Guardiola, sistema y reto
Por Miguel Miró
La
imaginación de José Guardiola no tiene límites.
Solamente
le faltó tres piezas imprescindibles: Alaba, Roben y Ribèry, para una mayor contundencia y puntería en el plano
ofensivo.
No
obstante, no hay que escudarse en las ausencias.
De una
forma u otra, Bayern Munich consiguió marear al equipo azulgrana con su “Molino”
y un control constante por el ordenamiento brutal en su puesta en escena.
Fue tan
evidente que sus aspas –con su eje principal– parecían reflejar un aire nuevo
en el repliegue y despliegue ocupando todos los espacios en el terreno de juego.
Asimismo
los distintos cambios de papeles, para aturdir al rival en los marcajes. Lahm y
Bernat-Tiago por los pasillos… Lewandowski y Müller abiertos y escalonados… Todo fue un sello especial del
control-control.
En su
conjunto: orden y apoyo increíble en cada uno de los movimientos, con y sin
balón, del equipo muniqués.
Todo estaba
muy trabajado en el marcaje al hombre a la zona. Parecía estudiado y
cuadriculado. Lo mismo ocurrió durante el adelantamiento de líneas, con los
cambios de posición de Lewandowski, Müller y Schweinteiger buscando la
fórmula para romper la defensa azulgrana.
VARIANTE SISTEMA
Ha sido,
sin duda, una variante del sistema de Hebert Chapman. En el primer acto
controló la situación (4+1 en defensa), en la continuación se presentó con
cinco delanteros (4+1) en el área rival.
El
británico decía:
“Mi intención estriba en defender
con cinco y atacar con cinco”.
Es
cierto que le faltó pegada e inspiración al conjunto bávaro, pero durante
largos minutos (en los dos actos) ha sido el dueño del balón y del partido.
Mantuvo
en vilo, por no decir con el miedo en el cuerpo, a los aficionados del campo
azulgrana que temieron lo peor, tras el descanso.
Javier
Alonso como “eje” ha sido la gran sorpresa de la noche. El jugador donostiarra,
responsable en la disciplina táctica (algo que aprendió de JB Toshak-Real
Sociedad), respondió al máximo con la placa de “Marshall” por delante de la
línea de cuatro zagueros.
No sólo se
preocupó en las tareas defensivas, que lo hizo tenaz y efectivo en la
anticipación, sino también en la distribución del juego como líder del
esqueleto del equipo.
IMPRESIONANTE
El
español, situado por delante de la defensa, cumplió a la perfección su doble
tarea. Del mismo modo, Sebastian Schweinsteiger como media punta-postizo y
canalizador del fútbol de ataque que le faltó una punta de velocidad en los
espacios cortos.
Tal vez
por eso, se armó de paciencia para hilvanar un pase en profundidad, buscando la
sorpresa de Müller (demasiado parsimonioso en el arranque y algo despistado) y Lewandowski en las oportunidad que perdió en la
primera mitad.
La base
del sistema tuvo, se nos antoja, dos elementos importantes. Se circunscribe en
copar todo el campo de acción y buscar el control del juego y del balón. La
posición del esférico lo consiguió, pero no un resultado más adecuado para el
match en el Alianz Arena de Munich. Algo que pretendía desde el pitido inicial.
Además, la
basculación ordenada en el cierre y salida el equipo muniqués lo hizo en
diagonal con tres o cuatro jugadores lo que le permitía un control de la situación
mucho más amplia y compacta.
Un
cambio muy diferente y mucho más práctico con respecto a la “barreras”
tradicionales, y la basculación de banda a banda. Más que nada porque cogía a contrapié al rival y los espacios fueron más cortos
para un posible despliegue.
Por esa
razón le llamamos “Molino” al sistema, con sus respectivas aspas en pleno
movimiento. El dibujo, además, lo observamos desde arriba (una de las
excelencias que tiene el Camp Nou) se apreció en muchos momentos como un signo
muy significativo: una “X” en movimiento, con una formación ordenada. O, como
intuímos en el primer momento: la bandera confederada del general Robert Lee
para ser más eXactos.
