lunes, 20 de abril de 2015

Valencia deja “en bragas” a Barcelona



Sublime plan táctico

Por Miguel Miró
Valencia no ganó en el Camp Nou, es cierto, pero si sigue por la misma senda será un firme candidato de Champions para la próxima temporada.
El técnico luso, Nuno Espirito Santo, le dio un verdadero “baño” a su colega azulgrana. Hizo méritos para empatar el match (fallo de un penalty y un disparo al poste, con Bravo vencido) e incluso ganar teniendo en cuenta las situaciones de gol que generó ante el líder de la Liga Española a lo largo de la contienda. Un total de 11 ocasiones, de ellas siete en el primer tiempo.
Al ser imprevisible el fútbol se podría pensar que suele ser “flor” de un día. Pero éste no es el caso. El entrenador de Valencia cambió de sistema táctico y entre partido-a-partido ha completado con nota los planes de juego.
El andamiaje defensivo lo había modificado y funciona, faltaban los otros detalles que se apreciaron nítidamente frente a Barcelona.
El ensamblaje de todo el grupo (equipo-equipo y con mayúsculas) fueron palabras mayores. Un verdadero espectáculo con respecto a su planteamiento, posición y desarrollo en el Camp Nou.

ABRIR EL CAMPO
Nuno optó por “abrir el campo” (el manido discurso de Luis Enrique que le trae de cabeza) pero en este caso con inteligencia.
No se trataba, con dicha expresión, ni mucho menos en “pegar” jugadores a la línea de cal ni juntar extremos-laterales en ambos pasillos, sino sacarle provecho a la calidad técnica de cada uno de ellos, con salidas en diagonal y raciocinio. Tales como llegadas, agruparse y por intermedio de pases al primer toque crear situaciones de gol.
Al mismo tiempo, sacó ventaja de las dimensiones del terreno según las circunstancias del juego que siempre fueron favorables para Valencia.
Además de las decisiones básicas, como son la concentración y actitud, el conjunto valenciano estuvo bien plantado. Realizó un movimiento continuo, con o sin balón, en el despliegue ofensivo y distintas formas de relevos o rotaciones junto a un apoyo constante. Un punto clave para conseguir la sorpresa, con pautas y convicción, en cada una de las jugadas una vez recuperado el balón.
Del mismo modo, el ordenamiento entre los jugadores, con marcaje directo a distancias cortas (algo que su rival no lo hacía y dejaba muchos espacios) para la recuperación del balón en campo contrario. Bien en el eje del campo, como en las inmediaciones del área grande. Este procedimiento, con presión e intensidad, se hacía con las espaldas bien cubiertas.
Por un lado, la acumulación de jugadores en la zona central, sin apresurarse en el adelantamiento de líneas y, por otro el sentido práctico en la posesión que tenía cada uno dentro del campo para la anticipación. (más del 85%).


APROVECHAR ERRORES
La obsesión de Luis Enrique Martínez en ajustar tanto a la defensa que, al mismo tiempo le obliga a descuidar el eje del campo o aislar a los delanteros. Un error que sigue cometiendo durante toda la temporada.
Además, no basta con recurrir al “cuadrado mágico” por el centro (Piqué-Mathieu, detrás y Busquets-Mascherano, por delante). En primer lugar por las subidas de los laterales y las distancias que se produjeron en los marcajes a la zona.
Se multiplicaba el trabajo de los centrales y los stoppers. Se desajustaban, al mismo tiempo, por las distancias largas los marcajes (más espacios evidentes) y lógicamente ante la pérdida de balones en la zona ancha aumentan las luces rojas.
Asimismo, por la excesiva alegría de los delanteros que “no bajan y se desentienden” ni tampoco colaboran en cuestiones defensivas, exceptuando Luis Suárez, bien en las faltas o corners o en campo contrario  para evitar la salida fácil del balón desde el área.
Este detalle, sin duda, lo conocía al dedillo el técnico luso y lo aprovechó al máximo. Sólo le faltó el justo premio de los goles.

