Sublime plan táctico
Por Miguel Miró
Valencia no ganó en el Camp Nou, es cierto, pero si sigue
por la misma senda será un firme candidato de Champions para la próxima
temporada.
El técnico luso, Nuno Espirito Santo, le dio un verdadero
“baño” a su colega azulgrana. Hizo méritos para empatar el match (fallo de un
penalty y un disparo al poste, con Bravo vencido) e incluso ganar teniendo en
cuenta las situaciones de gol que generó ante el líder de la Liga Española a lo
largo de la contienda. Un total de 11 ocasiones, de ellas siete en el primer
tiempo.
Al ser imprevisible el fútbol se podría pensar que suele
ser “flor” de un día. Pero éste no es el caso. El entrenador de Valencia cambió
de sistema táctico y entre partido-a-partido ha completado con nota los planes
de juego.
El andamiaje defensivo lo había modificado y funciona,
faltaban los otros detalles que se apreciaron nítidamente frente a Barcelona.
El ensamblaje de todo el grupo (equipo-equipo y con
mayúsculas) fueron palabras mayores. Un verdadero espectáculo con respecto a su
planteamiento, posición y desarrollo en el Camp Nou.
ABRIR EL CAMPO
Nuno optó por “abrir el campo” (el manido discurso de
Luis Enrique que le trae de cabeza) pero en este caso con inteligencia.
No se trataba, con dicha expresión, ni mucho menos en “pegar”
jugadores a la línea de cal ni juntar extremos-laterales en ambos pasillos,
sino sacarle provecho a la calidad técnica de cada uno de ellos, con salidas en
diagonal y raciocinio. Tales como llegadas, agruparse y por intermedio de pases
al primer toque crear situaciones de gol.
Al mismo tiempo, sacó ventaja de las dimensiones del
terreno según las circunstancias del juego que siempre fueron favorables para
Valencia.
Además de las decisiones básicas, como son la
concentración y actitud, el conjunto valenciano estuvo bien plantado. Realizó
un movimiento continuo, con o sin balón, en el despliegue ofensivo y distintas
formas de relevos o rotaciones junto a un apoyo constante. Un punto clave para conseguir
la sorpresa, con pautas y convicción, en cada una de las jugadas una vez
recuperado el balón.
Del mismo modo, el ordenamiento entre los jugadores, con
marcaje directo a distancias cortas (algo que su rival no lo hacía y dejaba
muchos espacios) para la recuperación del balón en campo contrario. Bien en el
eje del campo, como en las inmediaciones del área grande. Este procedimiento,
con presión e intensidad, se hacía con las espaldas bien cubiertas.
Por un lado, la acumulación de jugadores en la zona
central, sin apresurarse en el adelantamiento de líneas y, por otro el sentido
práctico en la posesión que tenía cada uno dentro del campo para la
anticipación. (más del 85%).
APROVECHAR ERRORES
La obsesión de Luis Enrique Martínez en ajustar tanto a la
defensa que, al mismo tiempo le obliga a descuidar el eje del campo o aislar a
los delanteros. Un error que sigue cometiendo durante toda la temporada.
Además, no basta con recurrir al “cuadrado mágico” por el
centro (Piqué-Mathieu, detrás y Busquets-Mascherano, por delante). En primer
lugar por las subidas de los laterales y las distancias que se produjeron en
los marcajes a la zona.
Se multiplicaba el trabajo de los centrales y los
stoppers. Se desajustaban, al mismo tiempo, por las distancias largas los
marcajes (más espacios evidentes) y lógicamente ante la pérdida de balones en
la zona ancha aumentan las luces rojas.
Asimismo, por la excesiva alegría de los delanteros que
“no bajan y se desentienden” ni tampoco colaboran en cuestiones defensivas,
exceptuando Luis Suárez, bien en las faltas o corners o en campo contrario para evitar la salida fácil del balón desde el
área.
Este detalle, sin duda, lo conocía al dedillo el técnico
luso y lo aprovechó al máximo. Sólo le faltó el justo premio de los goles.
