Messi, Messi, Messi, Messi
Por
Miguel Miró
Desde que Álvaro Arbeloa le frenó -sin artimañas
ni faltas- jugando en Liverpool en las eliminatorias de la Copa de Europa han
pasado muchos años. Lionel Messi jugaba en la banda derecha, Frank Rijkaard era
el entrenador del FC Barcelona.
El técnico, elegido por Johann Cruyff, para
dirigir al equipo después de su excelente carrera como jugador (Ajax, Sporting
Lisboa, Zaragoza, Milán). El mismo que rechazó la renovación del AC Milán ($6
millones); el mismo que “inventó” los dos diamantes (rombos); el mismo que
creyó y subió al primer equipo a Lionel Messi, Pedro Rodríguez, Xavi Hernández –quién
llegó a decir que “no contaba con él”–, Bojan…
Arbeloa prometía como zaguero. Con billete ida/vuelta,
Liverpool/Real Madrid. Traspasado por €4millones y recuperado por €10 millones,
un “negocio” (¿?) que sólo comprenden los dirigentes madridistas o la sección
de fútbol del club.
Lionel Messi, en cambio, parecía un diamante en
bruto. Aunque se notaba que le faltaba campo en la línea de cal. Ya se le veían
maneras y cualidades pese a su juventud. Zurdo cerrado que dribleaba en una
baldosa y que parecía llevar atada su bota a la pelota.
Un amigo, maño él, resaltó a Messi. Nuestra
réplica fue: “le falta usar más la pierna derecha y no le vimos cabecear”. “No
le puedes pedir demasiado, por su corta edad y baja estatura,” replicó nuestro
amigo Julián.
(Años después nos repetía: “Ay, si Messi tuviera
unos centímetros más sería indiscutible”)
La evolución se verá en los partidos (2005-06). Aunque
promete y mucho tendrá que demostrarlo. Dicho y hecho. Su explosión, sin
embargo, se demostró demasiado pronto. En el Mundial Sub 20. Argentina se consagró
campeón y Messi, por sus goles, mejor jugador del certamen. Y había empezado de
suplente, igual que Sergio Kun Agüero. Aún no habían llegado las imágenes de su
etapa en el baby-fútbol. Con la camiseta
que le quedaba enorme en Newell´s Old Boys de Rosario.
EMPIEZA
EL ESPECTÁCULO
Legal, tímido y sumamente crítico consigo mismo.
De pocas palabras, pero “habla, enseña e inventa” dentro del campo. Los tres
años de José Guardiola como técnico azulgrana, fueron decisivos.
Ya no se pudo decir que es “bajito,” una ventaja teniendo
en cuenta el centro de gravedad en el futbolista. Tampoco la fortaleza de sus
piernas, que parecen manos u obuses. Es ambidextro, le da igual la zurda que la
diestra. Hace goles de cabeza. Y su técnica es tan exquisita como la de Xavi e
Iniesta.
En la final europea frente a Manchester United y
en el Mundial de Clubes ante Santos ya comprendimos que se trataba de un
jugador polivalente, tremendamente competitivo y fuera de serie. Un futbolista
completo, que le da lo mismo la demarcación. Ante los británicos estuvo en
todos lados, como San Sebastián, y para nada se notó el cansancio del equipo. Y
frente a los brasileños arrancó desde atrás, dejándole el protagonismo a Dani
Alves como extremo sorpresa y rompedor.
Su cabeza funciona a 6.000 rpm, su explosión
también. Inventa cada jugada, cada pase, cada gol. Y sus pies son de seda con
relación al balón. De precisión matemática, igual que Xavi e Iniesta, prefiere
los envíos entre líneas. Los más difíciles, como también el “balón al pie”.
El “pim–pam–pum” del Manzanares rompió la alegría
de los aficionados rojiblancos. Se inició en un contraataque desde la banda
derecha, en campo rival.
Nunca hace teatro –como Neymar, Alba, y muchos
otros para engañar al árbitro– y le provocan en todos los partidos. Tiene la
cabeza fría y las ideas calientes para mejorar el juego. Para dar el toque de
calidad al fútbol que ha mamado desde su tierna edad.
Para nada es vanidoso. Al contrario, sus gestos
son siempre los mismos cuando marca algún gol (los índices hacia el cielo), y
no reivindica sus “medios-goles” por el pase a sus compañeros. Al contrario los
festeja en grupo. Messi es un amante del fútbol. De su deporte favorito. Del
fútbol bien jugado, con planes y jugadas. Y cuando faltan estos detalles él se
los inventa.
Ganador nato y sumamente crítico por su actuación.
GENIO
Y FIGURA
Resulta un contrasentido comparar a Messi cuando
se trata de un juego de equipo. Un deporte colectivo y donde pocos son los
elegidos. Sabemos, por experiencia que entre los aficionados destaca siempre al
goleador. El más caro. Tan caro como el gol. Pero no es suficiente para determinar
quién es el mejor.
Ya lo dijo muchas veces Di Stéfano:
“Sin
mis compañeros del equipo no sería nadie”
Y lo dijo Lionel Messi, en la gala de su tercer
balón de oro:
“Sin
mis compañeros no soy nadie”
El jugador argentino del FC Barcelona parece “tocado por la mano de Dios” –lo mismo
que escribió, en la cima de su carrera, un periodista del golfista norteamericano
Tiger Woods.
Para darle una variante, otra frase célebre:
“Es el
elegido de los dioses”, como
Carlo Magno.
Lionel Messi Cuccittini es como Alfredo Stéfano Di
Stéfano o Johann Cruyff en sus épocas gloriosas: ini-mi-ta-ble e
in-com-parable.
Un auténtico fuera de serie que rompieron el molde
cuando nació.
Además, el “10” azulgrana tiene la gran virtud de
haber empezado en un potrero (terreno baldío) para jugar, divertirse y para
ganar. Y sigue divirtiéndose como profesional.
¿POR
QUÉ INCOMPARABLE?
Para él es un hábito, un trabajo que eligió siendo
muy pegueño.
Además, posee mucha regularidad, seguridad,
temple, frialdad, ritmo, actitud, sangre fría, contundencia, consistencia,
concentración, humildad, imaginación, convicción, demasiada fe, intuitivo,
derrocha confianza, sapiencia, talento, precisión, mucho talento y calidad.
¿POR
QUÉ INIMITABLE?
Por su espontaneidad. No hay nada fingido en él.
Es un genio puro. Creativo y con una personalidad remarcada. Flemático, seguro
y emotivo. Dominio de sí mismo, en lo positivo y negativo. Con una fuerte
personalidad, en su manera de ser aunque no le exterioriza. Carácter único por
su seguridad y tranquilidad en todo. Su medio es el campo de fútbol.
¡Ah!, nos olvidábamos:
Messi es igualmente sensible, muy sensible… por
eso parece tímido.
Sabe leer los partidos y acumula la sapiencia de
sus compañeros y sus técnicos. Todo el fútbol lo absorbe como una esponja.
Ha madurado demasiado pronto. Por eso titulamos un
genio del fútbol técnico-táctico. Como lo dejó claro en San Mamés.
Un partido de músculo y pelotazo.
El tándem Xavi-Messi lo cambiaron radicalmente: pase
corto, primer toque y al pie, con meridiana precisión. Marcaron el control y el
partido. Pocos, o muy pocos apreciaron este detalle.
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