Club: ¿Deportivo o político?
Efe |
Los socios, que duplican el aforo del estadio Camp
Nou, deberán votar otra vez, ante la Vía Crucis que deberá emprender el CF
Barcelona en un futuro inmediato.
Son tantos los obstáculos que se le vienen encima
y la mayoría no son tan fáciles de resolver –ante pruebas irrefutables y con “jurisprudencia”
algunas de ellas– que, visto lo visto,
no tendrá más remedio: votar nuevamente para empezar a resolver los asuntos graves
que se acumulan en el club.
José Bertoméu dijo: “los socios tienen sus derechos”. Como si el problema no sea del
club en su conjunto. La entidad tiene más culpa si cabe al no saber frenar las
“protestas” políticas de los socios en los estadios. Pues bien. A ver si es
verdad y les pregunta a cada uno de ellos estas tres preguntas para que voten a
conciencia:
a) ¿Quiere usted que cierren el club por no cumplir la ley?
b) ¿Quiere cambiar el nombre del club como político-deportivo?
c) La UEFA, FIFA, RFEF les tienen en el “punto de mira” por el giro de
los últimos años: mezclar política y deporte. Además, por haber infringido los
reglamentos de dichos organismos deportivos, en el que se incluye también el
CSD española.
¿Van a centrarse en la parte estrictamente deportiva o no?
Si no lo hace, nos tememos que sería muy difícil
encontrar un sponsor o varios para construir el nuevo estadio y resolver los
problemas judiciales pendientes que sigue arrastrando la Masía. No olvidemos,
tampoco, que el patrocinio de Qatar está posiblemente manchado por la elección
de la FIFA como sede de Copa Mundo en 2022.
Algo parecido a lo que están haciendo o
presionando a la FIFA sus patrocinadores (Coca Cola, Nike, Visa, etc.) para
limpiar el máximo organismo del fútbol de la corrupción durante la presidencia
del suizo Joseph Blatter.
CON EL CULO AL AIRE (1)
Las mentiras tienen patas cortas.
Durante los últimos años, el FC Barcelona ha
pagado religiosamente la sanción impuesta por la UEFA, al llevar en el
brazalete de capitán (Javier “Xavi” Hernández, la mayoría de las veces) un
distintivo que no es deportivo: los colores de un escudo aragonés que los
catalanes llaman señera.
(Cataluña dependía antiguamente del Reino de
Aragón).
Por este pequeño detalle la Junta Directiva
presidida –legitimada en las urnas, en esta ocasión– por José Bartoméu queda
retratada.
Berto se retrata como un “mentiroso” o
“desmemoriado”.
Veamos su versión o comunicado a los Medios de
Información, tras la sanción impuesta por la UEFA (€30.000) por lucir los
aficionados catalanes banderas independentistas en la final de la Copa de
Europa pasada disputada en Berlín:
///“El FC Barcelona respeta la sanción de
la UEFA notificada hoy a nuestra entidad en relación con la final de la
Champions League de Berlín, pero está totalmente en desacuerdo,
especialmente después de comprobar cómo el delegado presencial de este
organismo en este partido cualificó de excelente el comportamiento de los
socios y aficionados del Barça, antes, durante y después del partido, tal y
como detalló en su informe.
|
Con el objetivo de defender los derechos
de los socios y del Club, y con el máximo respeto a la legalidad vigente, se
someterá a la consideración de los servicios jurídicos de la Entidad la
conveniencia y la oportunidad de cuestionar la resolución sancionadora
emitida en el día de hoy.
|
Eso después del convencimiento que los
derechos de nuestros socios no son incompatibles con la legalidad vigente,
sino todo lo contrario”.///
|
Es
increíble que apele a “los derechos de los socios”, cuando ya, de antemano sabía
que iban a multar al club.
Las
reglas están para cumplirlas.
No
entendemos cómo pudo hacer la directiva electa un comunicado tan cínico a
sabiendas de que había infringido el reglamento de la UEFA.
¿Cuál
será el nuevo comunicado del FC Barcelona después de pagar religiosamente los
€30.000 a la UEFA?
Seguramente,
no recurrirá y pagará religiosamente los €30.000 de la sanción estipulada en
los reglamentos de disciplina deportiva UEFA:
Reglamento
Artículo 16.2.e
"El uso de gestos, palabras, objetos u otros
medios para transmitir un mensaje no apropiado en un acontecimiento
deportivo, especialmente mensajes que son políticos, ideológicos, religiosos,
ofensivos o de una naturaleza provocadora".
|
Entonces,
¿cuál ha sido su fin?
