martes, 12 de abril de 2016

Golf/ VICTORIA EUROPEA EN THE MASTERS


Drama Spieth, victoria Willett

FOTO AP

Por Miguel Miró
No es la primera vez, ni tampoco será la última.
Gloria y drama en el back-nine del “Angustia” National GC.
Gloria europea y drama norteamericano.
Muchos aseguran que ha sido imprevisible e inesperado. Sin embargo, todo puede ocurrir en el apasionante deporte del golf.
Por algo será.
Durante los años ochenta la cadena CBS sólo ofrecía a todos los televidentes el back-nine del campeonato, y se olvidaba de los nueve primeros hoyos.
No era algo casual y se demostró nuevamente en la presente edición.
ANTEAYER fue Greg Norman, con su gran patinazo en los últimos nueve hoyos, quien dejaría el camino despejado a Nick Faldo en 1996…
AYER ocurrió con Rory McIlroy, en la carrera por su primer título y firmó 80 golpes en su tarjeta…
HOY es Jordan Spieth, camino al “back-to-back”…
El “amén corner” marca la gloria o el drama.
Algo que definió de forma clara y contundente el simpático Tony Champagne:
“A partir del hoyo 10 hay que ponerse a rezar. Los hoyos 11, 12 y 13 son el Amén Corner”.
(Anthony Mena, profesional de golf nacido en Oakland, California, ex marine y 22 victorias en el circuito. Terminó segundo en el Masters 1963 y se adjudicó el British Open Championship 1964, disputado en St Andrews.
Formó parte, igualmente, del  ramillete de estrellas del US PGA Tour y el US team en la Ryder Cup. La prensa deportiva estadounidense le llamaba de esa forma, porque siempre invitaba con champagne en las ruedas de Prensa).

PREDESTINADO CHEMA
José María Olazábal debutó como amateur y pro en el Augusta Nacional. Un “manitas” que en su primera ocasión superó con creces el “Amén Córner”. Estaba predestinado a ganar el Masters. Además de su excelente juego alrededor del green, lo ganó por su sapiencia, actitud y paciencia.
Severiano Ballesteros también se colocó en dos ocasiones la green jacket, pero pudo ganar cuatro títulos más. Los perdió siendo líder destacado en la última vuelta, precisamente en el back-nine. Lo que más dolió ha sido el par-5 del 15, cuando su bola se le fue al agua. Se le escapó y lo ganó su buen amigo y admirador suyo: Jack Nicklaus en 1986.
Sin embargo, Severiano Ballesteros -¡y no se debe olvidar!- fue quien rompió todas las normas estrictas del certamen de Augusta National.
Acabó con la etiqueta de invitados extranjeros, que eran elegidos por los miembros del club privado, hermético y elitista. De nueve pasaron a 18, y de ahí a los 25 primeros clasificados. (hoy, vuelven a ser menos: 14), pero se abrió una ventana a los 50 jugadores en el Ranking Mundial.

BALLESTERIOS ROMPE LAS CADENAS
El campeón cántabro también luchó contra el reglamento de la US PGA Tour. (Los 15 Opens anuales obligatorios). Una guerra dura con Deane Beman, junto a los pross americanos. Su enfrentamiento le supuso la suspensión de un año (1981) en los campeonatos.
Al final, se rebelaron las marcas deportivas y las agencias de publicidad. Beman tuvo que ceder como las otras grandes estrellas del momento que no vale la pena mencionarlas.
Si bien el primer extranjero en adjudicarse el Masters ha sido el sudafricano Gary Player (lo ganó 3 veces, vestido de negro), el segundo fue “mister contento” o Sevvy como le llamaron los británicos. Ambos, grandes amigos, abrieron las puertas del certamen a los jugadores europeos y extranjeros “vetados” por aquél entonces.
No sólo fue un boom, sino una realidad los triunfos europeos  casi consecutivos (11 títulos en dos décadas) en el Masters de Augusta. Sandy Lyle, José Mª Olazábal (2), Ian Woosman, Bernard Langer (2), Nick Faldó (3).
Y todavía seguimos con la última espina: la oportunidad que se le escapó a Miguel Ángel Jiménez. Le faltó un “ace” en un par-3 para vencer a Bubba Watson hace unos pocos años.   

