Adam
Scott gana por su drive y approach en Augusta National
Adam Scott lo demostró en los dos hoyos
extras del play-off.
--Su drive superó aproximadamente dos-tres
metros al de Ángel Cabrera.
--Su approach quedó a pocos metros de la
bandera.
(También habría que reconocer: el argentino
se quedó a un centímetro de la copa, en el 18, primer hoyo extra de “la muerte
súbita”)
HOYO
10.-
Su birdie-putt a 3,6 metros del hoyo en línea recta, mientras que su adversario
tiró primero, al estar su bola a 4,5 metros cuesta arriba.
El australiano capturó su primer “salmón”
(como decía Seve Ballesteros) de su exitosa carrera deportiva. Adam Scott, 32
años, lo consiguió en el hoyo 74, par-4 del hoyo 10, tras igualar con el argentino
Ángel Cabrera al final del recorrido.
Sus totales y parciales son los siguientes:
279
golpes,
nueve bajo par [69 /34-35/ 72 /38-34/ 69 /35-34/ 69 /36-33].
Anotó en su tarjeta: 15 birdies; 51 pares y 6 bogeys].
Scott ganó en play-off, después de un trabajo
de hormiga en las cuatro rondas del campeonato. La solidez de su juego –drive y
approach– y, por supuesto, con menos errores que sus adversarios, le auparon a
lograr su primer torneo del Grand Slam. Y ser el primer australiano en capturar
el título en el Masters Tournament del Augusta National Club.
Por Miguel Miró
Independiente del play-off, Adam Scott
destroza uno de los viejos “mitos” más sagrados en el golf. La llave de su
victoria en el Infierno de Augusta –por los elementos y errores humanos– se
centra en el juego fantástico con las maderas y los hierros. De la solidez y
consistencia en los disparos desde el tee y la habilidad en los golpes de
aproximación. En una palabra, por su forma de negociar el driver-1 o madera-3 y
su magia con los hierros en el approach.
Rompió el famoso mito, que los campeonatos se
ganan en el green. El australiano hizo una media de 30 putts/día (120 putts en
los 72 hoyos). El putter-escoba le funcionó en el play-off con un golpe a 3,6
metros en el green del par-4 del hoyo 10, pero no en las cuatro vueltas del
recorrido.
Esto demuestra, una vez más, que el golf es un
deporte mental, sin duda, pero también “sugestivo”. Sin embargo, Adam Scott
nunca se desmoronó en el green, aún teniendo motivos. Siempre se mostró entero,
a sabiendas que desperdició una montaña de putts en los primeros 54 hoyos.
La excepción se produjo en los 18 hoyos
finales donde pocas veces –o ninguna– intentó arriesgar en los birdie-putt que
se le presentaron por su espectacular approach. Se resignó a especular en la
plazoleta. Jugar con tiento e inteligencia en todo momento.
El poder mental y físico del australiano
–más propio de Superman, que de un insignificante ser vivo ante una Naturaleza
infinita– han sido una de las claves de su consistencia, regularidad y solidez
de su golf. Toda esa gama de virtudes permitieron a Adam Scott conseguir su
ansiado sueño (arañado junto a su compatriota Jason Day, ambos runner-up en el
Masters 2011) de conquistar Augusta. Pero eso sí, cometiendo menos errores que
los otros candidatos. Un total de 6 bogeys (1-3-1-1) en los 72 hoyos del
recorrido. (Snedeker/11; Cabrera/10; Day/10 + 1 Dbogey).
Sin ser uno de los “bombers” del torneo
invitational, su golpe largo fue todo un espectáculo. No sólo por su eficacia,
sino por su soberbio swing, elegante y muy personal. Más potente y más largo
que los otros tres candidatos al título (Ángel Cabrera, Jason Day y Brandt
Snedeker), que no son mancos en el empeño. Aún así falló 24 veces en las 56
calles del recorrido. Sin meterse en problemas en los escalones del rough, más
benévolo que antaño. Su promedio ha sido
de un 58% de efectividad y alcanzó 24 fairways.
