La fe y la paciencia
del campeón
Por Miguel Miró
El golf, para muchos es un verdadero
galimatías. Un desafío constante. Física y mentalmente. Sin embargo, imprime
carácter si se practica desde la tierna infancia.
De eso estamos seguros.
Y aunque muchos no lo crean, el
golf es un rito, una especie de religión. Un dogma de fe que traspasa todos los
límites. Entre lo divino y humano.
La fe y la paciencia de un
joven-viejo (por su madurez e inteligencia) despejaron nuestras dudas. No sólo
por la forma cómo jugó, sino también por su fuerte carácter y confianza en sí
mismo. Incluso en los malos momentos.
Igualmente su rectitud y comportamiento
dentro del campo. Antes, durante y después de ganar el Masters de Augusta de punta
a punta (wire-to-wire) con una fe y una confianza poco corriente en un joven
aspirante durante su segunda aparición en el primer campeonato del Grand Slam
moderno.
En lo divino: parecía guiado
por los dioses, como Alejandro Magno, venerado como un ser sobrenatural.
En lo humano: por el esfuerzo
titánico en lo físico-anímico-mental, y su transformación en el último hoyo, un
cierto grado de humildad y timidez.
El green del 18 o mejor, el
72 del campeonato.
Justin Rose marró su intento
del par en el último hoyo a 2,4 m.
Bogey. ¡Ohh!
Jordan Spieth sorprendió a todos. No hubo suspenso ni
preparación. Apenas miró la distancia de la bola ni estudió la línea. Tampoco
se preocupó del stance. Un final brusco e insólito. Es verdad que tenía la
victoria asegurada, pero no se cumplió el rito del último golpe.
Visto y no visto. Cuestión de
segundos. Falla el putt corto para par. ¡Ohh! A renglón seguido, desde 90cm
entierra la bola para bogey. ¡Ohh!
El joven estadounidense completó
el Masters de Augusta con 70 golpes para un total de 270 (64 66 70 70), 18 bajo
par.
¿Cortesía?
Tal vez, sí. Al no superar
(pero sí igualar) la marca de Eldrick Woods en 1997 y dejar abierta la puerta a
ese otro record-course 72 hoyos con -19.
Sin embargo, muchos
aficionados se quedaron en ascuas.
Después, la emoción y
desenfreno…
El reconocimiento unánime del
público, de pie, aplaudiendo a rabiar. Una herradura humana con sillas de lona.
Jordan no saltó, ni se puso a brincar como los famosos en otros campeonatos. Se
limitó a aplaudir.
Jordan Spieth, con sus 21
años, parecía impávido (incómodo, abstraído) y no sabía cómo escaparse del griterío.
Quizá por el tremendo impacto
emocional.
A la exclamación de un
público en plena ebullición, buscó el afecto de su familia y no faltaron los
abrazos. Sorprendido, sí, pero humilde por su tímida conducta al final del
último recorrido.
Nada que ver con la coraza llena
de confianza y la fe absoluta demostrada dentro del course. Solamente faltaron
las lágrimas, que también son de felicidad.
INDISCUTIBLE
No sabemos si es experto en
Matemáticas o Física, pero resulta evidente que la cabeza de Jordan Spieth
funciona a un voltaje altísimo en estas dos materias. Parece Blaise Pascal. Calcula
la distancia y la asimila a toda velocidad. Lo mismo sucede con otros factores
externos, que también entran en juego a través de la Naturaleza, interesantes
en el deporte del golf como la humedad, el viento, la dureza de los greenes...
En general lo calcula todo en
el course.
No es un “bomber”, a pesar de
la ampliación y la largura del campo (para que gane Eldrick Woods) realizado
por Fazio. Este pequeño detalle destroza “el mito” a todos aquellos que dicen
que es para pegadores.
Augusta course fue diseñado
por el médico escocés Alister McKenzie (inventor de los bunkers de arena) para
jugadores expertos e inteligentes.
Spieth, en el campeonato, ha
tenido un promedio de 260 metros de distancia con el drive. Tal vez, por eso,
la bola de Justin Rose estaba siempre por delante de la suya. Pero consiguió un
porcentaje de 66% de calles.
La virtud, el temple y la paciencia
del joven jugador estadounidense están centrados en el juego medio-corto y en la
misma plazoleta verde propiamente dicha. Lo más complejo para un jugador.
Jordan ha demostrado ser un verdadero fenómeno en este aspecto, además de que los
hierros parecen, poco más o menos, una prolongación de sus brazos. Sus golpes
los descifra y calcula instantáneamente en su cabeza, los dibuja antes de cada
golpe y los ejecuta con una precisión asombrosa.
Este es el gran secreto de
Jordan Spieth, además de su carácter, su carisma y consistencia de su juego.
Por eso en cada vuelta su golf es sumamente arriesgado. Apunta siempre a
bandera. Y no es de los que dudan. Lo hace con una confianza plena. A peñón
fijo, sin escuadra ni compás.
