miércoles, 3 de junio de 2015

Especialistas poco corrientes



“Aguantar el balón”



Por Miguel Miró
Poner el acento, la magia y la técnica.
Mantener la cabeza fría y siempre… mantener las luces encendidas.
No es fácil.
En un partido de Copa de Europa disputado en Alemania, anotamos sin exagerar –ya lo hemos publicado– unos 54 pases recibidos y 47 pases al compañero.
No son nada fácil esos números.
¿A qué jugador nos referimos?
Vicente del Bosque, actual seleccionador nacional, en su etapa blanca.
¿Cómo es posible?
Del Bosque siempre ha sido criticado por lento. Demasiado lento. Igual que, posteriormente, Marcial Pina, Ricardo “Soso” Gallego, José Guardiola, Miguel “Michel” González  o Hugo Sotil por poner algunos ejemplos.
¿Lentos?
¿Acaso tenían que correr los 100 metros lisos?
Del Bosque lo hizo con los “orelluts” de Castellón y en otros equipos que jugó cedido, durante su juventud. ¿No fueron acaso Sotil y Guardiola jugadores “clave” en Barcelona?
En el fútbol actual, dicen e insisten: se necesita músculo y velocidad para poder compaginar velocidad, intensidad y presión para no dejar pensar al equipo adversario.
Entonces: ¿Quién piensa en ese equipo en el campo?
Habrá que hacer alguna o… algunas pausas, para compensar y no quedarse sin gasolina.
Puede que, desde la grada, Vicente del Bosque diera la sensación de “lentorro”, pero nadie podía discutir la velocidad de su cabeza (los dibujos que surgían en cada jugada) y la visión del juego en el aspecto técnico.
Su “testa” funcionaba a 6.000rpm.
Y otra cuestión sumamente importante: la clara centralización de los pases de sus compañeros de equipo.
¿Por qué?
Primero: Por su técnica exquisita solía perder pocos balones.
Segundo: La mayoría de las veces aguantaba el esférico y permitía una mayor movilidad y desmarque a volantes-delanteros para sus pases en diagonal o con tiralíneas.
Vicente Del Bosque “aguantaba el balón”, en los momentos de presión. Se convertía en la referencia, como director y lanzador entre sus compañeros. El auténtico arquitecto de la distribución del juego. Su dominio del balón y su técnica se lo permitían.
… Fueron pocos, tal vez contagiados por los gritos desaforados de la afición, que comprendieron su verdadera labor en el terreno.


ESPECIALIDAD POCO CORRIENTE
También es verdad que hay que retrotraerse a años anteriores. Los aficionados al fútbol, los que acudían a los estadios, premiaban más “la lucha, la entrega, la velocidad y los goles… aunque fueran con la nariz, la tibia, la pancha o en fuera de juego”.
Sin tener en cuenta la técnica y las características más sobresalientes de los jugadores. Un error, un gran error que se reflejaría después en la selección nacional: los jugadores, ante la enorme responsabilidad, parecía que tenían botas que pesaban 100 kilos y el balón les “quemaba”.
Volvamos al tema que nos ocupa. Nos centramos en un especialista poco corriente y en el que muy poco se fijan los aficionados. Aunque no podemos decir lo mismo de los buenos aficionados, que también los hay. Ellos reconocían y valoraban los méritos de los jugadores técnicos. Al futbolista que “aguanta el balón” en la zona ancha o en las barbas del área.
Importantísimo en cierta clase de partidos, con adversarios que practican el contragolpe en velocidad y la presión. Tiene, aunque parezca extraño, un valor incalculable.
¿Por qué?
Es el jugador o jugadores que por su acción desequilibran, desaceleran y descontrolan al cuadro rival.
Para que nos entiendan mejor: algo así como si le pusiéramos imanes en las botas y el balón. Para quitárselo sería necesario hacerles falta. No es un “chupón” pero tiene la valentía de gobernar con la pelota pegada al pie (técnica) en espacios cortos para desconcertar al equipo contrario.
Lo más triste: la mayoría de las veces éste especialista solía pasar inadvertido entre los aficionados… En muchos otros casos, ¡cuidado!, hasta por entrenadores inexpertos. De pico de oro, famosos, pero incapaces de interpretar y sacarle jugo a las características anímicas-mentales-técnicas de cada integrante del plantel.