“REY” EN EL APPROACH
El approach, asimismo, fue su “arma
mortífera” del campeonato. Sólo falló 17 greens de 72. Una marca que le situó
como el número 1 en el ranking. Su porcentaje fue tremendo (76,34%) en sus 55
aciertos, con respecto a sus adversarios directos y Phil Mickelson, uno de los más
grandes especialistas.
Adam Scott 55
greenes de 72 (76,34%)
Ángel Cabrera 52 greenes de 72 (72,22%)
Brandt Snedeker 50 greenes de
72 (69,44%)
Jason Day 47 greenes
de 72 (65,28%)
Phil Mickelson 45 greenes de
72 (62,50%)
La precisión en el approach ha sido
sensacional, le sirvió más para mantener su concentración y aplomo, que en el
acierto en el green. Falló solamente 17 greenes en el campeonato. Seis en la
primera vuelta; cinco, en la segunda… y 3-3 en las dos últimas con un
porcentaje del 83,33% en cada una de ellas.
Sin embargo, la precisión en el approach le
permitió evitar la trampas de arena, un verdadero engorro con la lluvia (muy
difícil de controlar el golpe, por la dureza del polvo de mármol blanco). Scott
sólo cayó una vez en el bunker y lo solventó con éxito.
Algo que no pueden decir lo mismo Cabrera,
que cayó varias veces en las trampas de Augusta. Lo mismo podemos decir de
Jason Day y Snedeker que también tuvieron problemas.
ELEMENTOS Y ERRORES HUMANOS
No sabríamos cómo calificar el Masters 2013.
Una “angustia” para los jugadores o decir, claramente, que se convirtió en “un
verdadero Infierno”. Ante y sobre todo por el soberbio espectáculo que
protagonizaron profesionales y amateurs.
¿Por qué lo decimos?
Los elementos causaron estragos en algunos
resultados. El jueves por la mañana llovió y por la tarde el viento se presentó
a más de 30/km-h (O-Noroeste). La noche de la inauguración llovió copiosamente.
Y lógicamente, se alargó el campo más de lo normal y aunque los greenes
aguantaban lo bola, se volvieron lentos: la bola no rodaba con la rapidez de
anteriores torneos.
La segunda ronda ha sido un “infierno” de
acuerdo con las condiciones del campo de Augusta. Primero, por la copiosa
lluvia nocturna y segundo por un error del Comité de la prueba. Al ver que
había más de 25 jugadores bajo par, optaron por poner las banderas en
situaciones imposibles. Conociendo a los estadounidenses ese no era –porque
estudian con tiempo suficiente la estrategia– el plan previsto. No parece normal
que el SSS subiera a 74 de golpe. Además, no es habitual que las dificultades (posición
de las banderas) se pusieran prácticamente en todo el recorrido.
La consecuencia se pudo apreciar por ejemplo
en el par-4 del 11. Prácticamente imposible apuntar a bandera. Todas las bolas
se zambullían en el agua. Hablamos de un
hoyo en concreto, pero la realidad se convirtió en un suplicio.
Nada que ver con la inauguración, en la que
había complicaciones en siete hoyos, y cuatro de ellos, peligrosos (1, 10,17, 8).
Más del 65% tuvo que dropar durante los segundos 18.
En la tercera ronda se suavizó la situación.
Pero el daño ya estaba hecho. Y menos mal que Jason Day no hizo birdie en el
18. En caso contrario se hubieran quedado fuera los +4 y solamente 44 jugadores
para el fin de fiesta.
Sopló el viento (S-SE) en rachas de 18 km/h.
y los pronósticos apuntaban lluvia. La tormenta eléctrica estaba prevista para
el lunes y martes, después del campeonato. El domingo descargó agua todo el día
y el campo más pesado y más largo. Pero los jugadores ya se habían habituado a
las dificultades.
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