HIERROS, APPROACH Y PUTT
De ahí, igualmente, se puede
comprender la magia de su golf. Además de ser técnica pura (pocas veces se
equivoca) se transforma en letal. Una calidad insuperable en el approach y
putt. Jordan, además, no pierde detalle, lo tiene todo claro y controlado en su
cabeza. En caso contrario siempre tiene un golpe de gran precisión, que suele
sorprender en variadas situaciones.
Siempre saca magia de su
chistera.
En el green, además, sus
marcas pueden ser escandalosas (1,3 y 1,5 el promedio por vuelta). No le
llamamos “runner up” por haber ganado el Masters. No es un desconocido. Ya
tiene muchos trofeos de su época de estudiante en la Universidad. Asimismo durante
sus dos años últimos en el US Tour: capturó 2 victorias y 2 más en el
extranjero, una de ellas en Australia. Sin olvidar, tampoco, su segunda
posición en el Masters de Augusta 2014 disparado hacia la victoria después de
saborear el liderato.
Además, no había excusas para
no creer en su talento. Siempre fue el último en abandonar la cancha de
prácticas y de los que más se machacan en un trabajo duro y a diario. No
obstante, el “run-run” fue constante de que iba a pinchar, se iba a caer según aficionados,
especialistas, periodistas y profesionales.
A pesar de su espectacular juego.
A pesar de la colección de
records en los cuatro días de competición.
Record Masters: 36
hoyos (130) -14
54 hoyos (200) -16
72 hoyos (274) -18 (iguala)
Empezó
de lider (64 -8) y terminó de líder.
CORAZÓN
DE ORO Y CABEZA DE “KILLER”
Jordan Spieth acumuló durante el recorrido del Augusta
National Club un total de 28 birdies, 35 pares, 7 bogeys y 1 doblebogey.
Sorprendentemente, sin ningún eagle, aunque los buscó sin suerte.
Le arrancó a los cuatro par 5 y par 3 un total de 18
golpes (13-5). Su porcentaje de calles fue de 66%, 39 de 56 y capturó en el
torneo 54 greenes durante los cuatro días.
El promedio de putts ha sido impresionante: (1,3 las dos
primeras rondas y 1,5, en el promedio general). Un total de 107 putts. Por
ronda: 25-25-30-27.
Nunca perdió el liderato y mantuvo una regularidad de un
reloj suizo en los últimos 36 hoyos, con un margen de cuatro golpes.
Precisamente cuando se colocaron más complicadas las
banderas, junto a bunkers y lagos. Pero especialmente en el back-nine y el fin
de fiesta (par 3 del 16 y los par 4 del 17/18 respectivamente. De cualquier
forma su juego no cambió mucho en cada uno de los tramos del campo: Front (-9)
y Back (-8).
Al final, tanto Justin Rose como Jordan Spieth firmaron
sendos bogeys en el hoyo 72, cuando la competición ya estaba finiquitada.
El norteamericano aguantó como un “jovato” la presión del
campeonato en los últimos 36 hoyos, a pesar de los latigazos de los “múltiples”
campeones y otro grupo de aspirantes con un golf de alto nivel en la
actualidad. Tales como Dustin Johnson, Paul Casey, Ian Poulter y los asiáticos
Na y Matsuyama
MULTIPLE
CAMPEONES
El derecho que juega a zurdas Phil Mickelson (cinco
salmones, Masters-3; US PGA y British), Rory Mc Ilroy (cuatro salmones, US
Open, British, US PGA-2), Tiger Wood, 14 salmones, Masters-4, US Open-3,
British-3; US PGA-4) y Justin Rose (un salmón, US Open).
Igualmente, los “bombers” Dustin Johnson, Jason Day,
Ángel Cabrera (un salmón, Masters) y Sergio García. El español tuvo seis
oportunidades fallidas en los torneos del Grand Slam, excepto The Masters. De
las seis, la más contundente y clara fue en el British Open Championship, donde
empató con Padraig Harrington y perdió después de ser líder en las tres
primeras rondas en el Park-Links de Carnoustie, 2007. Sin olvidar el US PGA de
su primer año como profesional, disputándole con tan solo 19 años a Tiger Woods
el campeonato en 1999.
Prácticamente estaba en el Augusta National, toda la
plana mayor del golf mundial (los 50 del World Ranking) y los correspondientes
favoritos aparecieron en las páginas de los periódicos, las televisiones y también
en las apuestas, que nunca faltan en los grandes torneos deportivos.
Apuntamos todo esto porque no hay excusa posible. Nadie,
y decimos alto y claro NADIE puede quitarle el mérito notable al joven Jordan
Spieth, natural de Dallas (Texas), de 21 años. Ganador del Masters de Augusta
2015.
Rory Mc Ilroy y Jordan Spieth en el British Open del año pasado. |
(continuará)
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