AP

REMOLINOS DE VIENTO
La ausencia de Eldrick “Tiger” Woods y las condiciones del majestuoso campo, por las contínuas rachas y remolinos de viento se transformaron en una verdadera “angustia” para los participantes en el Augusta National GC.
Dos factores, muy a tener en cuenta.
El rápido estrellato del novel Jordan Spieth, que tiene su mérito (ganó Masters y US Open 2015), pero ni por asomo coincide  con las virtudes y el golf de Tiger Woods.
Con respecto a las condiciones del course, el viento influyó de manera fundamental en la “masacre” y los malos resultados. El monstruo (Green Monster) estaba despierto, furioso y se pudieron apreciar muchos detalles, también es cierto, pero con tarjetas altas.
El campo se presentó demasiado peligroso. Cada green más duro que el mármol y las dificultades para controlar el driver o madera-3 de salida. A nadie le aseguraba caer en calle. Es cierto que la bola rodaba más… pero descontrolada.
Un verdadero infierno.

SIEMPRE EN DOMINGO
El infierno desapareció en el broche final del Campeonato. El domingo se despertó con pocos rastros del dios Eolo. El riego de las plazoletas verdes y el cambio de horario en las salidas  (un buen detalle de la organización) permitieron un juego más espectacular y más acorde con respecto a las duras primeras tres jornadas.
El green no escupía y aguantaba más veces la bola. Un cambio radical y proporcional a las figuras del primer campeonato del Grand Slam moderno.
Los 54 hoyos habían dejado un grupo de cabeza bastante “apretado”: un abanico de 14 jugadores a tiro de seis golpes (tarjeta probable: 66 o menos) del líder. Pero lo dejamos en 9 profesionales a tiro de cuatro golpes (68 o menos).
Descartamos a Emylie Kaufman, como principiante y a Bern Langer por veterano, 68 años; igualmente a Jason Day y Rory McIlroy, demasiado irregular su juego. Estudiamos las tarjetas en el back-nine (nueve últimos) y elocubramos que se podría producir, posiblemente, una sorpresa en el Masters 2016.
¿Por qué?
 
AP
¿GANADOR SORPRESA?
Jordan Spieth había llamado urgentemente (el sábado por la tarde) a su coach, para mejorar su juego largo. Una alarma que muy pocos tuvieron en cuenta.
Por último tuvimos que eliminar al mejor swing del campeonato, Justin Johnson y al japonés Matsuyama, que apuntaban alto. Sus parejas seguramente les romperían su juego por su desesperante lentitud: Jason Day y Bern Langer.
Al final, nuestra Quiniela -a priori- se centraba en el favoritismo probable de cuatro jugadores:
Lee Westwood, Paul Casey, Brent Snedeker y Danny Willet.
Y como tapados (sorpresa) Justin Rose y Ángel Cabrera.
Aún sabiendo los tropiezos de ambos, son jugadores que conocen perfectamente el course del Augusta National. Y el argentino (73-73-73) podría clasificarse entre los tres o cinco primeros si tiene una jornada inspirada.
Dos horas después, varios amigos y compañeros se reían con ganas al ver la racha de birdies de Jordan Spieth.
Nada menos que cinco birdies. El primero en el segundo hoyo, par 5, y los cuatro siguientes consecutivos. Una verdadera cadena: 6-7-8-9, que le ponían en la cima con siete bajo par (-7), en los primeros nueve hoyos.
Todo fue un guiño a la gloria hasta que llegó, después el drama: dos bogeys en el 10-11 y cuádruple bogey en el par-3 del hoyo 12.

CORONA DE ESPINAS
Jordan Spieth no estuvo fino en la salida del 10, que tiene una bajada de Montaña Rusa sin freno. Su bola aterrizó en el búnker de la derecha. Tampoco lo está con el wedge desde la arena. Segundo pinchazo del día y suma a su vez el tercero en el siguiente agujero. Un drive descontrolado que se pierde entre los árboles, rough de la derecha. Y marra un putt de un metro para par.
Pero no acabaría allí el drama, al contrario: se multiplicaría en el par-3 del 12 del Amén Corner. La ansiedad empieza con su primer golpe al agua, al quedarse corto desde el tee.
Repetición de la jugada en el dropaje: Pésimo approach. cañazo y por segunda vez al arroyo.
De la ansiedad al pánico: el quinto golpe se pasa de green y se entierra en el bunker trasero. Spieth necesita dos más para coronar el hoyo. Un cuádruple bogey-7.
Similar a una corona de espinas.
En tan sólo tres hoyos del back-nine pasa de -7 a -1 en tan sólo veinticinco minutos. O lo que es lo mismo: perder su privilegiado puesto de líder en el Masters. Una desventaja considerable, a falta de seis hoyos por jugar para completar los 72 del campeonato. No obstante, la esperanza suele ser lo último que se pierde y en el camino quedan dos pares-5 y otro par-3 corto. Otra historia es el 17, par-4.
Por su parte Danny Willet pasa a ser líder provisional (34 en los nueve primeros) con una tarjeta sin “manchas”. Marca dos  birdies seguidos (13-14) y en el siguiente hoyo tiene que conformarse con el par. Ahí es cuando se entera del resultado de Spieth, precisamente con un eagle de Westwood (15) que le impulsa al segundo lugar en el scoreboard. Un subidón de adrenalina que lo “paga” en el 16 con tres putts. Willet, en cambio, aumenta su ventaja con otro birdie en el par-3.
Spieth recupera oxígeno en los dos pares-5 (13/15) y se coloca  -3 en el total. En el par-3 intenta el birdie desde 4 metros, pero la bola se le abre al final.
Sería, entonces, el peligroso 17th quien le frena en seco. Un nuevo bogey que le deja sin aliento y confirma de esta manera la victoria del joven británico Danny Willett, que esperaba en la Casa Club pegado al teléfono hablando con su mujer.