Quedar
bien ante la galería o hacer ruido, simplemente.
Pero
queda un trasfondo, un tufillo político que deja planchado a todos los
españoles.
Además,
también están los antecedentes de la sanción de TAS, comité FIFA, por fichar a
jugadores menores de 18 años. El organismo internacional mantiene su sanción.
El club azulgrana no “puede fichar
jugadores hasta 2016” salvo atenuantes o privilegios (caso Luis Suárez, tras el
error monumental de FIFA de su sanción, saltándose a la torera los Derechos Humanos
y los Derechos Naturales de la persona.
En una palabra se le
consideró como “un esclavo” sin derechos).
CON EL CULO AL AIRE (2)
Si alguno piensa que FC Barcelona, Athetic Bilbao, RFEF y los organizadores de la repulsa al Rey van a salvarse de las multas millonarias impuestas haciendo como referencia a “la libertad de expresión” está mal informado.
En la historia del club barcelonés existe un grave
precedente de una pitada reiterada al himno nacional español. La respuesta: el
campo de Las Cortes fue cerrado durante seis
meses.
Fue a raíz de match amistoso internacional
celebrado el 15 de junio de 1925. Los
espectadores catalanes realizaron una pitada reiterada al himno del Reino de
España. Sin embargo, los mismos seguidores del Barça guardaron un absoluto silencio
cuando la banda de un buque inglés, interpretó el himno inglés.
En tan sólo veinticuatro horas, Primo de Rivera
dio órdenes al capitán general de Cataluña, Joaquín Milans del Bosch para que
“clausurara el estadio durante seis
meses” al FC Barcelona. Una medida que obligó al presidente azulgrana Juan
Gamper a exilarse. La sanción impuesta igualmente hizo tambalear las arcas de
la entidad, por la falta de ingresos en los partidos. Al regreso del fundador
se agravaron los problemas financieros y Juan Gamper acabó suicidándose.
CAMBIA LA BANDERA AZULGRANA
Según todos los indicios, sí. Se ha cambiado el
color de la bandera del club. Ya apenas se utiliza la bandera del club (azul y
grana). Según parece se dejó de confeccionar porque nadie la compraba. Los
socios del club cambiaron la enseña deportiva “peligrosamente” por otra de
carácter política.
Primero se llenó de cuatribarradas (amarilla/roja)
el Camp Nou y otros campos de la geografía española y en los últimos años, con
la estelada (copiada de Cuba y Puerto Rico).
A sabiendas de los reglamentos de las
organizaciones deportivas europeas y mundiales, con la excepción expresa de la
Real Federación Española de Fútbol, que dirige el bilbaíno José María Villar.
Una institución que no frenó a tiempo estas nuevas manifestaciones políticas en
la Copa de España ni en las finales. Las consecuencias llegaron muy tarde, pero
llegaron. Tristemente, desde hace años salía gratis, ahora no.
Las sanciones son altas, pero con la ley en la
mano se pueden cerrar estadios, que se contempla como segundo paso. Los pitos
al himno y al Jefe de Estado (el Rey) deben ser más duras para que los clubes
separatistas (catalán, vasco… y ahora navarro).
Y los españoles tienen que leer y releer más a
menudo la Historia de España, para no repetir los errores del pasado.
HISTORIA DE
ESPAÑA
No olvidemos,
además, que convergen en el tiempo la I República Española (revolución y
contrarrevolución del anarquista catalán Francisco Pi y Margall y su maestro
Pierre Proudhon, que propuso una España Federal) y el Carlismo (raíz original
de PNV y CiU, que fueron sus verdaderos fundadores).
Como ejemplo de una República Federal, algo que predica
actualmente Pedro Sánchez, secretario general del partido socialista (PSOE), ponemos
como ejemplo un artículo de Arturo del Villar, Presidente del Colectivo
republicano Tercer Milenio, publicado el 2 de octubre de 2012.
Del Villar nos explica la
República Federal a través de los libros de Pi y Margall, que la extendía
hasta nuestro vecino país, Portugal:
República Federal
Por Arturo
del Villar / UCR
Sábado
octubre 2, 2012 / 03:37
Un
tema recurrente en la política española es el de las nacionalidades,
entendido por algunos ideólogos de derechas como manifestación de un
peligroso separatismo independentista desintegrador, pese a ser otro concepto
diferente. Cuando confluyen definiciones enfrentadas de un solo concepto, es
imposible un diálogo constructivo, puesto que las palabras ofrecen diversos
significados para cada interlocutor. En estos mismos momentos se produce esa
disonancia, cuando se proponen modelos de un Estado español en el que tengan
representación las nacionalidades independientes que en la actualidad
conforman el reino de España y la República de Portugal.
