Athletic da en la tecla
Por Miguel Miró
Bastaría con recordar la brutal entrada de Kroos a
Iraola, de tarjeta roja directa que el árbitro Undiano Mallenco tan sólo pintó
de amarillo al jugador merengue sorprendentemente. El mediocampista alemán se
desentendió del balón y fue directamente a buscar las piernas del volante/extremo-postizo.
En una palabra, “le hizo volar por los aires” a su
pegajoso secante.
¿Por qué nos centramos en dicha acción?
¿Fue tan aparatosa?
Fue una violenta patada: le barrió como “una
guadaña” desatendiéndose del balón.
Sin embargo, nos referimos a esta acción, más que
nada, porque supone una fiel referencia del match Athletic Bilbao-Real Madrid
en San Mamés.
Una acción bastante elocuente y significativa. Una
imagen nítida y clarísima de “im-po-ten-cia”
de Kroos y por ende de todo el equipo merengue.
Un reflejo evidente del estado anímico y emocional
de los jugadores blancos –que se mantenían líderes hasta ese momento– por el excelente
trabajo del conjunto de San Mamés.
Antonio Iraola, precisamente, ha sido un tormento
para el germano y también para Marcelo durante todo el match. Un zaguero
lateral reconvertido en mitad volante y mitad extremo. Como un “adelantado”
para anular a uno de los hombres clave del equipo rival y en todo-terreno para
cuidar la calle izquierda blanca.
El conjunto rojiblanco no solo borró a Real Madrid
del campo, sino que también se superó a sí mismo. Ganó asimismo una legítima
revancha después de la goleada (5-0) en el estadio Santiago Bernabéu, durante
la primera vuelta del campeonato. Como contrapartida su técnico, Ernesto
Valverde ha dado en la tecla, consiguiendo la pócima mágica de… ¿Cómo
desactivar el ataque merengue?
O mejor:
¿Cómo hay que jugar a los equipos que practican el
contraataque?
Una lección bien aprendida tras los fracasos bilbaínos
ante Atlético Madrid, Nápoles y Torino, en Liga y competiciones europeas.
Siempre se aprende de los errores.
No obstante, y lo más importante, ha sido tras la
experiencia de la clasificación sonada para la final de Copa de España frente a
Español en Cornellá. No nos olvidemos que Athletic de Bilbao es un club copero
por excelencia, a través de su larga historia en el fútbol español.
¿CUESTIÓN DE AUSENCIAS?
No hay que buscar –como algunos hicieron– en las
ausencias del rival. Para eso está el plantel. Además, al cuadro local tampoco
pudo contar con Laporte, Iturraspe y San José, éste último sancionado. Fue el
match más completo que le vimos al Athletic Club de Bilbao. Con autoridad, comunión,
apoyo, actitud, relevos y sin dejar ningún cabo suelto en un encuentro tan
intenso como brillante.
El técnico no varió el plan de juego,
pero sí un cambio (Beñat por San José), a tan sólo 48 horas después de la
semifinal de Copa en el Power-Stadium de Cornellá. De la misma forma, mantuvo la misma pizarra de la clasificación para
la final del torneo copero.
El equipo bilbaíno realizó dos actos completamente
diferentes: adelantamiento de líneas, intensidad-presión en la circulación del
balón en todo el campo. Un ritmo frenético en contención y ataque. Un
laboratorio montado y nutrido en el eje del campo (cuatro) y buscó siempre la sorpresa
en la sucesión de pases sincronizados, con precisión y en profundidad.
En la segunda parte: Athletic Bilbao jugó más
pausado sin perder la concentración, aunque también lo hizo con mucha
inteligencia. Algo lógico, después del gran desgaste físico. Un ordenamiento
defensivo bien equilibrado. Protegiendo, con relevos, siempre la espalda del compañero en la zona y
cerrando todos los espacios por fuera y por dentro. Con las líneas bien juntas
y constantes apoyos. Al mismo tiempo, no renunció a sorprender en las salidas:
contragolpes en velocidad. Un plan que le salió “bordado” en la revancha
(semifinal) de Copa de España frente al RCD Español disputado en Barcelona y lo
mejoró ante Real Madrid.
¿PÓCIMA MÁGICA?
a) No dejar pensar al rival. b) Desconectar su tridente. c) anular la elaboración en el centro
del campo. d) Golpearle con la misma
moneda: contraataque en velocidad durante intervalos cortos y largos.
Una ración completa de fútbol o, lo que es lo mismo,
neutralizar todas las virtudes del equipo merengue. Fue tan perfecta la
sincronización de Athletic de Bilbao en cada uno de los movimientos en el
campo, que había que frotarse los ojos para saber si se trataba de un sueño o una
realidad.
a) No dejar pensar al rival.
El ritmo, la presión y las revoluciones (6000 rvm) de
cada una de las piezas rojiblancas, desde el pitido del árbitro. Un movimiento
continuo y frenético. Arriba, en el medio y atrás. Sin apenas descanso. Si
añadimos, al mismo tiempo, la rápida recuperación del balón y la manera de
crear peligro con los volantes parecía ciencia ficción. No había, además,
espacios vacíos. Los rojiblancos se multiplicaban como los panes y los peces.