CARLOS VELA/GONZALO CASTRO
Real Sociedad, hace unos años, llegó a tener la mejor defensa del campeonato de Liga e igualmente dos especialistas extraordinarios en “aguantar el balón” en el eje del campo y arriba, en el área. Ese detalle lo tuvo bien claro el técnico francés Philipe Montanier y su segundo, Michel Troin. Su trabajo (Montanier) se volvió a reproducir en el sprint final de la Liga 2014-2015.
Frente a Barcelona, en el Camp Nou, el equipo blanquiazul recuperó “su” mejor defensa en la que sólo faltaba Claudio Bravo… Carlos Martínez, Miguel González, Íñigo Martínez y De la Bella… incluso su mediocampo: Prieto-Bergara-Zurutuza.
¡Y contó con los mejores jugadores que saben aguantar el cuero!:
Carlos Vela y Gonzalo Castro!
La “desgracia” o la pena ha sido que el escocés David Moyes se diera cuenta demasiado tarde. Después de una temporada inestable e irregular del equipo, cambiando jugadores como fichas de dominó.
Es cierto que lo más nefasto del conjunto donostierra fueron las dos temporadas perdidas con un tal Santiago Arrasate (un error que no sólo cometió el presidente del club, Joaquín Aperribay, sino también su entorno de ex jugadores. El secretario técnico, Javier Pérez y el director deportivo, Lorenzo Juarros).
Arrasate, un inexperto entrenador se preocupó únicamente en “romper” todo el trabajo realizado por Philipe Montanier y así le fue. Su falta de criterio fue total, igual que el rotundo fracaso en Europa.


BUSQUETS/INIESTA/TURÁN
Aunque la pretensión inicial del técnico de Barcelona, Luis Enrique Martínez fue situar a Sergio Busquets en la posición de Javier Xavi Hernández, como volante distribuidor (algo que ya hizo Vicente del Bosque en la selección) tuvo que dar marcha atrás. Optó por Rakitic, que nada tiene que ver con las cualidades de Xavi.
El jugador croata tiene otras características que bien podría, en un futuro, relevarse con Busquets en las dobles tareas.
Sergio Busquets es un jugador muy completo, en las funciones defensivas y ofensivas del equipo y además pocas veces pierde el balón. Sabe “aguantarlo” en cualquier zona del campo. Y en muchas ocasiones pone pausa en el juego. Lo mismo que Iniesta, a quién resulta difícil o imposible quitarle el balón sin hacerle falta.
Una idea colectiva que “funciona” actualmente en el equipo azulgrana actual, para cambiar el ritmo del juego en momentos puntuales.
“Aguantar el balón”, y paciencia para “matar” el partido.
El turco Arda Turán, por otra parte, es otra de las estrellas con una técnica especial. Y muchas veces, Diego Simeone cuenta con él para “aguantar el balón arriba”. Aunque sus características sean fundamentales (por sus luces y por su fútbol espectacular) para buscar el resultado del equipo. No sólo por sus goles, que también los marca, sino también por la generosidad con sus compañeros en la última puntada en la antesala del área y del gol.
Turán es un verdadero artista con el balón en los pies. Además, posee una imaginación extraordinaria por sus “solos” en el campo. Aplaudidos por una afición entregada. No sólo en el aspecto técnico. Todo tiene su sentido y comunión en el equipo rojiblanco. Cada vez que contacta con Koke, Tiago o Mario Suárez en tareas ofensivas demuestra su enorme talento.  


VILLARREAL: LE SOBRAN
A pesar de que el técnico Marcelino García no se ha enterado todavía, le sobran jugadores para atemperar-dominar el juego y aguantar el balón. Bruno, Trigueros, Jonathan dos Santos… Lo del entrenador del submarino amarillo es realmente increíble. Hace tantas rotaciones en todos los partidos que se arma unos líos tremendos.
A veces deja siete u ocho titulares en el banquillo.
Las variaciones son infinitas y termina por marear a los jugadores. De ahí viene la irregularidad del equipo. Es tan incrédulo que piensa:
”Todos rinden igual”. 
Se engaña a sí mismo. No es cierto, ni tampoco comparar el fútbol con el basketball actual, dos deportes completamente diferentes, de forma especial por las dimensiones del campo y sus reglas.
Bruno Soriano no necesita presentación. Lleva muchos años en el fútbol y su técnica, insuperable. Lo mismo podemos decir de los jóvenes Trigueros y Jonathan, que cumplen a rajatabla los caprichos del entrenador y no pueden deslumbrar sus enormes cualidades para “aguantar el balón” como los grandes artistas.


