“Aguantar el balón”
Por Miguel Miró
Poner
el acento, la magia y la técnica.
Mantener
la cabeza fría y siempre… mantener las luces encendidas.
No
es fácil.
En
un partido de Copa de Europa disputado en Alemania, anotamos sin exagerar –ya
lo hemos publicado– unos 54 pases recibidos y 47 pases al compañero.
No
son nada fácil esos números.
¿A
qué jugador nos referimos?
Vicente
del Bosque, actual seleccionador nacional, en su etapa blanca.
¿Cómo
es posible?
Del
Bosque siempre ha sido criticado por lento. Demasiado lento. Igual que,
posteriormente, Marcial Pina, Ricardo “Soso” Gallego, José Guardiola, Miguel “Michel”
González o Hugo Sotil por poner algunos
ejemplos.
¿Lentos?
¿Acaso
tenían que correr los 100 metros lisos?
Del
Bosque lo hizo con los “orelluts” de Castellón y en otros equipos que jugó
cedido, durante su juventud. ¿No fueron acaso Sotil y Guardiola jugadores
“clave” en Barcelona?
En
el fútbol actual, dicen e insisten: se necesita músculo y velocidad para poder
compaginar velocidad, intensidad y presión para no dejar pensar al equipo
adversario.
Entonces:
¿Quién piensa en ese equipo en el campo?
Habrá
que hacer alguna o… algunas pausas, para compensar y no quedarse sin gasolina.
Puede
que, desde la grada, Vicente del Bosque diera la sensación de “lentorro”, pero
nadie podía discutir la velocidad de su cabeza (los dibujos que surgían en cada
jugada) y la visión del juego en el aspecto técnico.
Su
“testa” funcionaba a 6.000rpm.
Y
otra cuestión sumamente importante: la clara centralización de los pases de sus
compañeros de equipo.
¿Por
qué?
Primero:
Por su técnica exquisita solía perder pocos balones.
Segundo:
La mayoría de las veces aguantaba el esférico y permitía una mayor movilidad y
desmarque a volantes-delanteros para sus pases en diagonal o con tiralíneas.
Vicente
Del Bosque “aguantaba el balón”, en los momentos de presión. Se convertía en la
referencia, como director y lanzador entre sus compañeros. El auténtico
arquitecto de la distribución del juego. Su dominio del balón y su técnica se
lo permitían.
…
Fueron pocos, tal vez contagiados por los gritos desaforados de la afición, que
comprendieron su verdadera labor en el terreno.
ESPECIALIDAD
POCO CORRIENTE
También
es verdad que hay que retrotraerse a años anteriores. Los aficionados al
fútbol, los que acudían a los estadios, premiaban más “la lucha, la entrega, la
velocidad y los goles… aunque fueran con la nariz, la tibia, la pancha o en
fuera de juego”.
Sin
tener en cuenta la técnica y las características más sobresalientes de los
jugadores. Un error, un gran error que se reflejaría después en la selección
nacional: los jugadores, ante la enorme responsabilidad, parecía que tenían
botas que pesaban 100 kilos y el balón les “quemaba”.
Volvamos
al tema que nos ocupa. Nos centramos en un especialista poco corriente y en el
que muy poco se fijan los aficionados. Aunque no podemos decir lo mismo de los
buenos aficionados, que también los hay. Ellos reconocían y valoraban los
méritos de los jugadores técnicos. Al futbolista que “aguanta el balón” en la zona ancha o en las barbas del
área.
Importantísimo
en cierta clase de partidos, con adversarios que practican el contragolpe en
velocidad y la presión. Tiene, aunque parezca extraño, un valor incalculable.
¿Por
qué?
Es
el jugador o jugadores que por su acción desequilibran, desaceleran y
descontrolan al cuadro rival.
Para
que nos entiendan mejor: algo así como si le pusiéramos imanes en las botas y
el balón. Para quitárselo sería necesario hacerles falta. No es un “chupón”
pero tiene la valentía de gobernar con la pelota pegada al pie (técnica) en
espacios cortos para desconcertar al equipo contrario.
