Por Miguel Miró
Según la libreta del manager del Real Madrid José Mourinho –el entrenador, al parecer, es Rui Faría– sólo hay cuatro titulares indiscutibles en el plantel merengue. Ellos son Enrique Casillas, Cristiano Ronaldo, Javier Alonso y Sergio Ramos. Las únicas figuras que gozaron de unas vacaciones de cuatro o cinco días durante el bolo del verano contra el Hércules de Alicante, una semana antes del comienzo de la temporada. Los 18 jugadores restantes +tiene que ganarse el puesto+.
Ya empezamos mal. Es un desprecio en toda regla a la plantilla del Real Madrid y un total desprecio a los responsables –desde el director general, Jorge Valdano hasta el director deportivo, Miguel Pardeza– del organigrama deportivo del club. Lo raro es que ninguno de ellos rechistó ni tampoco dimitió por dignidad profesional.
Si nos centramos en la decisión tomada por el portugués, consentida por el presidente Florentino Pérez, ¿Ninguno de los 18 jugadores le sirve?
Otras dos cuestiones que se quedaron en el aire. Mourinho ¿se cubre las espaldas al decir que para sacarle rendimiento al equipo hay que esperar dos temporadas? Por otra parte, todos los periódicos publicaron: “El Real Madrid quiere la décima copa de Europa y yo la tercera”. ¿Estamos ante otro ególatra como Javier Clemente, que perdió una Copa de Europa porque él se creía la “estrella” en la final?
Los que ganan o pierden los partidos son los jugadores… y para que no se olvide el nuevo manager del Real Madrid, son también los jugadores quienes echan a los entrenadores. Es una auténtica falacia decir que son los periodistas (lo de un diario madrileño fue patético y poco serio la campaña pasada), socios del club o el presidente.
El equipo merengue –que tiene un compromiso que pesa mucho: su historia– está en construcción y el director técnico debe amoldarse a las características de la plantilla y no a un sistema predeterminado. En este aspecto se comienza bien, porque se intenta apuntalar la defensa. Una defensa rocosa y dura como le gusta al portugués. Pero aún así le faltan muchos ajustes.
¿Cómo juega el Real Madrid?
El actual Real Madrid, que cambió de entrenador y a media docena de jugadores en lo que respecta a su plantel, mantiene el mismo esquema de Manuel Pelegrini en el último tercio de la Liga pasada. El chileno, en el sprint final de la Liga, se inclinó por la verticalidad y el juego netamente ofensivo.
El conjunto merengue utiliza el 1-4-2-3-1 en el ataque y defiende con 1-4-4-1-1. Una línea de cuatro zagueros, dos stoppers con doble función, dos volantes en cada una de las bandas, un mediapunta y un delantero. Un sistema que pretende una presión en todo el campo. Como si quisiera sentenciar el partido en los primeros 20 minutos. El despliegue y repliegue es espectacular y sorpresivo.
Está muy claro que ante un rival con despistes en el centro del campo y una defensa en línea y rígida le puede hacer un siete, aunque lo importante es abrir el marcador. Ahí está la clave. Si llega el primer gol pueden llegar muchos más. De eso se trata cuando un equipo mezcla un juego trenzado con la velocidad supersónica y tiene jugadores que pueden desequilibrar un partido. Pinta bien, sólo hay que tener un poco de paciencia.
Sin embargo, le sigue faltando continuidad y pausas para dosificar fuerzas (también le pasaba con Pelegrini) porque es materialmente imposible mantener ese ritmo, incluso bien preparado físicamente. Marcar los tiempos y recargar las pilas.
Aparte de las caras nuevas en el equipo, las únicas variantes que hemos visto en el conjunto es la agresividad y contundencia de la línea de cobertura (ante el Osasuna sobrepasó el límite de lo permisible, por la pasividad del árbitro) y las galopadas de Carvalho y Ramos y las casi nulas salidas de Marcelo desde atrás.
No obstante, existe un problema entre los dos stoppers, Khedira y Alonso. El alemán asume su responsabilidad y acepta el sacrificio, pero el vasco no parece satisfecho. Ambos deben sacrificarse en una doble función. La primera, eminentemente defensiva por delante de la retaguardia y en una proporción menor (40%) en labores de distribución del juego. Algo lógico teniendo en cuenta la intención y capacidad ofensiva del equipo.
