Se acabó la pesadilla para Endrick “Tiger” Woods.
Sucedió en el back nine del Augusta Nacional. Faltaban cuatro o cinco hoyos para acabar su tercera ronda. El norteamericano giró sobre sí mismo e hizo bailar su putter con su mano derecha.
Como una batuta de una banda de música.
Algo que no repetía desde hacía, por lo menos, tres años. Parecía distendido, alegre. Iba uno sobre par. Su resultado no era para lanzar cohetes, pero su semblante había cambiado por completo.
Al llegar al tee de salida su swing parecía que había recuperado la magia. Un golpazo estratosférico. Su drive al centro del fairway. Al final, presentó su peor tarjeta del torneo: 74, dos sobre par. Así y todo seguía disfrutando.
La pesadilla –pensamos- había terminado.
El último día lució el rojo y el azul. Como en sus grandes victorias. No ganó, pero se notaba a gusto con su juego. Habían vuelto las sensaciones en el swing. El juego largo fue impecable.
Miguel Miró
Un gesto, un simple gesto con el putter de Tiger Woods –como un molinillo con aspas de colores que gira con el viento- puede no ser significativo o válido para presagiar de forma rotunda que el californiano ya está recuperado.
--Más bien parece una intuición personal. Hizo 74 golpes y está a siete golpes del líder, ¿Cómo puedes decir que vuelve a ser el mismo? -nos recriminó un amigo.
--Pero, ¿has visto lo que hizo con el putter?
--Sí; lo he visto, pero eso no quiere decir nada. Estaría pensando en otra cosa.
Woods se presentó al día siguiente con el polo rojo y pantalón azul. Sus colores favoritos. Los de sus grandes éxitos.
Cazó al líder al final de los primeros nueve hoyos-31 y participó en una fiesta que pocas veces se había producido en el Augusta Nacional. Nueve jugadores peleando por el trofeo y una bolsa de $1.440.000 dólares. La mayoría de ellos extranjeros. Tres australianos (Adam Scott, Jason Day y Geof Ogilvy), dos británicos (Rory McIlroy y Luke Donald), un sudamericano (Ángel Cabrera), un asiático (KJ Choi) y dos norteamericanos, Bo van Pelt y Tiger Woods.
Todos ellos “tocaron”con una mano el cielo del liderato (-10) en los últimos nueve hoyos. De ellos solo tres se mantuvieron; dos australianos lo superaron (-12) y apareció entonces, un hombre de las tinieblas para capturar el preciado trofeo con cuatro birdies seguidos en el sprint final. El sudafricano Charl Schwartzel.
Sin embargo, el único norteamericano que plantó cara a la aldea global (extranjeros) ha sido Eldrick Tiger Woods. Bo van Pelt alcanzó la cima (-10) con dos excelentes eagles en los par-5 del back nine (13-15), pero tropezó en los dos hoyos siguientes. Lo mismo le pasaría a Cabrera, Choi y McIlroy.
MEJOR ROUND DE 2011
MEJOR ROUND DE 2011
Eldrick “Tiger” Woods realizó su mejor vuelta de 2011, después de un año y medio perdido en el desierto. Entre las dudas, vacilaciones y un trabajo duro para conseguir su ajuste en su swing. "Lo he conseguido" y estaba convencido de ello. El control de la bola, la dirección de la bola… Y el haber machacado mil veces la bola cada día, además de su trabajo “militar” diario en el gimnasio.
Por un momento, sus preocupaciones las dejó en el vestuario. Máxima concentración, frialdad y golpes casi perfectos. “Reventó” las calles de Augusta –solo falló dos de 14- y alcanzó con gran facilidad los greenes –sólo falló dos en los 18 hoyos- y presentó una tarjeta de 67 para un total de 278 golpes, diez bajo par en la ronda final.
Creció con la presión, al ser el único candidato local (norteamericano) en un campo de minas. No se arrugó en ningún momento y pudo ganar a un haz extraordinario de extranjeros que dejaron de relieve su talento y calidad. Woods no ganó –es cierto- por su juego de green. Pudo terminar, fácil y sin exagerar tres o cuatro golpes bajo par en el back-nine, después de su espectacular remontada y el 31 de sus primeros 9.
Falló en el par-3 del 12, con tres putts. El último de 0,90 cm. Falló para eagle en el par-5 del 15 a una distacia de 3 mts. Y así tres hoyos más. En general se bloqueó –algo que era precisamente su especialidad durante su exitosa carrera- en el green. Y en especial: en los putts cortos de 3 metros o menos. ¿Desapareció su toque mágico con el putter? En esta ocasión, no lo vamos a negar, ha sido su punto crítico. Si analizamos el recorrido completo, ninguna objeción. Un eagle, 19 birdies, 14 bogeys y… 6 triple-putts.
