Agónico triunfo de Brasil ante Uruguay, mejor
técnico-táctico
Cualquiera podría
aludir a los influjos del solsticio del verano, las pesadillas o las brujerías.
Los brujos a los que se les denominan ahora “curanderos” o erróneamente
“parapsicólogos”. Los espíritus de los antepasados afro-brasileiros, traídos
por los exploradores portugueses durante la época del rey Enrique El Navegante.
Tres millones de esclavos africanos poblaron Brasil en el S. XVI.
El vudú, la macumba, la
umbada o la quimbamba… y el temido Exu
(demonio) que bebe cachaça y come coliflor.
Cualquiera sabe
–excepto Didi, milagrosamente curado por estos “santones”, y Garrincha, que
adoraba su tierra “gente que trabaja en
silencio y habla poco” conocieron sus ritos– los efectos del mal o del
bien. Son santerías que se afincaron en las favelas y otros lugares de éste
gran país como Brasil. Ritos que curan o matan.
Unos ritos que están en
la “sombra” y siguen siendo un enigma.
No se explica –¿o sí?–
las transformaciones de los dos guardametas, Muslera y Julio César en el match
Brasil-Uruguay
M: La inseguridad… siempre demuestra
ser una garantía
JC: La sorprendente seguridad… siempre
es un manojo de nervios
M: Las dudas en las salidas… siempre
tiene confianza
JC: Las sorprendentes salidas… siempre actúa
en la línea de meta
M: El bloqueo de balón… que en este
caso se mostró nervioso
JC: El sorprendente bloqueo de balón… no
lo bloquea nunca
Tampoco se entiende –¿o
sí?– la palomita al palo izquierdo de Julio César que despeja el penalty a
Diego Forlán –ex compañero en el Inter de Milán–; otros de los detalles del
encuentro que subieron la temperatura para bien y para mal entre ambos equipos.
¿Ya le había tomado la
medida en los entrenamientos de la “neriazurra”? ¿De ahí viene la sonrisa del
uruguayo antes de la pena máxima?
Aunque la fórmula
siempre ha sido que “a guardametas altos, pegado al palo y al rincón”. Algo que
se pudo comprobar en el Chelsea-Bayern Munich de hace un año, con las torres de
Cech y Neuen en la tanda de penalties.
Por Miguel Miró
A cualquiera podría
parecer que estamos buscando en “los espíritus” y no en los aciertos y
desaciertos de los jugadores en el campo Mineirao, de Belo Horizonte. No; son algunos
detalles inexplicables del encuentro. Además, el cambio de actitud de ambos
guardametas influyeron a la postre en el resultado final del match. Fueron
ellos, en definitiva, la llave de la victoria de Brasil ante Uruguay en una lid
interesante, vibrante con la incertidumbre del resultado hasta los minutos
finales.
Sin embargo hay algo de
“brujería” en este juego imprevisible. Porque no siempre gana el mejor. El que
mejor maneja la situación y el que mejor realiza el fútbol colectivo. Los famosos cánones
marcados por Herbert Chapman en el sistema y los planes preconcebidos en el
campo.
Es verdad que se trata
simplemente de un juego. Pero también es verdad que en muchos casos influye una
dosis de suerte (10%) que al final rompe la dinámica del partido. Técnica y
tácticamente Uruguay fue mejor, pero las circunstancias y algunos errores
puntuales le dieron la victoria a Brasil.
MAS CORAZÓN QUE JUEGO
Muchos rebuscaron en el
baúl de los recuerdos el “Maracanazo” de Uruguay en la Copa del Mundo del año 1950.
Añadiendo más fuego al partido a sabiendas que, en una gran mayoría de los
jugadores son supersticiosos. También Uruguay, que se presentó en la Copa de
las Confederaciones, con una copia de la camiseta de aquellos años. Simulando
las cintas que cerraban las zamarras.
Dejemos la historia,
porque el dominio del fútbol en América del Sur lo discutían Uruguay (dos veces
campeón olímpico) y Argentina, mientras que Brasil estaba emergiendo y explotó
ocho años después en Suecia.
¿Respeto? Tampoco se
puede asegurar esta afirmación, cuando muchas veces está disfrazado de “miedo”.
Olvidemos todos estos
conceptos y hablemos claramente. El Brasil actual no tiene un esquema concreto,
a pesar del binomio pseudo político que dirige a la selección. Dos técnicos
(Parreira y Scolari) que si bien consiguieron dos mundiales, la magia del
equipo de los inolvidables 58-62-70 menguó, aún teniendo estrellas, por culpa
de tácticas super-conservadores. Ambos, cabe recordar al mismo tiempo se
aprovecharon del trabajo de dos años de Manu Meneses.
