AYER…
Los aficionados cantaban de carrerilla los once jugadores de los equipos de
fútbol en España.
HOY… A
los aficionados les cuesta digerir los éxitos de la selección española. Todo el
mundo aclama y admira al equipo, los españoles le critican.AYER… Los números y posiciones en el campo eran fijas en el S. XIX. Del 1 al 11.
HOY… Desde que se permiten los cambios, los números y las posiciones desaparecen para que el fútbol sea menos encorsetado y más competitivo. (Pasa lo mismo en el baloncesto y otros deportes por equipos.)
AYER… En España se llenaban los campos de fútbol y los éxitos los conseguían los clubes. La selección no se comía una rosca. No se apuren, Brasil pasó el mismo trago y también otras afamadas selecciones.
HOY… España tiene el mejor equipo del mundo, por una generación de jugadores que desarrollan un juego peculiar y original. Asimismo, la mayoría de ellos son: técnica-anímica y físicamente formidables.
¿El fútbol se percibe al revés en España?
No; es normal. Las críticas son la consecuencia de la crispación de la crisis que estamos viviendo. También está la testarudez de algunos y los vaciletas de turno. Las tertulias de opinión. Los "contrapuntos" de las radios.
Además, España es diferente. (¿No lo recuerdan?)
España siempre ha tenido grandes y famosos deportistas en las competiciones individuales. Pero llegaron las victorias en grupo, por equipos de edite, como en el basket y ahora, en el fútbol.
Dicen que en las épocas malas nacen los mejores humoristas.
Ahora podemos añadir que también “explota” la mejor generación de futbolistas. Copa de Europa de Naciones (2008), Copa del Mundo (2010) y ahora, lo que nunca se había conseguido en la historia, otra vez la Copa de Europa de Naciones (2012). La crisis empieza en agosto de 2007.
¿CUÁL ES LA CLAVE DEL ÉXITO?
Hay una palabreja que lo
puede definir todo: la po-li-va-len-cia
de los jugadores. En la alineación titular, en todas las líneas del campo,
cualquiera de ellos puede variar, sin problemas, su posición en el campo. Lo
mismo pasa con los suplentes. La polivalencia
beneficia al equipo y aumenta sus recursos.Este es el gran secreto: la polivalencia.
Pongamos otro ejemplo. La postura de Vicente del Bosque (que mantiene la filosofía del recordado Miguel Muñoz). Si un equipo gana partidos, no hay motivos para hacer cambios. Y por último: la técnica. El control del balón. La precisión en los pases, el control del partido… Un guardameta inspirado y concentrado. Una defensa segurísima y en la culminación –el deseado gol– sigue progresando.
Si en el Mundial la selección española marcó ocho goles en siete partidos, en Polonia/Ucrania consiguió ¡¡¡12 goles!!! en seis.
¿Podemos hablar de falta de delanteros?
Por supuesto que NO. Y menos aún, si nuestra memoria no nos falla, después de batir un record en una final: España 4 Italia 0. Un margen de escándalo en un certamen de elite. ¡Una humillación brutal al tetracampeón del Mundo! La última final por goleada fue en 1970, en México DF, en la Copa del Mundo: Brasil 4 Italia 1 y un margen de tres goles.
Miguel
Miró
No
se necesita ser muy listo. Sólo basta con observar la posición de Javier “Xavi”
Hernández en el campo. Es importante, cuando adelanta o retrasa su posición. Siempre
nos hemos fijado en ese detalle. Asimismo, conociendo al jugador, se puede
predecir –y pocas veces nos equivocamos– que este partido (España-Italia) tenía
un claro favorito. No es ninguna profecía ni tampoco una premonición. Lo viene
haciendo en el Barcelona hace muchos años. Xavi tiene un gran carisma. Una gran visión del juego, una técnica exquisita y sobre todo, una confianza plena en sí mismo. La experiencia también es un grado. Sin embargo, para que tome la iniciativa de adelantarse debe estar fresco física y mentalmente.
