Real Madrid con poco, hace mucho; Atlético
se “congela”
Decepcionante.
Un match decepcionante. Escaramuzas, provocaciones, protestas, agresiones, escupitajos,
empujones, cabezazos… con la sorprendente anuencia del árbitro. Un “muñeco”
atónito y hablador –con su pinganillo y también con los jugadores– pero sin autoridad.
Nada de nada. Y fútbol, de lo que se dice fútbol, escaso. Solamente a cuentagotas.
Sólo se puede rescatar la ambición del Real Madrid, que con poco hizo mucho.
“Son
sólo tres puntos” dijo Diego Simeone antes del partido. Palabras huecas o
“musho miedo” como diría un andaluz. ¿Y la imagen deplorable que ofreció el
Atlético de Madrid? El técnico argentino infló un globo de muchos colores, cargados
de ilusión que después se pinchó en una acción estúpida de Turán y un
formidable “zapatazo” de Cristiano Ronaldo. Su primer tiro libre que “emboca”
en 21 partidos de la presente temporada.
A
partir del gol el Atlético de Madrid, en lugar de jugar al fútbol y reaccionar…se
“congeló” en la nevera. Sin cambiar para nada su “táctica” ultradefensiva y la “tramoya”
planeada de antemano.
Y
pensar que la farsa empezó por la mañana en el estadio Vicente Calderón, ante
20.000 aficionados rojiblancos con publicidad incluida. Siguió con la
provocación antes del partido en el Santiago Bernabéu ante 10.000 hinchas
madridistas. Se prolongó con un encuentro que se anticipaba como una “fiesta del
fútbol” y terminó como una reyerta barriobajera.
No
se trata de un espejismo.
Diego
Simeone y José Mourinho son tal para cual.
Ramos escupiendo a Diego Costa aprovechándose que el árbitro está pendiente del corner. Imagen: Canal cuatro TV. |
Por Miguel Miró
Vayamos
por partes. Los dos entrenadores tienen la misma manera de ver el fútbol: la
bronca por bandera y los dos equipos anclados en el contragolpe. La “tramoya”
del técnico argentino –similar a su
colega– fue a buscar bronca. Salirse del reglamento para buscar ventaja.
Algo
ya en desuso. Todo un repertorio de “truquillos” viejos para calentar el
partido. En lugar de fútbol, una vulgar pelea callejera, similar al Fotball-Rugby
del S.XIX. Empujones, cabezazos, hasta escupitajos (que no veíamos desde la
Copa del Mundo 1966, por parte del alemán Haller) y “toca-culos” (desde las
anécdotas que nos contaron de Ángel Labruna).
El
árbitro se hizo el sueco y no paraba de hablar por el pinganillo y cortar el
juego. Pero no cumplió, salvo excepciones, el reglamento. Se le cegó la vista
de forma repentina. Ciego y mudo, muy a pesar de las denuncias de sus jueces de
línea. Por suerte, sólo cuatro madridistas “picaron” porque también les va la
marcha (Ramos, Pepe, Alonso y Arbeloa). Esto explica los escasos 15 minutos que
se jugaron en la primera mitad. La estratagema del entrenador del Atlético y la
indignación del entrenador del Real, con “barra libre” para protestar constantemente al cuarto
árbitro sin ninguna amonestación. (Inaudito. Máxime cuando fueron sancionados
ocho entrenadores en la presente Liga).
Sin
embargo se produjo lo más lamentable y curioso: los que más protestaron al
árbitro fueron precisamente los que tenían que callarse. Además, se divirtieron
con el juego sucio. Bien reflejado quedó en el patético abrazo efusivo de Sergio
Ramos y Diego Costa al final del partido.
Ha
sido tal el disloque que Sergio Ramos debió ser expulsado ¡cuatro veces! –las
mismas que Diego Costa– y se marcharon
ambos del campo ¡sin ninguna tarjeta! El árbitro sólo amonestó a Khedira por
jugada peligrosa, su bota en la línea de la cabeza (Similar a la criminal
entrada de Pepe a Agra en el Betis-Real Madrid), además de cuatro jugadores
rojiblancos. ¡Increíble!
¿Por
qué a Sergio Ramos?
1.-
Manotazo en la cara a Falcao. 2.- Escupitajo a Diego Costa en un córner. 3.- El
forcejeo con Godín, que tenían ambos una segura tarjeta roja. 4.- Penalty de
libro a Adrián, al desplazarlo de un empujón en el área. Además, porque estuvo
en todas las tanganas.