ATACAR CON SEIS Y DEFENDER CON CUATRO
Aunque parezca lo mismo
de las grandes selecciones de Brasil, no lo es. Porque se conocen más la línea
defensiva que el desorden del mediocampo y del ataque. Se demostró en todos los
partidos anteriores que disputó la selección canarinha en el campeonato. Los
goles disimularon el disloque.
Las “oleadas”
frenéticas en los comienzos de cada período y la fortuna, como sucedió con
Uruguay, lograron la pócima mágica.
La defensa del equipo
local parecen un cuadrado y un triángulo. En el primero, dos zagueros (T Silva
y David Luiz) y por delante dos stoppers (Paulinho y Luiz Gustavo). Y con
respecto al triángulo lo forman Thiago Silva-Luiz Gustavo-David Luiz y Paulinho
por delante. Silva siempre es fijo en las proximidades del área y David Luiz,
con mayor talento, es el móvil que dirige y manda en la retaguardia.
Lo de Paulinho es punto
y aparte. No es stopper y juega de stopper atrás, cuando en el Corinthians es
volante ofensivo.
En relación a los laterales,
ambos juegan adelantados apoyando al ataque.
El ataque es por ambas
bandas, tres por la derecha (Alves, Oscar, Hulk) y dos por la izquierda
(Marcelo y Neymar), y el pescador (Fred) en el área rival.
URUGUAY FALLA UN PENALTY
Con un sistema claro, serio,
ordenado, cubriendo los distintos sectores del campo y adelantando líneas (a
los 30 metros) controla los arreones del adversario, en los que apoyan sus dos
delanteros. Uruguay frena todas las intenciones ofensivas del adversario. En
una palabra, desnuda la “espantada de pájaros”, y en lugar de perjudicarle las
“faltas técnicas” (que proceden del basket-ball y permisivas por el árbitro) en
el medio campo, las aprovecha para el contragolpe.
El ataque de la
selección celeste no varía. Forlán, adelantado por el centro y la banda
izquierda hace de enganche (mediapunta) para los desmarques de Luis Suárez y
Edison Cavani.
El equipo uruguayo
domina la situación, mientras que su rival juega a ráfagas y se estrella ante
la estructura defensiva, con un doble trabajo de los centrales (Lugano y Godín)
apoyados por los laterales (M Pereira y Cáceres) y un “escoba” (A Ríos), por
delante, como líbero corrector. También funciona bien la labor de los volantes
(A González y C Rodríguez) y la ayuda de los delanteros en ambas bandas.
Sin prisas pero con
pausas, la mejor ocasión se presenta en un tiro de esquina, donde se produce un
penalty: de David Luiz que agarra la camiseta a Lugano. Una opción que
desaprovecha Forlán en el fatídico minuto 13, pero no se descompone el equipo
celeste. Pero sí reacciona en la brutal entrada de Luiz Gustavo a Cristian
Rodríguez. Una patada en el estómago que merecía la expulsión del brasileño y
no tarjeta amarilla. Un error gravísimo del árbitro chileno Enrique Osses. Un hecho
que reprobó todo el combinado uruguayo.
Como si fuera cosa de “brujas”
a falta de cuatro minutos para terminar el primer tiempo llega el gol de
Brasil. Un excelente pase largo de Luiz Gustavo a Neymar en el área pequeña,
que se queda mano a mano con Muslera. El guardameta despeja en corto, como
mejor puede. Sin embargo, la pelota queda “boyando” en el punto de penalty, y
no perdona el “pescador” Fred, a pesar del cruce de Lugano y la posición en la “goal-line”
de Godín.
EMPATE Y GOL SOBRE LA HORA
En una jugada elaborada
con cinco toques en corto y dos rebotes empata Uruguay. Combinación entre Máximo
Pereira-González-Rodríguez-Suárez entran como Perico por su casa en la poblada
defensa de Brasil. David Luiz intenta despejar, dos rebotes de Luis Suárez-Paulinho
y al final Thiago Silva hace un pase corto a Marcelo. Cavani se anticipa, roba
el balón y no falla con la zurda. Pegado al segundo palo. Al rincón del
guardameta.
Sube la presión del
combinado uruguayo, pero sus delanteros y volantes desperdician varias
ocasiones de gol. Lo mismo le ocurre a la canarinha, con más corazón que otra cosa
y pocas ideas para superar el andamiaje defensivo de su adversario. Se mastica
la prórroga, y se produce una “niñería” de Álvaro González con Neymar, sin
venir a cuento. Un pelotazo que recibe una tarjeta amarilla. A renglón seguido en
un corner favorable a Brasil, se produce el cambio de Gargano por González.
Miradas, besos y
mandangas que suponen una pérdida de tiempo y la pérdida de concentración en
los uruguayos. Neymar centra pasado al segundo palo, falla Cáceres, falla
Gargano y falla Muslera. Cabezazo de Paulinho que “mata” el partido y que
significa la victoria agónica de Brasil en los minutos finales.
0 comentarios:
Publicar un comentario