DOS EJEMPLOS
Vamos a dar dos ejemplos muy claros: las pérdidas de
balón de Neymar en banda y centro del campo (1Tiempo, 3 y 2Tiempo, 2), que a
renglón seguido se produjeron cinco situaciones de gol de Valencia, y una de
ellas el penalty, aunque un poco dudoso de Piqué a Rodrigo. El segundo, el
agujero o más bien socavón que siempre deja a sus espaldas Daniel Alves, que por
lo general se encuentra adelantado de su posición habitual.
Las situaciones son siempre críticas para el conjunto catalán.
Barcelona ¿juega con 9 jugadores?
Así lo parece.
Además, si se corrige en una banda (caso de la
sincronización de Adriano y Mascherano en la cobertura) se abre una nueva vía
de agua, cuando se juntan Messi-Alves adelante. Ambas situaciones provocan alarmas,
por la facilidad del desmarque del rival y la sorpresa. Y casi siempre el más sacrificado
fue Piqué, pero el central no es Superman. Más que nada porque Busquets no se
puede “triplicar” en el corte y menos cuando cumplía indistintamente una doble
función: cortar y crear.
Este contratiempo (multiplicado por dos o cuatro) no ha
permitido que el equipo azulgrana juegue un fútbol más compenetrado, más
compacto y regular. Sólo arrancaba por “impulsos o ráfagas” de forma individual,
desperdiciando todo el poder indiscutible de los jugadores que cuenta en su
plantel.
CAMBIOS Y PRESIÓN
Valencia hizo cambios en el equipo. Orban de entada como
zaguero lateral en lugar de Gayá y los obligados de André Gómez y Rodrigo por
las lesiones de Enzo Pérez y Piatti. Dos de contención y uno para el plan
ofensivo. La labor del dúo Fuego-Gómez ha sido eficaz en funciones defensivas.
Ambos sincronizados con los dos full-backs en sus espaldas y recuperando
balones en el eje del campo.
Orbán, más sólido como lateral defensivo, para tapar las
salidas de Messi por banda o adelantándose a las incursiones de Alves por el
pasillo.
Rodrigo, por su parte, cumplió también su cometido,
aunque falló tres goles cantados durante el primer tiempo. Los mismos que Alcacer,
y uno más al palo derecho de Bravo. El extremo explotó su velocidad, junto a
Feghouli y Barragán en la banda contraria. Los tres fueron un peligro latente
para el cuadro azulgrana.
Con estos detalles, se intentó tapar las bandas (por
fuera) y por el centro (por dentro). Esto permitía atar cualquier dispositivo
azulgrana y fabricar un fútbol más profundo y fluido por parte de Valencia.
DOMINIO TOTAL DE VALENCIA
Después de la bofetada inicial –de área a área– un gol en
tres pases (Mascherano-Messi-Luis Suárez 1-0) cuando no se había cumplido el
minuto del partido, se le vino encima el diluvio universal a Barcelona.
En lugar de disfrutar, los aficionados vivieron con
angustia y sobresalto el match. Tal fue el dominio del cuadro “che” que el Camp
Nou tembló, sí, por supuesto que tembló de miedo y escalofríos.
Valencia estiró sus líneas y se hizo dueño de la
situación. Como si se hubieran cambiado los papeles. Le robó el balón al equipo
local y realizó un fútbol fluido, técnico, con disciplina colectiva, trabajo e
intensidad.
Bastaría con los datos de posesión del primer tiempo (Barcelona
36% Valencia 64%) y ocho ocasiones de gol (Alcázar/3 una de ellas al palo
derecho; Rodrigo/3; Otamendi/1, de cabeza; Parejo/1, penalty fallido), tres
off-sides y dos paradas de Bravo y lo
nunca visto en el cuadro catalán: 15 faltas pitadas y dos balones mal cedidos
al guardameta.
La tensión y presión de Valencia bajó en la segunda
parte.
¿Por qué?
Por el desgaste físico y mental (demasiadas ocasiones sin
premio) y porque se mantenía la ventaja corta del 1-0. Había que recuperar
fuerzas.
