domingo, 10 de mayo de 2015

Bayern/ Viento suave o ¿tormenta?



Guardiola, sistema y reto



Por Miguel Miró
La imaginación de José Guardiola no tiene límites.
Solamente le faltó tres piezas imprescindibles: Alaba, Roben y Ribèry, para una  mayor contundencia y puntería en el plano ofensivo.
No obstante, no hay que escudarse en las ausencias.
De una forma u otra, Bayern Munich consiguió marear al equipo azulgrana con su “Molino” y un control constante por el ordenamiento brutal en su puesta en escena.
Fue tan evidente que sus aspas –con su eje principal– parecían reflejar un aire nuevo en el repliegue y despliegue ocupando todos los espacios en el terreno de juego.
Asimismo los distintos cambios de papeles, para aturdir al rival en los marcajes. Lahm y Bernat-Tiago por los pasillos… Lewandowski  y Müller abiertos  y escalonados… Todo fue un sello especial del control-control.
En su conjunto: orden y apoyo increíble en cada uno de los movimientos, con y sin balón, del equipo muniqués.   
Todo estaba muy trabajado en el marcaje al hombre a la zona. Parecía estudiado y cuadriculado. Lo mismo ocurrió durante el adelantamiento de líneas, con los cambios de posición de Lewandowski, Müller y Schweinteiger buscando la fórmula para romper la defensa azulgrana.


VARIANTE SISTEMA 
Ha sido, sin duda, una variante del sistema de Hebert Chapman. En el primer acto controló la situación (4+1 en defensa), en la continuación se presentó con cinco delanteros (4+1) en el área rival.
El británico decía:
“Mi intención estriba en defender con cinco y atacar con cinco”.
Es cierto que le faltó pegada e inspiración al conjunto bávaro, pero durante largos minutos (en los dos actos) ha sido el dueño del balón y del partido.
Mantuvo en vilo, por no decir con el miedo en el cuerpo, a los aficionados del campo azulgrana que temieron lo peor, tras el descanso.
Javier Alonso como “eje” ha sido la gran sorpresa de la noche. El jugador donostiarra, responsable en la disciplina táctica (algo que aprendió de JB Toshak-Real Sociedad), respondió al máximo con la placa de “Marshall” por delante de la línea de cuatro zagueros.
No sólo se preocupó en las tareas defensivas, que lo hizo tenaz y efectivo en la anticipación, sino también en la distribución del juego como líder del esqueleto del equipo.


IMPRESIONANTE
El español, situado por delante de la defensa, cumplió a la perfección su doble tarea. Del mismo modo, Sebastian Schweinsteiger como media punta-postizo y canalizador del fútbol de ataque que le faltó una punta de velocidad en los espacios cortos.
Tal vez por eso, se armó de paciencia para hilvanar un pase en profundidad, buscando la sorpresa de Müller (demasiado parsimonioso en el arranque y algo despistado) y Lewandowski en las oportunidad que perdió en la primera mitad.
La base del sistema tuvo, se nos antoja, dos elementos importantes. Se circunscribe en copar todo el campo de acción y buscar el control del juego y del balón. La posición del esférico lo consiguió, pero no un resultado más adecuado para el match en el Alianz Arena de Munich. Algo que pretendía desde el pitido inicial.
Además, la basculación ordenada en el cierre y salida el equipo muniqués lo hizo en diagonal con tres o cuatro jugadores lo que le permitía un control de la situación mucho más amplia y compacta.
Un cambio muy diferente y mucho más práctico con respecto a la “barreras” tradicionales, y la basculación de banda a banda. Más que nada porque cogía a contrapié  al rival y los espacios fueron más cortos para un posible despliegue.
Por esa razón le llamamos “Molino” al sistema, con sus respectivas aspas en pleno movimiento. El dibujo, además, lo observamos desde arriba (una de las excelencias que tiene el Camp Nou) se apreció en muchos momentos como un signo muy significativo: una “X” en movimiento, con una formación ordenada. O, como intuímos en el primer momento: la bandera confederada del general Robert Lee para ser más eXactos.


