sábado, 25 de febrero de 2012

EL ENTRENADOR Y SUS REGLAS SECRETAS

Confesor, superior y amigo, sala de confidencias y... no matar la inspiración



Miguel Miró
Sin micrófonos, Miguel Muñoz ha sido siempre franco, afable y sincero. Lo que se llama “off-the-record” con muchos periodistas.
--Le están entrevistando para la BBC. El domingo se va a creer que es Stanley  Matheus y no tocará balón –dijo en cierta ocasión en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid.
Con micrófonos, se mostraba diplomático y nunca rehusó a ninguna pregunta.
¿Ha sido inconsecuente?
De ninguna manera. Una cuestión es una charla informal y otra muy distinta si es profesional.
Sin embargo, ante una pregunta reiterada, a veces se le soltaba la lengua.
--Si mi abuelo no tenía cojones, no sería mi abuelo; sería mi abuela.
Por lo general, Muñoz era distante con los jugadores. Una fórmula que algunos entrenadores utilizan. Pero su trayectoria en el fútbol ha sido impresionante. Primero, como jugador y después como entrenador. Madrileño de pura cepa, pero con la experiencia del “buen gallego”. No olvidemos que jugó en el Celta de Vigo. Dejó huella, mucha huella.
¿Existe un catálogo entre los entrenadores españoles?
Por supuesto que existe. La profesión del director técnico está bien retribuida. Nos quedamos cortos: está super-retribuida. Ese es otro de los motivos por el cual han desfilado muchos entrenadores extranjeros en el fútbol español y siguen llegando. No obstante, no vamos a hablar de las ganancias, sino de las reglas que figuran en un papel.
Cualquiera le llamaría a esta norma de conducta “los mandamientos” del entrenador o manager (una copia muy inglesa).
El llamado catálogo del entrenador en España –comportamiento en el que muchos, salvo excepciones, cumplen al dedillo– consta de 17 apartados. Quién lo ha escrito conoce al fútbol por “dentro”. Por intuición, posiblemente proceda de la Escuela de Entrenadores.
Puede parecer crudo, pero está bien cocinado.
Sin embargo, no tiene desperdicio.

Presidente.- Procure llamarle de usted. Despache siempre en el club. La alineación nunca se debe decir antes del viernes. Hay que conquistarle.
Alterne sólo lo preciso. Tan malo es el dictador como el blando,  porque ambos actúan pendiente de los gritos de la hinchada.

Directivos.-
Hay que oírles, pero no escucharles. No tiene que hacer nunca confidencias, ni tampoco pedir consejo. No se debe dejar al equipo para alternar con el delegado. Hay que tener mucho cuidado con los informes. No tiene que dejarse influenciar. No hay que permitir la presencia de dirigentes en el vestuario durante los descansos de los partidos. Su misión es la de servir al club, no al directivo que intervino en su contratación. Se debe huir siempre del dirigente  que dice: “yo no entiendo de fútbol, pero...”

Contrato.- Todo por escrito. El valor del técnico fluctúa con la clasificación.
No debe ser sentimental. No acepte ninguna promesa. No hay que perdonar nada. Se debe cumplir con honradez, entrega y lealtad. Cuando la clasificación es mala hay que estar preparado para lo peor.

Prensa.- Es el martillo y el entrenador, el yunque. Hay que aguantar. No se les debe corregir, ellos nunca se equivocan. Siempre juegan con ventaja. Hay que facilitarles el trabajo. No se deben hacer distinciones. No hay que enfrentarse nunca a ella. Ella dirige a la afición, si la directiva es débil.

Jugadores.- Son contratados por el club. Para llegar a ser titulares o suplentes es algo que depende de ellos. Hay que exigirles dedicación y entrega en su vida privada, entrenamientos y partidos. No hay que ser tolerante, pero sí se debe orientarles. Se les debe tratar con autoridad, cariño y con justicia.
Hay que hacerles impermeables en la angustia, en la reacción del público y en la desmoralización. Hay que ser su superior, pero también su amigo.

