Resulta verdaderamente
curiosa la acepción “reprise”.
En portugués puede
significar: arrancada o repetición.En inglés: reestreno.
En francés, sin embargo, esta palabra suele ser muy utilizada en el periódico “L´Equipe”: “Cadre sa reprise”: después de recuperar el balón, remata.
Nuestra intención es hablar de reprise, trasladando la reacción de un coche tras un adelantamiento, al terreno del fútbol.
Por ejemplo, un Lancia. Su reacción en el reprise siempre nos ha sorprendido. ¿Por qué? Resulta verdaderamente espectacular. No pierde potencia ni velocidad en un adelantamiento en carretera. Mantiene el mismo ritmo frenético… Su reprise suele ser una pasada. Pensamos igualmente que tiene un motor magnífico y también -aunque sea de alta gama- por lo general es liviano. No muy pesado. Es una opinión, por supuesto.
Muchos españoles, sin embargo, confunden reprise a la “salida del coche” o “arrancada”, igual que los lusitanos. Pero nuestros vecinos también traducen como repetición, tal vez más correcta en el tema que nos ocupa.
El “reprise” del FC Barcelona ha sido la llave del éxito en la final de Copa.
En una palabra, para entendernos, recupera rápidamente el balón y a renglón seguido mantiene el ritmo, para después acelerar la velocidad en el ataque.
Cualquier equipo (nacional o extranjero) hubiera sucumbido estrepitosamente en los 35 minutos “locos” frente al cuadro azulgrana en un match decisivo. Cualquiera. Nadie hubiera podido resistir a su vertiginoso reprise combinado con piezas de alta “relojería” y una gran precisión.
Miguel Miró
Si
nos permiten el símil, el Barcelona repitió en la final de Copa del Rey, la
misma exhibición del recordado 5-0 al Real Madrid en el Camp Nou durante la
temporada 2010-2011. Sin preámbulos, sin pausas y un juego espectacular y arrollador.
¿Faltaban
algunos titulares? Concretamente tres defensas: Puyol, Alves y Abidal. Sin
embargo, apenas se notó. Un fútbol serio, sin concesiones, a un ritmo
vertiginoso y acierto en los tres palos. Treinta y cinco minutos de gran
calidad, enorme en el despliegue y a una velocidad de 6.000 r.p.m. El mejor
Barcelona de la época de José Guardiola.
Liquidó
prácticamente el partido, al retirarse al descanso con un rotundo 3-0 en el
marcador. Bajó el ritmo en la segunda mitad, pero si lo hubiese mantenido el
resultado podría haber sido de 5-0 o quizá más escandaloso, como sucedió frente
al Rayo Vallecano al final de Liga. Algunos habrán pensado que “ha sido por la
despedida del entrenador,” “el Athletic de Bilbao no jugó un pimiento” o cosas
por el estilo. Están en su derecho o “torcido” (por quitarle méritos) pero se
equivocan.
La
exhibición del equipo azulgrana en la final de Copa del Rey ha demostrado que
el equipo azulgrana continúa teniendo su altísimo nivel, profesionales de un
gran talento y seguirá produciendo estupor en el plano internacional. Un equipo
compacto y serio. La conquista de la 26ª Copa de España ha supuesto,
simplemente, un punto y seguido con vistas a las competiciones nacionales e
internacionales. Y vamos a intentar explicar razones y argumentos en nuestra
reflexión.
VILANOVA “YA” TRABAJA
Francisco
Vilanova lo tiene claro: no es partidario de los tres zagueros. Aparentemente
convenció a Guardiola a volver a la defensa escalonada y montar una especie de
“cinturón” para evitar sorpresas. Se pudo comprobar en el segundo período, donde
los defensas y los volantes trabajaron juntos. La retaguardia resistió sin
agobios de los últimos partidos.
Los
cuatro zagueros no están en línea, a excepción de un repliegue o despliegue
colectivo. El último escalón, Mascherano, en una posición de “fullback” u
hombre escoba. Cubriendo la zona central y, a la vez, la banda izquierda. Piqué
–que relevó un par de veces al argentino en sendas subidas – está un poco más
adelantado y con libertad de movimiento.
Los
defensas laterales (Montoya y Adriano), igualmente escalonados, pero un poco más
adelantados. Forman un trío junto a Busquets, que vuelve a su puesto natural
(stopper), con una labor seria y en un lugar bien determinado (por delante de
la defensa).
El
sistema defensivo dejó entrever dos cuestiones: concentración y sincronización.
Bien compenetrado, adelanta sus posiciones para juntar más las líneas con los
centrocampistas. Pero nunca en una situación fija, sino tapando espacios y
colaborando en la recuperación de balones.
RECUPERA EL “DIAMANTE”
El
Barcelona recuperó, al mismo tiempo, otra de sus señas de identidad: el
“diamante” (Franck Rijskaard, Manuel Pelegrini, José Guardiola…) que, con el
juego, se obtienen muchos recursos. (Defensivos/ofensivos) Sobre todo cuando el
dibujo se estira como un chicle, a la ancho o a lo largo, según los casos. Pero
lo más importante: facilita el ataque más inesperado y multiplica la
retaguardia en el momento de cerrarlo.
Las
puntas del diamante (otros le llaman rombo) son Busquets, Xavi, Iniesta y
Messi. Sin embargo, el equipo mantiene los circuitos, en la que entran los
relevos, apoyos y desmarques en “bases imaginarias”. No cambia su fórmula ni
tampoco su espíritu.