NO MUERDE
El despliegue se realiza con el adelantamiento de líneas, bien juntas, sin perder el orden establecido y con demasiada precisión en los pases. El dispositivo cambió a la hora de atacar. (Bien que lo sufrió Oporto en terreno germano, en cuartos de final). Se presentó con cuatro o cinco jugadores en el campo adversario. Cargó por los pasillos (Bernat-Thiago / Lahm-Müller) y por dentro, Schweinsteiger - Lewandowski.
Ninguno de ellos logró llegar con claridad al área por el trabajo activo de Rakitic (una roca)-Alves y Busquets-Alba que estuvo más defensivo que de costumbre… las salidas de Mascherano y el cruce de Piqué.
Aunque, también hay que decirlo, Muller y Lewandowski
no estuvieron muy finos en sus carreras y desdoblamiento. Ambos, mucho más previsibles que otras veces y demasiados anodinos en el sacrificio de moverse sin balón. Sin aprovechar, en muchas ocasiones, la forma en que Barcelona reculaba a su área, aglutinando hombres por el centro y dejando claros en ambos pasillos.
Bayern Munich amagó, asustó, pero no mordió a pesar de mantener el balón en su poder y el control del match.


GOL DE MESSI
No nos engañemos. A falta de 13 minutos, y con el dominio de Bayern Munich, muchos pensaron –incluso, nosotros– que se terminaba en empate (0-0, como dos platos enormes) o podría producirse el drama.
Pero llegó el gol de Messi. Un remate al rincón y abajo del palo izquierdo de Neuer (otra de las figuras del partido). La inteligencia del argentino para rematar fuerte y raso, donde muy difícilmente llegan los guardametas “gigantes”.
Ese tanto provocó las alarmas y el desajuste del sistema de Bayern Munich. Y tres minutos después, en una recuperación de Alves, llegó el segundo de Messi con la picardía de un genio. Eludiendo a Boateng (a contrapié, y encima es derecho) y una vaselina perfecta al guardameta, en la que Rafhina, en la línea de gol, intentó despejar.




GOLPE  DURO
Lo que nadie esperaba era el tercer gol de Barcelona. No estaba en el guión de ningún aficionado y menos entre el equipo muniqués después de su captura del balón y del control del match durante 77 minutos.
Y todo como consecuencia de la respuesta espontánea en los minutos de descuento. Cuatro minutos que pudieron ser más. Todo por el “temor” de Luis Enrique Martínez, que quería perder tiempo como fuero. Por eso se precipitó en los cambios, todos seguidos.
(Una actitud que demuestra su ignorancia. Tuvo suerte. De haber sido un árbitro británico podría prolongar el partido entre seis y ocho minutos.
Más que nada porque entorpece la continuidad de la contienda.)
Bayern Munich adelantó demasiado sus líneas, por la necesidad de un gol. Un riesgo lógico.
Sin embargo, Luis Suárez recuperó el balón en la zona ancha, le hicieron falta, pero el balón lo aprovechó Messi para meter en diagonal un pase adelantado a Neymar.
El brasileño hizo una especie de paradinha y le ganó la partida a Neuer al borde del área. 

DRAMA Y GLORIA EN MUNICH
Nadie puede predecir un milagro, o algo parecido, pero el fútbol es imprevisible. Las estadísticas no valen a pesar de las goleadas de Bayern en las distintas competiciones.
Puede haber drama o gloria. Sólo puede pasar uno a la final de la Copa de Europa.
El equipo azulgrana no puede ir a Alemania para “proteger” su ventaja (el intento de otros equipos, como Mónaco o el propio Oporto sucumbieron en el intento). Barcelona, con un solo tanto pone en cuesta arriba el cómputo general y su rival tiene que marcar cinco…
El cuadro muniqués lo intentará el próximo martes, y a la hora de las brujas sabremos quién se proclamará finalista.



miércoles, 29 de abril de 2015

¿Tan difícil es aceptar la “mea culpa”?