Por
supuesto, para que exista una autonomía plena de las nacionalidades resulta
forzosa la implantación previa de la República. La monarquía es
inevitablemente centralista, puesto que es la persona del rey la integradora
de la noción de la patria una e indivisible. Durante siglos se entendió que
el monarca reinaba por derecho divino, y representaba al reino, que en consecuencia
era uno e indivisible, como lo es siempre una persona. La independencia de
una región geográfica equivaldría a la amputación de un órgano en la real
persona. De ahí se deduce que el rey sea tenido por inviolable e
irresponsable en cualquiera de sus actos, incluso los ajenos a la gobernación
del reino.
Semejante
supuesto conlleva un autoritarismo pleno, que en nada se diferencia de una
dictadura. Los españoles que sufrimos los 36 años de dictadura personal,
entre 1939 y 1975, lo sabemos muy bien. En ese período aciago España estaba
constituida en un reino sin rey, regido por un dictador con plenos poderes
absolutos emanados de su victoria tras una guerra consecuencia de un golpe de
Estado militar. La dictadura se sucedió en un reino instaurado por la
voluntad omnímoda del dictadorísimo, sin otro cambio que el nombre de la
persona dirigente y el de su cargo. La patria queda considerada una e
indivisible, encarnada en la persona del jefe supremo indiscutido e
indiscutible del Estado.
En
esos regímenes autoritarios, en virtud de su concepción, resulta imposible la
autonomía de las nacionalidades peculiares agrupadas en torno a la persona
del dictador o rey. Solamente la República garantiza el disfrute de las
tradiciones e intereses de cada nacionalidad, libremente federada mediante un
pacto con las demás. Esta idea se halla arraigada en la conciencia colectiva
de los pueblos, pero los absolutistas se niegan a reconocerla.
La
explicación de Pi i Margall
Una
exposición histórica, jurídica y filosófica del concepto nacional desde la
perspectiva española se encuentra detallada en los ensayos publicados por
Francisco Pi i Margall en el siglo XIX. Si se hubieran tenido en cuenta, el
constante problema español estaría resuelto, pero no encontró apoyos
suficientes. Cuando presidió el Poder Ejecutivo de la República Democrática
Federal, durante un par de meses de 1873, tuvo que enfrentarse a la oposición
de las variadas ideologías republicanas, que hacían ingobernable el Estado.
Por eso no se resolvió el problema español, y todavía hoy sufrimos las
consecuencias.
Sin
embargo, tiene una clara solución expuesta en el que es su ensayo más alabado
y reeditado, Las
nacionalidades. El
prólogo está fechado el 14 de noviembre de 1876, y apareció impreso al año
siguiente en Madrid, a cuenta de la Imprenta y Librería de Eduardo Martínez.
Sigo la tercera edición, hecha en Madrid en 1882 en la Imprenta de Enrique
Rubiños, indicando su paginación.
Se
divide en tres libros. El primero expone los "Criterios para la
reorganización de las naciones", que relata basándose en su historia,
con especial atención a la unificación alcanzada por los diferentes estados
agrupados para constituir Alemania e Italia. Examina las diferencias raciales,
y razona que portugueses y españoles compartimos afinidades "de raza, de
lengua, de instituciones, de ideas, de tendencias", por lo que cree
factible la unión de ambos estados como ya lo estuvieron antes, pero de otra
manera: no por la voluntad del rey, sino por el pacto federativo.
El
segundo libro lleva por título "La federación", y contiene la
exposición doctrinal de sus ideas en torno a ese tema fundamental. Empieza
por definir el concepto:
La
federación es un sistema por el cual los diversos grupos humanos, sin perder
su autonomía en lo que les es peculiar y propio, se asocian y subordinan al
conjunto de los de su especie para todos los fines que les son comunes
(página 113).
Pasa
revista seguidamente a las diversas competencias del poder federal, sin
distinguir entre federación y confederación, palabras que parecen iguales en
su escrito. Así se puede leer en la página 127 que "la federación debe
respetar en la vida interior de los pueblos que se confederan la autonomía de
que gozaban al confederarse". Reconoce tres únicos poderes
independientes, legislativo, ejecutivo y judicial, aunque con una mutua
dependencia.
