sábado, 1 de agosto de 2015

FC Barcelona/ “Tri”... con el culo al aire



Club: ¿Deportivo o político?

Efe
Por Miguel Miró

Los socios, que duplican el aforo del estadio Camp Nou, deberán votar otra vez, ante la Vía Crucis que deberá emprender el CF Barcelona en un futuro inmediato.
Son tantos los obstáculos que se le vienen encima y la mayoría no son tan fáciles de resolver –ante pruebas irrefutables y con “jurisprudencia” algunas de ellas–  que, visto lo visto, no tendrá más remedio: votar nuevamente para empezar a resolver los asuntos graves que se acumulan en el club.
José Bertoméu dijo: “los socios tienen sus derechos”. Como si el problema no sea del club en su conjunto. La entidad tiene más culpa si cabe al no saber frenar las “protestas” políticas de los socios en los estadios. Pues bien. A ver si es verdad y les pregunta a cada uno de ellos estas tres preguntas para que voten a conciencia:
a) ¿Quiere usted que cierren el club por no cumplir la ley?
b) ¿Quiere cambiar el nombre del club como político-deportivo?
c) La UEFA, FIFA, RFEF les tienen en el “punto de mira” por el giro de los últimos años: mezclar política y deporte. Además, por haber infringido los reglamentos de dichos organismos deportivos, en el que se incluye también el CSD española.
¿Van a centrarse en la parte estrictamente deportiva o no?
Si no lo hace, nos tememos que sería muy difícil encontrar un sponsor o varios para construir el nuevo estadio y resolver los problemas judiciales pendientes que sigue arrastrando la Masía. No olvidemos, tampoco, que el patrocinio de Qatar está posiblemente manchado por la elección de la FIFA como sede de Copa Mundo en 2022.
Algo parecido a lo que están haciendo o presionando a la FIFA sus patrocinadores (Coca Cola, Nike, Visa, etc.) para limpiar el máximo organismo del fútbol de la corrupción durante la presidencia del suizo Joseph Blatter.


CON EL CULO AL AIRE (1)
Las mentiras tienen patas cortas.
Durante los últimos años, el FC Barcelona ha pagado religiosamente la sanción impuesta por la UEFA, al llevar en el brazalete de capitán (Javier “Xavi” Hernández, la mayoría de las veces) un distintivo que no es deportivo: los colores de un escudo aragonés que los catalanes llaman señera.
(Cataluña dependía antiguamente del Reino de Aragón).
Por este pequeño detalle la Junta Directiva presidida –legitimada en las urnas, en esta ocasión– por José Bartoméu queda retratada.
Berto se retrata como un “mentiroso” o “desmemoriado”.
Veamos su versión o comunicado a los Medios de Información, tras la sanción impuesta por la UEFA (€30.000) por lucir los aficionados catalanes banderas independentistas en la final de la Copa de Europa pasada disputada en Berlín:

///“El FC Barcelona respeta la sanción de la UEFA notificada hoy a nuestra entidad en relación con la final de la Champions League de Berlín, pero está totalmente en desacuerdo, especialmente después de comprobar cómo el delegado presencial de este organismo en este partido cualificó de excelente el comportamiento de los socios y aficionados del Barça, antes, durante y después del partido, tal y como detalló en su informe.
Con el objetivo de defender los derechos de los socios y del Club, y con el máximo respeto a la legalidad vigente, se someterá a la consideración de los servicios jurídicos de la Entidad la conveniencia y la oportunidad de cuestionar la resolución sancionadora emitida en el día de hoy.
 Eso después del convencimiento que los derechos de nuestros socios no son incompatibles con la legalidad vigente, sino todo lo contrario”.///

Es increíble que apele a “los derechos de los socios”, cuando ya, de antemano sabía que iban a multar al club.
Las reglas están para cumplirlas.
No entendemos cómo pudo hacer la directiva electa un comunicado tan cínico a sabiendas de que había infringido el reglamento de la UEFA.
¿Cuál será el nuevo comunicado del FC Barcelona después de pagar religiosamente los €30.000 a la UEFA?
Seguramente, no recurrirá y pagará religiosamente los €30.000 de la sanción estipulada en los reglamentos de disciplina deportiva UEFA:

Reglamento
Artículo 16.2.e
"El uso de gestos, palabras, objetos u otros medios para transmitir un mensaje no apropiado en un acontecimiento deportivo, especialmente mensajes que son políticos, ideológicos, religiosos, ofensivos o de una naturaleza provocadora".