TONY CHAMPAGNE
Ya lo decía Anthony Mena a los periodistas:
“A partir del hoyo 10 hay que ponerse a rezar…”
Autor de la definición del “Amén Córner” del Augusta National.
Una angustia para Jordan Pieth y muchos otros jugadores, porque para bien del golf, pocos retoques hizo cuando Fazio remodeló y amplió el campo “para que ganara Tiger Woods” y recibió las protestas unánimes de Jack Nicklaus, Severiano Ballesteros y Gary Player.
Allí murieron (metafóricamente) con las botas puestas Rory McIlroy, desconocido por no atacar banderas y Jason Day que aburrió en el Dell World Match Play por su lentitud a sus compañeros (cuatro horas, una eternidad de acuerdo con la modalidad). El australiano no estuvo fino en Augusta.
Y… Jordan Spieth no se olvidará nunca del descalabro.
Al final, los británicos del European PGA Tour, abrieron la lata de los truenos. Lástima el aceleró del eagle (15) de Westwood, pero Paul Casey terminó “vivo” con 67 golpes en la pelea. Además, también se unió a la fiesta como el hombre tapado (la sorpresa, Mathew Fizpatric que subió como la espuma del champagne marcando seis birdies en su tarjeta para 67 (34-33).
Tampoco se subieron al  viaje  Angel Cabrera y Justin Rose.
El americano Emilie Kaufman se hundió en el maremagnun de la fama, y el japonés Hideki Matsuyama tampoco pudo aguantar el ritmo lento-cansino del meticuloso Langer.
Para terminar, una curiosidad. Se anotaron en la última ronda 11 eagles -entre ellos tres aces, nunca visto antes- 119 birdies. 593 pares, 192 bogeys, y 31 doblebogeys o más.

¿POR QUÉ GANÓ WILLETT?
Indiscutiblemente Danny Willett fue la gran sorpresa del Masters 2016. Así lo decidió el destino. Igual que el nacimiento de su primer hijo, Zacarías, dos semanas antes del primer certamen del Grand Slam.
Para ser exactos cumplió 13 días el pasado domingo.
Ganó  el certamen con total merecimiento. Firmó  en la ronda final una tarjeta con 67 golpes para un total de 283, 5 bajo par en los 72 hoyos.
En las cuatro vueltas sólo una vez se subió el par (74, R2) y abrió y cerró con sendas tarjetas bajo par (70/67) en su segunda aparición en el Masters.
Danny Willett, que con su victoria pasó a ocupar el 9º puesto  en el Ranking Mundial, necesitó 13 birdies, 51 pares y ocho bogeys para lucir su merecida green jacket.
El británico consiguió un promedio del 67% de efectividad en los tiros a green (48 de 72), de los que supera a 72% R1 y R4, 13 de 18.
En el apartado de los golpes a calle consiguió 38 de 56, destacando su acierto en el juego largo la R3 (12 de 14) con un porcentaje de 86%.
Su drive más largo ha sido de 324 yds/306 metros.
Necesitó 118 putts en el green con un avg. de 1,58, y sólo en una ocasión (R2) hizo tres putts.
Logró, además, su segunda victoria del año 2016, después del Omega Dubai Desert Classic del circuito europeo. En carrera profesional, supone su quinto triunfo.
Iguala la marca de Charl Schwartzel y Adam Scott, con dos campeonatos ganados. Aunque el australiano los consiguiera seguidos. Asimismo empata con la victoria de Jordan Spieth en 2015, en la segunda aparición en el Masters.

EXENCIONES
Por último, la cadena de exenciones:
Las amplía en el European PGA Tour hasta finales de 2023.
Como es natural, con su triunfo tiene exención de por vida en el Masters y ocupará un lugar en el vestuario de los campeones. Además, tendrá que elegir menú el próximo año en el Augusta National CG.  
Consigue, igualmente, la exención de 5 años en el US Open Championship, British Open Championship y US PGA Open Championship.

1 comentarios:

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