“Petites”
celestes pintan con crayola a Borussia Dortmund
“Todo
es posible si existe
un
gran deseo colectivo”
Bayern Münich
ganó la Copa de Europa y todos hablaron del Borussia Dortmund.
El fútbol tiene
estas rarezas.
También ganó la
Copa de España Atlético de Madrid y todos hablaron de los tiros a los palos del
adversario.
Y como punto
final, la selección de Francia conquistó por primera vez el Mundial Sub 20 en
Turquía y todos hablaron y siguen hablando de Uruguay.
El fútbol tiene
esas cosas. Quizá el público, el buen aficionado al fútbol, “no le engañan los
resultados” después de la gran actuación del “petit equipe” celeste.
Puede que la
reacción sea tierna o sentimental. O quizá, una reacción óptica (¿Ilusión
óptica?) después de la final de la Copa de Europa, la Copa de España o el
certamen Sub dirimido en Turquía.
La cuestión
visual suele ser importante para todo, excepto para comer. No se puede ni se
debe comer con los ojos.
También es
perverso el fútbol.
El mejor gol
del partido en el renovado Wembley lo marcó Robert Lewandoski y el árbitro lo
anuló por “matar” el balón con medio-hombro y medio-brazo.
Igualmente, en
la final de Estambul sólo la lotería de los penalties doblegó a los chicos.
¿Chicos?
Decimos bien,
porque los chicos eliminaron a los iraquíes con dos jugadores de 30 años y en
el encuentro decisivo empataron ante profesionales que son titulares en Primera
División de Francia e Italia.
Todo,
absolutamente todo es según como se vea, se interprete o se deforme, que también.
Por Miguel Miró
En referencia a
la selección uruguaya de “veinte años” nos dimos cuenta la capacidad mental, el
carisma de un equipo solidario y con un desparpajo increíble. Los “locos
bajitos” (canta Serrat) que parecían maestros de la pelota. Todos ellos
solidarios, apoyándose continuamente –algo que no abunda-; perseverantes –algo que
no abunda–, orgullosos, con mucho orden y una fe en el campo que muchos
conjuntos profesionales quisieran para sí.
Porque no
abunda ese trabajo de equipo-equipo, coordinado en lo físico, técnico y anímico
en el mundo del fútbol. Demasiado carácter, aplomo, frialdad, orgullo y
poderío.
Parecían
jóvenes-viejos o si lo prefieren jóvenes-ya-maduros.
FÚTBOL EN “BLOQUE”
El recordado Osvaldo
Zubeldía tenía una visión clara de lo que suponía el fútbol llamado “en
bloque”. Y lo desarrolló en el Estudiantes de La Plata.
Un sistema que
no deja de ser una variante de la WM de Herbert Chapman en Arsenal de Londres
(La raíz de todos los esquemas: 1-3-2-2-3) y al mismo tiempo del llamado
“fútbol total” que perfeccionaron los holandeses Marinus Jacobo Michels–Hendrik Johannes Cruijff en el Ajax de Amsterdam y la selección holandesa.
¿Cuál fue el
procedimiento de Zubeldía?
Cinco líneas de
dos hombres en todo el campo como primera premisa en el que se realiza despliegue
y repliegue. Donde todos atacan y todos defienden.
Algo así como
una cinta elástica o un chicles Adam´s de los de antaño. Después venía el plan
de juego con jugadas ensayadas en los entrenamientos.
En aquellos
años se probó mucho, sobre todo en los equipos sudamericanos. No se siguió
explotando porque suponía un “suicidio colectivo”. Al no haber pausas –uno de
los secretos del fútbol– el desgaste físico fue brutal. (Idéntico al marcaje al
hombre en todo el campo, otro “suicidio”). El problema surgiría cuando
apreciaron que el aspecto físico de los jugadores se desplomaba y a los equipos
se le agotaba la gasolina.
KLOPP: SACA JUGO AL ESQUEMA-ZUBELDÍA
El actual
entrenador del Borussia Dortmund Jürgen Klopp supo sacarle punta al fútbol en
bloque del argentino Zubeldía. Lo demostró la temporada 2011-2012 al ganar la
Bundesliga y la Copa de Alemania, ridiculizando al Bayern Munich dirigido por
Louis Van Gaal (destituido) y a Jupp Heinckes (5-3 en el torneo copero).