No obstante, Woods el último día hizo 29 putts. Y un front-nine de película, cinco bajo par. El 31 arroja 1 eagle (8), 4 birdies (2-3-6-7) y un bogey (4). Superó los 33 de Sergio García, Álvaro Quirós, JK Choi.
SINFONÍA INACABADA, PERO…
SINFONÍA INACABADA, PERO…
La música del front nine (31, cinco bajo par) se convirtió en un aperitivo. Ni más ni menos. Una sinfonía inacabada. Le faltaron algunas notas. Unas notas en los greenes, que en Augusta se convierten en “angustia”. Cierto, completamente cierto, pero… Woods consiguió otra victoria más íntima y muy particular. Las buenas sensaciones con su nuevo y consistente swing.
Se podría hablar de milagro, pero no se trata de eso. Simplemente supone mucha paciencia y mucho trabajo. El único temor que teníamos era su rodilla izquierda y sus operaciones.
Lo importante estaba centrado en si era capaz de reforzar en el gimnasio el aspecto físico-atlético y recuperarse técnica y anímicamente de un largo camino en el desierto.
1999.- Todos los aficionados recuerdan la explosión de su golf al año siguiente, una vez que fue operado de los ojos con rayos láser, ya que era miope.
2003.- Le operaron de la rodilla izquierda, que se le había inflamado. Le quitaron líquido sinovial y “quistes” benignos.
2008.- Se fracturó el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda a mitad de temporada. Una intervención que le mantuvo apartado de los campos ocho meses.
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El nuevo swing Tiger Woods lo tiene asimilado. Le han vuelto las sensaciones en el Masters. Y sobre el papel la rodilla izquierda –punto de referencia donde pivotea el swing- responde con soltura. No debemos olvidar que el golf no es sólo un deporte mental, sino la coordinación del cuerpo y la mente. Y por lo observado en el Augusta Nacional, el swing del estadounidense encaja con su temperamento.
En los conceptos básicos –ya lo remarcó a su manera Charl Schwartzel, el flamante campeón- en la Sala de Prensa: El golf tiene cinco puntos claves (el swing). En el momento que sale mal, uno de esos puntos está fuera de control. El sudafricano, outsider en el Masters, pero vencedor de 7 Opens en Europa y otro 5 en su país, habló de grip, stance, alineación –creemos que dijo “postura”-, ritmo y equilibrio.
El swing de Woods parece más equilibrado (con el uso de la geometría, los ángulos y los planos). Un mejor plano y alineación le permiten controlar mejor el palo. Bien coordinados los brazos y las piernas más juntas. Termina el backswing como una unidad. Hombro, cadera y pie izquierdo en línea perpendicular al cuerpo. Esto permite más control a la bola y una mayor precisión.
Sean Foley pretende, al parecer, que Tiger Woods tiene que estar centrado en rotar sobre la bola a través de su swing, con la finalidad de reducir el stress y la tensión en el cuerpo.
La teoría de Sean Foley supone que el 55 por ciento del peso corporal tienda a mantenerse en el lado izquierdo durante la subida y la bajada. Desde el primer movimiento. Hasta que el palo impacta a la bola. En ese momento se traspasa el 88 por ciento.
“Sean no me ve a mí como un jugador de golf,” dijo el británico Justin Rose. “Me ve desde un punto de vista de un atleta o biomecánico. No intenta que el swing sea bonito o elegante. Quiere que funcione de la manera más científica posible. Esto es lo que me gusta de él”.
Globalmente, también ha influido el trabajo de gimnasio. Más atlético y más en forma físicamente se le observa más elástico y más flexible en sus movimientos. Algo que se comprobó: un swing más fuerte y más rápido.
El trabajo al unísono entre Tiger Woods y Sean Foley (su coach), ya comienza a dar resultados. Un swing compensado, con más flexibilidad y potencia. La flexibilidad acompañada por el machaqueo diario que le hace ser repetitivo.
PALABRA DE WOODS
El californiano, que lleva 18 meses sin ganar un torneo ha reconocido que la “reconstrucción” de su swing le ha devuelto “la emoción y la diversión en el campo de juego”. Tanto él como algunos especialistas que pegó “bien a la bola durante la última jornada del Masters de Augusta”.
“Ha sido una semana muy buena y me sentía francamente bien,” agregó. “El Masters ha sido muy emocionante. Por desgracia, no estuve muy fino en el juego corto en el green. Sin embargo, los 9 primeros golpes del último día ha sido muy divertido. Como si se hubiese producido una explosión en mi juego y entre el público. Fue interesante estar en la lucha por el título el domingo. Aunque tuve mis opciones, lamentablemente no gané”.
La recuperación de su autoestima hace pensar que, ahora, Eldrick Tiger Woods trabajará más para recuperar el “putt mágico” de sus años de gloria. Una cuestión que se podrá comprobar en el próximo US Open Championship, segundo torneo del Grand Slam, en el Congressional CC&G de Bethesda, Maryland, durante la segunda semana de junio.
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