Nación
española
El
tercer libro, "La nación española", es el más amplio y el más
interesante para sus lectores hispanos. Se refiere a la historia peninsular
desde la conquista romana, para señalar cómo se fueron uniendo los diversos
reinos independientes bajo un cetro común, hasta que en 1665 se rompió la
unidad con la separación de Portugal. Durante la invasión francesa quedó
demostrada la idoneidad del principio federal, cuando se constituyeron juntas
provinciales para enfrentarse al ejército napoleónico, con una Junta Central
Suprema integrada por dos representantes de cada provincia. También en 1868
se establecieron juntas provinciales que proclamaron las libertades públicas
por primera vez en España, tras la Gloriosa Revolución de setiembre.
En
el capítulo XV se fijan los límites para la autonomía de las provincias y de
los municipios, y se llega al punto principal del ensayo, que es el
federalismo. Así lo define Pi i Margall:
Federación
viene del nombre latino foedus, que
significa pacto, alianza. No la puede haber sin que los contratantes sean
libres, es decir, sui
juris. La
federación supone por lo tanto necesariamente igual y perfecta autonomía en
los pueblos para constituir las provincias; igual y perfecta autonomía en las
provincias para constituir las naciones; igual y perfecta autonomía en las
naciones para constituir imperios o repúblicas, latinas, europeas,
continentales. Sin esto no hay federación posible; fuera de esto no hay más
que el principio unitario (página 295).
Había
llevado a la práctica sus principios doctrinales entre mayo y julio de 1869,
al conseguir que se firmasen cinco pactos federales entre regiones,
culminados el 30 de julio con la firma del pacto federal nacional. En opinión
de Pi, las regiones según su antigua denominación, o los estados según el
nuevo concepto, suscriben un pacto sinalagmático que preserva su libertad, y
les libera del centralismo usurpador de sus derechos. Así todos obtienen más
de lo que ceden, garantizándose la capacidad propia de decisión y la defensa
de unos intereses comunes.
La
oposición de los republicanos unitarios fue total, y es comprensible, pero no
lo es el enfrentamiento surgido entre los republicanos federales a propósito
del pacto interregional. Se produjo una discusión entre federación y
confederación que dio lugar a la inviabilidad del proyecto federativo. Es una
constante en el republicanismo español, ya que existen tantos conceptos de
república como republicanos hay, lo que hace imposible el acuerdo. En el
supuesto de considerar republicanos a quienes trabajan en contra de la
implantación y consolidación de la República, sea cual fuere su apellido. Por
ese motivo llevamos un retraso de siglo y medio en el intento de solucionar
el candente problema español.
Miedo
a la disgregación
Los
republicanos unitarios se oponían a la federación, porque opinaban que
llevaría inevitablemente a la disgregación de la patria: a su juicio, se iba
a deshacer la unidad nacional, creando varias pequeñas naciones
independientes federadas mediante un pacto. Deducían que ello implicaba la
ruptura de la patria de manera inexorable. Por saberlo, Pi se apresuró a
replicar a esa crítica con un argumento que derivaba de una pregunta con
respuesta negativa:
¡La
disolución de la patria! Los lazos que unen la nación ¿son, pues, tan débiles
a los ojos de esos hombres que basta a romperlos o desatarlos un simple
cambio de base en la organización del Estado? Si las naciones no tuviesen
otra fuerza de cohesión que la política, después de los graves sacudimientos
por que han pasado sólo en lo que va de siglo estarían ya todas deshechas.
Resisten y viven porque las sujetan vínculos cien veces más fuertes: la comunidad
de historia y de sentimientos, las relaciones civiles y los intereses
económicos (página 296).
El
ensayo de Pi se enriqueció con unos apéndices en los que se incluían las
constituciones de los países federales, y en la tercera edición, la que
seguimos, se añadió otro más, titulado "El pacto". Anuncia cómo se
deberá aplicar en España, si algún día se ponen en práctica las ideas
federales:
Cuando
se organice España según nuestro sistema, el pacto, por ejemplo, será el
espontáneo y solemne consentimiento de nuestras regiones o provincias en
confederarse para todos los fines comunes bajo las condiciones estipuladas y
escritas en una Constitución federal. […]
Incurren,
a no dudarlo, en gravísima contradicción los que, diciéndose federales,
niegan el pacto. Negar el pacto es sobreponer la autonomía de la nación a las
de la provincia y el municipio, cuando a la luz de nuestras doctrinas todo
ser humano en su vida interior es igualmente autónomo (páginas 445 s.).