Con suficiente peligro para plantarse en el área, con dos o más efectivos.
b) Desconectar su tridente.
Con el marcaje y despliegue casi asfixiante no permitió
que el adversario adelantara sus líneas. La banda izquierda blanca
(Marcelo-Isco-Cristiano) pareció, poco menos un suplicio o una carrera de
vallas (obstáculos). Difícil de superar en el camino a Iraola, Miguel Rico y De
Marcos. El problema fue doble, porque si perdían el balón suponía el toque de
corneta para una contra local desde el mismo sector.
Lo mismo ocurría en el pasillo derecho. Carvajal, incapaz
de despegarse del eléctrico Williams y
Balenciaga, adelantado, evitaba el sprint de Bale.
c) Anular la elaboración en el centro del campo.
La misma historia se repetía con los tres volantes
blancos. Isco tenía que salvar tres barreras para llegar a Cristiano o Benzema.
Los cien pulmones de Miguel Rico siempre se anticipó en cada acción. Hasta tal
punto que el malagueño no dio una a derechas.
Si Isco no funcionaba, menos lo hacía Kroos que tenía un
moscardón encima (Iraola o Rico), mientras que Illarramendi, demasiado
retrasado, pareció un adorno (un muñeco) junto a los centrales encerrados en el
área por el movimiento continuado de Aduriz, sin o con balón.
d) Golpearle con la misma moneda:
contraataque en velocidad durante intervalos cortos y largos.
Esta acción, quizá, desconcertó al contrincante. Nunca
podía prever la contra de Athletic. En la primera parte, más desconcertante
aunque pronto descubrimos el truco: inmediatamente, una vez que recuperaba el
balón. Algo que continuó de otra manera en la segunda, lo que multiplicaba la
sorpresa.
Máximo teniendo en cuenta que Real Madrid buscaba el
empate y estiró sus líneas al “regalarle” el balón y la iniciativa su adversario.
Más de un traspié recibió el ilustre visitante de San
Mamés.
El dispositivo defensivo local se mostró inexpugnable. No
sólo le permitió pausas después del loco ritmo de la primera mitad, sino que
obligó al cuadro blanco a un ida y vuelta a lo largo del campo en momentos de
verdadero agobio y angustia.
UNA
LECCIÓN PARA NO OLVIDAR
Para ahogar a Benzema y Cristiano, el cuadro bilbaíno
dominaba claramente la situación, con un hombre-escoba. En este caso, Beñat
Echevarría. Dos zagueros contundentes (Gurpegui y Echeita) y un comodín (De
Marcos), que cubría la zona derecha retaguardia y asimismo también el cruce
cuando salía Gurpegui.
En el segundo acto, prácticamente, Athletic fabricó una
especie de bunker difícil de superar, situado a unos 10 metros del área grande
y bien parapetada. En una formación de pausa o descanso. Pero con una disciplina férrea, teóricamente
“militar”.
De esta forma, cedieron la iniciativa al rival.
Este cambio de actitud fue un espejismo. La impresión:
“falta de oxígeno” (había motivos después de jugar dos partidos en 48 horas). O,
tal vez, muchos pensaron que se conformaban con el gol de ventaja (Aduriz) en
el primer tiempo.
Fue tal el mecanismo del sistema defensivo, que el
adversario pensó en un “regalo” y adelantó sus líneas en busca del empate y se
estrelló. Fueron incapaces de superar la muralla defensiva montada por delante
del meta.
Al mismo tiempo de
probar la “impotencia” palpable del equipo blanco para hilvanar jugadas que
profundizaran el ataque, se encontraron la sorpresa de la contra del conjunto
rojiblanco con pases largos y salidas en velocidad.
Aduriz pudo aumentar el resultado, y el único susto que
se llevó el Athletic fue el disparo envenenado de Bale que dio en el palo derecho
de Irazoz, desde más de 40 metros.
A partir de ahí volvió a coger el control del partido y
sin mucho esfuerzo repelió sin agobios los centros a la olla de los merengues y
al mismo tiempo las incursiones de los locales a la contra en velocidad,
completaron un trabajo perfecto. Bien ordenado en todos los sentidos, dejando
en evidencia la profunda im-po-ten-cia de
Real Madrid.
PROTAGONISTAS
Nunca nos cansaremos de repetir que el fútbol es
un juego colectivo (foot-ball association). Lo importante, siempre es el
equipo. El grupo de jugadores que según sus características se adaptan a un
sistema (no el sistema a los jugadores) y a los diferentes planes de juego
establecidos antes y durante el match. Lo remarcaba siempre, Herber Chapman, un maestro del fútbol
mundial, que recibió críticas por sus innovaciones que aún perduran en el
tiempo.
Un equipo siempre tiene un esqueleto bien
concreto, unos líderes (entre comillas) en cada una de las líneas, ya que por
su experiencia corrigen cualquier error en el sistema. Esto lo tiene claro el
técnico, Ernesto Valverde.