DOS EJEMPLOS
Vamos a dar dos ejemplos muy claros: las pérdidas de balón de Neymar en banda y centro del campo (1Tiempo, 3 y 2Tiempo, 2), que a renglón seguido se produjeron cinco situaciones de gol de Valencia, y una de ellas el penalty, aunque un poco dudoso de Piqué a Rodrigo. El segundo, el agujero o más bien socavón que siempre deja a sus espaldas Daniel Alves, que por lo general se encuentra adelantado de su posición habitual.
Las situaciones son siempre críticas para el conjunto catalán.
Barcelona ¿juega con 9 jugadores?
Así lo parece.
Además, si se corrige en una banda (caso de la sincronización de Adriano y Mascherano en la cobertura) se abre una nueva vía de agua, cuando se juntan Messi-Alves adelante. Ambas situaciones provocan alarmas, por la facilidad del desmarque del rival y la sorpresa. Y casi siempre el más sacrificado fue Piqué, pero el central no es Superman. Más que nada porque Busquets no se puede “triplicar” en el corte y menos cuando cumplía indistintamente una doble función: cortar y crear.
Este contratiempo (multiplicado por dos o cuatro) no ha permitido que el equipo azulgrana juegue un fútbol más compenetrado, más compacto y regular. Sólo arrancaba por “impulsos o ráfagas” de forma individual, desperdiciando todo el poder indiscutible de los jugadores que cuenta en su plantel.






































CAMBIOS Y PRESIÓN
Valencia hizo cambios en el equipo. Orban de entada como zaguero lateral en lugar de Gayá y los obligados de André Gómez y Rodrigo por las lesiones de Enzo Pérez y Piatti. Dos de contención y uno para el plan ofensivo. La labor del dúo Fuego-Gómez ha sido eficaz en funciones defensivas. Ambos sincronizados con los dos full-backs en sus espaldas y recuperando balones en el eje del campo.
Orbán, más sólido como lateral defensivo, para tapar las salidas de Messi por banda o adelantándose a las incursiones de Alves por el pasillo.
Rodrigo, por su parte, cumplió también su cometido, aunque falló tres goles cantados durante el primer tiempo. Los mismos que Alcacer, y uno más al palo derecho de Bravo. El extremo explotó su velocidad, junto a Feghouli y Barragán en la banda contraria. Los tres fueron un peligro latente para el cuadro azulgrana.
Con estos detalles, se intentó tapar las bandas (por fuera) y por el centro (por dentro). Esto permitía atar cualquier dispositivo azulgrana y fabricar un fútbol más profundo y fluido por parte de Valencia.


DOMINIO TOTAL DE VALENCIA  
Después de la bofetada inicial –de área a área– un gol en tres pases (Mascherano-Messi-Luis Suárez 1-0) cuando no se había cumplido el minuto del partido, se le vino encima el diluvio universal a Barcelona.
En lugar de disfrutar, los aficionados vivieron con angustia y sobresalto el match. Tal fue el dominio del cuadro “che” que el Camp Nou tembló, sí, por supuesto que tembló de miedo y escalofríos.
Valencia estiró sus líneas y se hizo dueño de la situación. Como si se hubieran cambiado los papeles. Le robó el balón al equipo local y realizó un fútbol fluido, técnico, con disciplina colectiva, trabajo e intensidad.
Bastaría con los datos de posesión del primer tiempo (Barcelona 36% Valencia 64%) y ocho ocasiones de gol (Alcázar/3 una de ellas al palo derecho; Rodrigo/3; Otamendi/1, de cabeza; Parejo/1, penalty fallido), tres off-sides y dos paradas de Bravo  y lo nunca visto en el cuadro catalán: 15 faltas pitadas y dos balones mal cedidos al guardameta.
La tensión y presión de Valencia bajó en la segunda parte.
¿Por qué?
Por el desgaste físico y mental (demasiadas ocasiones sin premio) y porque se mantenía la ventaja corta del 1-0. Había que recuperar fuerzas.