Simeone “juega” al despiste

Por Miguel Miró
Luis Enrique Martínez necesitó cuatro días para reconocer su “mea culpa” de la derrota de Barcelona en Chamartín en el presente Campeonato Nacional de Liga. Lo hizo, sí, obligado y sumamente contrariado. O tal vez, bien aconsejado por un amigo.
El “golpe” de la derrota ante Real Madrid (3-1), se centró pura y llanamente en las “dudas” y los “nervios” del bisoño técnico que contagiaron al equipo. Asimismo, su preocupación por el sistema defensivo azulgrana. El entrenador estaba más pendiente del juego rival, en lugar de hacerlo con su equipo.
Diego Simeone, mejor jugador y mejor técnico que el asturiano, se niega en rotundo reconocer sus errores. Más cabezota que su colegui, y obstinado como un auténtico escocés, de la vieja estirpe.
Sigue “erre-que-erre” en su teoría:
“Hasta la expulsión de Arda Turán, el partido tenía el guión previsto”. Y entonces nos cuenta una milonga, entretejiendo éxitos –que no fracasos– de los últimos años de vinos y rosas.
¿También estaba previsto el gol de Real Madrid?


¿FÚTBOL RÁCANO Y DEFENSIVO?
Tampoco quiso hablar de su “espantada” de Chamartín en un coche particular, dejando al grupo de jugadores rojiblancos en el autocar con el alma en pena de la derrota. Un verdadero “portazo” al no continuar en la Copa de Europa (Champions).
El técnico argentino jugó al “despiste” en una rueda de prensa posterior, contando milongas o argumentos que no convencen a los periodistas. La única excepción: acepta las críticas aunque dice que acepta algunas y otras, no. Y que en el fútbol todos tienen razón. Otra generalidad que tampoco se entiende, salvo para las personas que se niegan a discutir.  
Pero se olvida de una cuestión: No puede, ya, ganar nada.
“Rien de rien”.
Eliminado en la Copa de España en circunstancias extrañas… ¿Tapar un escándalo por otro? (la ridícula y sorprendente sanción a Cristiano, después de agredir a tres jugadores de Córdoba, con cinco expulsiones en su curriculum y sin imponer más partidos como reincidente… arbitrajes nefastos en la ida y la vuelta frente a Barcelona…).
Eliminado, recientemente, en la Copa de Europa y… resulta imposible revalidar el Campeonato de Liga. Además, no debemos olvidar que todavía no tiene asegurado el tercer puesto en la tabla de clasificación.


CERO MÁS CERO: CERO PATATERO
Atlético de Madrid, a pesar de las “milongas” de Diego Pablo Simeone se quedó sin títulos la presente temporada. No vamos a negar la realidad. 0+0=0. Un cero patatero, después de resurgir de las cenizas. Después de años de gloria y alegrías para los aficionados del equipo rojiblanco.
Un poco de autocrítica le vendría bien al argentino de origen italiano. Y reconocer su “mea culpa”, que le permitiría, quizá, dormir más tranquilo.
A los colchoneros sólo les quedan en el recuerdo los “5 lobitos”.
Imbatido en cinco partidos del clásico madrileño. La paliza y humillación tremenda que significó a su vecino y encopetado Real Madrid. De seis matches en Copa España, Liga y Copa de Europa, ganó cuatro, empató uno y perdió el otro.
¿Algunos o todos de los hinchas de At Madrid no se va a olvidar de la goleada (4-0 a Real Madrid) en el estadio Vicente Calderón?

NUESTRA TEORÍA Y SU DESARROLLO
Hay un tango (Cambalache) que fue prohibido por el régimen militar argentino. En su letra hay un párrafo que dice (…) “el que no llora, no mama / y el que no mama es un gil”/(…).
Real Madrid lloró más de la cuenta. Las lesiones de sus titulares. Los Medios de Comunicación se hicieron eco de todos y cada uno de los detalles. No dejaba de ser un estímulo añadido para el cuadro de Carlo Ancelotti, cuyo técnico decía todo lo contrario.
Sin embargo, un medio de tirada nacional hizo un estudio comparativo entre los dos equipos durante la temporada. Se trataba de las rotaciones de los jugadores, cuya reflexión fue la siguiente:
“Estaban más frescos los futbolistas de Atlético de Madrid y más cansados los de Real Madrid, de acuerdo a los minutos disputados”.
Lo que no decía la citada estadística: la mayoría de las rotaciones rojiblancas fueron por lesiones y sanciones, ya que los árbitros le “frieron” a tarjetas. Y, por lo que se aprecia en los partidos: los merengues reciben pocas tarjetas.
Otra de las cuestiones posibles está en el catenaccio italiano. No se olviden que Diego Simeone jugó más en Italia que en Argentina. Y todo se contagia en un match de dos vueltas para la clasificación a las semifinales de la Copa de Europa. En este caso, se estudia demasiado al rival y termina siendo una obsesión. (Lo mismo que le ocurrió a Luis Enrique Martínez en su visita a Chamartín).