Lo
más triste: la mayoría de las veces éste especialista solía pasar inadvertido entre
los aficionados… En muchos otros casos, ¡cuidado!, hasta por entrenadores
inexpertos. De pico de oro, famosos, pero incapaces de interpretar y sacarle
jugo a las características anímicas-mentales-técnicas de cada integrante del
plantel.
CARLOS
VELA/GONZALO CASTRO
Real
Sociedad, hace unos años, llegó a tener la mejor defensa del campeonato de Liga
e igualmente dos especialistas extraordinarios en “aguantar el balón” en el eje
del campo y arriba, en el área. Ese detalle lo tuvo bien claro el técnico
francés Philipe Montanier y su segundo, Michel Troin. Su trabajo (Montanier) se
volvió a reproducir en el sprint final de la Liga 2014-2015.
Frente
a Barcelona, en el Camp Nou, el equipo blanquiazul recuperó “su” mejor defensa
en la que sólo faltaba Claudio Bravo… Carlos Martínez, Miguel González, Íñigo
Martínez y De la Bella… incluso su mediocampo: Prieto-Bergara-Zurutuza.
¡Y
contó con los mejores jugadores que saben aguantar el cuero!:
Carlos
Vela y Gonzalo Castro!
La
“desgracia” o la pena ha sido que el escocés David Moyes se diera cuenta demasiado
tarde. Después de una temporada inestable e irregular del equipo, cambiando
jugadores como fichas de dominó.
Es
cierto que lo más nefasto del conjunto donostierra fueron las dos temporadas
perdidas con un tal Santiago Arrasate (un error que no sólo cometió el
presidente del club, Joaquín Aperribay, sino también su entorno de ex
jugadores. El secretario técnico, Javier Pérez y el director deportivo, Lorenzo
Juarros).
Arrasate,
un inexperto entrenador se preocupó únicamente en “romper” todo el trabajo realizado
por Philipe Montanier y así le fue. Su falta de criterio fue total, igual que
el rotundo fracaso en Europa.
BUSQUETS/INIESTA/TURÁN
Aunque
la pretensión inicial del técnico de Barcelona, Luis Enrique Martínez fue
situar a Sergio Busquets en la posición de Javier Xavi Hernández, como volante
distribuidor (algo que ya hizo Vicente del Bosque en la selección) tuvo que dar
marcha atrás. Optó por Rakitic, que nada tiene que ver con las cualidades de
Xavi.
El
jugador croata tiene otras características que bien podría, en un futuro,
relevarse con Busquets en las dobles tareas.
Sergio
Busquets es un jugador muy completo, en las funciones defensivas y ofensivas
del equipo y además pocas veces pierde el balón. Sabe “aguantarlo” en cualquier
zona del campo. Y en muchas ocasiones pone pausa en el juego. Lo mismo que Iniesta, a quién resulta difícil o imposible
quitarle el balón sin hacerle falta.
Una
idea colectiva que “funciona” actualmente en el equipo azulgrana actual, para
cambiar el ritmo del juego en momentos puntuales.
“Aguantar
el balón”, y paciencia para “matar” el partido.
El
turco Arda Turán, por otra parte, es otra de las estrellas con una técnica
especial. Y muchas veces, Diego Simeone cuenta con él para “aguantar el balón
arriba”. Aunque sus características sean fundamentales (por sus luces y por su
fútbol espectacular) para buscar el resultado del equipo. No sólo por sus
goles, que también los marca, sino también por la generosidad con sus
compañeros en la última puntada en la antesala del área y del gol.
Turán
es un verdadero artista con el balón en los pies. Además, posee una imaginación
extraordinaria por sus “solos” en el campo. Aplaudidos por una afición
entregada. No sólo en el aspecto técnico. Todo tiene su sentido y comunión en
el equipo rojiblanco. Cada vez que contacta con Koke, Tiago o Mario Suárez en
tareas ofensivas demuestra su enorme talento.