Tendrían que proteger esta especie que es puro talento (como el quarterback en el American Foot-ball, deporte apasionante lleno de jugadas programadas). No obstante, su labor es eficaz si tiene el acompañamiento de sus compañeros. Compañeros con la misma filosofía de juego, por dentro o por fuera. Ahí es cuando se suelta y se dispara todo su repertorio. Como si fuera un tiralíneas con compás, escuadra y cartabón midiendo los grados como también la velocidad del balón. Saben que el balón llegará medio metro adelantado en los pases largos o cortita y al pie, si son a distancias cortas.
Él mueve los hilos de la selección española ante Italia. Pero, amigo, quienes le acompañan no son mancos ni ciegos: Silva-Fábregas-Iniesta. El equipo tiene más recursos que pueden llegar a aburrir. Como la leyenda del tiqui-taca, que son, en realidad, circuito de rondos y paredes en velocidad. Fórmulas, a veces, para coger oxígeno y recuperar energías…o llegar con el balón hasta área y a la línea de gol, cuando el ritmo es frenético y el juego es vertical.
Sabemos que, dicho esto, muchos pensarán erróneamente que “la selección española juega al son del Barcelona”. Están equivocados y comprendemos por qué Vicente del Bosque se enfada cada vez que algún despistado lo insinúa. Vamos a ser concisos y directos. A Francisco Fábregas, José Guardiola lo hacía jugar de volante retrasado por conveniencia del equipo. Del Bosque en la selección le da libertad. Juega de libre adelantado, como lo hacía en el Arsenal.
Por
último, la posición de Andrés Iniesta (un jugador completísimo que ata con un
cordón a la pelota) casi siempre su posición es más retrasada en su club,
mientras que en la selección actúa más adelantado. Y lo obvio: ¿Acaso David
Silva juega en el equipo azulgrana? Silva es otro genio del fútbol.
Muchos dirán porque estaba fresco física y mentalmente. Sí; en efecto, pero hay más. Su situación en el campo es por razones tácticas. Para entorpecer la salida de Pirlo, que juega retrasado y se recuesta en la línea de cobertura, para actuar con mayor libertad. Es el puente para los pases largos: misiles teledirigidos. (Lo mismo que hizo en el Alemania-Italia que ganaron los trasalpinos). Pero también había otro detalle. Delante del “cerebro” de la selección española fluctuaba Francisco Fábregas como delantero-libre.
Y si añadimos que España jugó con tres delanteros, algunos dirán que estamos locos. Pero es así. (Lo anuncia Vicente del Bosque). Los tres delanteros –los más adelantados– son David Silva, Francisco Fábregas y Andrés Iniesta para meter presión a la salida del equipo adversario.
En una palabra, el técnico pone tres delanteros con las pilas cargadas y un mediapunta organizador (enganche, dicen en Sudamérica). Empezamos bien. La posición adelantada del 6 es vital, porque es quien reparte el juego de ataque. Cuenta igualmente con otro delantero de ida y vuelta (Jorge Alba), abriendo el campo por la banda izquierda. Le favorece a España la línea de cuatro en zona del rival y acierta en un 63% los pases entre líneas por la parte ¡¡¡frontal!!! Incluidos los cuatro goles que le dieron la victoria.
El gol temprano de Silva, en el que participan Xavi y Fábregas descoloca a Italia. El impacto es brutal. La selección transalpina deja un enorme socavón en la zona central, al adelantarse los volantes en busca de la igualada.
Reduce una marcha menos España, ante la presión del adversario, pero aprovecha el contragolpe para hacer más daño. (Similar al juego de Italia que renuncia al catenaccio ante Alemania)
SUBLIME OBSESIÓN
La
defensa española se muestra sólida, con el apoyo de los dos stoppers que comparten el trabajo en la cobertura. Al
mismo tiempo recibe el apoyo de los jugadores más adelantados para recuperar el
balón. (El dibujo es 1-4-4-2, sistema defensivo). Son ellos, junto al dúo
Busquets-Alonso, los que aprovechan los pases cortos y largos para ganar
terreno. Se repiten, a su vez, los cambios de juego (derecha e izquierda). Se aprovecha
todo en base a la descompensación del equipo adversario, obsesionado por
conseguir el empate de forma inmediata.Un gol rápido da tranquilidad a España, pero inconsciente o concientemente Italia pierde su sentido posicional y el centro del campo se convierte en un desierto, al recular por sorpresa la defensa y quedarse solo, completamente solo Pirlo. Sin embargo, los italianos son duros de pelar.