NO MUERDE
El
despliegue se realiza con el adelantamiento de líneas, bien juntas, sin perder
el orden establecido y con demasiada precisión en los pases. El dispositivo
cambió a la hora de atacar. (Bien que lo sufrió Oporto en terreno germano, en
cuartos de final). Se presentó con cuatro o cinco jugadores en el campo
adversario. Cargó por los pasillos (Bernat-Thiago / Lahm-Müller) y por dentro, Schweinsteiger - Lewandowski.
Ninguno
de ellos logró llegar con claridad al área por el trabajo activo de Rakitic
(una roca)-Alves y Busquets-Alba que estuvo más defensivo que de costumbre… las
salidas de Mascherano y el cruce de Piqué.
Aunque,
también hay que decirlo, Muller y Lewandowski
no
estuvieron muy finos en sus carreras y desdoblamiento. Ambos, mucho más
previsibles que otras veces y demasiados anodinos en el sacrificio de moverse
sin balón. Sin aprovechar, en muchas ocasiones, la forma en que Barcelona
reculaba a su área, aglutinando hombres por el centro y dejando claros en ambos
pasillos.
Bayern
Munich amagó, asustó, pero no mordió a pesar de mantener el balón en su poder y
el control del match.
GOL DE MESSI
No nos
engañemos. A falta de 13 minutos, y con el dominio de Bayern Munich, muchos
pensaron –incluso, nosotros– que se terminaba en empate (0-0, como dos platos enormes)
o podría producirse el drama.
Pero
llegó el gol de Messi. Un remate al rincón y abajo del palo izquierdo de Neuer
(otra de las figuras del partido). La inteligencia del argentino para rematar
fuerte y raso, donde muy difícilmente llegan los guardametas “gigantes”.
Ese
tanto provocó las alarmas y el desajuste del sistema de Bayern Munich. Y tres
minutos después, en una recuperación de Alves, llegó el segundo de Messi con la
picardía de un genio. Eludiendo a Boateng (a contrapié, y encima es derecho) y
una vaselina perfecta al guardameta, en la que Rafhina, en la línea de gol,
intentó despejar.
GOLPE DURO
Lo que
nadie esperaba era el tercer gol de Barcelona. No estaba en el guión de ningún
aficionado y menos entre el equipo muniqués después de su captura del balón y
del control del match durante 77 minutos.
Y todo como
consecuencia de la respuesta espontánea en los minutos de descuento. Cuatro
minutos que pudieron ser más. Todo por el “temor” de Luis Enrique Martínez, que
quería perder tiempo como fuero. Por eso se precipitó en los cambios, todos
seguidos.
(Una
actitud que demuestra su ignorancia. Tuvo suerte. De haber sido un árbitro
británico podría prolongar el partido entre seis y ocho minutos.
Más que
nada porque entorpece la continuidad de la contienda.)
Bayern
Munich adelantó demasiado sus líneas, por la necesidad de un gol. Un riesgo
lógico.
Sin
embargo, Luis Suárez recuperó el balón en la zona ancha, le hicieron falta,
pero el balón lo aprovechó Messi para meter en diagonal un pase adelantado a
Neymar.
El
brasileño hizo una especie de paradinha y le ganó la partida a Neuer al borde
del área.
DRAMA Y GLORIA EN MUNICH
Nadie
puede predecir un milagro, o algo parecido, pero el fútbol es imprevisible. Las
estadísticas no valen a pesar de las goleadas de Bayern en las distintas
competiciones.
Puede
haber drama o gloria. Sólo puede pasar uno a la final de la Copa de Europa.
El
equipo azulgrana no puede ir a Alemania para “proteger” su ventaja (el intento
de otros equipos, como Mónaco o el propio Oporto sucumbieron en el intento). Barcelona,
con un solo tanto pone en cuesta arriba el cómputo general y su rival tiene que
marcar cinco…
El
cuadro muniqués lo intentará el próximo martes, y a la hora de las brujas
sabremos quién se proclamará finalista.