CAMBIOS INÚTILES
Los cambios de Barcelona eran previsibles, reforzar las
bandas. Parejo y Barragán habían dejado en evidencia a Adriano y Mascherano. Se
retrasó al área al argentino y Mathieu ocupó el puesto de zaguero lateral.
Rodrigo, por otra parte, siempre superó a Alves. Se taparon
los agujeros de Alves con la entrada de Rakitic (¿?), mientras que Pedro sustituyó
a Luis Suárez (¿?) en lugar de Neymar, una auténtica nulidad.
El reordenamiento no fue lo importante en el equipo
local. Al contrario. Se consumieron en un pis-pas los tres cambios demasiado
pronto. Lo hizo a lo loco, y… si se produjera una lesión inesperada. Además, no
tuvo narices para sustituir a Alves y a Neymar. ¡Increíble!
Barcelona no mejoró por los cambios, tan sólo la entrada
del croata para cubrir la banda derecha azulgrana. Lo demás fueron “balas de
fogueo” cara a la galería. El equipo empezó a funcionar cuando se reagrupó el
triplete mágico y se aumentó el número de jugadores en el centro del campo.
¿TRIPLETE “MÁGICO”?
Algo de cajón: Busquets-Xavi-Messi fueron la causa de la
recuperación del equipo y del ¡esférico!, hasta ese momento en poder de
Valencia.
Con la entrada de Rakitic por Mascherano o Neymar hubiera
sido suficiente. Sin embargo, Luis Enrique Martínez desconfía del croata en esa
posición. Lo mismo sucedía antes al poner al croata en la posición de Xavi. Por
más que lo intente encajar como “creador o arquitecto”, nunca lo conseguirá. Son
de características completamente diferentes. En los últimos encuentros se ha
dado cuanta (¡Por fin!) que ambos pueden jugar juntos.
Lo mismo ha pasado con Busquets-Rakitic. El croata sí
puede cumplir la función de stopper. No obstante, el técnico asturiano es
testarudo y sigue sin probarle en esa demarcación. Puede cumplir con
creces la doble función de tapar y
crear.
Ya lo hizo brillantemente cuando estuvo en las filas de
Sevilla.
VALENCIA BUSCA EL EMPATE
El cuadro visitante, aunque no se amilanó tras el
descanso. Resulta evidente que reculó y se dedicó a tareas defensivas para
volver a recuperar el ritmo de una primera parte excelente. Una forma más de
confundir al rival. No bajó los brazos, aunque ya no era el dueño del balón y
del partido. Hubo, como se dice en boxeo, unos rounds de tanteo. Había
suficientes motivos, ya que el marcador seguía corto para los intereses de
ambos equipos.
La recuperación del eje central por el triplete mágico,
revivió los grandes momentos de las triangulaciones y el “tiki-taka”. Con un
fútbol más pausado, sin prisas, y la paciencia de conseguir un segundo gol para
cerrar el partido. Hubo, eso sí, varias oportunidades, pero ni Pedro ni Neymar
estaban iluminados. Un cabezazo del brasileño a las manos de Diego Alves, y un
remate al travesaño de Messi.
Nuno, todavía tenía esperanzas de conseguir el empate en
los minutos finales. La entrada de Gayá por Orban dejaba entrever una nueva
ocasión ofensiva, como también la presencia de Negredo y de Joao Cancelo. Esta
vez había que mirar al crono y armar contragolpes.
Trató de intercalar pausas, para dar el golpe. Una
ocasión de Negredo y varias incursiones de Gayá por la izquierda.
Al final, en los tres minutos de descuento, con todo el
equipo valenciano dentro del área de Barcelona intentando a balón parado la
igualada, llegó el segundo bofetón, esta vez de Messi para cerrar el match 2-0.
Totalmente inmerecido, de acuerdo con los méritos visitantes.
Algunos atrevidos dijeron: Barcelona no ganó el partido,
ha sido Valencia quien lo perdió.
Hay gustos para todos.
Incluso para aquélla frase célebre…
¿Se acuerdan?
“Hemos jugado como nunca y
perdimos como siempre”.
El enorme sentido del humor de los socarras valencianos
no se pierde con el tiempo. Aún más en los momentos más estelares.
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