España, con “traje de
faena,”
cambia la música en prórroga
Vicente
del Bosque lo anunció:
Miguel Miró
DEFENDER SIN PERDER EL CONTROL DEL
BALON
ESTADÍSTICAS
cambia la música en prórroga
Es ciego quién no
quiere ver.
Es sordo quién no
quiere oír.
Es mudo quién no
quiere hablar.
“El fútbol deja lecciones, siempre se aprende de los demás”
(¿Qué
quiso decir? Hemos aprendido mucho de nuestros rivales y la forma de “negociar”
con el crono los partidos).
Y
en la conferencia de Prensa, previa a la semifinal ante Portugal, advirtió:
“Tenemos
que defender con el control del balón”
(¿Qué
quiso decir? Nos vamos a poner el traje de faena para el despliegue ofensivo de
nuestro rival. Vamos a defender con orden y disciplina sin perder el control
del balón).
Los
Medios de Información en la Eurocopa de Naciones 2012 publicaron sus palabras.
Están escritas en letras de imprenta. Por supuesto que sí. Pero nadie advirtió
el sentido. Nadie puso énfasis en su verdadero significado. Del Bosque sabía
que el poderío de Portugal se basaba en su fútbol netamente ofensivo.
Además
de sus tres delanteros (Nani, Almeida y Cristiano), también cuenta con medios y
laterales con llegada. Joao Pereira, Veloso, Meireles, Moutinho y Coentrao… también
les gusta pisar el área. Y por último las apariciones puntuales en los corners
y tiros libres de Pepe y Bruno Alves. En una palabra, todos los titulares
excepto el guardameta. Un fútbol-total y al ataque.
No
es un análisis previo, son “las piezas” sobre el tablero del campo. Sin
olvidar, tampoco, el partido de los lusos antes los alemanes. Se demostró
claramente que Portugal no sabe defender, lo mismo que su seleccionador al
poner cinco zagueros o llenar el área como recurso. Y el último amistoso antes
de la Eurocopa de Naciones, Polonia-Portugal (0-0) donde su poderío está en el
ataque y el despliegue dura medio tiempo.
Sin
embargo, aunque la música suena bien, a veces aparece un equipo (como el caso
de España) que no le impresiona la “Caballería Ligera lusa” y frena cada una de
sus intenciones.
Existe
un pequeño detalle que tampoco se fijaron los informadores:
Portugal
es mucha música…pero poco gol.
En
los 120 minutos del match contra España el casillero del equipo luso se quedó a
CERO, en los disparos a los tres palos. Un “cero” más grande que un plato, un
ovni o la misma luna. Y Cristiano Ronaldo estuvo “missing”, a pesar de
tener en sus botas la victoria de su equipo al final del tiempo reglamentario.
Miguel Miró
Abundamos
sobre la música por la portada de la revista O Jogo. El mismo día del partido
Portugal-España, decía: “E
tempo de mudar a música” en el que añadía un dibujo de dinamita y un
reloj en la que sonaba: “tiqui-taca”. Y el periódico deportivo luso Record, para no ser menos, titulaba en
cinco columnas:
“Día
de asalto aos quatro anos de ditadura espanhola” resaltando a
su estandarte Cristiano Ronaldo, cuando Nani es mucho más completo técnicamente
que el “inflado e infravalorado” madridista.
En
una palabra, tanto una publicación como otra no merecen ningún tipo de
comentario en sus titulares: se degradan por sí solas.
No
vamos a quitarle méritos, sin embargo, a la selección portuguesa durante los
primeros 55 minutos. En el que demostró todo su repertorio. Es el fútbol que todos queremos ver. Por su
disposición a un ataque feroz y contínuo. Algo que satisface a todos los
aficionados. Sean forofos, buenos o malos, y lógicamente los que aman y
entienden de fútbol.
Por
ese motivo, todo el estadio se puso de inmediato a favor de Portugal, pero
tenía delante a una selección que supo contrarrestar la alegría de su fútbol de
manera inteligente. Con pausas y con ritmo –y aunque le coloquen el san benito
del “tiqui-taca”– no utilizó las jugadas
a un toque y tampoco puso la tercera velocidad. Una cobertura segura y firme
apoyada por un trío que se puso el “traje de faena” (Xavi, Busquets y Alonso)
recostado en el colchón de la última línea.