El cuadro
aurinegro realizó unos “35 minutos magistrales” en el match final. Sólo
faltaron los goles para confirmar su dominio del primer tiempo. No obstante, se
comprobaría después que los protagonistas de la noche serían los dos
guardametas (Neuen y Weinderfeller) y un punto negro. El error garrafal del
árbitro al no expulsar a Dante por su entrada a lo Karate Kid, en el gol del
empate de Dortmund.
Después, a un
minuto del final, Robben rompería el hechizo de los aurinegros.
Para definir al
Borussia bastaría con decir que es “el juego de los gemelos”. Cubren todo el
campo siempre “a pares”. Y según la situación del match, los dibujos cambian a
gran velocidad. Porque todos defienden y todos atacan. La presión es intensa y
el movimiento singular. La coordinación es brutal y también los apoyos en
ataque y defensa. Siempre tienen a su “gemelo” al lado.
URUGUAY LO BORDA IGUAL
El combinado
celeste (ver gráficos) lo borda igual. Practica el adelantamiento de líneas
(Sven-Göran Eriksson, creador del repliegue intensivo a los 30 metros) bien
juntas. Y también la sociedad de dos jugadores en los distintos sectores del
campo. Giménez-Silva, Varela-Pais, Acevedo-Cristóforo, Rodríguez-Arrascaeta y Laxalt-López.
Avenatti, Velázquez y Giménez de lateral disputaron la final “por cuestiones de altura” en referencia al adversario.
Todos ellos
prestos a la salida y cruce en la defensa, y el toco y me voy en el ataque. Y
lo más increíble, cualquier modificación no rompía para nada el esquema diseñado
por el ingeniero Juan Verzeri. Parecen, poco menos, que “soldados” convencidos
y con una fe ciega en el planteamiento.
Es cierto –nadie
es infalible, ¿verdad?– que se produjeron muchas pérdidas del balón en el
centro del campo, pero nunca perdieron la compostura y posición. Trazaron sus
contragolpes a base de “gemelos” en la combinación, tanto por fuera como por
dentro, y fabricaron numerosas ocasiones de gol.
Si la selección
hubiera estado acertada cara al gol la historia hubiese sido otra. Pero no es
cuestión de lamentarse. El trabajo coordinado de “gemelos” fueron las delicias
de los aficionados.
Y no debemos
olvidar la técnica individual de los “botijas o gurís”. La seguridad del centro
de la zaga, la doble función de los laterales, la labor de los volantes stopper-distribuidor
en el eje. La labor creadora y de unión en el enganche de los interiores y
delanteros.
Y el
guardameta, que nunca estuvo en la Luna por cuestiones de “amores”.
¡”ASALTANTES” CON PATENTE!
Vamos a dar tres detalles… Sólo tres, de los
muchos que se produjeron en la final Francia-Uruguay en el Ali Sami Yen Arena,
Estambul.
--El árbitro
mexicano Roberto García se hace “el ciego” junto al linier que lo ve todo, tras
la patada alevosa de Bosetti a Giménez. Por detrás y en el gemelo del jugador
uruguayo.
Una clara
expulsión de libro.
--Tiro libre
para el equipo celeste, casi al final. El árbitro mexicano, tras señalar con el
spray el lugar del balón, da ocho pasos cortos antes de usar el spray para la
colocación de la barrera francesa. Protestaron los jugadores uruguayos, pero ni
caso. El balón rebotó en la barrera, estaba demasiado cerca.
Y por último:
--Amonesta
verbalmente a demasiados jugadores franceses durante el match. Y muchas de esas
infracciones merecían la tarjeta amarilla.
Con ello no
vamos a decir que favoreció a los franceses y que ha sido clave para el
resultado de la final Sub 20. Eso no, los penales son los penales (una
lotería). Sin embargo, Roberto García actuó cohibido por su condición de “americano”
e intentó ser condescendiente en algunos aspectos que estropearon su
reputación. Las reglas hay que cumplirlas, que para eso están, y hemos visto
colegiados mexicanos que no se dejan amedrentar por “jirafas” de metro ochenta.
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