VILLARREAL:
LE SOBRAN
A
pesar de que el técnico Marcelino García no se ha enterado todavía, le sobran
jugadores para atemperar-dominar el juego y aguantar el balón. Bruno,
Trigueros, Jonathan dos Santos… Lo del entrenador del submarino amarillo es
realmente increíble. Hace tantas rotaciones en todos los partidos que se arma
unos líos tremendos.
A
veces deja siete u ocho titulares en el banquillo.
Las
variaciones son infinitas y termina por marear a los jugadores. De ahí viene la
irregularidad del equipo. Es tan incrédulo que piensa:
”Todos
rinden igual”.
Se
engaña a sí mismo. No es cierto, ni tampoco comparar el fútbol con el basketball
actual, dos deportes completamente diferentes, de forma especial por las
dimensiones del campo y sus reglas.
Bruno
Soriano no necesita presentación. Lleva muchos años en el fútbol y su técnica,
insuperable. Lo mismo podemos decir de los jóvenes Trigueros y Jonathan, que
cumplen a rajatabla los caprichos del entrenador y no pueden deslumbrar sus
enormes cualidades para “aguantar el balón” como los grandes artistas.
KARIM
BENZEMA/PAREJO
El
delantero francés de origen argelino y sus movimientos con balón y sin él es
una de las piezas importantes para “aguantar la pelota arriba”. Un jugador que,
además de desmarcarse con criterio de goleador, se convirtió en el socio de
Cristiano, o como “pasador” del luso para que se luzca.
Benzema
todavía no ha explotado en Real Madrid.
Nadie
podría imaginar todavía sus cualidades extraordinarias con el balón en los
pies. Mucho más completo que el luso como goleador, pero prefirió adaptarse a
las circunstancias del equipo y ser su escudero.
Con
el cambio de técnico (1-4-3-3 o 1-4-4-2, sin cambiar un ápice) los buenos
aficionados al fútbol podrían ver al auténtico Karim Benzema en todo su
esplendor. Siempre que dejase la posición media-punta o enganche y no abuse de
la velocidad con el volante.
Aún
tiene mucho más potencial escondido.
Ha
soportado los caprichos del entrenador luso, José Mourinho, con los cambios
Higuaín-Benzema. Una forma de “destrozar” a los dos jugadores, para favorecer a
su compatriota Cristiano. Lo mismo para demostrarle a José Valdano que había
fichado a un “petardo”.
Daniel
Parejo, es otro de los jugadores con muchas luces. Habla más en el campo que en
la Prensa. A pesar de su elegancia, seguridad y su don natural de líder que
nunca decepciona y destaca siempre.
Un
jugador con talento natural que dejó escapar el equipo merengue y es producto
de su cantera. Cedido a Getafe y Valencia, fue despreciado “olímpicamente” por
Real Madrid (tenía una opción) la pasada campaña.
Parejo
sabe “aguantar el balón” en los momentos de agobio y sabe también entregarlo al
pie o larga al primer toque a un compañero.
No
le pesa su responsabilidad en el terreno.
No
exige su posición determinada en el campo –volante derecho, izquierdo, en el
centro– por su manera de ser, por disciplina y profesionalidad. Siempre es la
referencia en el conjunto valencianista. Su ausencia por lesión o sanción se notó
demasiado la temporada pasada. Siempre ha sido de los que miman el balón, no lo
revientan, y sus goles de tiro libre –otra de sus facetas– parecen con cartabón
y tiralíneas.
Atesora
todas las virtudes y valores para ser líder del equipo, aunque no le preocupa
estos detalles, porque el fútbol es parte de su vida.
MUNIAÍN/TRASHORRAS…
Aunque
le comparen con un niño-buscalíos (Bart, de la serie de humor ácido The
Simpsons, creada por Matt Groenin de la cadena Fox) o el “enfant terrible” de
los cuentos, él va a su bola y se ríe. Sabe que es una broma cariñosa de la
hinchada bilbaína.