Ahora
bien, en la Copa de España no se hicieron experimentos. Busquets tuvo menos
presencia atacante –salvo en los corners–, Xavi ofició de mariscal de campo,
con su “cerebro privilegiado”; Iniesta ocupó su puesto habitual como
volante-volante y no de volante-ofensivo…
¿Y
Messi? El argentino se plantó como el general romano, dirigiendo con pases de
oro a la avanzadilla pero también participando en el “cuerpo-a-cuerpo”. Una
tarea en la que hubo mucha predisposición, no sólo entre los volantes, sino
también en los estiletes: Pedro y Alexis Sánchez. Sin balón, arrastrando a los
centrales y con balón provocando la alarma en el área.
CRUZADO MÁGICO
El
cruzado mágico radica en el sentido posicional del equipo dentro del campo. En
la comunión está el secreto. La empatía general. No se trata arquitectos –por
no llamarles estrellas– y obreros. En la misión de la recuperación del balón
todos son obreros en zonas predeterminadas y cortas. La presión instantánea
para la “recuperación” del balón. El delco –como se le llamaba antiguamente– o
distribuidor de una máquina de cuatro o más cilindros.
Y
no corresponde solamente de una línea (la retaguardia, por ejemplo), el
Barcelona utiliza todas sus líneas en esta tarea. Todos a uno, preparado,
estudiado y entrenado al milímetro. En este sentido, italianos, holandeses y
alemanes en sus momentos de gloria fueron los “reyes de la presión”. Algo que
ahora los británicos se han prodigado ante el aumento de jugadores extranjeros
en la Premier League.
La
diferencia entre ayer y hoy está en la condición física. En esto, el equipo
azulgrana ha simplificado las zonas del campo –más cortas, similar a la
selección holandesa en la Copa del Mundo 2010, con mucho trabajo pero sin
brillantez– y por tanto, el desgaste suele ser menor al disponer de jugadores
con talento y oficio. Además de las líneas, más bien juntas.
Vamos
a poner un ejemplo de la final de Copa de España, sus tres delanteros. ¿Cuántos balones
recuperaron? Más de una docena. ¿Cuál de ellos fue más efectivo? Alexis Sánchez,
el más retrasado de los tres, pero el más rápido para pisar el área. Increíble,
¿verdad? Pero no es la primera vez. Ya cumplió la misma doble función en otros
partidos de la temporada pasada. El chileno no marcó ningún gol, pero su
trabajo puede considerarse como excelente.
Otro
de los secretos de la fórmula está en el adelantamiento de líneas al centro del
campo. El partido final –sobre todo en el primer tiempo– se disputó en 45 X 70
metros aproximadamente. Prácticamente, en un frontón o lo que es lo mismo: en
terreno del adversario.
RÁPIDA RECUPERACIÓN Y
VELOCIDAD EN ATAQUE
Aquí
es donde se llega a la fase más importante: el “reprise” de un vehículo,
fundamental en el adelantamiento en carretera. Por lo general, el coche pierde
fuerza y velocidad, a pesar de poner otra marcha. Algo que le sucedía al
Barcelona. De ahí los recursos. Aumentar los pases y “marear” al rival hasta
que no veía una luz o resquicio. En el estadio del Manzanares, cambió de
modelo. La rapidez de la recuperación se complementaba con el mismo ritmo y
velocidad en el ataque.
Pensamos
en el doble diamante, que ensayó Frank Rijskaard en su última temporada en la
Copa de Europa (hoy, Champions League). Dos rombos que se abren y se cierran
según las circunstancias. Una fórmula de fútbol total, que se despliega y
repliega con mucha facilidad. También debemos añadir: dicho sistema funciona
con jugadores livianos y bien preparados físicamente. Algo que no contaba en
ese entonces el técnico holandés.
Sin
embargo, el cuadro dirigido por José Guardiola-Francisco Vilanova, nos
sorprendió al presentar una táctica ofensiva menos compleja y donde las luces
están en la cabeza y no en el músculo. Una “W” que aumentaba el ritmo, sin
preámbulos, y en una manera más directa en la consecución del gol. Las patas y
los vértices se alargaban o reducían según el movimiento de los jugadores.
En
definitiva, lo que observamos en la final de Copa ante el Athletic Bilbao. Un
acoso
y derribo (3-0) por sorpresa… a menos toques y mucho más vertical.
Los
dos cerebros del equipo (Xavi e Iniesta), que parece que juegan de memoria,
pero con las luces encendidas son las patas
de la “W”. Ambos con las espaldas bien cubiertas. De ahí parte la
velocidad y precisión para completar la transición. Presión-recuperación y un
excelente “reprise”.
El
ritmo aumenta, no disminuye, y la velocidad es de locos en la segunda y tercera
línea. En el medio Messi y en el vértices de la unión –por dentro o por fuera– de la “W”, Pedro Rodríguez y Alexis Sánchez.
La diagonal del canario y la sorpresa en velocidad (más retrasado) del chileno.
Los
movimientos con o sin balón se multiplicaron de forma inmediata. Sin dejar
pensar al rival. Arrastraron a los zagueros del área, fijaron marcajes y abrieron
espacios para fabricar los goles. Algo que, contado así, parece sencillo pero necesita
una preparación minuciosa. Máximo si hablamos de precisión en el pase,
precisión en las aperturas y precisión en los remates. Todo ello a una
velocidad supersónica.
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