KARIM BENZEMA/PAREJO
El delantero francés de origen argelino y sus movimientos con balón y sin él es una de las piezas importantes para “aguantar la pelota arriba”. Un jugador que, además de desmarcarse con criterio de goleador, se convirtió en el socio de Cristiano, o como “pasador” del luso para que se luzca.
Benzema todavía no ha explotado en Real Madrid.
Nadie podría imaginar todavía sus cualidades extraordinarias con el balón en los pies. Mucho más completo que el luso como goleador, pero prefirió adaptarse a las circunstancias del equipo y ser su escudero.
Con el cambio de técnico (1-4-3-3 o 1-4-4-2, sin cambiar un ápice) los buenos aficionados al fútbol podrían ver al auténtico Karim Benzema en todo su esplendor. Siempre que dejase la posición media-punta o enganche y no abuse de la velocidad con el volante.
Aún tiene mucho más potencial escondido.
Ha soportado los caprichos del entrenador luso, José Mourinho, con los cambios Higuaín-Benzema. Una forma de “destrozar” a los dos jugadores, para favorecer a su compatriota Cristiano. Lo mismo para demostrarle a José Valdano que había fichado a un “petardo”.
Daniel Parejo, es otro de los jugadores con muchas luces. Habla más en el campo que en la Prensa. A pesar de su elegancia, seguridad y su don natural de líder que nunca decepciona y destaca siempre.
Un jugador con talento natural que dejó escapar el equipo merengue y es producto de su cantera. Cedido a Getafe y Valencia, fue despreciado “olímpicamente” por Real Madrid (tenía una opción) la pasada campaña.
Parejo sabe “aguantar el balón” en los momentos de agobio y sabe también entregarlo al pie o larga al primer toque a un compañero.
No le pesa su responsabilidad en el terreno.
No exige su posición determinada en el campo –volante derecho, izquierdo, en el centro– por su manera de ser, por disciplina y profesionalidad. Siempre es la referencia en el conjunto valencianista. Su ausencia por lesión o sanción se notó demasiado la temporada pasada. Siempre ha sido de los que miman el balón, no lo revientan, y sus goles de tiro libre –otra de sus facetas– parecen con cartabón y tiralíneas.
Atesora todas las virtudes y valores para ser líder del equipo, aunque no le preocupa estos detalles, porque el fútbol es parte de su vida.   


MUNIAÍN/TRASHORRAS…
Aunque le comparen con un niño-buscalíos (Bart, de la serie de humor ácido The Simpsons, creada por Matt Groenin de la cadena Fox) o el “enfant terrible” de los cuentos, él va a su bola y se ríe. Sabe que es una broma cariñosa de la hinchada bilbaína.
No pudo terminar la temporada ni jugar la final de Copa España por una lesión grave e inoportuna (una entrada, tal vez contraproducente de Banega, al estar el balón ya fuera del terreno).
El juego y la alegría futbolística del menudo navarro –casi metro setenta, aunque no lo parezca… en un grupo que supera 1,80–  suele fascinar a los buenos aficionados. Máxime cuando su entrenador (Ernesto Valverde) le había designado un puesto de responsabilidad en el conjunto rojiblanco.
De enganche o mediapunta libre.
Un premio que se lo había merecido, tras su trabajo de extremo y muchas veces bajando y subiendo por la banda, cumpliendo doble función. Sin panorama y sin campo para lucirse. Pero él es así no se queja. La alegría de su fútbol sigue siendo la misma. Perseverante, rápido, de dribling fácil y sorpresivo, protegiendo el balón como si fuera de su propiedad.
Otro de los que “aguantan el balón” por su técnica y, además, generoso en el pase corto o largo al compañero.


Si buscáramos a un jugador técnico, que temple el balón con suavidad pasmosa y “reviente” el balón con efecto de forma impresionante, ese es Trashorras. Un gallego que tuvo ofertas y pudo triunfar en cualquier equipo europeo, pero siempre rechazó emigrar de su país.
Curiosa contradicción, cuando muchos de su tierra, por lo general, han sido emigrantes. Sin olvidar la frase, medio en broma y medio en serio:
“Si hay un hombre en la Luna, seguro que es gallego”
Un jugador que conoce al dedillo todos los puestos de un equipo, como ariete, extremo, volante defensivo y ofensivo, mediapunta… Todos los conoce y su experiencia es infinita. Le tocó vivir los tiempos caprichosos de los equipos grandes (Barcelona/Real Madrid) y nunca se le cayeron los anillos firmar por un club chico, de inferior categoría.
Trashorras, con una técnica refinada, es también un futbolista con una pasta especial que “aguanta el balón” en los momentos precisos, para la pausa necesaria. Hoy día es, sin dudarlo, el máximo ídolo de Rayo Vallecano. Nunca le “quema” el balón en los pies, al contrario suele coger por montera el peso del conjunto cuando se presentan los problemas.
Siempre sorprende en cada partido con una jugada maestra, un pase teledirigido y un disparo al palo que deja tiritando.
Mueve todos los hilos en el campo por su clara visión de juego y con vocación de líder distribuye fútbol con los ojos cerrados.