No
pudo terminar la temporada ni jugar la final de Copa España por una lesión
grave e inoportuna (una entrada, tal vez contraproducente de Banega, al estar
el balón ya fuera del terreno).
El
juego y la alegría futbolística del menudo navarro –casi metro setenta, aunque
no lo parezca… en un grupo que supera 1,80– suele fascinar a los buenos aficionados.
Máxime cuando su entrenador (Ernesto Valverde) le había designado un puesto de
responsabilidad en el conjunto rojiblanco.
De
enganche o mediapunta libre.
Un
premio que se lo había merecido, tras su trabajo de extremo y muchas veces
bajando y subiendo por la banda, cumpliendo doble función. Sin panorama y sin
campo para lucirse. Pero él es así no se queja. La alegría de su fútbol sigue
siendo la misma. Perseverante, rápido, de dribling fácil y sorpresivo, protegiendo
el balón como si fuera de su propiedad.
Otro
de los que “aguantan el balón” por su técnica y, además, generoso en el pase
corto o largo al compañero.
Si
buscáramos a un jugador técnico, que temple el balón con suavidad pasmosa y
“reviente” el balón con efecto de forma impresionante, ese es Trashorras. Un
gallego que tuvo ofertas y pudo triunfar en cualquier equipo europeo, pero siempre
rechazó emigrar de su país.
Curiosa
contradicción, cuando muchos de su tierra, por lo general, han sido emigrantes.
Sin olvidar la frase, medio en broma y medio en serio:
“Si hay un hombre en
la Luna, seguro que es gallego”
Un
jugador que conoce al dedillo todos los puestos de un equipo, como ariete,
extremo, volante defensivo y ofensivo, mediapunta… Todos los conoce y su
experiencia es infinita. Le tocó vivir los tiempos caprichosos de los equipos
grandes (Barcelona/Real Madrid) y nunca se le cayeron los anillos firmar por un
club chico, de inferior categoría.
Trashorras,
con una técnica refinada, es también un futbolista con una pasta especial que
“aguanta el balón” en los momentos precisos, para la pausa necesaria. Hoy día
es, sin dudarlo, el máximo ídolo de Rayo Vallecano. Nunca le “quema” el balón
en los pies, al contrario suele coger por montera el peso del conjunto cuando
se presentan los problemas.
Siempre
sorprende en cada partido con una jugada maestra, un pase teledirigido y un
disparo al palo que deja tiritando.
Mueve
todos los hilos en el campo por su clara visión de juego y con vocación de
líder distribuye fútbol con los ojos cerrados.
¿SE
ACUERDAN DE EMILIO FENOLL?
Fenoll,
un producto genuino de la cantera valenciana (nacido en Torrente), subió al
primer equipo en un momento de decepción. Después que Valencia cayera en el
pozo de Segunda División. El plantel en
ese entonces “blanco” como Sevilla, se nutrió de jugadores de “Tercera”. Carlos
Arroyo, Alcorcón; Quique Sánchez, Pegaso; Antonio García, Parla; Serna,
Castilla; Cotino, Alzira; Jon García, que estaba cedido a Málaga y Alcañiz, el goleador
de Castellón… como consecuencia de su colosal deuda (2.200 millones de pesetas).
Igualmente,
la desbandada de Bermell, Miguel Tendillo que firmó por Murcia, Urruti,
Castellanos, Roberto Fernández, Granero, Cabrera… Lo de Tendillo y Roberto Fernández merece un artículo aparte
por “un” conocido presidente interino, antes que aceptara coger el timón Arturo
Tuzón, una gran persona y amante de… “la pelota valenciana”.
Eso
sí continuaron algunas estrellas que no abandonaron a su equipo: el guardameta Juan
Manuel Sempere, los zagueros Ricardo Penella Arias y Fernando Giner; Javier
Subirats, Fernando Gómez Colomer; como asimismo el uruguayo Miguel Ángel Bossio
(CA Peñarol).