Entonces, ¿cuál ha sido su fin?
Quedar bien ante la galería o hacer ruido, simplemente.
Pero queda un trasfondo, un tufillo político que deja planchado a todos los españoles.
Además, también están los antecedentes de la sanción de TAS, comité FIFA, por fichar a jugadores menores de 18 años. El organismo internacional mantiene su sanción. El club azulgrana no “puede fichar jugadores hasta 2016” salvo atenuantes o privilegios (caso Luis Suárez, tras el error monumental de FIFA de su sanción, saltándose a la torera los Derechos Humanos y los Derechos Naturales de la persona.
En una palabra se le consideró como “un esclavo” sin derechos).


CON EL CULO AL AIRE (2)
Si alguno piensa que FC Barcelona, Athetic Bilbao, RFEF y los organizadores de la repulsa al Rey van a salvarse de las multas millonarias impuestas haciendo como referencia a “la libertad de expresión” está mal informado.
En la historia del club barcelonés existe un grave precedente de una pitada reiterada al himno nacional español. La respuesta: el campo de Las Cortes fue cerrado durante seis meses.
Fue a raíz de match amistoso internacional celebrado  el 15 de junio de 1925. Los espectadores catalanes realizaron una pitada reiterada al himno del Reino de España. Sin embargo, los mismos seguidores del Barça guardaron un absoluto silencio cuando la banda de un buque inglés, interpretó el himno inglés.
En tan sólo veinticuatro horas, Primo de Rivera dio órdenes al capitán general de Cataluña, Joaquín Milans del Bosch para que “clausurara el estadio durante seis meses” al FC Barcelona. Una medida que obligó al presidente azulgrana Juan Gamper a exilarse. La sanción impuesta igualmente hizo tambalear las arcas de la entidad, por la falta de ingresos en los partidos. Al regreso del fundador se agravaron los problemas financieros y Juan Gamper acabó suicidándose.

CAMBIA LA BANDERA AZULGRANA
Según todos los indicios, sí. Se ha cambiado el color de la bandera del club. Ya apenas se utiliza la bandera del club (azul y grana). Según parece se dejó de confeccionar porque nadie la compraba. Los socios del club cambiaron la enseña deportiva “peligrosamente” por otra de carácter política.
Primero se llenó de cuatribarradas (amarilla/roja) el Camp Nou y otros campos de la geografía española y en los últimos años, con la estelada (copiada de Cuba y Puerto Rico).  
A sabiendas de los reglamentos de las organizaciones deportivas europeas y mundiales, con la excepción expresa de la Real Federación Española de Fútbol, que dirige el bilbaíno José María Villar. Una institución que no frenó a tiempo estas nuevas manifestaciones políticas en la Copa de España ni en las finales. Las consecuencias llegaron muy tarde, pero llegaron. Tristemente, desde hace años salía gratis, ahora no.
Las sanciones son altas, pero con la ley en la mano se pueden cerrar estadios, que se contempla como segundo paso. Los pitos al himno y al Jefe de Estado (el Rey) deben ser más duras para que los clubes separatistas (catalán, vasco… y ahora navarro).
Y los españoles tienen que leer y releer más a menudo la Historia de España, para no repetir los errores del pasado.


HISTORIA DE ESPAÑA
No olvidemos, además, que convergen en el tiempo la I República Española (revolución y contrarrevolución del anarquista catalán Francisco Pi y Margall y su maestro Pierre Proudhon, que propuso una España Federal) y el Carlismo (raíz original de PNV y CiU, que fueron sus verdaderos fundadores).
Como ejemplo de una República Federal, algo que predica actualmente Pedro Sánchez, secretario general del partido socialista (PSOE), ponemos como ejemplo un artículo de Arturo del Villar, Presidente del Colectivo republicano Tercer Milenio, publicado el 2 de octubre de 2012.
Del Villar nos explica la República Federal a través de los libros de Pi y Margall, que la extendía hasta nuestro vecino país, Portugal:

