Robinho lo “demostró”
en Copa
de Europa
Por Miguel Miró
El brasileño Robinho dejó bien claro cómo se
hace la verdadera “bicicleta” en el fútbol. Una “virguería” que surgió en el
fútbol de salón en el Río de la Plata. Hace más de setenta años… como mínimo.
Precisamente cuando los profesionales de
fútbol en Uruguay empezaron a entrenarse en Pabellones cerrados con la
finalidad de adquirir una técnica más depurada. Para conseguir un control
preciso del balón y poder desenvolverse en espacios cortos.
Uruguay inventó el fútbol de salón, pero
totalmente distinto al que se practica hoy, ya regulado, aunque perdió
sinceramente todo su encanto. No había líneas divisorias, ni tampoco detrás de
las porterías. Parecido al rugby, pero todo era “campo”, para evitar
interrupciones. Al mismo tiempo servía para sudar la gota gorda, además de
divertirse.
En el rectángulo de basket-ball, tapiado por
las paredes de las gradas. Además, con el balón de fútbol (más grande y mucho
más pesado de los actuales) y las porterías pequeñas “pintadas” en la pared.
Nada que ver con las actuales, que sirven más para el Baby-Fútbol.
(Fuera, en el vallado del campo de fútbol, igualmente
estaban pintados los tres palos –con dimensiones reglamentarias– en la pared para
practicar con cada una de las dos piernas. Se trataba de eliminar los complejos
a los zurdos cerrados y a los diestros cerrados a insistir en el perfil y
disparo. En una palabra, se intentaba que los jugadores fueran la mayoría ambidextros)
INGENIO DE LOS JUGADORES
De aquéllos entrenamientos nació la “pared”
–suponía hacer el pase a la pared para seguir controlando el esférico– o si lo
prefieren un autopase. El ingenio de los jugadores fueron los que inventaron el resto:
La cortina, el caño, el buscapiés, la
sotana, el frentazo, la picada, la cuchara, la bicicleta, la mediavuelta (tiro
a espaldas a los tres palos), la chilena (apoyando los brazos en el suelo), el
firulete, la rabona, el chanfle (efecto), el taquito, el tuya-mía, la dejada
(vaselina), etcétera, etcétera.
Además, se valoraba mucho el pase “cortito y
al pie”, el golpe seco al balón calibrando la distancia, el tiro a espaldas a
los tres palos (el giro) y lo más importante: la forma de “aguantar” el balón
en el área, con amagos (mostrando y escondiendo el esférico), pases cortos y
balón a ras del parquet.
El ingenio de los futbolistas era mayúsculo.
Lo ensayaban en el pabellón y después en el terreno de juego con los clásicos
zapatos negros que pesaban un quintal.
Nos dejamos la “jopeada” para el final (el
tupé de los cuarenta), algo que en muchos países llaman “el sombrero”. La razón
es bien sencilla. Había un jugador bajito que hacía maravillas con la pelota.
Se llamaba Héctor Rodríguez y todos les
llamaban “Ciengramos”.
En uno de los clásicos (Nacional-Peñarol, en
el estadio Centenario) había mareado varias veces a su marcador brasileño
(Salvador, 1m80) y le hizo una “jopeada”. La reacción fue instantánea. Una dura
patada que significó la expulsión del “half” aurinegro. Algo que supuso un
insulto.
Ponemos ese ejemplo, porque cada vez que
vemos a Andrés Iniesta, bien en Barcelona o en la selección nacional, nos
recuerda a “Ciengramos”. En una baldosa hace también maravillas, esconde el
balón con maestría y sale siempre por la puerta grande cuando el marcaje es
múltiple. Asimismo, tiene una visión del juego en cuatro o más dimensiones.
LA BICICLETA NO SON DOS AMAGOS
Los dos amagos, quieto o en movimiento, son
parte del regate o dribling, algo muy viejo en los extremos para salir por dentro
o por fuera y explotar su velocidad. No es ninguna magia ni algo por el estilo.
El dribling, en cierta forma, es un engaño.
Pero también se debe tener en cuenta la postura del rival que sufre el engaño.
Y por lo general los defensas suelen ser altos y hay laterales que se ponen de
frente, que facilita el desborde en lugar de perfil… para tener más opciones en
el marcaje.
