Ni tampoco Spiritu
Santo es Villas-Boas
Engañaron como un “chino” a Miroslav Djukic y a la
afición –un tal Salvo y un tal Rufete– con la mentirijilla de sacar figuras de la
cantera. ¡Ay, se buscaba la austeridad de un club de primera fila!
Después filtraron desde el club a los Medios
locales las cifras millonarias de los jugadores y culparon al juzgado. Algo muy
extraño, aunque algunos digan que fue algo normal.
¿Estaba vacía la caja?
Al parecer, ese fue el motivo. Por eso abrieron la
“venta masiva” de jugadores. La tocata y fuga de la plantilla.
Ajustaron la deuda atrasada que asfixiaba al club.
¿Una huida hacia delante?
La llegada de José Antonio Pizzi dio con la tecla,
pero le faltó regularidad al equipo. Aunque entusiasmó a un tal Mr Peter Lim,
que al igual que Salvo poco o nada saben de fútbol.
Sin importarles un comino el trabajo de Pizzi:
velocidad y sorpresa, al argentino le despidieron por la puerta de atrás. Por
orden de los nuevos dueños o, quizá, no haber clasificado al equipo en competiciones
europeas.
EL ROSARIO DE LA AURORA
Con la venta del club a Mister Lim y Jorge Mendes
que pareció (o parece todavía) el rosario de la aurora…
¿Cambia o se pierde la dilatada y brillante
historia del club?
(Una entidad tradicional que siempre tenía a
varios mecenas para reflotarlo. “Levántate y anda…” decían. La historia lo
refrenda, pero parece obsoleta en los tiempos que corren o vuelan).
Hay de toos para toos, como diría un castizo.
Sin embargo, el club pierde su prestigio. Su
verdadera esencia para convertirse en una empresa de negocios y no la
representación de una ciudad o una región. Aunque lo parezca, no será lo mismo.
Llegaría entonces Nuno Spiritu Santo que prosiguió
la senda de Pizzi e intentó implantar el “sistema mágico” de Andrè Villas-Boas.
La experiencia funcionó al comienzo de Liga.
Hasta que llegó una visita inesperada: Athletic de
Bilbao (0-0) que le aguó la fiesta. Se enredó ante Levante en el Ciudad de
Valencia (2-1) y se rompió la imbatibilidad frente a Barcelona en Mestalla
(0-1).
Tres partidos sin ganar.
¿Se desinfló el globo?
Eso parece, aunque todavía falta mucha Liga.
¿QUIÉN PINCHA EL GLOBO?
Hay diferentes motivos, pero dos son claves:
El equipo de Valencia no son los dragoes (Oporto)
de la triple corona (2011), por más que nos pese. Y tampoco Nuno Spiritu Santo
es Andrè Villas-Boas aunque intente imitarle.
Así de sencillo.
Además, los rivales tienen “espías”. Y empezando
por Valverde, pasando por Gracia y terminando por Luis Enrique Martínez saben “leer”
bien los partidos, los sistemas y los planes del juego.
Algo que le faltó al campeón de Liga, Atlético de
Madrid y Diego Simeone en su visita a Valencia.
¿Tendrá que re-inventarse o buscar otras fórmulas?
Las copias, dicen, nunca son tan buenas como las
originales.
Algo falla o falló en el plan previsto por Nuno.
¿Los entrenamientos ingeniosos y divertidos de
Villas-Boas?
El problema de Valencia es la motivación inicial,
porque las derrotas dejan heridas. No en las “piernas” sino en la mente de los
jugadores.
ALGUNOS “DETALLES”
Dos partidos en Mestalla sin goles locales. Y eso
que parecía una perita en dulce Athletic de Bilbao, con varias bajas y tres
jugadores procedentes de la cantera de Lezama (Viguera, López y Guillermo
Fernández). Valverde apostó por un poblado centro del campo, dominio del balón
y al primer toque. Igualmente, contundencia en los pasillos para evitar
sorpresas. Orden y físico, y la doble tarea de Miguel Rico (izquierda) e Iturraspe
(centro), junto al correcaminos De Marcos.
A Valencia, en cambio, le faltó una pieza básica
(Parejo) y Alcázar ni Piatti estuvieron acertados en los últimos metros. Lo
mismo ocurrió con Rodri que intentaba hacer daño un paso atrás, con las subidas
de Barragán y Gomes. La salida en tromba no produjo el efecto sorpresa por el
sólido marcaje rojiblanco. Resultó la variante (en banda) de Rodrigo/Feghouli, porque
el francés tuvo más libertad de acción y más desparpajo por su cambio de ritmo.
Los cambios parecieron más bien precauciones. Tal
vez por el susto de De Marcos que malogró una clara ocasión y las diagonales de
Rico. Y optar por dos atacantes. La entrada de Negredo, en frío, no aportó
dinamita en la maraña de piernas del rival, resaltando aún más la calidad
física-técnica de Laporte.
Sin embargo, el tapón de la zona ancha del equipo
visitante fue una roca y también la
llave decisiva en el match que terminó en tablas.
LEVANTE: TUPIDA RED Y SORPRESA
Un partido que sirvió como referencia a Levante
que puso una tupida red en una defensa de cinco (con un líbero atrás y un
escoba por delante) y un solo delantero. Un choque con muchas interrupciones y
muy trabado durante el primer tiempo, pero abierto en la continuación,
sorprendiendo los granotas en las contras con claras ocasiones de gol.