República Federal

Por Arturo del Villar / UCR
Sábado octubre 2, 2012 / 03:37
Un tema recurrente en la política española es el de las nacionalidades, entendido por algunos ideólogos de derechas como manifestación de un peligroso separatismo independentista desintegrador, pese a ser otro concepto diferente. Cuando confluyen definiciones enfrentadas de un solo concepto, es imposible un diálogo constructivo, puesto que las palabras ofrecen diversos significados para cada interlocutor. En estos mismos momentos se produce esa disonancia, cuando se proponen modelos de un Estado español en el que tengan representación las nacionalidades independientes que en la actualidad conforman el reino de España y la República de Portugal.
Por supuesto, para que exista una autonomía plena de las nacionalidades resulta forzosa la implantación previa de la República. La monarquía es inevitablemente centralista, puesto que es la persona del rey la integradora de la noción de la patria una e indivisible. Durante siglos se entendió que el monarca reinaba por derecho divino, y representaba al reino, que en consecuencia era uno e indivisible, como lo es siempre una persona. La independencia de una región geográfica equivaldría a la amputación de un órgano en la real persona. De ahí se deduce que el rey sea tenido por inviolable e irresponsable en cualquiera de sus actos, incluso los ajenos a la gobernación del reino.
Semejante supuesto conlleva un autoritarismo pleno, que en nada se diferencia de una dictadura. Los españoles que sufrimos los 36 años de dictadura personal, entre 1939 y 1975, lo sabemos muy bien. En ese período aciago España estaba constituida en un reino sin rey, regido por un dictador con plenos poderes absolutos emanados de su victoria tras una guerra consecuencia de un golpe de Estado militar. La dictadura se sucedió en un reino instaurado por la voluntad omnímoda del dictadorísimo, sin otro cambio que el nombre de la persona dirigente y el de su cargo. La patria queda considerada una e indivisible, encarnada en la persona del jefe supremo indiscutido e indiscutible del Estado.
En esos regímenes autoritarios, en virtud de su concepción, resulta imposible la autonomía de las nacionalidades peculiares agrupadas en torno a la persona del dictador o rey. Solamente la República garantiza el disfrute de las tradiciones e intereses de cada nacionalidad, libremente federada mediante un pacto con las demás. Esta idea se halla arraigada en la conciencia colectiva de los pueblos, pero los absolutistas se niegan a reconocerla.
La explicación de Pi  i Margall
Una exposición histórica, jurídica y filosófica del concepto nacional desde la perspectiva española se encuentra detallada en los ensayos publicados por Francisco Pi i Margall en el siglo XIX. Si se hubieran tenido en cuenta, el constante problema español estaría resuelto, pero no encontró apoyos suficientes. Cuando presidió el Poder Ejecutivo de la República Democrática Federal, durante un par de meses de 1873, tuvo que enfrentarse a la oposición de las variadas ideologías republicanas, que hacían ingobernable el Estado. Por eso no se resolvió el problema español, y todavía hoy sufrimos las consecuencias.
Sin embargo, tiene una clara solución expuesta en el que es su ensayo más alabado y reeditado, Las nacionalidades. El prólogo está fechado el 14 de noviembre de 1876, y apareció impreso al año siguiente en Madrid, a cuenta de la Imprenta y Librería de Eduardo Martínez. Sigo la tercera edición, hecha en Madrid en 1882 en la Imprenta de Enrique Rubiños, indicando su paginación.
Se divide en tres libros. El primero expone los "Criterios para la reorganización de las naciones", que relata basándose en su historia, con especial atención a la unificación alcanzada por los diferentes estados agrupados para constituir Alemania e Italia. Examina las diferencias raciales, y razona que portugueses y españoles compartimos afinidades "de raza, de lengua, de instituciones, de ideas, de tendencias", por lo que cree factible la unión de ambos estados como ya lo estuvieron antes, pero de otra manera: no por la voluntad del rey, sino por el pacto federativo.
El segundo libro lleva por título "La federación", y contiene la exposición doctrinal de sus ideas en torno a ese tema fundamental. Empieza por definir el concepto:
La federación es un sistema por el cual los diversos grupos humanos, sin perder su autonomía en lo que les es peculiar y propio, se asocian y subordinan al conjunto de los de su especie para todos los fines que les son comunes (página 113).
Pasa revista seguidamente a las diversas competencias del poder federal, sin distinguir entre federación y confederación, palabras que parecen iguales en su escrito. Así se puede leer en la página 127 que "la federación debe respetar en la vida interior de los pueblos que se confederan la autonomía de que gozaban al confederarse". Reconoce tres únicos poderes independientes, legislativo, ejecutivo y judicial, aunque con una mutua dependencia.
Nación española
El tercer libro, "La nación española", es el más amplio y el más interesante para sus lectores hispanos. Se refiere a la historia peninsular desde la conquista romana, para señalar cómo se fueron uniendo los diversos reinos independientes bajo un cetro común, hasta que en 1665 se rompió la unidad con la separación de Portugal. Durante la invasión francesa quedó demostrada la idoneidad del principio federal, cuando se constituyeron juntas provinciales para enfrentarse al ejército napoleónico, con una Junta Central Suprema integrada por dos representantes de cada provincia. También en 1868 se establecieron juntas provinciales que proclamaron las libertades públicas por primera vez en España, tras la Gloriosa Revolución de setiembre.
