Corinthians gana por oficio; riesgo-creatividad, Chelsea
Demasiados espasmos en la edición 50º (Bodas de Oro) de la Copa del Mundo de Clubs. No solo para la maravillosa torcida del antiguo Club de Regatas paulista. Corinthians se coronó campeón y “rompió” la hegemonía de los equipos europeos. Pero además ha impedido un empate (Europa-América) con su victoria ante Chelsea de Londres.
Demasiados espasmos en la edición 50º (Bodas de Oro) de la Copa del Mundo de Clubs. No solo para la maravillosa torcida del antiguo Club de Regatas paulista. Corinthians se coronó campeón y “rompió” la hegemonía de los equipos europeos. Pero además ha impedido un empate (Europa-América) con su victoria ante Chelsea de Londres.
AÑO 2012: AMÉRICA 26
EUROPA 24
Aunque
el mayor “espasmo” ha supuesto para Brasil, como antesala de la Copa de Federaciones
y la Copa Mundo FIFA 2014. Los clubes se erigen a la cabeza de América del Sur
en dicha competición.
Brasil,
10 victorias. Sao Paulo (3), Santos y Corinthians (2), mientras que Flamengo,
Gremio e Internacional de Porto Alegre, con un título cada uno.
Superan
por un trofeo a Argentina (9) y a Uruguay (6), por cuatro.
Asimismo
es la segunda vez que el Corinthians de Sào Paulo consigue la Copa del Mundo de
Clubes. La anterior la consigue en Brasil, ante el Vasco da Gama (2000) hace
exactamente 12 años.
Por Miguel Miró
Corinthians se proclamó campeón del mundo de
clubes por “oficio” y trabajo en la faceta defensiva. No es ninguna sorpresa.
Le ganó al Chelsea con la misma moneda que el equipo inglés capturó la Copa de
Europa ante el Bayern Munich.
Ni más ni menos. Utilizando fielmente la “retranca”
que muchos entrenadores se empeñan en insistir en las finales.
A nivel técnico, chispazos, pero a nivel
físico un “10” por su entrega en el campo en los relevos, cruces y esfuerzo
netamente defensivo y el gol. Un error garrafal de los zagueros ingleses al
dejar sin “marcaje” al delantero peruano (ex Hamburgo) Paolo Guerrero. Un error
del Chelsea y un acierto del Corinthians, porque el balón viene de un rebote
ante el remate de Paulinho.
Cuando hablamos de oficio, indudablemente,
hablamos de sapiencia. De jugadores curtidos que se saben de memoria el sistema
defensivo. Un equipo de una media de edad de 29,27 años, y cinco de sus titulares
ya no cumplen los 30 años. Sorprendente por los fogonazos de luz de la
selección –cinco veces campeón del mundo– en las décadas de los setenta y
ochenta. Sorprendente por los grandes equipos y jugadores jóvenes que ofrecían
un fútbol más dinámico y brillante.
El gran mérito del equipo paulista consistió,
sin embargo, en controlar bien el juego del rival, contagiar la “adormidera” de
jugar caminando y los tiempos. Los tiempos de poner un frontón ante la meta de
Cassio y la intención de estirarse en la segunda mitad. A la contra. En este
apartado tuvo la llave del partido: el gol. Y después atornillarse en el área
para terminar el match.
No pretendemos ser agoreros. En las finales
el fútbol escasea en estos tiempos. Y no esperábamos encontrarnos con la “retranca”
de Adenor Bacchi –apellido italiano, ¿no?
EL RIESGO... PARA LOS
ATREVIDOS
El Chelsea encontró la “horma de su zapato”.
Un rival que especula y se convierte en una “muralla” para actuar como un
cazador furtivo. El mismo de la etapa de Roberto di Matteo. El Corinthians no
fue diferente en la final de la Copa Libertadores de América ante el Boca
Juniors. Ni tampoco el de las semifinales del Mundial de Clubes.
Sin embargo, el Chelsea mostró otro estilo.
Arriesgó más y dominó en muchas fases del encuentro, precisamente cuando su
adversario le regaló el balón. Pero el fútbol es un juego. No acertó en sus
cuatro ocasiones de gol, y se quedó sin premio en tiempo de crisis de los
blues, después de la eliminación en la Copa de Europa y la destitución del
entrenador.
De cualquier forma ha experimentado cierta
reacción el equipo. Aún sabiendo que para cambiar una fórmula no es nada fácil.
Máximo después ocho años de mantener un sistema más defensivo que ofensivo (1-4-2-3-1)
y la racanería de un juego que poco se estila entre los equipos llamados “grandes”.
Decimos reacción, sí, porque se vieron variantes
tanto en la Premier League, como en Yokohama. En las semifinales, ante el
Monterrey, mostró un estilo diferente. Lo mismo que en la final. Aún perdiendo
ante el Corinthians ha sido el equipo que arriesgó más y tuvo las ideas más
claras. Por mucho que se le pueda criticar por la derrota, dejó entrever
ambición y las gotas de creatividad en el juego.