Algo que acertó Víctor Casajesús de cabeza y no
Cabral –super activo– en sus oportunidades. La entrada de Parejo pareció
decisiva con el gol del empate. Aunque terminó siendo un espejismo, ya que la
reacción no se hizo esperar y Levante marcó su segundo tanto desde fuera del
área grande.
VALENCIA: PLAN DE JUEGO
Prácticamente similar al de Villas-Boas en Oporto.
Un sistema que revolucionó al fútbol portugués. Presión intensa desde la línea
media del campo y adelante, con brusco cambio de defensa-ataque en velocidad.
Las líneas bien adelantadas permite un menor recorrido y la pretensión es bloquear el juego del
rival en su propio campo. Igualmente la búsqueda de los pasillos para llegar al
gol.
Sin pausas y presión en todo el campo (2X1 o 3X1).
Un despliegue intensivo en el que zagueros laterales y volantes también
participan en la acción ofensiva. La presión para recuperar el balón
rápidamente en la zona ancha o en campo del adversario.
Todas estas acciones requieren, por lo general,
mucha concentración, una mente despierta, cabeza fría, asociación y pocos
despistes en el juego. Y sobre todo mayor desgaste físico. Algo imprescindible
en los ensayos previos en los entrenamientos.
El engranaje se consigue por una doble función en
cada jugador del equipo. Todos atacan y todos defienden. Pero son fundamentales
dos fullbacks contundentes, veloces y con mucha experiencia además de un
stopper en el centro, junto a dos volantes de alta calidad para la distribución
del juego. Valencia los tiene (Mustafi-Otamendi y Fuego, algo que pidió Pizzi
durante su estancia en el club). Además, el argentino Otamendi jugó en el
Oporto, dirigido por Villas-Boas.
ESCUDO PROTECTOR
El escudo de la retaguardia es un triángulo con
las luces rojas encendidas y asimismo conectados en las acciones para
neutralizar la delantera rival. También es importante el paso atrás de
Otamendi, preparado para el cruce y los relevos en defensa para cubrir las
salidas al atacante rival.
Es evidente que en el vaivén de un partido las
líneas deben estar juntas y la presión multiplicada por dos o por tres en busca
del balón. La respuesta también debe ser rápida con una salida en tromba. (espantada
de pájaros, se decía antiguamente, después de ver al Ajax de las Copas de
Europa). Principalmente explotando las bandas (por fuera, Barragán-Fighouli o
Gayá-Rodrigo) y llegada por el medio de los volantes (Parejo y Gómez). Para
ello también es fundamental el acompañamiento en la cuestión ofensiva. De ahí
que se acumulen cuatro o cinco jugadores para facilitar el pase o remate a gol.
RESISTENCIA, EXPLOSIÓN Y PAUSAS
El sistema exige una mayor dosis de resistencia,
explosión y pausas. Tres factores importantes para mantener una regularidad en el
sistema (1-4-3-3/ 1-3-4-3) y su plan de juego. La resistencia es el “músculo” que
se emplea durante los 90 minutos. La preparación física es una materia
fundamental. La explosión en la salida o arranque en velocidad tiene igualmente
un trabajo complementario, individualmente en cada uno de los futbolistas.
Y las pausas para recuperar oxígeno en ciertas
fases del match.
Son los detalles que presentaba el “mágico”
sistema de Andrè Villas-Boas. Asimismo, el joven técnico luso cambiaba el
trabajo diario para “espantar los miedos” ante grandes adversarios nacionales y
europeos. Juegos que permitían un relajamiento –sin perder el compromiso y el
trabajo– para evitar cualquier alteración nerviosa y preocupación del plantel.
Valencia, ante Barcelona, estuvo entero en
resistencia y explosión en carrera durante 65 minutos y se vino abajo
físicamente por “la ausencia de pausas” durante el partido. También es verdad
que Otamendi actuó “cojo” en la segunda mitad, pero se notó el agotamiento en
varios jugadores. (Parejo: acusaba calambres).
Todo lo hizo bien en los 20 minutos de cada
período, con una presión sofocante y atacando por las bandas. Especialmente en
el pasillo de Alves, la fragilidad del rival. No permitió la salida cómoda
azulgrana, con el balón dominado desde atrás. Sin embargo, cometió otro error que
también le pasó factura: retrasó sus líneas hasta el borde del área grande en
varias fases.
Aunque “maniató” con dos o tres “bulldogs” a Messi
y Neymar, dejó libre a Luis Suárez, por dentro, que le faltó eficacia en el
disparo. En caso contrario pudo marcar tres goles sin oposición.
Aún así, tuvo fortuna Barcelona. Hizo los cambios
demasiado tarde: 77´, a 13 minutos del final. Y Messi, otra vez Messi –después de
su impecable tiro libre a la escuadra, que desvió Negredo de cabeza a corner–
puso el balón en la cabeza de Neymar y tras el rechazo a la desesperada del
meta brasileño, Busquets remachó a las redes.
No hay ninguna duda que cualquiera de los dos
equipos mereció la victoria. Más incluso Valencia, por su mayor ambición, pero
terminó agotado tras el sobre-esfuerzo realizado… sin pausas.
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