A partir de ahí hay detalles que sobresalen en
Athletic de Bilbao.
Por ejemplo, la situación de Iraola en el campo.
De zaguero netamente defensivo reconvertido en medio extremo-medio volante, con
misiones específicas. El cambio ha sido notable, teniendo en cuenta que aumentó
su poderío físico y también tiene más campo para evitar subidas del lateral
adversario, como secar por completo a Kroos que terminó desquiciado.
El puesto de Iraola lo ocupa ahora Oscar de Marcos
de lateral. Un auténtico corre-caminos, al que el técnico probó de ariete,
delantero, mediapunta, extremo… y últimamente ha encajado como zaguero comodín.
Cubre la banda y por sus condiciones físicas, que son muchas, sirve de apoyo
muchas veces al central de su zona o como un recambio de full-back.
Otra de las variantes de Athletic de Bilbao es
Muniaín, curtido en 100 batallas como extremo izquierdo en funciones
defensivas-ofensivas. Ahora, colocado en el centro del campo como “libre” o media
punta (enganche). Una demarcación –en la que jugó otro navarro Javier Martínez
(Bayern Munich) y Herrera (Manchester United)– que le va como anillo al dedo en
su nueva función.
Uno nuevo. Un ente autónomo difícil de “domar”:
Beñat Echevarría. Un jugador con demasiado ego, que llegó a Bilbao con su idea
de cubrir la posición de Andrés Herrera y ser el líder del equipo. Un error
lamentable, nada menos en el team rojiblanco. En el que todos son figuras y
todos son obreros. Una unión de compañerismo puro y comunión entre sus
integrantes, sean o no de la escuela de Lezama.
No sabemos qué es lo que hizo el entrenador, pero
el jugador tuvo que “comerse” sus aires de grandeza (alimentado mediáticamente
en su época en Real Betis). Al final aprendió que no es lo mismo Sevilla que
Bilbao o Betis que Athletic. Beñat, ahora, ha variado su manera de ser y se le
ve más humilde y se ha adaptando y es más generoso.
Ante Real Madrid, Beñat cumplió un buen encuentro,
reemplazando a San José (sancionado). Una situación incómoda para él, por su
misión eminentemente defensiva, como zaguero escoba por delante de la última
línea. Algo que cumple a la perfección el pamplonica (curtido en Inglaterra y en
las selecciones inferiores españolas).
Otra pieza importante: Miguel Rico, un incansable
corre-caminos con una potencia y una calidad insuperable. No sólo es músculo,
cuidado, tiene una gran visión del juego demasiado amplio. Además, no tiene
problemas de adaptación en cada demarcación (derecha o izquierda) y cumple
siempre brillantemente dobles funciones (contención y despliegue).
Por último, tres que parecen seis. Gurpegui,
Aduriz y Iraizoz. Los dos primeros en dos facetas comprometidas: el cierre y el
gol en estado puro. Ambos parecen profesores de su estilo. Una enseñanza para
la juventud que pide paso, y al mismo tiempo la esencia de su carácter que
transmiten confianza.
Lo de Gorka Irazoz es simplemente su técnica exquisita
y su seguridad a toda la zaga. El guardameta –que poco se habla en la Liga– que
habla en cada uno de sus movimientos. Cada vez más nos recuerda más al monstruo
de José Ángel Iribar.
El “ángel” ahora lo tiene… Gorka.
“AZOTEA”
DESPEJADA DE... EUROPA
Aunque alguno no se lo crea, el Athletic Bilbao-Real
Madrid, el mismo que supuso una gran fiesta en San Mamés, fue el match número 54 de la temporada 2014-2015. Si contamos los amistosos (10), el
play-off de clasificación (2) para la I fase de la Copa de Europa (6) y Copa
UEFA (2). Y por último: Copa de España (8) y la jornada 26ª de Liga.
Con la “azotea” (cabeza) alejada y despejada de Europa
–en la que nunca dejaron de dar la cara por sus colores– el equipo bilbaíno
pudo centrarse, por fin, en la Liga. Con una irregular campaña con una primera
vuelta “raquítica” se centró en el campeonato nacional.
Sin olvidar, por supuesto, una experiencia inédita del
club y del equipo.
Un total de 15 partidos internacionales (10 de ellos en
competiciones europeas, unidos a los cinco amistosos ante Werder Bremen,
Benfica, Tolouse, Borussia Moenchengladbach y Olympiacos). Ni tampoco la cita
de la ansiada final de Copa de España frente a Barcelona a finales de mayo.
Más curtido, más concentrado y más compenetrado en su
juego el conjunto bilbaíno fue más “reconocible” con un plantel (30) en el que
participaron casi todos, a excepción de cuatro futbolistas.
La victoria ante Real Madrid ha sido tan sólo una muestra
de las posibilidades de Athletic Bilbao en las 10 finales que le restan para
terminar el campeonato y llegar fresco para el caramelo de la final de Copa. Dos
objetivos golosos a priori: clasificar entre los siete primeros (ocupa el
puesto octavo en la clasificación) y ganar la competición copera para firmar
una buena temporada.
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