Se apoderan del balón y fuerzan un tiro libre y tres corners seguidos. Agobios, los justos en 15 minutos. No solo se trata de una cobertura segura –hay errores y regalos de balón sin consecuencias– sino también la imprecisión de los italianos. Los nervios por empatar el match saltan y provocan imprecisión y precipitación en los remates. Salvo en algunos detalles. Dos de Cassano que lo intenta dentro del área, con recortes y frenazos en seco que parecen los firuletes de Pablo Futre. Falla en la última puntada, pero deja en evidencia sus destellos de calidad.
En cambio, Balotelli sigue con su duelo particular con Ramos, que a veces se pasa de frenada. Gajes del oficio, dicen… La squadra azzurra se atasca. Les falta paciencia y cabeza fría a De Rossi, Marchisio y Montolivo… Lo mismo que Abate, que nada tiene que ver con Maggio en el primer partido.
Italia toca hueso y se rompe. No existe el mediocampo. Un desierto en el que se mantiene en pie Pirlo, y es toda una tentación para una salida en tromba.
Resulta
lógico. En un contragolpe, casi al final del primer tiempo, la selección
española aumenta su cuenta en el marcador. Esta vez son Iniesta y Xavi que
participan en la jugada, pero Jorge Alba no falla a la carrera.
Se
repite la canción de la semifinal Alemania-Italia, con la diferencia que la
ventaja de dos goles se la lleva España (no Italia) al descanso. Un segundo
tanto que es un mazazo. Mazazo porque puede ser definitivo. Mazazo por el
excelente pase entre líneas y en bandeja de Xavi. Mazazo por el minuto clave y
psicológico en una final. El match está casi sentenciado.
A
excepción de los primeros minutos del segundo tiempo, que la squadra Saura
intenta reaccionar con la entrada de Di Natale, lo demás es un dominio total de
España. Nunca pierde su ritmo vertiginoso, se planta en el área con suma
facilidad a base de contragolpes, mientras la defensa adelantada practica la
trampa del fuera de juego, para anular la salida de los delanteros italianos.
Italia
recupera su sentido posicional en el campo, pero es incapaz de romper la
defensa del rival.
La
inoportuna lesión de Thiago Motta (tercer cambio) deja a los italianos con 10
jugadores en el campo y el match se termina a los 62 minutos. Por momentos
parece que España “perdona” a su adversario –ya atrincherado en su campo para
evitar más goles y Balotelli como defensa lateral– y cambia de marcha.
Son
momentos de virtuosismo y de conseguir lo imposible. Llegar entre líneas y al
fondo de la cueva de Italia. Por dos veces lo consiguen, pero mueren en el
intento una vez pisan el área pequeña. La acción más clara es la de Fábregas.
Hemos
hablado de la paciencia del campeón, que es importante. Al final, no es solo la
paciencia… sino también la suerte.
Del
Bosque hace de cambios: Fernando Torres y Juan Manuel Mata. Nada más salir,
ambos redondean el resultado. Los compañeros del Chelsea inglés, se
complementan. Y el último gol demuestra la generosidad y compañerismo del
“Niño” en su pase al compañero. Aún sabiendo que podía ser su cuarto gol y el
premio al máximo anotador (4) del certamen. Un detalle que le engrandece.
Al final, quien juega con fuego… termina quemándose.
Por
más que se uiera hacer una transformación, un cambio drástico y total, de un
fútbol rácano y defensivo desde la década de los años cincuenta está condenado
al fracaso. No se puede borrar el catenaccio en 30 días, por más buena intención
que se tenga. Ni siquiera un lavado de cerebro o una cirugía urgente de su
cara. Se necesita tiempo, mucho tiempo, para cambiar los hábitos a los
jugadores.
Igualmente,
el que pretenda repetir un partido anterior por el solo hecho de haber conseguido
un éxito rotundo también está condenado al fracaso.