LA MOTIVACIÓN
Por último, la motivación que suele darle Diego Simeone a los jugadores de Atlético de Madrid para que rindan el 100%. En ciertos casos abusa de la “ración mental” (como psicólogo-jugador, o capitán o líder del equipo) en el vestuario y los profesionales a veces se “pasan de revoluciones”. Y nunca se debe olvidar que los futbolistas son los que ganan los partidos.
Igualmente, sus cabezas por lo general tienen que estar “desamuebladas” de los problemas mundanos antes del encuentro.
Alfredo Stéfano di Stéfano siempre decía que la aportación de un entrenador es de un 10%, algo así como la dosis de suerte en cualquier juego o deporte durante su práctica.
El entrenador, por su parte, debe leer el match y descubrir la fragilidad del rival. Una base importante, para variar un juego ofensivo o cualquier deficiencia en su equipo para corregirlo. En caso de no estar concentrado, las acciones se producen en cuestión de segundos.


CONCLUSIÓN FINAL
Diego Simeone basó toda su estratagema para el partido del estadio Santiago Bernabéu estudiando milímetro a milímetro la última final de Copa de Europa disputada en Lisboa entre ambos equipos, pero a la inversa.
Un empate en los minutos reglamentarios, reservando todas las energías del equipo para la prórroga de media hora (15´+ 15´).
(Como recordarán, Atlético de Madrid se quedó sin oxígeno y sin piernas en el suplemento, siendo goleado por su adversario).
De ahí, lo del guión: hasta la expulsión de Arda Turán, estaba dentro de lo previsto. Y también un pacto de “no agresión” con Ancelotti, que asumió el guante. El técnico de Real Madrid lo predijo antes del match:
“Si Atlético no tiene prisas, tampoco nosotros tenemos prisa…”
Demasiado riesgo para plantear un partido con estas características. Similar al calcio italiano, o lo que es lo mismo motivar al límite a los jugadores del eje del campo y defensa para que el partido terminara 0-0 a los 90 minutos. O, lo que es lo mismo, con el crono en la mano esperando el momento oportuno, como un cazador furtivo.
Resulta evidente que Simeone comunicó su plan a los jugadores. Y también leyó la estadística incompleta del periódico de tirada nacional. Algo que el técnico se aferró a ello. At de Madrid jugó a un ritmo bajo de un encuentro trabado. Para que los rojiblancos estuvieran frescos para la prórroga. Supuestamente, el asalto final.


TANTO TENSAR LA CUERDA…
Lo que no estaba en el guión de Diego Simeone fue la expulsión de un jugador. La perla más importante del equipo, no sólo por su técnica depurada (el turco es un artista con el balón en los pies) sino también porque es el único del plantel que aguanta el balón arriba.
El hecho, en sí, no tenía por qué romper la estratagema, pero de tanto tensar la cuerda… se rompió con el desajuste del equipo rojiblanco en los últimos minutos. Y tanto Simeone como Atlético de Madrid lo pagó demasiado caro. Jugó con fuego y se quemó.
O lo que es lo mismo: SE EQUIVOCÓ en su estratagema.
El riesgo de jugar “a la italiana”, con un gol basta, supone una ruleta rusa o tener en la mano una granada sin espoleta. Al final, un error defensivo supuso la victoria de Real Madrid y el pase a las semifinales de la Copa de Europa.
Un amigo, antes del sorteo, nos avisó que el emparejamiento del equipo merengue sería con la Juventus de Torino. Acertó.
Carlos Ancelotti ya tiene ahora una segunda vez. Una fórmula que sabe de memoria, y que le sirvió para eliminar a su eterno rival.
Dependiendo, por supuesto, quién de los dos equipos marque el primer gol y cierre la cortina.