En el capítulo XV se fijan los límites para la autonomía de las provincias y de los municipios, y se llega al punto principal del ensayo, que es el federalismo. Así lo define Pi i Margall:
Federación viene del nombre latino foedus, que significa pacto, alianza. No la puede haber sin que los contratantes sean libres, es decir, sui juris. La federación supone por lo tanto necesariamente igual y perfecta autonomía en los pueblos para constituir las provincias; igual y perfecta autonomía en las provincias para constituir las naciones; igual y perfecta autonomía en las naciones para constituir imperios o repúblicas, latinas, europeas, continentales. Sin esto no hay federación posible; fuera de esto no hay más que el principio unitario (página 295).
Había llevado a la práctica sus principios doctrinales entre mayo y julio de 1869, al conseguir que se firmasen cinco pactos federales entre regiones, culminados el 30 de julio con la firma del pacto federal nacional. En opinión de Pi, las regiones según su antigua denominación, o los estados según el nuevo concepto, suscriben un pacto sinalagmático que preserva su libertad, y les libera del centralismo usurpador de sus derechos. Así todos obtienen más de lo que ceden, garantizándose la capacidad propia de decisión y la defensa de unos intereses comunes.
La oposición de los republicanos unitarios fue total, y es comprensible, pero no lo es el enfrentamiento surgido entre los republicanos federales a propósito del pacto interregional. Se produjo una discusión entre federación y confederación que dio lugar a la inviabilidad del proyecto federativo. Es una constante en el republicanismo español, ya que existen tantos conceptos de república como republicanos hay, lo que hace imposible el acuerdo. En el supuesto de considerar republicanos a quienes trabajan en contra de la implantación y consolidación de la República, sea cual fuere su apellido. Por ese motivo llevamos un retraso de siglo y medio en el intento de solucionar el candente problema español.
Miedo a la disgregación
Los republicanos unitarios se oponían a la federación, porque opinaban que llevaría inevitablemente a la disgregación de la patria: a su juicio, se iba a deshacer la unidad nacional, creando varias pequeñas naciones independientes federadas mediante un pacto. Deducían que ello implicaba la ruptura de la patria de manera inexorable. Por saberlo, Pi se apresuró a replicar a esa crítica con un argumento que derivaba de una pregunta con respuesta negativa:
¡La disolución de la patria! Los lazos que unen la nación ¿son, pues, tan débiles a los ojos de esos hombres que basta a romperlos o desatarlos un simple cambio de base en la organización del Estado? Si las naciones no tuviesen otra fuerza de cohesión que la política, después de los graves sacudimientos por que han pasado sólo en lo que va de siglo estarían ya todas deshechas. Resisten y viven porque las sujetan vínculos cien veces más fuertes: la comunidad de historia y de sentimientos, las relaciones civiles y los intereses económicos (página 296).
El ensayo de Pi se enriqueció con unos apéndices en los que se incluían las constituciones de los países federales, y en la tercera edición, la que seguimos, se añadió otro más, titulado "El pacto". Anuncia cómo se deberá aplicar en España, si algún día se ponen en práctica las ideas federales:
Cuando se organice España según nuestro sistema, el pacto, por ejemplo, será el espontáneo y solemne consentimiento de nuestras regiones o provincias en confederarse para todos los fines comunes bajo las condiciones estipuladas y escritas en una Constitución federal. […]
Incurren, a no dudarlo, en gravísima contradicción los que, diciéndose federales, niegan el pacto. Negar el pacto es sobreponer la autonomía de la nación a las de la provincia y el municipio, cuando a la luz de nuestras doctrinas todo ser humano en su vida interior es igualmente autónomo (páginas 445 s.).
 Con Las nacionalidades quedó sistematizado el pensamiento de Pi en torno al federalismo, por lo que está considerada su obra doctrinal más notable. Reeditada el mismo año de su aparición, se continúa imprimiendo en español y en otros idiomas, lo que implica que se lee, según se desprende de la lógica editorial. Sin embargo, no se intenta poner en ejecución su desarrollo práctico. Parece que está considerado un texto clásico de doctrina política, y nada más, algo así como La República de Platón, sin ninguna vigencia.
Pero la doctrina pimargalliana está viva, porque la cuestión inspiradora queda pendiente de resolver. Las dos épocas republicanas de nuestra historia fueron truncadas por otras tantas sublevaciones militares, que malograron sus intentos de consolidar un régimen de libertades individuales y colectivas, en el que confluyeran los intereses de todos los ciudadanos integrantes de sus nacionalidades. Los estados europeos evolucionaron a lo largo del siglo XX, y en su mayoría se convirtieron en repúblicas. Por el contrario, en España ha habido una involución permanente, que perpetúa lo que llaman los tratadistas constitucionales el problema español.
Sería muy sencillo resolverlo. Las pautas para solucionarlo quedaron expeditas por Pi i Margall. Lo único que hace falta es voluntad para aplicarlas. La historia de España parece un enorme círculo vicioso, en el que se confunde pasado y presente. Ahora hemos caído en una situación temporal anterior a 1868.