Explosión en la salida tenían muchos “wings”
(extremo, ala, o jugador de banda y poco campo de acción) y “insiders” en la
historia del fútbol. Hasta que Hebert Chapman cambió la forma clásica de correr
por la banda para tirar el centro a la olla a la cabeza del ariete (siempre
alto, corpulento y duro). Optó en el Arsenal (años treinta) por la salida en
diagonal del wing para que marcara goles y tuviera varias funciones en el
sistema ofensivo del equipo.
Las diabluras de Raymond Kopa, por ejemplo, de
estatura media, tenía un largo repertorio de regates. Todo un espectáculo para
un delantero centro (Stade de Reims) convertido en extremo en Real Madrid de la
“belle èpoque” de los años cincuenta. No sabemos si siguen archivadas las
películas (BBC) que vimos en nuestra juventud. El polaco nacionalizado francés
fue una estrella rutilante por su técnica en el dribling.
El brasileño Garrincha, el yugoslavo
Sekularak (volante ofensivo) y muchos jugadores más que nos han sorprendido por
sus bailes de cintura y firuletes. Pero en las décadas más recientes había dos
extremos de explosión continua: Pablo Futre y Amancio Amaro. Distintos, pero
sus salidas siempre fueron escandalosas. El portugués rojiblanco, a veces, se
olvidaba las marchas en su sprint… pero siempre ha sido espectacular su fútbol.
Un jugador más completo en la banda. También los comienzos de Amancio con su
salida en velocidad. Aunque cuando se le acabó la explosión cambió de posición
en el campo… pero no jugó de lateral.
LA BICICLETA VERDADERA
Nace como una filigrana en espacios cortos.
Por supuesto, en un pabellón con zapatillas de goma. Lo primero que se debe
tener en cuenta son dos cuestiones muy importantes. La acción se hace en el
aire y por lo tanto debe ser rápida, tan rápida como la luz.
Se da un salto con el balón en los pies, con
una rodilla más doblada que la otra. Se le golpea con el tacón. El esférico
hace una media circunferencia hacia delante, por encima de la cabeza.
Según el golpeo del tacón derecho o
izquierdo sale una circunferencia abierta o cerrada. Probar siempre, si se
quiere, la distancia del adversario, para realizar dos sombreros. Uno, a tí
mismo y el otro al rival.
Se necesita mucha práctica.
No obstante, si se tiene una buena técnica,
dominio absoluto con la pelota, siempre se consigue. Lo importante es la
coordinación. La acción tiene la velocidad de un relámpago. Una vez dado el
taconazo hay que poner la pierna de apoyo (por lo general, la derecha) para
mantener el equilibrio y continuar la jugada.
La bicicleta no es magia, aunque lo parece.
Se necesita técnica y habilidad con el balón. Rara vez se ejecuta en un match
de fútbol, pero está claro que muchos jugadores rioplatenses la conocen. La
rapidez como se juega hoy en día al fútbol la jugada en cuestión se le
considera una “exquisitez” más. Un ingrediente de los buenos jugadores de
fútbol.
Los entrenadores le llaman “arabescos” cualquier
ingenio del futbolista, pero siempre que la jugada no termine en las botas del
contrario. En caso contrario, se considera un lujo innecesario. Ahora bien, si
termina en gol ya es otra cuestión. Los medios de comunicación se ocuparán de
aclamarla, aumentarla y difundirla.
De todo el ingenio de los jugadores de
fútbol, lo más común es el “caño”, lo que en España y otros países llaman
“túnel”. (Pasar el balón entre las piernas del rival). Las demás quedan en el baúl
de los recuerdos o como repertorio de los malabaristas de circo.
La bicicleta de Robinho llamó la atención en el match de Copa de Europa disputado en
el estadio Giuseppe Measa. El Milán-Barcelona que acabó en empate a un gol.
Tuvo su repercusión, en efecto, porque marcó el cuadro “rosonegro” en los
primeros minutos. Pero no crean que haya sido una noticia de impacto ni muy prolongada en los medios
españoles.
Tal vez porque quedaron en fuera de juego.
O no tuvieron el valor de reconocerlo -rectificar es de sabios, dicen- y por lo tanto seguirán "engañando" a los españores con la falsa bicicleta, que no deja de ser dos movimientos que
forman parte del dribling o regate.
La bicicleta verdadera sigue vigente.
Aunque hayan pasado más de 70 años.
Cualquiera que haya visto en televisión el partido Milán-Barcelona lo comprobó nítidamente a través de filigrana de Robinho que dejó pasmado a Alexis Sánchez.
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