La
selección española sabía de antemano que el rival no le iba a “regalar” el
balón y tuvo que conquistarlo. La entrada de Negredo ha sido un auténtico
“tapón” preparado por Del Bosque, para evitar la salida de los dos centrales
(Pepe y Alves). Su misión, aunque simple, suponía moverse en el área sin balón.
Igualmente,
los movimientos de Iniesta, por la izquierda y Silva, por la derecha, obligaban
a desdoblarse los dos laterales lusos (Joao Pereira y Contrao), en carreras que
superaban los 80 metros e incluso a quedarse retrasado por el guión Nani,
mientras que Veloso hacía las veces de “escoba” en los contragolpes del equipo
español.
La
otra premisa importante: las líneas muy juntas, en un espacio de 25 metros en
la zona central. Al tener las distancias más cortas y la zona a lo ancho, el
desgaste físico suponía un ahorro de energía muy superior, al derroche de su
rival en 85 metros. Además, el repliegue se realizó siempre ordenado, sin
llegar, salvo ocasiones, a esconderse en la “cueva” (el área). Bordeaban el
área sin perder el control en los marcajes al hombre a la zona.
El
sentido posicional de España, no sólo consistía en dosificar el aspecto físico.
No. Buscaba también dos líneas de choque para contrarrestar –un escudo– el
fútbol alegre del adversario. Todo tenía su explicación.
Igualmente
el plan preconcebido para el match fue perfectamente ejecutado por los
jugadores españoles. De ahí las “enseñanzas” de otros enfrentamientos. Los
casos de Croacia o Francia son todo un ejemplo. Utilizaron el reloj para dar la
puntada en el segundo tiempo (60 minutos), aprovechando el cansancio del conjunto
español.
Ese
ha sido el factor por el cual España se prodigaba más en los contraataques y
aseguraba mucho más el balón en cada uno de los sectores del campo. Aún así,
creó más ocasiones de gol que su oponente y hasta Negredo mantuvo en vilo a los
zagueros en dos jugadas.
Sin
embargo, lo que más entraba por los ojos, con razón, fue el juego ofensivo de
Portugal, con un gran desgaste infernal de músculo que terminaría “pagándolo”.
LAS TRES MARCHAS
En
las últimas bocanadas de oxígeno del rival, surge el primer cambio en el equipo
español. Fábregas sustituye a Álvaro Negredo, que sirve como centro de unión a
las subidas de Iniesta y Alba, y alguna aparición de Alonso. Pero tan sólo es
la primera marcha, el arranque (55´).
España
se prepara para aprovechar el desgaste de su adversario.
El
cambio de Navas por Silva (61´), también es para abrir más el campo por las
bandas. Además, la estrella del Manchester City estaba agotado por su labor de
recuperar y aguantar el balón en la zona derecha. Navas, por su parte, tiene
características distintas. Otro de los apoyos (la segunda marcha) por sus
escapadas y centros. La pretensión es abrir el campo.
No
obstante, en los últimos 25 minutos los portugueses, ya con la lengua fuera,
exageran en hacer teatro, protestan al árbitro y abusan del juego duro. Jorge
Alba es el más golpeado (Pereira, en la tibia dentro del área (68´) y dos
planchas alevosas de Nani (74´) y Meireles (78´). Además, las reiteradas faltas
de Alves y de Pepe, más en la zona central que en la retaguardia. Portugal, por
falta de oxígeno, se descompuso y abusó del juego antideportivo.
La
tercera marcha es la velocidad (La tercera). Ya, del Bosque, piensa en la
prórroga. Entonces, aparece Pedro (87´) para unirse a Alba en el ataque por la
izquierda, mientras que Iniesta se coloca en el centro, como mediapunta y Navas
en la otra banda. La salida de Xavi –como las dos de Iniesta en los últimos
partidos– estaba programada de antemano. Por su trabajo sordo y gris no destacó,
pero ha sido muy eficaz en labores defensivos.
