran calidad para
distribuir el juego, incluyendo entre
ellos al portugués Agra que tiene mucha técnica con el balón en los pies.
En el medio del campo destaca José Alberto Cañas,
aún en funciones defensivas, por su personalidad y fuerte temperamento de
líder. Salvador Sevilla López, aunque posee unas características distintas, es un
jugador de talento que inventa sobre la marcha y con una visión muy clara del
juego. Beñat Echebarría es más de músculo. Más potente en el aspecto físico y
un “gatillo” de cañón con su diestra en los disparos de media y larga
distancia. La compensación y diversidad del trío central es el ideal en el eje
del equipo.
Lo más importante del cuadro bético es que
tiene banquillo. Recambios con distintas facetas que mantienen “vivo” y
explotan el sistema diseñado por José Mel. Y esto, precisamente, es lo que
permite que sea un equipo equilibrado en todas sus líneas. El costarricense Joel
Campbell, Rúben Pérez (que tiene que dejar el teatro para los cómicos), Jorge Molina,
Nosa Igiebor, Alejandro Pozuelo, Francisco Javier Chica…
CAMBIA TODA LA DEFENSA
…Y las dos “torres” que puso el técnico en
el centro del área ante el Real Madrid. Antonio Amaya (1,92) y José Antonio Dorado
(1,80), ambos zurdos, reemplazaron a los titulares Paulao Alonso (1,86) y Mario
Álvarez (1,78). La altura, por lo que se ve, no es sólo para el baloncesto. También
es importante en el fútbol. Sobre todo en los balones aéreos.
Es verdad que los titulares poseen más
ductibilidad con el balón y son muy válidos en las salidas desde atrás, pero
tanto Amaya como Dorado cumplieron al nivel que José Mel Pérez esperaba. Mucha
concentración y nada de florituras. Mucha seguridad en su posición de
“fullback” auténticos. En esto, Amaya “sacó su gran repertorio” en cada una de
sus intervenciones.
La variante total en la defensa dio un
resultado super-positivo. No sólo en el marcaje sino en las medias-subidas. Una
fórmula que utilizaba la selección rusa hace muchos años. Las media-subidas
consisten en limitar las carreras largas a los 80 metros, muy común en el
fútbol actual. Alejandro Martínez y Ángel subían 45 metros y regresaban. (Desde
el borde del área grande de la defensa hasta el mismo borde del área
contraria). Aún así, el joven Ángel terminó sin gasolina en los últimos minutos
del partido.
Por último ponemos el acento en el guardameta:
Adrián San Miguel. Una figura genuina de la cantera bética. Colocación,
reflejos, intuición, salida y una vista de águila. Im-pre-sio-nante. Con tan
sólo 25 años y metro noventa de estatura, el joven “ángel volador” va a camino
a convertirse en una gran estrella.
LA CUESTIÓN: MANTENER
EL DIBUJO
Otra de las grandes sorpresas del Betis es el
ataque. Y todos conocemos de sobra que, en la variedad está el gusto. Siempre
hay alguna innovación dependiendo del rival. Innovación en los cruces, en las
salidas, en el arranque de los volantes y en la movilidad de los delanteros.
De los 20 goles marcados por el Betis, la
mitad se los reparten Rúben Castro (6) y Jorge Molina (4)… pero los restantes los
consiguen Beñat (3), Paulau y Sevilla (2), Juan Carlos, Agra y Pozuelo.
Sin embargo, ante tanta alegría ofensiva se rompe
el “dibujo”. Se abren las líneas y se crean espacios que después se pagan. El
Betis tiene que aprender lo que es saber encajar y no precipitarse. Hacer las pausas
correspondientes y cerrar filas. La precipitación supone imprecisión en los
pases y en los remates. Lo más importante en estos casos es la paciencia, mantener
el sentido posicional en el campo y corregir errores.
Muchas de sus derrotas –más en casa que en
campo contrario– son producto de una
alegría inicial, un gol en contra y despistes en la concentración. No se debe
desesperar y mantener la estructura del sistema. El bloque –sus líneas juntas– es
el que le va a permitir mantenerse en pie y no perder la calma.
Este ha sido el gran problema en los 13
partidos disputados, donde recibió dos goleadas (ante el Málaga y Sevilla) y tres
derrotas en su feudo (Rayo, Atlético de Madrid y Granada). También es verdad
que sus dos mejores y más completos encuentros los disputó fuera de su feudo:
en San Mamés frente al Athletic Bilbao (3-5) y en Madrid, ante el Getafe (2-4).
No confundir el Wonderbra femenino con el "wonderbra" de Michel con la camiseta suplente del Levante. |
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