Jacquelin
rememora la figura “fantastique” de Arnaud Massy
El Open de España (antiguamente, Campeonato
Abierto Internacional de España) es el sexto certamen más antiguo del Mundo y
el tercero de Europa. En el Viejo Continente solamente le superan el soberano
British Open Championship (1860) –los británicos le llaman: The Open– y el Open
de Francia (1906). Y por este orden, el US Open Championship (1885), Western
Open (1899) y Canadian Open (1904), todos ellos en América del Norte.
Por lo tanto, es más añejo que el US PGA
Championship (1916) y el atractivo The Masters Tournament Invitational (1934)
de Augusta.
El Open de España nació el año 1912 en el
course del desaparecido Polo Golf Club de Madrid. Un campo en las afueras de la
capital, que cambiaría de nombre y de lugar por el famoso “PéHache”. Un ocurrencia
bien snob, pero así le llaman al Real Club Puerta de Hierro.
El primer campeonato lo ganó el “gigante”
francés, Arnaud Massy. El mismo que inauguró con otro triunfo el Open de
Francia en La Boulie y con la vitola de ser el primer “no-británico” en capturar
el famoso British Open Championship en el course del Royal Liverpool (1907).
Massy capturaría dos Open de España más los años 1927 y 1928. Seguirían su estela
Eugène Laffite (1921 y 1929); el inigualable amateur Henri Lamaze (1955), que
nunca quiso pasarse al profesionalismo; la figura de los sesenta, Jean
Garaialde (1969). Y en pleno Siglo XXI, Christian Cèvaër (2004) y Thomas Levet
(2009).
Por Miguel Miró
Bien se podría decir –escalón más arriba;
escalón más abajo, con respecto a las fechas– que Raphaël Jacquelin, otro
francés, consiguió la victoria después de 100 años (o 101) de la inauguración
del Open de España. Por ese motivo sería lo más justo rememorar a la máxima
estrella del país vecino, Arnaud Massy. Todo un “gigante” del golf mundial de
su época. El mismo jugador que hizo temblar los cimientos del golf británico
con su juego largo, solidez y consistencia privilegiada.
El galo –nacido en Biarritz– ganó el British
Open (1907) y quedó segundo en 1911, además de nueve veces Top-10 en el
campeonato más famoso del planeta durante sus primeras 15 apariciones.
Para que otro francés capturara por décima
vez el Open de España, en esta ocasión en los Parkland Links de El Saler, tenemos
que recurrir a las circunstancias o mejor a las muchas “historias para no
dormir”.
Aunque en este aspecto ya nada nos
sorprende. El golf mantiene intactos sus rasgos tradicionales. El deporte más difícil
e imprevisible. Y tiene el honor de ser el más practicado del globo. Un juego
endiablado que no tiene término medio. Siempre muestra sus múltiples caras y
lógicamente, para alcanzar la gloria conlleva un sinfín de situaciones
dramáticas.
El drama del escocés Marc Warren, que se
presentaba como favorito. El drama de los maravillosos Park Links –en cada golpe
hay que pensar, no existen los golpes simples…–, que ha tenido otra vez un gran
protagonismo. Y el drama de un play-off entre tres (luego dos) jugadores que
parecía como el título de la película “De aquí hasta la eternidad”.
Demasiados espasmos seguidos… Un pulso
titánico y la electricidad emocional como corresponde al Open de España. Una
final que se terminó en el hoyo 81, con suspenso incluido en un match (mejor
una marathon) contra una PIEDRA. El par-4 (hoyo 18) casi más obstinado y más
orgulloso que Jacquelin y Kieffer.
UN CHIP GENIAL Y DOS GREENES A TRES PUTTS
El drama que sufrió el escocés Marc Warren
no le pillaba por sorpresa. Le había sucedido a su compatriota Craig Lee al
final de la tercera vuelta en la que ambos jugaron juntos. Ya lo había
advertido Lee al final de los 54 hoyos: “Por poco que te equivocas, te metes en
líos. No es cuestión de la velocidad del viento, sino la combinación del viento
con la dificultad del campo. Por supuesto que duele terminar así, con dos
bogeys en los últimos dos hoyos”.
Warren (70 70 68 208, -8, para 54 hoyos) lo
vivió in situ y sin embargo tropezó con la misma piedra. Después de ejecutar un
chip genial desde el bunker en el par 4 del 16 para su segundo birdie, pareció
que le temblaron las manos en el green. De súbito. La sorpresa llegó a pares en
el green: ”Tres putts” en el par-3 del 17 y “tres putts” en el 18.
“El golf es un camino estropeado,” dijo Wiston
Churchill.
Marc Warren arruinó todo su metódico y gran trabajo
(70 hoyos) al final del campeonato. Y más dramático todavía: quedaba fuera del
play-off por el título por un “maldito golpe”. Tiró por la borda el título,
repitiendo el mismo drama del Open de Escocia de la temporada pasada.
Para completar la historia, se dio un vuelco
en la clasificación y terminaron igualados tres jugadores. Felipe Aguilar,
Maximilian Kieffer y Raphaël Jacquelin. El francés, precisamente, consiguió
meterse en el play-off tras un birdie en
el último hoyo del recorrido. En el par-4 del 18 para empatar (183, cinco bajo
par).
Los tres fueron “condenados” a jugar el
mismo hoyo para el desempate final. ¿Condenados? Sí; condenados porque nadie
podía imaginarse tanta tensión y menos aún nueve hoyos más por delante.