Apuntes
>>Pi y Margall fue el defensor de la ideas de Pierre Proudhon en España (traducía sus libros al español).
>>Pi y Margall se consideraba anarquista pero no quería que se supiera, como tampoco quería Pierre Proudhon, porque su pretensión no era acabar ni con el Estado ni con la propiedad privada.
>>Los dos querían mantener el Estado, pero con pocas competencias y que no aplastara al individuo, sino que el individuo tuviera cada vez más poderes y derechos y el Estado cada vez menos.
>>Tampoco querían acabar con la propiedad privada sino extenderla a todos los ciudadanos, de manera que los obreros pudieran alcanzar la propiedad de una casa o de un terreno.
>>Proudhon escribió su libro "Banco del Pueblo" en el que no se intercambiaba dinero sino productos, en una forma elaborada del trueque primitivo, en el que los bancos estaban limitados en sus beneficios y en sus comisiones para ganar lo justo para tener un sueldo decente como los otros trabajadores y ni un duro más.
>>Lamentablemente, este tipo de anarquismo "racional" y civilizado de Proudhon
y Pi i Margall fue barrido del mapa al final del siglo XIX por los nihilistas, que llevaron los ideales anarquistas a su exageración, queriendo destruir el Estado y la civilización por la violencia y dando un motivo a las derechas para aplastar a todos los anarquistas, impidiendo que un Estado al estilo de Proudhon pudiera realizarse.


COLEA DENUNCIA DE UN SOCIO
Aunque parezca el colmo de los colmos, todavía colea la denuncia de un socio azulgrano en los juzgados por la transferencia del jugador Neymar da Silva. Aumentada por la presentación de otra querella del grupo DIS, de San Pablo Brasil (fondos de inversión/Cadena de supermecados), y los coletazos constantes contra Lionel Messi, después de tener sus cuentas en regla en Hacienda .
En estos temas no entramos –aunque nos parezca disparatado– pero sí los recordamos, están en la Justicia y todavía causas abiertas. Y los directivos del club no supieron gestionarlos bien en su momento, y ahora le desbordan, con la imputación de Alejandro Rosell y José Bartoméu.
Son muchos -demasiados- los problemas del FC Barcelona, precisamente ganador de la Liga, la Copa de España y la Copa de Europa, todos ellos abiertos y sin solucionar. 
Sin embargo, lo que más apremia es desligar de una vez y para siempre la política al deporte en la grada de los estadios.
Es cierto que Juan Laporta tiene algo-mucha culpa en sus turbulentos años de presidente, pero tampoco es menos cierto que dentro de sus 20 directivos se encontraba Alejandro Rosell -autor del fichaje de Neymar y de su padre- y no olvidamos que José Bertoméu fue también el responsable por el puesto que ocupaba en la directiva. 
La correa de transmisión de juntar la política y el deporte.
Y los socios azulgranas tienen mucha parte de culpa a "repetir la historia" del club al elegir a José Bertoméu en las pasadas elecciones. Lo que no sabemos si el equipo de Barcelona podrá soportar tantos errores de gestión de unos directivos ineptos y cogidos a la silla con pegamento.


 

0 comentarios:

Publicar un comentario