Alonso no parece muy contento en esta doble función compartida en el equipo. Ya el año pasado todos los balones pasaban por él y frenaba la circulación del juego. Y para colmo Khedira es más explosivo en la salida y de zancada más larga, por lo que puede acompañar mejor a los atacantes.
La falta de compenetración entre los stoppers provoca cierta confusión y se estorban en el campo Kedhira-Alonso (se comprobó frente al Osasuna; el alemán jugó más adelantado en Mallorca) y esta circunstancia no permite una mayor fluidez en el eje del campo. (De cualquier manera, este detalle mejoró bastante ante el Ajax. El trabajo sordo y gris de los stoppers anuló el juego del adversario en el mediocampo. Además, dio un respiro importante a la línea de zagueros y confianza a los volantes).
De cualquier manera, estamos hablando de los primeros compases de la temporada y todavía faltan ajustes por hacer. Lo verdaderamente importante es que Mouriho está construyendo el equipo desde atrás para adelante, apuntalando el andamiaje defensivo.
En relación a los volantes nos inclinamos más por Benzema-Cristiano que por De María-Cristiano. No hablamos de gustos, sino por las características de los jugadores y el potencial que pueden desarrollar en el campo. El francés, a pesar de su envergadura, tiene mucha más movilidad y no es individualista. Necesita partidos para acoplarse, pero se acoplará. De María es extremo desde que nació y su lugar está en ese puesto.
A Cristiano Ronaldo, más obstinado que un escocés, hay que darle tiempo al tiempo. Cuando vea que el equipo funciona y se divierte terminará acoplándose. Entonces resurgirá el jugador que brillaba en el Manchester United.
Özil merece un punto y aparte. Pensamos que no se aprovecha al máximo sus cualidades en el Real Madrid. Actúa demasiado adelantado. Por supuesto que se encuentra cómodo –y lo está demostrando– en la posición de “mediapunta” más adelantado, buscando la apertura por la banda izquierda y en diagonal por el centro. Así es como juega en la selección alemana.
Está claro que por su talento y calidad lo hace todo bien, pero no hay que olvidar que en el combinado teutón tiene siempre detrás a un portento de jugador –Schweinteiger, el auténtico cerebro– que hace mover a todos los hilos del equipo. El jugador del Bayern es completísimo en su función. Algo que, por desgracia el Real Madrid carece.
Puede que su lugar esté por delante de los stoppers, pero no es nada fácil. A Javier Alonso le han concedido demasiados galones de jefe y no creemos que acepte compartir su zona.
¿Cuáles son sus puntos débiles?
Ante y sobre todo por las “excelencias del sistema”. Aunque parezca mentira, todo lo que tiene de favorable puede volverse en su contra si el gol no llega pronto. Las andanadas de infantería ante la portería contraria y la presión que intenta ejercer en el campo, se diluyen al no haber pausas.
El ritmo es demasiado frenético y la falta de puntería se convierte en imprecisión, precipitación y desánimo. Al mismo tiempo, todos sabemos que un ritmo tan alto no se puede aguantar durante todo el partido. Se pierde gas y se multiplican los problemas.
Además, la presión adelante se vuelve discontinua tras el alud de los primeros minutos de juego y un “poblado mediocampo” por parte del rival puede desajustar todo el andamiaje ofensivo. No hay que olvidar que el Real Madrid tiene individualidades que pueden ganar un encuentro, pero en el marcaje son completamente nulas según como se desarrolle el encuentro y el resultado.
Todos sabemos que ante un equipo rápido hay que jugar pausado y el marcaje al hombre o mixto es un suicidio. Líneas muy juntas o escalonadas basculando hacia la zona del balón y bien sincronizadas parece lo más idóneo. Pero también son importantes los apoyos, las distancias en el marcaje, y sobre todo no perder la concentración.
La defensa del equipo merengue ha demostrado ser sólida (un gol en tres partidos), pero también agresiva. Por norma suele adelantarse 30 metros, y tienen sincronizadas las salidas al hombre los dos centrales. Además cuentan con un escudo protector con sus dos stoppers.
Un punto débil podría ser una o las dos bandas, aprovechar las salidas de Carvalho, la subida de Ramos y las dudas de Pepe, que tras su lesión es menos impulsivo. Y la espalda de los stoppers.
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