Un
“cóctel de jugadores noveles” difícil de digerir, a primera vista por cualquier
técnico.
El
otro escollo estaba en un experimento, basado en la NBA (que nadie sube y nadie
baja), que aumentaba el número los partidos que debían disputar los equipos de
Segunda. El disparate del Play-off en una temporada de 44 partidos. Treinta y
cuatro de ellos con el mismo sistema de Liga (a los puntos, ida y vuelta) y 10
más en el absurdo play-off.
Un experiencia que fracasaría, ya que no se repitiría “nunca
jamás”.
Valencia, sin embargo, dirigido por Alfredo Di Stéfano
conseguiría en la temporada 1986/1987 el salto a Primera División con todos los
honores. (Existe, bajo nuestro punto de vista, un error muy corriente cuando se
dice “Campeón de Segunda División”, lo más correcto: ganador del ascenso a la máxima
categoría sin poner en duda el premio “gordo”).
El equipo valenciano ganó 24 matches, empató 9, perdió
7. Marcó 53 goles y encajó 26. En la Liga, J 34 /G 29/ E 8/ P 7. Puntos: 46, a
tres de Deportivo La Coruña. En la fase del play-off, no perdió ningún partido:
J 6/ G 5/ E 1/ P 0/
ALFREDO
DI STÉFANO, ¿QUIÉN SI NO?
Lo
mismo, pero de otra forma, que hizo en la campaña 1970-1971, cuando salió
campeón de Liga con jugadores desahuciados (libres) por sus respectivos clubes.
Al igual que Arias, Giner, Sempere, Subirats o Fernando, Alfredo di Stéfano siempre
ha tenido un cariño especial por Valencia (dirigió al equipo tres etapas
distintas), donde vivían sus hijas. Por ese motivo rechazó las ofertas de otros
grandes equipos, incluso extranjeros.
Di
Stéfano había llegado la temporada anterior, para sustituir Oscar Ruben Valdez,
pero no pudo evitar el descenso.
Una
de las llaves del ascenso fue, precisamente, Emilio Fenoll. El jugador más
pitado, viripendiado y ultrajado del team valenciano por la afición.
Un
extremo con un arranque explosivo, veloz y con una habilidad increíble con el
balón en los pies. Tenía un cambio de ritmo endiablado.
No
lo podían ver los forofos de Valencia.
Sin
embargo, jugó 32 partidos, 26 de ellos como titular y seis, sustituyendo a un
compañero. Un total de 2.094 minutos, seis goles y muchos pases de gol en el
área.
¿Le
está sucediendo lo mismo que con Miguel Chendo?- le preguntamos en una tertulia distendida con Di Stéfano con amigos periodistas sudamericanos en el hotel Sidi El Saler.
“No
es lo mismo. Fenoll tiene un desparpajo impresionante y no se deja amedrentar
por los gritos de la hinchada. Si le quito ¿a quién pongo?”
“Fenoll
me <<aguanta el balón adelante>>. Desacelera y da pausas. Además se mueve con inteligencia… Es igual
que un moscardón en el área adversaria”
Di
Stéfano continuó:
“Fija
a los centrales, no deja salir con el balón rápido al adversario para armar el
contragolpe… y si hay un fallo, es un gol seguro. Es un jugador veloz y
desequilibrante. Además, permite al equipo volver a su posición en el campo”.
Después
del ascenso, el club no renovó su contrato
a Alfredo Di Stéfano. ¿Se la tenía jurada un antiguo jugador del club?
Es posible.
Pero
los hinchas blancos cambiaron el pito y el insulto por el aplauso.
Llegó
el técnico uruguayo Víctor Espárrago y no dudó en contar con el extremo Emilio Fenoll.
Otra vez en Primera, el jugador de la cantera disputó 43 partidos entre
amistosos y Liga sumando: 2.729 minutos.