LA PIEDRA DEL HOYO 18
De la misma forma que llamamos “piedra o
roca” –como más prefieran– al hoyo 18, par 4 de 426 metros –se adelantó el tee
unos cuatro metros para el campeonato– podríamos ponerle nombres a cada uno de
los agujeros. Todos ellos, con nombres “severos” porque todo el campo (Parkland-Links),
a la vera del Mar Mediterráneo supone una verdadera obra de arte.
En síntesis, para un jugador profesional o
amateur, la explicación del hoyo 18 se podría definir de esta manera:
Par 4 largo y difícil con dogleg a la
izquierda en el que el viento influye de forma decisiva. Su recorrido va paralelo al mar Mediterráneo y no existe
árbol alguno. Fuera de límites a la izquierda y grandes bunkers protegen –en
cada lado del fairway- la caída del driver. Del mismo modo el green está
custodiado por tres trampas de arena. El green, que parece una plaza de toros,
es el más grande del campo. Tiene dos plataformas y diversas caídas.
Sin embargo, para un experto profesional
como José Avelino Cabo:
“La
llave está en situar el drive en calle y al ser largo resulta obligatorio jugar
el driver desde el tee. Aunque el golpe se ve afectado por tres bunkers, dos de
ellos a la derecha y el mayor a la izquierda, la calle es muy ancha. Por eso no
entran demasiado en juego. El segundo golpe se realiza con hierro 3-4 o 5,
dependiendo de la posición de la bandera. La otra dificultad que se presenta son las ondulaciones de la calle en el tramo
final”.
“Existe
un piano que separa el green (900m2) en dos plataformas. Una en la parte
derecha trasera y otra en la parte delantera. El green se encuentra rodeado por
dos grandes bunkers laterales. El green es rápido sin caídas complicadas”.
LA BATALLA DEL MEDITERRÁNEO
Impensable final a tres bandas. Un francés
super “glacé” con tres victorias en el European Tour y un trasandino de origen
alemán y un germano con nervios de acero, que proceden del Challenge. El otro
protagonista, el par 4 del Hoyo 18 de 426 metros pegado al Mediterráneo.
Sorprenden sus salidas. Felipe Aguilar y
Maximilian Kieffer optan por la derecha, y Raphaël Jacquelin busca la calle por
la izquierda. Sin embargo, la alternativa continuó hasta el hoyo 75 (tres hoyos
extras) con sendos pares. Hasta que el chileno abre demasiado la bola al rough
de la derecha y en el approach no alcanza el green y casi visita el bunker.
El francés mantiene su estrategia y un
segundo golpe magistral, que entra en el green en línea de bandera y la bola se
frena tras el bote a unos 2,5 metros del agujero cuesta arriba. En cambio, el
germano alcanza el green pero bastante lejos de la bandera. Le quedaba un
birdie-putt de nueve metros. Se pensó, en ese momento que el pescado estaba
vendido. Sin embargo, el alemán, que se había mostrado muy meticuloso en el
green, ejecutó un putt asombroso que enterró la bola en la copa, sorprendiendo
con un birdie. Le traspasó la presión al galo, que no falló su putt para birdie.
Aguilar se quedaba fuera de la pelea por el título.
Las alternativas fueron diversas para los
dos jugadores. Desde el posible out of bounds de Jacquelin, que la bola rebotó
en un niño o las dificultades en el rough de Kieffer y la pelota bailona, que
le hizo dos corbatas en dos claras oportunidades.
Al final, el hoyo 81 (72 y 9 extras) dictó sentencia.
Jacquelin añadió otra genialidad a su repertorio, además de su frialdad y
paciencia. Otro approach inapelable. Ancló la bola a metro y medio de la
bandera. Precisamente cuando se pensaba en un play off eterno y a un hoyo, tan
sólo un hoyo, para batir el récord del European PGA Tour cuya marca estaba en
nueve hoyos (Open de Holanda, 1989, por primer vez con victoria de José María
Olazábal).
El galo hizo un birdie en el hoyo 72 para entrar en el play-off - Foto Herranz |
JACQUELIN: VENCEDOR DEL OPEN DE ESPAÑA
Raphaël Jacquelin, 38 años y nacido en Lyon
(FRA), después de jugar 13 veces el hoyo 18 de los Park Links de El Saler,
diseñado por Javier Arana. Cuatro en los 72 reglamentarios y nueve en el play-off.
Y marcó cuatro birdies, dos en la muerte súbita y dos en el recorrido. En la
ronda inaugural y el domingo. Precisamente el birdie que le permitió jugar el desempate junto a Kieffer y Aguilar.
Igualmente, no ha sido la primera vez que captura un título en España. Ya lo
había conseguido en 2005, Open de Madrid.
El galo, que en su juventud quería ser
futbolista y luego, tenista, consiguió su triunfo en el Open de España con unas
tarjetas de: 73 (35-38) 66 (33-33) 73 (36-37) 71 (36-35) para un total de 283
golpes, cinco bajo par. Anotó durante el recorrido: un eagle, 17 birdies, 10
bogeys y 2 doblebogeys.
Firmó la mejor tarjeta-66 del campeonato,
que igualaron el irlandés Shane Lowry y el inglés, David Harsen. Fue en la
segunda ronda, con siete birdies (3, 5,
9/ 11, 12, 13 y 16) y un bogey (17). Hizo un total de 117 putts, falló
solamente 15 calles y 22 greenes durante los 72 hoyos del recorrido.
Después de 100 años de la inauguración del Campeonato
Abierto Internacional de España con la victoria del gigante francés Arnaud
Massy, se vuelve a repetir la historia. Otro triunfo galo –y ya son 10– se
corona campeón, Raphaël Jacquelin.
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