Con Las
nacionalidades quedó
sistematizado el pensamiento de Pi en torno al federalismo, por lo que está
considerada su obra doctrinal más notable. Reeditada el mismo año de su
aparición, se continúa imprimiendo en español y en otros idiomas, lo que
implica que se lee, según se desprende de la lógica editorial. Sin embargo,
no se intenta poner en ejecución su desarrollo práctico. Parece que está
considerado un texto clásico de doctrina política, y nada más, algo así como La
República de
Platón, sin ninguna vigencia.
Pero
la doctrina pimargalliana está viva, porque la cuestión inspiradora queda
pendiente de resolver. Las dos épocas republicanas de nuestra historia fueron
truncadas por otras tantas sublevaciones militares, que malograron sus
intentos de consolidar un régimen de libertades individuales y colectivas, en
el que confluyeran los intereses de todos los ciudadanos integrantes de sus
nacionalidades. Los estados europeos evolucionaron a lo largo del siglo XX, y
en su mayoría se convirtieron en repúblicas. Por el contrario, en España ha
habido una involución permanente, que perpetúa lo que llaman los tratadistas
constitucionales el problema español.
Sería
muy sencillo resolverlo. Las pautas para solucionarlo quedaron expeditas por
Pi i Margall. Lo único que hace falta es voluntad para aplicarlas. La historia
de España parece un enorme círculo vicioso, en el que se confunde pasado y
presente. Ahora hemos caído en una situación temporal anterior a 1868.
Apuntes
>>Pi y Margall fue el
defensor de la ideas de Pierre Proudhon en España (traducía sus libros al
español).
>>Pi y Margall se consideraba anarquista pero no quería que se supiera, como tampoco quería Pierre Proudhon, porque su pretensión no era acabar ni con el Estado ni con la propiedad privada. >>Los dos querían mantener el Estado, pero con pocas competencias y que no aplastara al individuo, sino que el individuo tuviera cada vez más poderes y derechos y el Estado cada vez menos. >>Tampoco querían acabar con la propiedad privada sino extenderla a todos los ciudadanos, de manera que los obreros pudieran alcanzar la propiedad de una casa o de un terreno. >>Proudhon escribió su libro "Banco del Pueblo" en el que no se intercambiaba dinero sino productos, en una forma elaborada del trueque primitivo, en el que los bancos estaban limitados en sus beneficios y en sus comisiones para ganar lo justo para tener un sueldo decente como los otros trabajadores y ni un duro más. >>Lamentablemente, este tipo de anarquismo "racional" y civilizado de Proudhon y Pi i Margall fue barrido del mapa al final del siglo XIX por los nihilistas, que llevaron los ideales anarquistas a su exageración, queriendo destruir el Estado y la civilización por la violencia y dando un motivo a las derechas para aplastar a todos los anarquistas, impidiendo que un Estado al estilo de Proudhon pudiera realizarse. |
COLEA DENUNCIA DE UN SOCIO
Aunque parezca el colmo de los colmos, todavía
colea la denuncia de un socio azulgrano en los juzgados por la transferencia del jugador Neymar
da Silva. Aumentada por la presentación de otra querella del grupo DIS, de San
Pablo Brasil (fondos de inversión/Cadena de supermecados), y los coletazos
constantes contra Lionel Messi, después de tener sus cuentas en regla en
Hacienda .
En estos temas no entramos –aunque nos parezca disparatado–
pero sí los recordamos, están en la Justicia y todavía causas abiertas. Y los
directivos del club no supieron gestionarlos bien en su momento, y ahora le
desbordan, con la imputación de Alejandro Rosell y José Bartoméu.
Son muchos -demasiados- los problemas del FC Barcelona, precisamente ganador de la Liga, la Copa de España y la Copa de Europa, todos ellos abiertos y sin solucionar.
Sin embargo, lo que más apremia es desligar de una vez y para siempre la política al deporte en la grada de los estadios.
Es cierto que Juan Laporta tiene algo-mucha culpa en sus turbulentos años de presidente, pero tampoco es menos cierto que dentro de sus 20 directivos se encontraba Alejandro Rosell -autor del fichaje de Neymar y de su padre- y no olvidamos que José Bertoméu fue también el responsable por el puesto que ocupaba en la directiva.
La correa de transmisión de juntar la política y el deporte.
Y los socios azulgranas tienen mucha parte de culpa a "repetir la historia" del club al elegir a José Bertoméu en las pasadas elecciones. Lo que no sabemos si el equipo de Barcelona podrá soportar tantos errores de gestión de unos directivos ineptos y cogidos a la silla con pegamento.
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