ASÍ JUGÓ CORINTHIANS
El equipo paulista ha sido fiel a la “retranca”
(llamado Cerrojo en España y catenaccio en Italia). Con una defensa sólida de
cuatro zagueros (Alessandro, Chicao, Paulo André y Fabio Santos), en la que
también se retrasaba Ralf en los momentos de apuros. El técnico brasileño cerró,
además con cuatro llaves las dos bandas. La banda derecha con Alessandro y
Paulo Henrique, junto a la colaboración de Danilo atento a las subidas de Cole.
En la izquierda Fabio Santos, auxiliado al
principio por Emerson (teórico volante ofensivo, que pasó al medio), Ralf y
Paulinho. Los dos centrales, por su parte, controlaban los movimientos de
Fernando Torres.
En el primer tiempo se encerraron en la “cueva”,
ralentizando el juego y tapando espacios a base de músculo. El dibujo, un claro
1-4-1-4-1 que a veces se convertía en 1-5-4-1 (dos barreras de nueve hombres),
muy retrasado y rara vez salieron a la contra. En pocas palabras: un guardameta
de muchos quilates. Cassio Ramos (ex PSV Eindhoven), que se lució seis veces
durante el partido. Cuatro zagueros con oficio, de ellos tres full-backs. Un
cambio: Paulo André salió como titular en la posición de central izquierdo en
lugar de Leandro. Un stopper, Ralf. Una segunda barrera de cuatro, en la que
todos trabajaban al unísono. La dupla Danilo-Paulinho, como organizadores y
Emerson como enganche (mediapunta) que terminó como cerebro y adelante, el
peruano Paolo Guerrero (ex Hamburgo).
En una palabra, cada uno de los jugadores
aunque el marcaje fuera a la zona tenía bien aprendida su misión con una marca
a un hombre determinado. Constantemente cerraban los espacios y se multiplicaban
para recuperar el balón. Ralf, el stopper, cumplía varias funciones. Pasaba a
ayudar a la defensa, la banda izquierda y “su” par fue Mata que prácticamente le
anuló la mayoría de las veces. Hazard era cuestión de dos, por la banda
derecha. Paulinho tenía como par a Lampard y así sucesivamente. Un ficticio
marcaje a la zona, pero en realidad fue al hombre.
Tras el descanso, los primeros 25 minutos
buscaron la sorpresa a la contra en velocidad. La mayoría de las veces por
intermedio del veterano Emerson y Guerrero. Estuvieron muy activos hasta el gol
(68 minutos y 39 segundos). Después volvieron a la “cueva” (su propia área).
Nada extraño en una final y un equipo que practica el fútbol-resultado.
ASÍ JUGÓ CHELSEA
Muchos se sorprendieron en los cambios que
se produjeron en el equipo inglés. Solamente se nos antojó la vuelta de Lampard
después de su lesión. Pero nadie se sorprendió del esquema en el campo.
Curioso, ¿no?
Tiene su explicación la salida de Azpilicueta
(más ofensivo que defensivo) por Ivanovic que cambió de zona, porque no suele
subir. Tiene explicación la entrada de Lampard. Y tiene, también, explicación
la apuesta del nigeriano Moses.
La fórmula en sí tenía su riesgo, pero fue
atrevida.
No es normal en una final poner tres
delanteros y menos, a tres defensas.
¿No funcionó?
No funcionó porque no se concretaron las seis
ocasiones del equipo, cuatro de ellas clarísimas. Pero todo es cuestión de
seguir con la misma idea.
El técnico puso un esquema y dos planes de
juego. La posición de Ivanovic tenía sentido como tercer full-back, junto a
Cahill y Cole. Adelantó a David Luiz y Ramires jugó de stopper a las espaldas
de Lampard, cerebro del equipo que actuó de “lanzadera” y a la derecha, Mata.
Dos ágiles en banda, el nigeriano Moses (soberbio en el 6-1 ante el equipo
danés) y un delantero en punta (Fernando Torres).
Al adelantar las líneas se aprecia el dibujo
(ver gráfico): 1-3-2-2-3. Rotundamente ofensivo. El otro plan de juego se
apreció también claramente: 1-4-1-4-1, cada vez que se perdía el balón. Se
retrasaba David Luiz, Ramires por delante de la primera línea, cuatro jugadores
bajaban y uno sólo, más adelantado.
Hubo problemas en la pérdida del balón, como
consecuencia del juego ultra conservador del rival. Es cierto. Pero la
intensidad en el movimiento de los jugadores en el campo y la creatividad fue
siempre del Chelsea. Además de la paciencia y la agresividad que dispuso, antes
y después del gol del Corinthians.
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