Capitán.- Hay que romper la rutina del más antiguo. Se debe elegir al que sepa interpretar las órdenes. Alguien que tenga carisma ante sus compañeros.
Que anime y estimule a los demás. Que tenga personalidad. Que dé ejemplo.
Que sepa dirigirse al árbitro con educación. Que conozca el reglamento a la perfección.

Titulares.- Hay que inculcarles: confianza y moral. No hay que permitir que sean ídolos. Ante todo, que sean compañeros. No se debe tolerar a zánganos ni vividores. Hay que vigilar la vida privada de cada uno. Se les debe animar siempre. El puesto se lo tienen que ganar cada domingo.

Suplentes.- Hay que entrenarles más. Hay que darles siempre esperanzas. Se les debe atender más que a los titulares. Hay que darles alternativas en los viajes y las concentraciones. Se les tiene que vigilar el peso.

Médico.- Es el confesor de los jugadores. Hay que tratar de que colabore.
Hay que escucharle, siempre puede ser útil. No hay que permitirle que juegue a entrenador, pero hay que escuchar y respetar su criterio. Siempre será fiel, excepto si es “hincha” del equipo o muy amigo de algunos dirigentes.

Masajista.- La sala de masajes es la sala de confidencias. Hay que ganárselo.
No se le debe permitir que recete. No debe hablar de alineaciones. Hay que dejarle aparte de las charlas con los jugadores. Hay que cuidarle en las comidas. Hay que hacerle trabajar en los viajes. De debe vigilar para que no desaparezca cuando llega.

Jefe de material.- Debe tener el material en condiciones. No hay que darle confianza. Hay que respetarle en su trabajo, pero también exigirle. Hay que tratarle con humanidad. No hay que olvidar de que forma parte del equipo.

Primas.- Se tiene que crear un sistema conveniente para todos. Que sea un incentivo para el triunfo. Los pagos deben ser inmediatos. Tiene que ser el club quienes los abonen.

Entrenamientos.- No hay que improvisar, ni tampoco confiar en nadie. Se debe marcar un plan de trabajo y cumplirlo. Se tiene que trabajar con autoridad, seriedad y entrega. Hay que tener paciencia, perseverancia y ecuanimidad. Se debe ser inflexible en el horario. Hay que presentarse antes que los jugadores. No se debe permitir a nadie sin el atuendo deportivo en el terreno de juego. No hay que alargar la sesión cuando estén los dirigentes.
No se debe abandonar el entrenamiento para atender a los periodistas.

Partidos.- Se debe preparar concienzudamente cada encuentro. Hay que estudiar las virtudes y los defectos del adversario. Se les debe mostrar los pro y los contras a los jugadores. Hay que responsabilizar a cada uno de su cometido.
Hay que ensayarlo en los entrenamientos. Hay que trabajar a los jugadores psíquicamente para el partido. Se tiene que mecanizar el trabajo. No hay que matar la inspiración. Hay que contar que lo que permanece es el resultado.
Los resultados son los que lo tapan todo. Pero el juego excepcional no se olvida jamás.

Desplazamientos.- Hay que estudiar cada viaje. Los kilómetros son distintos en el mapa que en la carretera. Hay que cuidar especialmente las bebidas. Se deben puntualizar los menús y los horarios. En el comedor siempre debe haber mesas de cuatro personas. No se deben permitir las bromas en las comidas.
Tampoco hay que escuchar, de ciertos jugadores, aquello de: “Nos quieren matar de hambre”. Hay que entrenar en el campo que se va a disputar el partido.

Afición.- Es participante pasiva. Se agita, grita y se desahoga. No anima, siempre hay que animarla. Quiere buenos resultados. Le asustan los negativos.
Paga el contrato de todos y mantiene al fútbol. La dirige la Prensa.

Árbitros.- Hay que procurar tener buena relación con ellos. Se les debe defender siempre que se pueda, también ellos se equivocan. Hay que ayudarles en su cometido y se debe explicar a los jugadores las reglas más elementales.
Se debe pensar que son honrados. Hay que tener cuidado al final de los partidos.

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