¿SE ACUERDAN DE EMILIO FENOLL?
Fenoll, un producto genuino de la cantera valenciana (nacido en Torrente), subió al primer equipo en un momento de decepción. Después que Valencia cayera en el pozo de Segunda División. El plantel  en ese entonces “blanco” como Sevilla, se nutrió de jugadores de “Tercera”. Carlos Arroyo, Alcorcón; Quique Sánchez, Pegaso; Antonio García, Parla; Serna, Castilla; Cotino, Alzira; Jon García, que estaba cedido a Málaga y Alcañiz, el goleador de Castellón… como consecuencia de su colosal deuda (2.200 millones de pesetas).
Igualmente, la desbandada de Bermell, Miguel Tendillo que firmó por Murcia, Urruti, Castellanos, Roberto Fernández, Granero, Cabrera… Lo de Tendillo y  Roberto Fernández merece un artículo aparte por “un” conocido presidente interino, antes que aceptara coger el timón Arturo Tuzón, una gran persona y amante de… “la pelota valenciana”.
Eso sí continuaron algunas estrellas que no abandonaron a su equipo: el guardameta Juan Manuel Sempere, los zagueros Ricardo Penella Arias y Fernando Giner; Javier Subirats, Fernando Gómez Colomer; como asimismo el uruguayo Miguel Ángel Bossio (CA Peñarol).
Un “cóctel de jugadores noveles” difícil de digerir, a primera vista por cualquier técnico.
El otro escollo estaba en un experimento, basado en la NBA (que nadie sube y nadie baja), que aumentaba el número los partidos que debían disputar los equipos de Segunda. El disparate del Play-off en una temporada de 44 partidos. Treinta y cuatro de ellos con el mismo sistema de Liga (a los puntos, ida y vuelta) y 10 más en el absurdo play-off.
Un experiencia que fracasaría, ya que no se repitiría “nunca jamás”.
Valencia, sin embargo, dirigido por Alfredo Di Stéfano conseguiría en la temporada 1986/1987 el salto a Primera División con todos los honores. (Existe, bajo nuestro punto de vista, un error muy corriente cuando se dice “Campeón de Segunda División”, lo  más correcto: ganador del ascenso a la máxima categoría sin poner en duda el premio “gordo”).
El equipo valenciano ganó 24 matches, empató 9, perdió 7. Marcó 53 goles y encajó 26. En la Liga, J 34 /G 29/ E 8/ P 7. Puntos: 46, a tres de Deportivo La Coruña. En la fase del play-off, no perdió ningún partido: J 6/ G 5/ E 1/ P 0/


ALFREDO DI STÉFANO, ¿QUIÉN SI NO?  
Lo mismo, pero de otra forma, que hizo en la campaña 1970-1971, cuando salió campeón de Liga con jugadores desahuciados (libres) por sus respectivos clubes. Al igual que Arias, Giner, Sempere, Subirats o Fernando, Alfredo di Stéfano siempre ha tenido un cariño especial por Valencia (dirigió al equipo tres etapas distintas), donde vivían sus hijas. Por ese motivo rechazó las ofertas de otros grandes equipos, incluso extranjeros.
Di Stéfano había llegado la temporada anterior, para sustituir Oscar Ruben Valdez, pero no pudo evitar el descenso.
Una de las llaves del ascenso fue, precisamente, Emilio Fenoll. El jugador más pitado, viripendiado y ultrajado del team valenciano por la afición.
Un extremo con un arranque explosivo, veloz y con una habilidad increíble con el balón en los pies. Tenía un cambio de ritmo endiablado.
No lo podían ver los forofos de Valencia.  
Sin embargo, jugó 32 partidos, 26 de ellos como titular y seis, sustituyendo a un compañero. Un total de 2.094 minutos, seis goles y muchos pases de gol en el área.
¿Le está sucediendo lo mismo que con Miguel Chendo?- le preguntamos en una tertulia distendida con Di Stéfano con amigos periodistas sudamericanos en el hotel Sidi El Saler.
“No es lo mismo. Fenoll tiene un desparpajo impresionante y no se deja amedrentar por los gritos de la hinchada. Si le quito ¿a quién pongo?”
“Fenoll me <<aguanta el balón adelante>>. Desacelera y da pausas. Además se mueve con inteligencia… Es igual que un moscardón en el área adversaria”
Di Stéfano continuó:
“Fija a los centrales, no deja salir con el balón rápido al adversario para armar el contragolpe… y si hay un fallo, es un gol seguro. Es un jugador veloz y desequilibrante. Además, permite al equipo volver a su posición en el campo”.
Después del ascenso, el club no renovó su contrato  a Alfredo Di Stéfano. ¿Se la tenía jurada un antiguo jugador del club? Es posible.
Pero los hinchas blancos cambiaron el pito y el insulto por el aplauso.
Llegó el técnico uruguayo Víctor Espárrago y no dudó en contar con el extremo Emilio Fenoll. Otra vez en Primera, el jugador de la cantera disputó 43 partidos entre amistosos y Liga sumando: 2.729 minutos.

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