Luis Enrique: ¡pato mareado!
Por Miguel Miró
No sabemos si hablar del Principio de Peter
o sobre la teoría del disparate.
Luis Enrique cada vez más se parece a Louis Van Gaal que no sabe -nunca supo- gestionar a un equipo plagado de estrellas.
El holandés, como era previsible, se está cargando el prestigio de Manchester United, como antes lo hizo el escocés David Moyes. Una aventura muy peligrosa que ha tomado el asturiano Luis Enrique Martínez, sino se remedia antes, con el FC Barcelona.
El entrenador azulgrana fue a su bola. Subestimó a Las Palmas y dejó “malherido” a Sergio Roberto al situarlo en la posición de Sergio Busquets. A sabiendas que Mascherano y Rakitic -que ya lo había hecho en Sevilla- son los más capacitados para la doble función (defensiva/ofensiva) por delante de la defensa.
Además, hizo otros experimentos: una nueva pareja de zagueros. Mascherano (derecha) y Mathieu (izquierda) al estar sancionado Piqué. Sin contar para nada con Bartra, que era lo más lógico en la posición de zaguero derecho.
MARTINO PERDIÓ LA LIGA
Tal vez, Luis Enrigue Martínez pensara que “iba a cambiar las leyes elementales del fútbol” o parece un “pato mareado” por las dichosas rotaciones. Una idea absurda -si no se hace bien- del segundo entrenador de Gerardo Martino. ¿Se olvidó Luis Enrique cómo terminó el técnico argentino? Perdió la Liga en el último match y fue destituido.
Perdió, en fin, una temporada por las tortuosas rotaciones.
Los equipos se construyen de atrás para delante. El guardameta gana confianza cuando tiene una buena defensa, los zagueros se encuentran arropados por los volantes y los delanteros por la colaboración de los centrocampistas.
El técnico azulgrana, tal vez pensó que los delanteros iban a resolver la papeleta sin la necesidad de tener un respaldo de las demás líneas. Un error monumental.
Además dejó “tocado” a Sergio Roberto, bloqueado en su nueva posición en el campo.
Y otra ley que es irrefutable en el fútbol:
“Los partidos los ganan los jugadores”.
Algo que siempre repitió Alfredo di Stéfano y agregaba:
“El técnico sólo tiene un 10% de los éxitos”.
NO ES LA PRIMERA VEZ…
El técnico de Barcelona -que parece no tener conversación con los jugadores en la “cocina”, algo fundamental en cualquier equipo- va a su bola igual que su ayudante y ¡así les va! La orquesta, aunque gane partidos… también desafina.
Abrazados a una flor y puede que mañana se marchite.
A la larga o a la corta llegarán malos tiempos, si no se remedian los dislates… que se amontonan o se tapan con los resultados.
Luis Enrique Martínez, que cuando llegó se preocupó del sistema defensivo, en la presente temporada hizo un disparate detrás de otro. Probando, probando en plena competición.
Hay muchos ejemplos y no es la primera vez.
Los errores y horrores que hizo en la Supercopa de Europa ante Sevilla (también los hizo Unai Emery, todo hay que decirlo), antes del comienzo de la temporada.
Por supuesto: los nueve goles (5-4) del partido “dejaron de lado a todos los fallos cometidos desde el banquillo”.
COLADERO IZQUIERDO
Lo más lamentable ha sido la banda izquierda del equipo, al adelantar demasiado a Rafinha y no cubrir la posición defensiva, y ausente Alba dejaron “completamente vendido” a Mathieu. Tras el desgaste del brasileño puso a Sergio Roberto que, pese al 4-1 en el marcador, tampoco bajaba a cubrir la banda de Jorge Alba en tareas ofensivas.
Por ese pasillo llegó el descalabro y empató el Sevilla, después de que Reyes encontrara el “agujero” que abrió el melón. El equipo blaugrana acusó el golpe. No le dio tiempo a reaccionar, después de la intensidad y desgaste físico del inicio del segundo tiempo del match.
A posteriori, en vez de defender al zaguero francés, que no tenía la culpa, Luis Enrique le dejó en evidencia al quitarle del equipo. De forma fulminante y sin dar explicaciones. Cruz y raya, como después pasaría con Vermoelen, que tampoco le gusta.
(El técnico del Sevilla, que también tiene una flor, tenía bajas en defensa. Mareó tanto la perdiz, que la retaguardia se apoyaban demasiado unos a otros y parecía el “camarote de los hermanos Marx”. Aún así, la primera opción terminó en gol. Pero seguían amontonados, sin confianza en los zagueros. Su reacción fue el pasillo de nadie que descubrió Reyes)
Con respecto a la Supercopa de España, Luis Enrique se pasó de frenada (demasiado suplentes) en San Mamés y terminó trasquilado.
EXPERIMENTOS: MATCHS OFICIALES
Las rotaciones y sanciones -y la suma de partidos en tres días- provocaron incoherencias peligrosas. Algunas le salieron bien, como el caso de Aleix Vidal o Sergio Roberto, de lateral derecho, y en las demás le ayudó la flor.
Mascherano-Vermaelen en la zaga, cuando el argentino estaba agobiado por los problemas con Hacienda. Mascherano delante de la defensa. Mascherano otra vez a la izquierda de Piqué.
Mascherano-Mathieu y Mathieu-Vermaelen (dos zurdos) en el match de Las Palmas, y otras lindeses que tienen mareado a Arda Turán -pegado a la línea de cal derecha/izquierda- y al pobre de Rakitic, que empezó de volante derecho pegado a la banda o a la izquierda, y primorosas carreras de 80 metros (ida y vuelta) como volante sorpresa que le dejaba con la lengua fuera…
Tampoco apoya a Vermaelen que está molesto por sus desaires, en lugar de justificar y apoyar algunos errores puntuales.
Podríamos seguir… pero los caprichos de Luis Enrique Martínez, le pueden dar sudores y sorpresas en lo que resta de temporada.
Especialmente las rotaciones.
Las hace al boleo y el equipo se resiente. Las rotaciones tienen que ser las justas, sin desarmar el esqueleto del conjunto. Hasta tal punto marean a los jugadores. Como a Lionel Messi, en el estadio de Las Palmas, dudaba si jugar arriba o en el centro del campo para ayudar a los volantes.
0 comentarios:
Publicar un comentario