OTRA MÚSICA…CELESTIAL
Más
despierto, más fresco y con mayor velocidad el equipo español realizó su mejor
fútbol en la prórroga. En la media hora de juego hizo méritos más que
suficientes para conseguir la victoria, matar el partido y pasar del
lanzamiento de penalties. La punta de los dedos de Rui Patricio fueron
providenciales en el disparo envenenado de Iniesta, nada más empezar el tiempo
extra. El tiro libre de Ramos también llegaba marchamo de gol.
Lo
mismo sucedió con la zigzagueante carrera de Pedro y al final, el remate de
Navas que se encuentra el guardameta luso y Pepe en el área pequeña. Sin
embargo, el destino quiso que se llegara a los penalties. Y España ganó, como
en 2008, el pase a la final por la pena máxima de Francisco Fábregas.
¿POR QUÉ PERDIÓ
PORTUGAL?
El
equipo luso realizó un primer tiempo espectacular. Con un fútbol de muchos
recursos, en el plano técnico-táctico y claramente total y ofensivo. Un
despliegue en velocidad y cambios ritmo y de frente que parecía que se comía el
campo. Al mismo tiempo un repliegue impresionante. Un ritmo tan vertiginoso que
daba la sensación de querer “sentenciar” el partido en la primera media hora.
La
defensa empezó con una línea de cuatro, que a veces aumentaba a cinco, según
las circunstancias. Un hombre escoba (Veloso), tres volantes (Nani, Meireles y
Moutinho–organizador) y dos delanteros (Almeida y Cristiano). Y en todo el
campo el marcaje fue al hombre. (Un auténtico suicidio, por el físico no
aguanta todo el partido).
Nos
sorprendió la posición de Nani tan retrasado, y Joao Pereira desbordando por la
banda. Practicó un fútbol-total de ida y vuelta en la salida y el repliegue. El
otro problema añadido ha sido que su dominio, aún siendo total, no encontró el
camino del gol. Abierto y poblado por las bandas consiguió momentos de apuros
para los defensas españoles, mientras que por el centro se encontraba con dos
escudos muy difíciles de superar.
En
la parte ofensiva se dibujaba columnas de tres hombres que basculaban, pero se
estrellaban ante una doble línea bien plantada del rival. Su juego, enormemente
vistoso, empezó a flaquear con las pérdidas de balón en el centro del campo –lo
mismo que su adversario en los primeros minutos de partido– y si añadimos la
falta del gol, su desgaste en el campo fue doble. En la parte física (el ritmo
era brutal en las carreras de ida y vuelta) y también en la mental al no
conseguir su objetivo.
NO PUDO REPETIR
En
la segunda mitad la “gasolina” duró 10 o 15 minutos. Los jugadores no podían
repetir la impresionante actuación del comienzo del match. Ahí fue cuando
España recuperó el balón y el juego. Y Portugal puso en práctica las artimañas
que están “matando” al fútbol luso. Las protestas a las decisiones arbitrales
(alimentadas por los periódicos de su país). Y trucos que deberían ser
erradicados en los terrenos de juego.
Aún
así, con la lengua fuera, pudo ganar el partido en los últimos minutos. Un
contragolpe en velocidad, con desventaja para España (4 ante 2 defensas), confiaron
el último pase a Cristiano que incomprensiblemente falló delante de Casillas y
toda la portería a su favor. Su remate, en velocidad, salió fuera.
En
la prórroga, España “borró” completamente a Portugal. Cuestión de suerte porque
se defendió como un gato panza arriba.
Y…
en los penalties los lusos cometieron dos errores imperdonables. El primero,
las instrucciones que “marearon” al guardameta, Rui Patricio. La recomendación
más normal: dejarle tranquilo y no molestarle para que se centre. El otro fallo
ha sido la carrera inoportuna de Nani para tirar el penalty él, cuando Bruno
Alves ya estaba pisando el área. Alves lo falló, un turno después.
POR
|
ESP
|
|
Posesión
|
36
|
64
|
Territorio
|
0
|
100
|
Tiros/tot
|
8
|
11
|
Tres
palos
|
0
|
4
|
Faltas
|
31
|
21
|
Off-side
|
2
|
3
|
Corner
|
6
|
4
|
Pases /tot
|
384
|
688
|
Pases/mal
|
137
|
154
|