“INTENCIONES”
DE AMBOS EQUIPOS
Las
intenciones de los dos equipos madrileños tenían un guión preconcebido. Aunque
se rompió muy pronto, por la actitud de algunos jugadores. El Real Madrid sin
variar para nada su esquema. José Mourinho es como Fabio Capello, cambian solamente
los jugadores. (Uno o dos stoppers; Benzema o Higuaín; Özil o Modric… como un
disco rayado). Precaución defensiva, siempre. Pero eso sí siguiendo la versión
de Manuel Pellegrini: al contragolpe en velocidad, tal como lo reflejó el
técnico chileno en el sprint final de la Liga 2008-2009.
Las
únicas variantes han sido las “lanzaderas” con pases largos y cruzados de Di
María y Javier Alonso. Los otros detalles que complementan su plan de juego corresponden
a los movimientos de Benzema sin balón en campo del adversario. La imaginación
del alemán Özil, la dependencia de Cristiano y la solidez en las dos primeras
líneas (zagueros y stoppers) que se complementan bien. Una roca, prácticamente,
por su dureza en el marcaje. La
intensidad de su juego –más vertical que horizontal– y la calidad de su plantilla,
que se preocupa de hacer el resto del equipo en el campo.
En
cuanto al Atlético de Madrid, cambió notablemente para el partido entre los dos
eternos rivales. Como “Babette” se fue a la “guerra” en lugar de elaborar
fútbol. Simeone, demasiado preocupado por el rival, se olvidó del contraataque
en velocidad, la intensidad y la presión no existieron en esta ocasión.
Se
preocupó especialmente en formar un equipo ultradefensivo, con tres “fullbacks”
(Miranda, Godín y Díaz), reforzó las bandas para frenar las galopadas del rival
y sin salida para los laterales.
La
obsesión en la zona de Di María fue un error. Igualmente la constante permuta
de sus “fullbacks”, que se turnaban en la salida y el cruce. Se intentó
elaborar el contragolpe desde en el eje del campo. Pero por norma siempre centró
en el marcaje. Tapar espacios, especialmente en las bandas en lugar de poner en
práctica el ritmo y presión de otros partidos. Los volantes laterales tampoco
colaboraron con el juego ofensivo, también hay que decirlo. El esquema como la “bronca
X bronca” programada funcionó solamente un cuarto de hora. Después terminó desdibujándose
en el campo como un equipo simplón.
EL PARTIDO SE
“MURIÓ” CON EL GOL
La
intención del cero-cero programada por Simeone para los primeros 45 minutos, se
rompió en mil pedazos por una “mano infantil” de Arda Turán. Un tiro libre ejecutado
magistralmente por Cristiano a la cepa del palo derecho de Courtois fue la
respuesta. Un gol –muchas veces ocurre algo similar– que “mató” el match. El hechizo
de un gran espectáculo y el golpe de knock-out para el Atlético de Madrid.
La
mano y el gol. Sobre todo la mano infantil de Turán, que quedó bien retratado ante
sus compañeros. Mario Suárez se lo recriminó después de la inoportuna acción.
Lo más triste: el gol y una internada por la derecha de Diego Costa, que intervino
Casillas ante la entrada de Falcao seguido por Pepe, es lo único rescatable de
la primera mitad.
Tras
el descanso, el partido no tuvo mucha historia ya que el Atlético retrasó sus
líneas y regaló la zona central a su rival. Como si renunciara de antemano al
empate. Y ya se sabe, cuando un equipo se resguarda en la “cueva” empieza la
lluvia. Más no llovió, porque se prolongaron las faltas, los malos modos. Muchos
de ellos con aparatosas caídas, como los especialistas de las películas.
La obstrucción de Mario Suárez a Cristiano que salta por los aires y el empujón de Pepe a Falcao que hace volar a Arbeloa. Son algunos ejemplos del circo, en lugar del fútbol. Las protestas al árbitro, las discusiones y las acciones punibles de tarjeta que el árbitro no quiso ver.
La obstrucción de Mario Suárez a Cristiano que salta por los aires y el empujón de Pepe a Falcao que hace volar a Arbeloa. Son algunos ejemplos del circo, en lugar del fútbol. Las protestas al árbitro, las discusiones y las acciones punibles de tarjeta que el árbitro no quiso ver.
El
segundo y último tanto no fue producto de una jugada bien elaborada, ha sido lisa y llanamente la
descolocación total de la línea de zagueros del Atlético de Madrid.
Total, mucho ruido y pocas nueces. Decepcionante. Un partido para olvidar.
Total, mucho ruido y pocas nueces. Decepcionante. Un partido para olvidar.
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