lunes, 30 de mayo de 2011

BARCELONA: EL ORÁCULO DE JOHANN CRUYFF



la 4ta Copa de Europa en Wembley?

Miguel Miró
La última andanada ha sido desde Italia, en la Gazzetta dello Sport, en la que manifestaba –sin afirmarlo- que no se sorprendería si José Guardiola, que está “tan presionado que podría abandonar el cargo después de la final de Wembley”.
¿Era un mensaje a los jugadores? ¿Un estímulo o simplemente para que sólo pensaran en la Copa de Europa? ¿Será verdad?
No es que seamos mal o bien pensados, pero los dos mensajes calaron en la mente de los azulgranas. a) El Barcelona es favorito hasta momentos antes del partido y b) Guardiola está pensando abandonar por la tensión acumulada.

CRUYFF JUEGA LA FINAL
Las interpretación la debería desvelar el mil veces recordado nº 14, una de las estrellas del fútbol mundial. Sin embargo, si nosotros nos pusiéramos en la piel de Gerardo Piqué,  “Xavi” Hernández, Andrés Iniesta, Lionel Messi o cualquiera de los titulares del FC Barcelona, las comprenderíamos al momento. Las dos misivas fueron dirigidas a los jugadores. No sólo para quitar la enorme tensión acumulada de los cuatro Barcelona-Real Madrid, en los que el rival se olvidó de jugar al fútbol e intentó amedrentar a la UEFA y a los árbitros, sino también de los últimos coletazos de la Liga 2010-2011.
No debemos olvidar que el equipo estuvo dos semanas realizando “ejercicios espirituales,” como monjes de clausura para borrar las injurias y gravísimas acusaciones a varios jugadores del plantel. ¡Increíble! La obsesión desmesurada de un técnico, con argumentos indemostrables contra los árbitros. Y además las 40 patadas madridistas, once de ellas a Messi, en el último Barcelona-Madrid dirimido en el Camp Nou. Un rival que ha perdido su imagen de “real” y el prestigio de sus años gloriosos, por un “bocazas” –así le llaman los periodistas británicos: Big Moth- de su entrenador.
Cruyff, desde su oráculo, ha intentado –al igual que José Guardiola- colaborar en todo lo posible, para devolver la cordura, levantar el ánimo ante las argucias (todo vale con tal de ganar) de su rival más directo. Y a fuer de ser sinceros, estaban verdaderamente “reventados” mentalmente de tanto acoso sin argumentos convincentes –y si interesados- de sus propios compañeros de la selección española.


Pueden decir lo que quieran. Estén de acuerdo o no, pero Johann Frederick Cruyff tiene todo el derecho a opinar e influir, ya que es el “el padre” del actual sistema del FC Barcelona. Sin decirlo abiertamente, trasmite un punto de vista demasiado agudo, aunque se diluyan las palabras y escriba entre líneas. Sin provocar discordia y poniendo los puntos sobre las “íes” según las circunstancias del momento.
La exposición, en uno de los oráculos sobre la responsabilidad del presidente del Madrid, Florentino Pérez, no tiene ningún desperdicio. No obstante, cualquiera lo comprende. Si algo funciona mal en un club, la responsabilidad es del presidente. Otra cosa son las fórmulas que el presidente utiliza para “zafarse de dicha responsabilidad”. Culpar a los jugadores, echar a su Director General o despedir al entrenador. ¿A qué conduce esto? A mantener su sillón.
En cambio, ¿cómo han interpretado la siguiente frase?: “Mourinho no es un entrenador de fútbol, es un entrenador de títulos”. Estamos seguros que a algunos le pillaron con la pierna cambiada, mientras que otros entendieron el mensaje. Por lo que se vio, el técnico portugués se sintió halagado. Lo confesó abiertamente, y parece ser que no comprendió nada.
Si nos basamos a la primera parte, la cuestión es fuerte pero verídica: “No es un entrenador de fútbol”. En efecto, cualquiera que conozca los procedimientos del ex intérprete del Barcelona (cuando Bobby Robson fue el DT), Mourinho no es quien definía la estrategia (plan para toda una temporada) ni tampoco las tácticas del equipo. Para eso tiene a sus subordinados, que sí “son entrenadores de fútbol”.
En todos los clubes que le contrataron, siempre contó con “técnicos” que realizaron dicha función. En el Oporto, Chelsea, Internazionale de Milán… y Real Madrid. El director técnico actual del equipo merengue es Rui Faría –igual que en el Inter.-, como también lo fue Andrè Vilas Boas en el Chelsea.
LA SEGUNDA PARTE
La segunda parte de la frase (“entrenador de títulos”), supone un “caramelo envenenado” según nuestra opinión.  No tiene mucho que ver con la “psicología emocional con los jugadores,” algo que presume el portugués. Genera una multitud de interpretaciones que deja abierta –sin decirlo- Johann Cruyff. Nosotros sospechamos que el entrenador del Real Madrid sigue el legado de Helenio Herrera. En primer lugar, por el número de fichajes que realiza en cada club que le contrata. HH siempre tuvo la misma filosofía: “cuánto más títulos ganemos, más dinero ganaremos”. (Una fórmula que tomaron igualmente varios de sus discípulos cuando consiguieron el título de entrenador, tanto en Italia como en España).
Bastaría consultar con las distintas biografías de Herrera. Su ambición era ganar mucho dinero lo más rápido posible. Hasta tal punto que cuando fichó por su segundo  equipo francés siguió trabajando como mecánico de coches.
La otra interpretación, teniendo en cuenta su “yoísmo desmesurado” que vale “todo” para conseguir un fin. Siempre busca argucias y atajos de todo tipo para conseguir su objetivo. Lo más triste de la historia es que por la boca muere el pez. Se ha jactado muchas veces de decir la verdad.
¿Cuál verdad?
La verdad no es absoluta, ni tampoco nadie es dueño de la verdad.
Sin embargo ha llamado “hipócratas” a quienes no dicen la verdad que, según parece, es la que él quiere oír. (Dos veces llamó hipócrita a un periodista en la sala de Prensa). “Si no dices la verdad, eres un hipócrita”. Que después pidiera perdón, no le exime de su gravísimo error.
Todavía esperamos que nos aclare ¿Cómo se acuerda de tantos árbitros y se olvida de Olegario Benquerença? El colegiado portugués que pitó el primer partido de la semifinal al Internazionale-Barcelona en el Giuseppe Meaza y concedió el tercer gol de Diego Milito en off-sid.  
Por lo menos… que diga la verdad, ya que tanto presume.

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