CAMBIOS INÚTILES
Los cambios de Barcelona eran previsibles, reforzar las bandas. Parejo y Barragán habían dejado en evidencia a Adriano y Mascherano. Se retrasó al área al argentino y Mathieu ocupó el puesto de zaguero lateral.
Rodrigo, por otra parte, siempre superó a Alves. Se taparon los agujeros de Alves con la entrada de Rakitic (¿?), mientras que Pedro sustituyó a Luis Suárez (¿?) en lugar de Neymar, una auténtica nulidad.
El reordenamiento no fue lo importante en el equipo local. Al contrario. Se consumieron en un pis-pas los tres cambios demasiado pronto. Lo hizo a lo loco, y… si se produjera una lesión inesperada. Además, no tuvo narices para sustituir a Alves y a Neymar. ¡Increíble!
Barcelona no mejoró por los cambios, tan sólo la entrada del croata para cubrir la banda derecha azulgrana. Lo demás fueron “balas de fogueo” cara a la galería. El equipo  empezó a funcionar cuando se reagrupó el triplete mágico y se aumentó el número de jugadores en el centro del campo.

¿TRIPLETE “MÁGICO”?
Algo de cajón: Busquets-Xavi-Messi fueron la causa de la recuperación del equipo y del ¡esférico!, hasta ese momento en poder de Valencia.
Con la entrada de Rakitic por Mascherano o Neymar hubiera sido suficiente. Sin embargo, Luis Enrique Martínez desconfía del croata en esa posición. Lo mismo sucedía antes al poner al croata en la posición de Xavi. Por más que lo intente encajar como “creador o arquitecto”, nunca lo conseguirá. Son de características completamente diferentes. En los últimos encuentros se ha dado cuanta (¡Por fin!) que ambos pueden jugar juntos.
Lo mismo ha pasado con Busquets-Rakitic. El croata sí puede cumplir la función de stopper. No obstante, el técnico asturiano es testarudo y sigue sin probarle en esa demarcación. Puede cumplir con creces  la doble función de tapar y crear.
Ya lo hizo brillantemente cuando estuvo en las filas de Sevilla.

VALENCIA BUSCA EL EMPATE  
El cuadro visitante, aunque no se amilanó tras el descanso. Resulta evidente que reculó y se dedicó a tareas defensivas para volver a recuperar el ritmo de una primera parte excelente. Una forma más de confundir al rival. No bajó los brazos, aunque ya no era el dueño del balón y del partido. Hubo, como se dice en boxeo, unos rounds de tanteo. Había suficientes motivos, ya que el marcador seguía corto para los intereses de ambos equipos.
La recuperación del eje central por el triplete mágico, revivió los grandes momentos de las triangulaciones y el “tiki-taka”. Con un fútbol más pausado, sin prisas, y la paciencia de conseguir un segundo gol para cerrar el partido. Hubo, eso sí, varias oportunidades, pero ni Pedro ni Neymar estaban iluminados. Un cabezazo del brasileño a las manos de Diego Alves, y un remate al travesaño de Messi.
Nuno, todavía tenía esperanzas de conseguir el empate en los minutos finales. La entrada de Gayá por Orban dejaba entrever una nueva ocasión ofensiva, como también la presencia de Negredo y de Joao Cancelo. Esta vez había que mirar al crono y armar contragolpes.
Trató de intercalar pausas, para dar el golpe. Una ocasión de Negredo y varias incursiones de Gayá por la izquierda.
Al final, en los tres minutos de descuento, con todo el equipo valenciano dentro del área de Barcelona intentando a balón parado la igualada, llegó el segundo bofetón, esta vez de Messi para cerrar el match 2-0. Totalmente inmerecido, de acuerdo con los méritos visitantes.
Algunos atrevidos dijeron: Barcelona no ganó el partido, ha sido Valencia quien lo perdió.
Hay gustos para todos.
Incluso para aquélla frase célebre…
¿Se acuerdan?
“Hemos jugado como nunca y perdimos como siempre”.
El enorme sentido del humor de los socarras valencianos no se pierde con el tiempo. Aún más en los momentos más estelares.

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