Esto
le ha pasado a Italia sin desmerecer su brillante trayectoria en la Eurocopa de
Naciones 2012. Muy superior a lo que se esperaba, después del escándalo de las
apuestas deportivas y recuerdo del Mundial de Sudáfrica.
De
una forma u otra, la squadra azzurra –jugadores y cuerpo técnico– se
entusiasmaron después del empate contra España en el comienzo del torneo (con
un volante como libero improvisado y cinco zagueros cubriendo su área). Mas aún
por la grata experiencia de un fútbol total y al ataque, durante el primer
tiempo del Croacia-Italia. Una exhibición con sabor a goleada y al final el
adversario le empate el partido.
No
obstante, en cuartos elimina a Inglaterra después de la prórroga y los penalties,
y le llega el momento alucinante. Italia derrota en semifinales a uno de los
favoritos del certamen: Alemania. Con un fútbol más abierto, con la misma
presión, pero con el control del balón y del partido.
El
guión de ese match suponemos que al técnico se le iluminase una “lampadina”.
Todo es cuestión de repetir el mismo trabajo contra España. Error de cálculo. Se
olvida una cuestión muy importante: el fútbol es imprevisible, es un juego y
los partidos, por más que uno quiera, pocas veces se repiten.
SE LES CRUZAN LOS CABLES
Italia
hace lo previsto. Monta una línea de cuatro zagueros (Abate, Bonucci, Barzagli
y Chielini), por delante Pirlo y un trío de volantes (Marchisio, Montolivo y De
Rossi) y dos delanteros (Cassano y Balotelli). Un claro 1-4-1-3-2 y la variante
es Montolivo, que arranca desde atrás para acompañar a los delanteros. Pirlo de
organizador apoyado en la defensa.
La
pretensión, adelantar las líneas juntas para presionar desde el centro del
campo. Esto es lo que hace cuando tiene el balón, pero la réplica de España en
velocidad y presión consigue recuperar rápido el balón con un ritmo endiablado.
Y
la posición de Xavi y Fábregas desconcierta al sistema defensivo.
Llega
el primer gol de los españoles y se les cruzan los cables a su rival. Italia
adelanta a los mediocampistas y se rompe en dos el sistema. La presión dura un
cuarto de hora – en lugar de dos delanteros y un volante ofensivo, intenta el
empate con cinco jugadores – y es infructuosa. La línea de zagueros se retrasa
y aparecen espacios siderales en la zona central.
Un
error tremendo y de cálculo, que lo paga. Se descompone y España mantiene su
ritmo de juego y el control del balón. Manda recados a Buffon y a cuatro
minutos del final del primer tiempo, llega el segundo gol.
PRANDELLI Y LOS CAMBIOS
El
obligado cambio de Chiellini por lesión es comprensible, pero el de Cassano… es
un error mayúsculo. El delantero del Milán suponía “peligro” a la defensa
española. El más incisivo del equipo. En cambio, Bolatelli tenía problemas por
el marcaje de Ramos y sus truquillos. ¿Es que el técnico ya daba el partido por
perdido? ¿Una premonición por el gol de
Di Natale en el primer partido ante España?
Al
seleccionador, evidentemente, también se le cruzaron los cables. Lo lógico, si
se quiere ganar el partido, no debe precipitarse en hacer los cambios. ¿Y si
Italia empata hay que jugar la prórroga?
Además,
en el minuto 61, quema todos los cartuchos. Hace un último cambio para tapar
los espacios y agujeros que dejaba Montolivo. ¿No hubiese sido mejor retrasar
al flamante fichaje del Milán? Con tan mala suerte que Thiago Motta, pocos
minutos después se lesiona solo y no se puede mantener en pie.
Italia,
con 10 jugadores, parece un “muñeco roto” mientras que España sigue con su
juego arrollador. Más pausado, si, pero sin soltar el mando del partido y del
balón. La squadra azzurra pretende jugar igual que lo hizo contra Alemania, un gran error. Sueña con su segunda Eurocopa de Naciones, pero su rival no es Alemania. Al final vive una auténtica pesadilla.
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